¿Quién me hizo una princesa? - Capítulo 2
Capítulo 2
El lugar en el que vivía ahora se llamaba el Palacio Rubí, donde durante generaciones se alojaban las concubinas del emperador. En esencia, su harén.
Se decía que mi madre, Diana, había sido una bailarina invitada a actuar en un banquete del palacio. Allí habría llamado la atención del emperador y, con el tiempo, dio a luz a mí.
Al parecer, después de que Diana entró al palacio, ninguna otra mujer se quedó en el Palacio Rubí por bastante tiempo. Parecía que el emperador realmente la adoraba.
Sin embargo, eso solo duró una temporada. Más tarde, el emperador dejó de visitarla por completo.
Diana provenía de un origen muy humilde, incluso más humilde que el de una persona común. Nunca tuvo la oportunidad de convertirse en concubina oficial del emperador. Murió al darme a luz, dejándome atrás siendo un bebé.
Tras la muerte de mi madre, el Palacio Rubí sufrió un incidente impactante. El día en que nací, el emperador masacró a todos en el Palacio Rubí. Desde entonces se mantuvo distante conmigo, su única hija biológica, y jamás vino a verme.
Esas fueron las penalidades de la vida que, al final, me criaron…
¡Es broma! Fueron las criadas del Palacio Rubí.
Hmm, decirlo ahora me hace pensar que esta vida podría ser tan dura como la anterior.
En realidad, lo que Lily me contó era un poco distinto a lo que susurraban las demás criadas. Ella decía que el emperador había amado de verdad a mi madre, Diana, y que el dolor por su muerte era lo que le impedía venir a verme.
Cuando escuché eso, tuvo tanto sentido que quedé bastante convencida. Y fue bastante coincidencia que la muerte de mi madre coincidiera con el arrebato del emperador.
Pero últimamente empezaba a pensar que eso podría haber sido o un malentendido de Lily, o su forma de intentar consolarme.
Todas las criadas andaban diciendo: —¡Está loco, se le fue la razón!— y sin embargo, Lily era la única que argumentaba: —¡No, está loco por una razón!—
Dada mi posición, no pude evitar inclinarme por la opinión de la mayoría, que era: —¡Mi papá está loco!—
Después de oír esa historia por primera vez, tuve pesadillas cada noche. ¿Cómo pudo abandonar a un bebé en un lugar como este? Qué mala actuación.
Pero más que el lore aterrador que rodea este lugar, le tenía más miedo al emperador, cuyo rostro nunca había visto.
¿Qué pasa si de pronto pierde la razón otra vez y viene corriendo a matarme? Adiós al fabuloso privilegio de haber renacido princesa. Qué destino tan horrible.
En fin, ahí estaba yo, viviendo en este castillo embrujado. ¡Iek!
—Gugu gaga.
Oh, cierto. Ahora que lo pienso, ¿había mencionado ya cuál era mi nombre en esta vida? En mi vida anterior, la directora del orfanato eligió un nombre al azar de la guía telefónica: Lee Ji-hye. Pero en esta vida, mi madre eligió mi nombre ella misma.
Me llamaba Athanasia.
Significaba “inmortalidad”: bastante grandilocuente.
Me enteré de eso porque Lily me lo dijo la noche anterior. Me parecía un nombre algo exagerado para una princesa rechazada como yo.
Y resulta que era el mismo nombre de la desafortunada princesa de la novela romántica Lovely Princess. Aunque estaba segura de que mi madre me lo había puesto con la esperanza de que tuviera una vida larga y próspera bajo el cuidado del emperador…
*Snif* Qué pena que la princesa Athanasia muriera trágicamente a los dieciocho años en la novela. ¡A manos del propio emperador, nada menos!
¿Por qué sigo pensando en esa novela ahora que estoy en este cuerpecito de bebé? Nunca me había pasado algo así.
—Ughhh.
Por eso, desde que me desperté esa mañana, no dejaba de mirar la puerta y temblar por si el hombre que era mi padre venía a buscarme.
De repente la puerta se abrió de golpe con un estruendo que me hizo temblar hasta los huesos.
