Me convertí en el personaje olvidado de una fantasía oscura - Capítulo 14
Capítulo 14
Un golpe fuerte resonó. Era un sonido que Mev nunca había escuchado durante una pelea. Justo después, algo rebotó contra la hoja y cayó al suelo. El polvo se levantó en medio del estruendo.
Ian aterrizó frente a ella, de rodillas, golpeando con su espada.
Siguió un asalto implacable. La cosa en el suelo, incapaz de soportar el impacto, saltó.
Finalmente, Mev pudo ver qué era: un cráneo negro, demasiado grande para ser humano.
…¿Era ese el cuerpo principal? Mev lo entendió rápido, aunque cómo Ian lo había
encontrado en medio de todo era un misterio. Lo importante era que Ian había logrado una tarea difícil y estaba intentando destrozar el cráneo.
–….– Mev frenó a su caballo, contemplando si podía ayudar a Ian.
Una luz roja brillante estalló desde las órbitas del cráneo. La misma luz que ella había visto antes.
–■■■-! ■■■■ ■■■!– Un grito fantasmal surgió de la mandíbula. Una onda mágica rojo oscuro se expandió desde el cráneo en todas direcciones.
–¡Ugh…!– Los ojos de Mev se abrieron de par en par, sorprendida. Incluso Mev, rodeada de poder sagrado, sintió que la maldición la paralizaba. Si no hubiera reducido la velocidad, habría caído del caballo.
¿Y Ian? Mev miró hacia él. Tal como esperaba, él también estaba congelado en medio de la acción.
El cráneo se elevó, rodeado de resentimiento oscuro.
–….– Mev apretó los dientes, dándose cuenta de que el cráneo intentaba volver a su forma original. Tenía que liberarse de la parálisis. Justo cuando estaba por desatar su poder sagrado, Ian extendió la mano y agarró el cráneo.
Ya lo sabía, maldito. Sintiendo la dureza en su agarre, Ian sonrió.
Como con Andolf, los monstruos con nombre siempre tenían un truco para escapar del peligro. El Dullahan no era la excepción. Ian estaba preparado. El resultado fue una ligera demora momentánea, no una parálisis, que duró poco más de un segundo. Su alta Fortaleza Mental y magia, junto con algunas habilidades adquiridas por error, crearon esa sinergia.
– ¡…!– Aunque el cráneo no tenía ojos, Ian sintió su pánico. Sonrió ligeramente y estampó el cráneo contra el suelo.
Con algo de magia, el cráneo quedó profundamente incrustado en la tierra. El resentimiento que se extendía se dispersó. Ian levantó la espada.
Continuó el castigo unilateral. No había técnica elegante ni habilidad vistosa involucrada. Ian simplemente seguía golpeando con su espada, sin importar el lado de la hoja, levantándo y bajando la espada para golpear.
Lo que lo diferenciaba de un simple garrotazo era que su espada ahora estaba llena de Filo de Viento y rebosaba magia. A pesar de eso, la espada sufría daños debido a su poca durabilidad.
Ian continuó su ataque implacable, agarrando y arrojando el cráneo cada vez que intentaba escapar.
–….– Mev observó en silencio con la espada bajada. La parálisis ya había pasado, pero sintió que no era momento de intervenir. Era asombroso ver a un monstruo tan temible siendo superado por violencia tan simple. Más sorprendente aún era que funcionaba. El brillo rojo en los ojos del cráneo vacilaba notablemente.
Aparecieron grietas en el cráneo, filtrando magia contaminada como humo.
Finalmente, la espada de Ian se clavó en el centro de la frente del cráneo. Justo después, el brillo rojo en los ojos estalló con fuerza.
–■■■-! ■■■■! ■■■!– El Dullahan gritó como si estuviera en sus últimos estertores o suplicando. Para Mev, sonaba como un final lamentable.
–■■! ■■■ ■■■■■!– El cráneo que aún estaba empalado en la espada fue levantado en el aire.
–Maldito seas.– Los labios de Ian se movieron apenas.
Estrelló la espada contra el suelo. Grietas como telarañas se extendieron por el cráneo y la magia negra comenzó a salir de él en remolinos.
—Ahhhhhhhh—
Un grito de dolor resonó y los ojos brillantes se apagaron. A medida que el brillo desaparecía, el entorno quedó envuelto en un silencio y oscuridad espeluznantes.
–Phew…– Ian, que había estado mirando fijamente el cráneo, finalmente se arrodilló. El cráneo parecía viejo y sin valor, como si pudiera desmoronarse con un solo toque.
–…Tu rencor no es asunto mío,– murmuró Ian en voz baja.
Recordó los últimos momentos del Dullahan. Viejos rencores que ni le interesaba entender ni rememorar.
La espada fue fácil de sacar. Ian dejó la espada casi inútil y alcanzó la parte superior del cráneo, cubierta de fragmentos óseos rotos. Sintió una leve presencia mágica. Mientras recogía un fragmento.
