Me convertí en el personaje olvidado de una fantasía oscura - Capítulo 13
Capítulo 13
–…–
– No estaba diciendo exactamente que aparecerían monstruos élite uno tras otro— murmuró Ian para sí mismo.
–Así que es uno de esos monstruos que han atormentado al reino durante tanto tiempo que se han convertido en objeto de rumores,– dijo Mev en voz baja.
–Hoy será su último día,– Ian tragó sus próximas palabras mientras Mev asentía y desenfundaba su espada.
–Yo tomaré la delantera, Ian,– dijo Mev.
–Estoy más que feliz de cederte ese puesto…– añadió Ian con una mirada peculiar. Continuó, –¿Qué tal si solo observamos por ahora?–
–¿Observar?– preguntó Mev.
–Algo no me cuadra,– Ian señaló hacia el Dullahan. Prosiguió, –Es como si estuviera esperando que ataquemos primero.–
La mirada de Mev se posó en la colina. El Dullahan permanecía allí, su presencia ominosa solo indicada por su magia corrompida y su silueta.
Después de un momento de contemplación, Ian continuó, –Sé que eres habilidosa, pero no hay necesidad de caer en una trampa.–
–Mi señora, también creo que el consejo del mercenario es sensato,– intervino Philip.
Finalmente Mev asintió, –Cierto. La confianza excesiva es peligrosa. Está bien, Ian, seguiré tu liderazgo.–
–Decisión sabia,– dijo Ian con una leve sonrisa, mirando de nuevo al Dullahan. Su apariencia no difería del juego, incluso la situación de enfrentamiento era la misma.
…Entonces, si atacamos primero, será igual de problemático que en el juego, pensó.
El Dullahan, en el juego, comenzaba en postura defensiva si el jugador atacaba primero, iniciando un patrón difícil y peligroso de defensa. Por el contrario, esperar a que él atacara primero era una estrategia más sencilla, pues su patrón de ataque era más simple. Ian estaba confiado en poder manejarlo de cualquier forma, pero no había necesidad de elegir el camino más difícil, especialmente cuando estaban en juego los derechos del botín.
–….– Así continuó un tenso silencio; ni siquiera Philip habló. El silencio se rompió cuando Ian pensó que ya era hora.
–¡Ya terminé! ¡Por fin!– De repente, una voz áspera estalló desde la dirección de la tumba.
—¡…!– Ian levantó una ceja y giró la cabeza. La voz pertenecía a Miguel, que se acercaba alegremente, ondeando una pala.
–Hice lo mejor que pude. Ahora solo queda empacar y marcharnos…– Su sonrisa se congeló al ver a Mev con su casco, a Philip boquiabierto y a Ian con la mirada fría.
–¿Hay, eh, algún problema…?– Miguel parpadeó desconcertado.
–No lo había hasta ahora,– respondió Ian con un suspiro, girando la cabeza. Continuó,
–…Ahora sí que lo hay.–
La silueta del Dullahan se agudizó en sus ojos. Ahora parpadeaba violentamente como si fueran llamas. Como era de esperarse, el grito de Miguel fue tomado como una declaración de guerra.
–¿Qué demonios es eso…?!– Miguel, girando tarde la cabeza, también se congeló al ver al Dullahan. El jinete sin cabeza levantó un brazo. En su palma, visible sólo como una silueta negra, parpadeaban un par de luces rojas brillantes dentro de una esfera.
– ¡ ■■ ■■■■- ■■■■-!– Una voz extraña, mezcla de tonos altos y bajos, resonó. Aunque el idioma era incomprensible.
–¡Aaaah!–
–¡AAAAH…!–
Solo por las ondas sonoras, Miguel y los mercenarios se agarraron la cabeza,
tambaleándose. Philip también hizo una mueca. Los únicos ilesos fueron Ian y Mev.
–¿Qué es esto…? ¿Un hechizo?– murmuró Mev suavemente.
–Solo lenguaje antiguo. Dice que los humanos no pueden ser perdonados. Invasores que pisotearon la tierra de las hadas, los humanos,– respondió Ian con calma.
–¿Entiendes eso?– Philip, recuperando el aliento, lo miró.
–Más o menos,– respondió Ian.
–¿Cómo es posible…?– dijo Philip.
–Pues, lo entiendo y ya,– Ian se encogió de hombros ante la exclamación de Philip.
Lingüística antigua. Una habilidad trivial que había adquirido para eventos de civilizaciones antiguas en el juego, subida a nivel dos. Para Ian, era solo una de muchas habilidades adquiridas por error, y en esta realidad poco útil. No le interesaba saber que el Dullahan era el fantasma de un antiguo hada del pantano.
–¡■■! ¡■■■, ■■ ■■■■!– La voz extraña habló de nuevo.
–¿También entiendes eso?– preguntó Philip.
Pero no parecía ser una habilidad inútil para Mev y Philip.
