Summary
Seo-hye.
Un nombre hermoso, demasiado hermoso para ser otorgado a una humilde sirvienta.
El nombre que le dio su culto amo, Nari, había sido una alegría, como un regalo, pero ahora se sentía aterrorizada y temerosa.
«Seo-hye».
A diferencia de ella, a quien habían tirado del pelo y abofeteado, hecha un desastre, su amo era pulcro y digno de pies a cabeza.
«¿Cómo te atreves a huir?» »
¿Fui demasiado lejos contigo?
» Nari se agachó y acarició la mejilla manchada de lágrimas de Seo-hye. Una sonrisa fría pero dulce, como la nieve que se incrusta en el suelo, se dibujó en sus labios.
«Nari, sálvame, sálvame».
Una risita se escapó de su cabello despeinado.
«Ahora debes ser castigada».
Al oír la voz tranquila de Nari, Seo-hye agarró el dobladillo de su vestido. Con manos temblorosas, se levantó la falda, dejando al descubierto sus esbeltas pantorrillas y, en contraste, sus amplios muslos.
Mostrar solo una parte de su cuerpo era completamente humillante.
«Nari»,
suplicó Seo-hye. «No me gusta esto». Las palabras se resumían en esas dos sílabas: «Nari».
«Abriste tu vagina tú misma».
«¿…Eh?»
«O sea, enséñame tu agujero tú misma».
El tono era sencillo y suave, como si le dijera que abriera la palma de la mano o sacara el meñique.
«Entonces, ¿tengo que abrirte el agujero yo misma?»
Ya era bastante difícil soportar la vergüenza de ese momento, pero ahora le
decían que abriera su vagina ella misma. Seo-hye finalmente comprendió
su decisión de convertirse en esclava.