Algo pequeño y negro salió disparado de la órbita. Reaccionando rápido, Ian lo atrapó por reflejo. Algo se retorcía en su mano apretada, seguido por un dolor agudo.
–¿…?– Ian frunció el ceño, no por el dolor, sino por la magia corrupta que fluía en su cuerpo. Era húmeda, pegajosa y contaminada. Pero eso no era todo. Un miedo inexplicable, un odio y rabia sin fin surgieron como una ola gigante. Gritos y lamentos resonaban en su cabeza, y su visión se volvió roja.
–Uhh…– Sin embargo, Ian no se dejó influenciar por la locura. Solo se sorprendió un poco.
Ese resentimiento no podía sacudir su mente ni un poco. Tal vez si no hubiera sido arrojado al juego como un personaje arruinado, pero eso era otra cosa.
–…Malditos ruidos.– No es que Ian no estuviera molesto. Apretó la mano con fuerza. Luego canalizó su magia hacia lo que tenía en la mano, junto con la magia contaminada llena de resentimiento. El movimiento se intensificó.
¿Por qué se siente mal estar del otro lado? Ian no parpadeó y continuó vertiendo magia. La agitación finalmente cesó. Ian relajó el agarre al detenerse el movimiento.
–¡…!– La verdadera sorpresa para Ian ocurrió en ese momento. Sintió como si un nuevo órgano sensorial se desarrollara en su mano. Era una sensación similar a cuando sintió la magia por primera vez, como si tuviera una mano o un pie extra. Este nuevo sentido no solo transmitía sensaciones sino también emociones simples pero claras: sumisión y obediencia.
¿Tiene consciencia? ¿Y está comunicándose conmigo? Sorprendido, Ian abrió la mano. En el centro de su palma yacía una delgada línea negra. Era una serpiente, de apenas cinco centímetros, un fino reptil negro. La serpiente miró a Ian con pequeños ojos, transmitiendo la misma emoción otra vez: sumisión completa.
¿Entonces es como mi mascota ahora? Como si respondiera, la serpiente se deslizó dentro de su guante. Ian rápidamente lo sacó para ver que la serpiente se enrollaba en su dedo medio, mordiéndose la cola, pareciendo un anillo en forma de serpiente. Un brillo de interés apareció en los ojos de Ian.
¿Esto es…? Esta serpiente era el premio máximo del Dullahan, un anillo de grado único, el Resentimiento del Pantano. Tenía una condición: sin suficiente Fortaleza Mental e Inteligencia, quien lo usara caería en la locura. En el primer capítulo, era un objeto que ni siquiera podía usar. No esperaba que la condición de uso se manifestara así, ni que fuera una serpiente real.
–¿Qué fue eso hace un momento? Sentí una magia siniestra.– La voz de Mev llegó desde atrás. Había desmontado y se acercaba, levantando su máscara.
–Este anillo liberó esa magia.– Ian levantó su mano derecha.
–¿Te lo pusiste así sin más? Aunque todo el botín es tuyo, ¿estás seguro de que es seguro?–
Los ojos de Mev se abrieron sorprendidos.
–Como ves. Estoy bien.– Ian se encogió de hombros.
–Tienes un don para sorprender, Ian. Derrotar a un fantasma hasta someterlo. No lo habría creído si no lo hubiera visto.– Mev lo examinó con atención y luego lo miró con admiración.
–Es la primera vez que lo hago.– Ian se rió mientras revisaba los fragmentos del cráneo.
–Ya que el botín es mío…– Ian sacó una esfera negra familiar unida a la punta de su dedo. Otra esencia de magia corrupta.–También me llevaré esto.–
Mev asintió.
–¿Me darás ese cráneo? Parece valioso como evidencia,– agregó Mev mientras Ian guardaba la esfera de esencia.
–Con gusto.– Ian entregó el cráneo.
Ella lo recibió cuidadosamente, temerosa de romperlo.
–Empoderando a un espíritu antiguo. Me pregunto cuál era su propósito.– Mev miró las órbitas agrietadas y murmuró.
–¿Quién entiende la mente de un mago negro? Tal vez no haya un gran plan en absoluto.– Ian respondió despreocupadamente y se puso de pie. Los objetivos de un hombre condenado no eran asunto suyo. Ahora solo quería examinar su anillo recién adquirido.
–….– Mev suspiró, con ojos llenos de preocupación, aparentemente demasiado inquieta por algo que solo afectaba al futuro de una nación. Mientras tanto, Ian tenía poco interés en su historia.
–Descubriremos todo cuando lo encontremos. Era hablador.– Ian se dio la vuelta y bajó la colina silenciosa. –Vamos a ver si Philip sigue vivo.–
La fogata iluminaba la oscuridad. Philip preparaba la comida, ensartando cecina y jamón, que desprendían un aroma delicioso al cocinarse. Ian, sentado a un lado, ni siquiera miraba la comida. Estaba absorto en el anillo negro en su dedo, o más precisamente, en la ventana de información del anillo que solo él podía ver.