–Es una maldición. Dice que todos los humanos que pisen esta tierra nunca serán libres, ni siquiera en la muerte,– respondió Ian con indiferencia.
–Eso es ominoso…– murmuró Philip mientras se agarraba la cabeza ante el rugido que continuaba.
–■■- ¡■■■■, ■■■!– rugió el Dullahan.
–Señor, esto es otra cosa, ¿verdad?– preguntó Philip.
–Claro. Eso es un hechizo.– Ian, frunciendo el ceño, giró la cabeza hacia la tumba.
–Salgan de ahí ahora. Los muertos están a punto de levantarse… Maldita sea.– Ian dejó de
hablar al ver a los mercenarios.
–Jeje… Jej.–
Los mercenarios ya no estaban en su sano juicio. Sus pupilas estaban dilatadas y sus risas vacías.
–¡Idiotas! ¡Vengan aquí ahora mismo!– gritó Miguel, que aún conservaba la cordura.
Pero la advertencia llegó demasiado tarde. Brazos y piernas brotaron de la tumba, y en un instante, los necrófagos salieron del suelo, contorsionando grotescamente sus extremidades mientras atacaban a los mercenarios cercanos. Solo recobraron el sentido tras ser arrastrados y revolcados en el suelo.
–¡Ah… Aaah?!–
–¡Ah, Ahh! ¡Ahhh!–
Sus gritos fueron demasiado tarde. Las bocas abiertas y los miembros de los necrófagos los cubrieron sin piedad. Sus armas quedaron tiradas cerca, por lo que no tenían forma ni herramientas para resistir. Se escuchaban sonidos de mordiscos y masticaciones, junto con horribles gritos.
–¡No! ¡Ingratos bastardos!– gritó Miguel desesperado, lanzándose hacia adelante. Recogió una daga caída y corrió.
–¿Qué hacemos ahora, señor?– preguntó Philip, ahora pálido como un fantasma.
¿Qué otra cosa queda sino luchar? En lugar de responder, Ian apretó firmemente su espada. Su mirada al Dullahan era tranquila, como siempre. Era un resultado distinto al esperado, pero estaba demasiado familiarizado con esas situaciones repentinas. Quizás era momento de distraer la atención.
–Como prometí, te cedo el liderazgo,– dijo Ian con calma.
–Ayúdalos, Philip.– Mev miró a Philip como si lo hubiera estado esperando.
–¿Solo yo?– Los ojos de Philip se abrieron sorprendidos.
Mev ya había salido disparada hacia la lejanía, azuzando las riendas. La mirada de Philip naturalmente se volvió hacia Ian, pero él tampoco le prestó atención.
–…Por favor, destrúyelo antes de que muera, señor.– Finalmente resignado a la situación, Philip partió con una súplica sincera.
–Hacen una montaña de un grano de arena,– Ian se rió suavemente para sí.
¿Qué tan difíciles podrían ser unos pocos necrófagos? pensó Ian. A pesar del caos a su alrededor, su atención estaba clavada en Mev mientras cargaba. Quería evaluar primero sus verdaderas habilidades.
Si tenían que luchar a caballo, quería evitar un combate prolongado. Conocer su poder real era esencial para formular una estrategia adecuada. Sin embargo, sin importar el cambio de circunstancias, no tenía intención de renunciar al botín.
‘Matar dos pájaros de un tiro: descubrir sus habilidades reales,’ pensó Ian. Desde la luz azul de la espada de Mev, la figura del Dullahan se volvió clara, el caballero negro que ardía en silencio. Frente a tal monstruo, Mev no tendría más remedio que revelar su verdadero poder. En el momento en que pasó el centro de la colina, la silueta del Dullahan onduló.
Espinas negras brotaron de repente a lo largo de la cresta de la colina, justo frente a la carga de Mev. En un segundo, cuando Mev y su caballo estuvieron a punto de ser empalados, ella extendió su espada.
Una luz azul cortó las espinas por la mitad. Al romperse la barrera, Mev, llena de poder sagrado, saltó hacia adelante. Cargó como un rayo, chocando directamente contra el Dullahan.
El rastro azul atravesó al Dullahan, extendiéndose al otro lado de la colina. Entre los rastros dispersos, se reveló la silueta desgarrada del Dullahan, como si hubiera sido impactado por un proyectil.
–Ja…– Ian soltó una risa hueca.
Debería haber elegido a una caballera, pensó Ian.
Su habilidad de combate era lo suficientemente impresionante para provocar tales pensamientos. Tomaría tiempo, pero definitivamente podía manejar al Dullahan sola.
…Esto podría ser lo mejor, reflexionó Ian.
Por supuesto, no iba a permitir que sucediera.
Nunca tuve la intención de tener una batalla larga. Ian eligió cómo lidiar con el Dullahan, apretando su espada. No era su estilo típico, pero decidió intentarlo.