Por suerte, solo entraron las criadas. Me miraron recostada en la cuna y empezaron a murmurar entre ellas con tono desaprobador.
—¿Qué…? No está dormida.
—¿Tenemos que estar aquí? Si no puede ir a ningún lado por su cuenta.
—Ya sabes cuánto dramatiza Lilian. Realmente es una molestia.
Uf, otra vez lo mismo. Todos esos susurros y recriminaciones cada vez que me ven. Estamos todas aquí juntas de todos modos. ¿No sería mejor ser amables con la bebé, eh?
—Pensemos en esto como un pequeño descanso, entonces.
—Más vale que no empiece a berrinchar de repente.
—Mece la cuna para que por fin se duerma.
Por la forma en que hablaban, dirías que yo lloraba todo el día. ¿Qué otro bebé en el mundo es tan callado como yo?
A Lily en realidad le preocupaba lo poco que lloraba, pero esas criadas estaban deseosas de decir tonterías cada vez que me veían.
¿Eso me ponía triste? ¡Para nada! Mi objetivo era pasar el resto de mi vida como una princesa olvidada. Podría llevar una vida de lujos si tan solo consiguiera arrebatar unas cuantas monedas de oro de este lugar.
Estás sola en la vida, ¿sabes?
No me interesaba un padre que no mostraba interés por mí.
Además, las criadas no iban tan desencaminadas.
—La princesa no recibe atención de Su Majestad, pero al menos tiene buena vida por su estatus —dijo una.
Puede que por ahora solo tomara fórmula en polvo, pero vivía en un palacio, después de todo. Tenía tres comidas al día, mi cama era acogedora y estaba rodeada de oro.
Mientras siguiera manteniéndome en las sombras y evitara la atención del emperador, no tendría que preocuparme por morir de hambre. Tal vez me hubiera tocado un destino desfavorable, pero la vida de princesa seguía siendo bastante buena.
Crecí en un abrir y cerrar de ojos, y cuando llegara el momento adecuado, robaría algo de oro de ese lugar y escaparía. Podría vivir una vida envidiable.
Pero primero tenía que salir de esta situación de cuna.
Si quería lograrlo, necesitaba comer bien y hacer ejercicio para crecer rápido, tal como decía Lily.
¡Uno-dos! ¡Uno-dos!
Movía brazos y piernas con torpeza para fortalecerlos un poco. Mientras tanto, las criadas me miraban de reojo y murmuraban entre ellas.
—Todas somos como velas al viento, ¿saben? El emperador podría matarnos a todas con un solo movimiento de su mano.
—Tienes razón. De todos los lugares, ¿por qué nos tocó a nosotras estar aquí…? ¿Escuchaste? Dicen que en la cocina aparece un fantasma cada noche.
—Eso me pone los pelos de punta. ¿Y si un día nos convertimos en esos fantasmas?
Entendía lo que sentían. Yo tampoco quería vivir en un palacio donde había ocurrido una masacre.
¡Apenas reúna suficiente dinero, me largo de aquí!
Me hice esa promesa una vez más.
***
—Jejeje.
Estaba de muy buen humor. Al verme sonreír tan brillante frente a lo que tenía delante, Lily me devolvió la sonrisa.
—¿Te gusta tanto?
—¡Yuh!
¡Ven a mí, mi oro! ¡Qué bonito eres!
Estaba tan emocionada al ver la bola dorada que no pude evitar abrazar a Lily. Me reí y restregué mis mejillas contra las suyas.
Ella también parecía de buen humor y me dio un beso en la mejilla.
Con el paso del tiempo, y ya pudiendo arrastrarme por la alfombra sin tanto esfuerzo, mis ojos comenzaron a brillar de codicia ante el oro y las joyas en cada rincón de la habitación.
No por nada era un palacio imperial. Esta no era una habitación cualquiera, estaba cubierta de oro en paredes y esquinas. Incluso las paredes tenían incrustaciones de gemas.
¿Qué más podía decir? Seguramente debían de ser oro y joyas auténticas, ¿verdad?