Resentimiento del Pantano. Este anillo era el primer accesorio de grado único que había conseguido en este mundo, y su desempeño era tan excepcional como su rareza. El anillo no solo aumentaba varias estadísticas, sino que su habilidad para usar la maldición e inducir un estado de locura a cambio de un poco de energía vital era especialmente notable.
Esta característica también existía cuando el mundo aún era un juego.
Era bastante útil entonces. Ian lo había usado para crear distancia o ganar tiempo para completar hechizos cuando los enemigos se acercaban demasiado. También era efectivo en combates contra múltiples oponentes, ya que la confusión eliminaba la distinción entre amigo y enemigo. Ahora que este mundo se había vuelto real, esperaba que fuera útil en muchas más situaciones.
Debería probar cómo se manifiesta la maldición. Mientras Ian estaba perdido en sus pensamientos…
–Maldita sea….– Una voz grave acompañó la aparición de un hombre de aspecto rudo desde las sombras. Era Miguel. Cubierto de suciedad y sangre, se desplomó junto a la fogata, levantando una nube de polvo.
–….– Philip, que había estado preparando la comida, frunció el ceño pero se abstuvo de regañarlo, entendiendo que el estado desaliñado de Miguel se debía a enterrar a sus compañeros caídos. Philip lanzó una mirada a Miguel mientras volteaba la carne.
–Phew….– El rostro de Miguel, mirando el fuego, era la imagen misma de la desesperación. Tenía sentido. No solo había perdido el contrato, sino también a todos sus compañeros. La tragedia era aún más amarga porque había ocurrido justo después de que cumplieron fielmente su misión. Philip sabía bien lo mucho que Miguel había intentado salvar a sus hombres.
Finalmente, con una expresión comprensiva, Philip habló con cautela. –Realmente mostraste gran lealtad a tus camaradas, Miguel. Te veo con otros ojos.–
–¿Lealtad? ¿Qué lealtad? Lo hice para salvarme a mí mismo. Dejar atrás compañeros muertos es como invitar a una maldición.– Miguel resopló suavemente.
–¿Eso es una superstición?– preguntó Philip.
–Si yo sobrevivo y mis compañeros mueren, ¿no se sentirán agraviados? Por eso les doy un entierro adecuado. Para evitar que se conviertan en espíritus malignos o almas en pena. Maldita sea, qué molestia hasta el final…– dijo Miguel.
A pesar de sus quejas, sus ojos estaban llenos de amargura. Philip, un poco harto, apartó la mirada sutilmente. Ofreció pinchos a Mev y a Ian, y luego habló mientras Miguel seguía refunfuñando. –Nos estamos demorando más de lo esperado, mi señor.–
–Hum.– Mev asintió, compartiendo la preocupación.
Desde que Ian se unió, habían estado peleando casi todos los días. Además, habían perdido dos caballos, lo que haría que su ritmo disminuyera aún más a partir del día siguiente.
–Tardaremos al menos una semana en llegar al Bosque de las Tumbas, aún más porque tenemos que dar un rodeo. Puede que no nos quede tiempo para buscar en otros lugares.–
–No queda otra que esperar que no sea en vano.– Mev suspiró al hablar.
–¿Iban hacia el Bosque de las Tumbas?– Miguel interrumpió de repente. Al asentir Philip, Miguel se rió. –Entonces no necesitan una semana. Incluso si paran en un pueblo, cinco días serán suficientes.–
–Eso es imposible. Tenemos que rodear el valle, lo que tomará más tiempo.– Philip levantó las cejas sorprendido.
–No hay necesidad de rodear. Solo corten directo. Hay un atajo que solo conocen mercenarios veteranos como yo. Es un poco peligroso, pero…,– dijo Miguel.
–¿Puedes garantizarlo?– Ian, que había estado pensando en silencio, intervino.
–Sí, puedo. Es arriesgado, pero he pasado por allí.– Miguel tragó saliva y respondió.
–Eso no importa, ¿verdad?– Ian miró a Mev, quien asintió con decisión.
Las miradas del grupo naturalmente se posaron en Miguel, que empezó a sudar.
–¿Qué, qué quieren que haga?– dijo Miguel.
–Guíanos. Al Bosque de las Tumbas.– Ian lanzó una moneda hacia Miguel, que la atrapó por reflejo. –Te contrataré como nuestro guía.–
Miguel tartamudeó en respuesta, –Necesito saber por qué van a ese bosque maldito…– Su voz se apagó, cautivado por el brillo dorado en su mano. Continuó, –…¿Es esto una moneda de oro imperial?–
Traducido por: Mel
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Comments for chapter "Capítulo 14"
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