Ian blandió su espada, liberando la cabeza de Adolfo atada a su silla, y de inmediato azuzó a su caballo hacia adelante.
–…Esto no será fácil,– dijo Mev.
Mev rodeó a su caballo, chasqueando la lengua. El impacto había sido inesperadamente ligero. Entonces oyó un siseo detrás, como una serpiente cortando el aire. Al darse cuenta del peligro, Mev giró acrobaticamente en la silla. El caballo, moviéndose como uno con ella, realizó un giro agudo imposible para alguien normal. Mev blandió la espada inmediatamente.
Chispas azules brillaron frente a ella, iluminando la escena. La estela negra que casi la alcanzaba fue cortada limpiamente. Su caballo levantó nubes de polvo al ser empujado hacia atrás por la fuerza. La estela que cayó al suelo se evaporó rápidamente, desapareciendo al instante. Entre los restos, se revelaron varios fragmentos misteriosos de hueso negro.
Luego, los fragmentos volaron en una dirección, atraídos hacia la silueta negra que corría.
El Dullahan había vuelto aparentemente a su forma original como si nunca lo hubieran atravesado. Seguía pareciendo una silueta negra. No era solo un disfraz sombrío; era la forma verdadera del Dullahan, una masa de maldiciones y espíritus vengativos.
A pesar de que Mev corría en paralelo, los cascos del Dullahan no hacían ruido. La estela negra, al volver a su forma original, ahora envolvía al Dullahan. Tal como antes, era un látigo con un alcance increíblemente largo.
–■■■, ■■■!– Con un rugido molesto, espinas negras brotaron en línea a lo largo del camino de Mev.
–¡…!– Mev se agachó y tiró de las riendas. El caballo esquivó ágilmente las espinas a izquierda y derecha. Por supuesto, no pudo evitarlas todas.
Mev desató el poder sagrado de su espada, cortando varias espinas que bloqueaban su camino. Al evaporarse las espinas cortadas…
El látigo negro disparó directo a la frente de Mev. Sin tiempo para recuperar su espada, Mev se inclinó hacia atrás para esquivarlo. La estela, esquivandole, se enrolló como una serpiente y volvió para otro golpe.
–¡…!–
Mev levantó rápidamente su brazo izquierdo. El látigo, que inicialmente apuntaba a su casco, se enroscó alrededor de su antebrazo, emitiendo un sonido metálico y chispas azules deslumbrantes. El látigo impregnado de magia atravesó la energía sagrada que cubría su guantelete. En ese momento, Mev apretó los dientes y preparó su espada.
Una ráfaga repentina de viento y el látigo tenso perdió fuerza. La magia que se filtraba en su brazo se evaporó como un espejismo. Sosteniendo un fragmento de hueso que caía, Mev volvió la mirada instintivamente.
–¡Ian…!– dijo Mev.
Su voz reveló alivio, aunque quizás no se había dado cuenta. Vio a Ian, que había cortado el látigo y lo había pasado. Ian también la miró y su voz llena de magia llegó a ella.
–Dale un golpe más fuerte, con toda tu fuerza,– dijo Ian.
Sin esperar respuesta, Ian giró su caballo y se fue. El látigo negro cayó al suelo detrás de él. Mev volvió su atención al Dullahan, que ahora se concentraba en Ian, el intruso inesperado.
Con determinación en los ojos y aplastando el fragmento de hueso en su mano, murmuró,
–Hasta el fin con esta humilde espada…–
Su espada, antes tenue, brilló intensamente otra vez. La energía sagrada en su armadura se hizo más clara y sintió una oleada de fuerza por todo su cuerpo.
El caballo, que antes jadeaba, ahora respiraba con calma. Mev apretó las riendas, espoleó al caballo, que olvidó su miedo y cargó. El Dullahan, siguiendo a Ian, se acercó.
–Aaahh—– Mev, con un grito, desató su poder sagrado y chocó con el Dullahan otra vez.
El Dullahan se hizo pedazos. A pesar de haberlo atravesado una vez más, Mev frunció el ceño.
¿Otro fallo? pensó Mev. Otra vez se sintió demasiado ligero. Entonces oyó los cascos del caballo de Ian. Girando la cabeza hacia Ian, lo vio cargando hacia la forma desordenada del Dullahan. Su espada, imbbuida con un leve poder mágico, brilló momentáneamente.
Una curva afilada cortó limpiamente una esquina de la forma del Dullahan. Un lugar inexplicable.
–¡…!–
Pero al siguiente momento, los ojos de Mev se abrieron de par en par.
La silueta del Dullahan desapareció como un espejismo. Solo quedó en el aire el pequeño fragmento que Ian había cortado.
Inmediatamente después, Ian saltó de la silla, levantando ambas manos y sosteniendo la espada sobre su cabeza. Llegando justo frente al fragmento negro de un solo salto, bajó ambas manos con fuerza.
Traducido por: Mel
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Comments for chapter "Capítulo 13"
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