De todos modos, como seguía jugando y manoteando las decoraciones doradas y las gemas, Lily llegó a la conclusión de que simplemente amaba las cosas brillantes. Me traía sonajeros o móviles dorados, y mis ojos se abrían como platos.
El palacio mismo era un lugar deslumbrante, habiendo albergado concubinas en el pasado. Yo, sin embargo, apenas tenía unas pocas pertenencias debido al presupuesto limitado del hogar. Incluso los juguetes eran escasos.
—Te conseguiré otro más adelante si te cansas de este.
Lily ya era una mujer hermosa, pero al decir eso, la imaginé con un halo flotando sobre su cabeza.
¡Lily, eres mi verdadera mina de oro!
—Gaa. Goo gaa.
Estaba boca abajo en la alfombra, jugando con la bola dorada que Lily me había traído. Al menos podía rodarla de un lado a otro, ya que mi cuerpo aún no sabía caminar ni hacer mucho más.
¡Tendré que cuidarla bien para llevármela después! Ejeje—ugh, estoy babeando.
La vida en el Palacio Rubí era muy tranquila. Al principio estaba algo nerviosa, pero tras varios meses en calma, parecía muy probable que el emperador realmente se hubiera olvidado de mí.
Todas las criadas, incluida Lily—que había temido que el emperador pudiera desatar otra tormenta sangrienta—, al fin parecían respirar aliviadas. Aunque, sin duda, las historias de fantasmas en la cocina y las calderas seguían atormentándolas.
Mientras tanto, yo comía bien, hacía ejercicio con disciplina y dormía bastante. Crecía rápido, como un brote nuevo.
Lily me cuidaba tan bien que evitaba cualquier enfermedad grave. Aun así, deseaba poder caminar pronto para empezar a reunir dinero para mi huida.
Pero tenía una extraña sensación de que la decoración de mi habitación estaba desapareciendo poco a poco. ¿Acaso Lily la guardaba para evitar que yo tumbara algo mientras gateaba?
Waaaah. No, mi oro. ¡Devuélveme mi oro!
En lugar de seguir jugando tranquilamente con la bola, llamé a Lily con un llanto sonoro.
—¡Waaaah!
Además, sentía el pañal mojado.
Snif.
Era vergonzoso, pero ¿qué podía hacer? Era hora de cambiarme el pañal.
***
—Incluso entre los magos, son los hechiceros de la Torre Negra quienes poseen el mayor poder de todos —dijo Lily.
Yo estaba sentada en su regazo mientras me leía un cuento. Aunque era un libro infantil, parecía más bien un libro de historia. Resumía todo lo que había pasado desde la fundación del país, con algunas ilustraciones aquí y allá.
Escuchaba con atención porque tenía muchas preguntas sobre este lugar. Lamentablemente, cualquier bebé de mi edad habría tenido dificultades para entender algo así.
Hmm.
Lily parecía muy interesada en la educación temprana, y el cuento que me leía era verdaderamente fascinante. Prestaba atención, pero hubo un detalle que de inmediato me atrapó: ¡la existencia de la magia!
¡De verdad estoy en otro mundo!
Uf, sinceramente, cuando escuché por primera vez que el emperador era un mago, no lo creí. Pero libros como ese no me dejaban más remedio que aceptar la realidad.
—¡Eto! (¡Esto!)
Mientras Lily pasaba la página, señalé una de las ilustraciones. Era un dibujo de una torre negra envuelta en enredaderas con espinas.
—Los magos de la Torre Negra son tan poderosos que pueden destruir un imperio entero… —leyó Lily.
Estaba emocionada de encontrarme por primera vez con la magia.
¡Quiero verla! ¡Quiero ver magia!
—Por eso deben congelar sus propios corazones —continuó.
En ese punto, el libro de historia volvía a sonar como un cuento. Los hechiceros de la Torre Negra eran fascinantes.
—Si ponen sus emociones por encima de la razón, o sus pasiones vencen a su autocontrol, podrían terminar usando sus mortíferos poderes para asuntos personales.
—Oo-aah.
Traducción: Lysander