Hermano Seguro - Capítulo 03

“…¿Qué?”

 

La vista de Beom-su vaciló ante la explosiva declaración de su hija.

 

Yuju sintió que Seowon, a su lado, soltaba una risa burlosa. «Qué descarada». No contenta con mentir frente a un fiscal, incluso tenía la tranquilidad para reírse.

 

Afortunadamente, Beom-su no mencionó ese punto. Parecía no haber anticipado este desarrollo, solo miraba a su hija con una expresión atontada.

 

Entonces, Seowon se levantó de su asiento. Y luego, tomó firmemente la mano de Yuju, que todavía temblaba.

 

—Como le mencioné, somos una pareja que se ama.

 

Los ojos de Yuju se abrieron desmesuradamente, como si fueran a saltar, ante la serena mentira de Seowon.

 

No podía entender por qué Seowon seguía el juego de esta infantil travesura. Y menos aún, por qué antes había enviado el registro de matrimonio de verdad ante la bochornosa escena de la borracha.

 

«No sería por lástima, por la acción de ayudar para que no fuera vendida a un completo desconocido, como su amigo. Por mucho que fuera la hermanita de un amigo de toda la vida, no había razón para ayudarla arriesgando su propia vida».

 

Ahora que Yuju había recuperado un poco la cordura, nada parecía entenderse racionalmente. Mientras tanto, Seowon manejaba la situación con calma.

 

—Pronto seré ascendido a Director General.

 

—¿Director General?

 

El tono de Beom-su, que replicaba, era muy diferente al de hasta ahora. Seowon, que sabía bien a qué respondía, aprovechó ese punto.

 

—Porque la sucesión ya está decidida.

 

Incluso asustada, Yuju había estado sintiendo algo de vez en cuando desde hacía un rato. Que Seowon parecía haber captado con precisión la inclinación de su padre.

 

Era alguien que se preocupaba mucho por las apariencias y era fácilmente influenciable por el poder.

 

Y siguió agitando ese punto. Para Beom-su, que perseguía el poder, el título de yerno del próximo presidente del grupo O-song le resultaría codiciable.

 

—Es una situación en la que llegan muchas propuestas de matrimonio, así que decidimos registrar el matrimonio primero. Hace ya bastante tiempo que Yuju y yo nos conocemos.

 

Seowon mintió sin pestañear. Su actuación era tan convincente que incluso Yuju, que sabía que todo era falso, lo sentía como real.

 

—Lamento haber registrado el matrimonio sin su permiso. Era una situación inevitable, ya que no podía divulgarse.

 

«Por mucho que lo fuera, esto no tenía sentido. Haber hecho algo así sin consultar era inexplicable». Pero, por alguna razón, Beom-su no refutó.

 

Aunque no lo decía con palabras, en los ojos de Seowon se leía claramente que ya había caído en su trampa. Y le lanzó el golpe final.

 

—Aunque sea tarde, por favor dénos su bendición. Seré bueno con Yuju.

 

Seowon inclinó la cabeza cortésmente y apretó aún más la mano de Yuju que sostenía.

 

Era como si la estuviera reconfortando, diciéndole que ya podía dejar de temblar, o como si le estuviera advirtiendo que no arruinara las cosas diciendo tonterías.

 

No era el momento para preguntarse por qué hacía él esto. Yuju, como si ya no estuviera asustada, observó la reacción de su padre.

 

Aunque mantenía la boca firmemente cerrada, sus vacilantes pupilas indicaban que ya había aceptado el matrimonio de la pareja. Al darse cuenta, Yuju puso cara de angustia.

 

«…Parece que esta vida está arruinada».

 

˗ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Hip.

 

Dentro del auto, no paraban de resonar hipidos. Al lado, Seowon dejaba pasar a Beom-su con indiferencia, a pesar del asombro de Yuju. Tanto que uno podría llegar a pensar que le había visto una cola imaginaria.

 

Al final, logró que cayera completamente en su trampa, y el asunto se dio por zanjado por ahora. Prometiendo hablar en otra ocasión, se levantaron y por ahora llevó a Yuju al coche. Parecía que tendrían mucho de qué hablar.

 

Sin embargo, Yuju, en lugar de hablar, rompió a llorar. Era el efecto de haber estado tan tensa frente a su padre.

 

Todo había sucedido demasiado abruptamente. Ni siquiera siendo ella quien lo vivía, podía asimilar lo que diablos estaba pasando.

 

Y no era solo Yuju quien no lograba aceptar esta situación.

 

Ring ring.

 

Desde hace rato, el móvil de Seowon sonaba como loco. Al no contestar, esta vez llegó un mensaje.

 

Todos eran de Tae-ju. Probablemente había oído la noticia de la boda de los dos a través de Beom-su.

 

A diferencia de Beom-su, cegado por el poder, Tae-ju parecía haber olido algo sospechoso. Seowon decidió evitar el contacto con Tae-ju hasta primero ponerse de acuerdo con Yuju.

 

«Pero para eso tenemos que hablar…»

 

Yuju no mostraba señales de dejar de llorar. Parecía que, abrumada por la repentina situación, ni siquiera tenía ánimos para arreglar las cosas.

 

Seowon miró a Yuju con expresión preocupada. En ese momento, ella, cuyos ojos se encontraron con los suyos, logró articular una palabra con dificultad.

 

—¿Por, por qué quiere casarse conmigo?

 

Yuju todavía tenía un aspecto ridículo, con lágrimas balanceándose en sus ojos. Pero, aun llorando, parecía haber reflexionado bastante, ya que su actitud se volvió más seria.

 

Seowon también respondió con seriedad, sin tratarla más como a una niña.

 

—Porque si no damos el primer golpe, estarías en posición de ser vendida.

 

Eran palabras cargadas de significado. Yuju, que frunció el ceño, recordó lo que había oído antes.

 

Que la sucesión estaba decidida y que llegaban propuestas de matrimonio.

 

—En el fondo, mi situación no es muy diferente a la tuya.

 

«Así que, al parecer, la razón por la que aceptó su descabellada propuesta era la misma que la suya: no querer casarse con un desconocido».

 

Más o menos entendía la situación, pero solo con eso Yuju no podía comprender la elección de Seowon.

 

Ella, siendo universitaria, estaba rodeada de posibles parejas. Alrededor de Seowon debía haber muchas más.

 

«Por muy urgente que fuera, no había razón para hacer algo así con la hermanita de un amigo, a quien veía desde pequeña y a quien probablemente ni consideraba como mujer».

 

Una vez que su excitación hubo amainado un poco, Yuju pudo pensar con frialdad.

 

—Pero aun así, aun así… ¿de verdad puede casarse conmigo? Aparte de mi hermano Tae-ju, no tenemos ninguna relación.

 

—Es mejor una mujer de identidad confirmada que una que podría ser una marioneta de mi abuelo.

 

«Y además, es ingenua y torpe, así que no tendría la capacidad de engañarme». Seowon miró fijamente a Yuju, ocultando la última parte de su pensamiento.

 

—Así que hagámoslo tú y yo, casémonos.

 

Ya estaban legalmente registrados como casados. Sus palabras, como si preguntara su opinión después de actuar, solo confundían a Yuju.

 

Seowon parecía haber tomado una decisión firme. Probablemente por eso había enviado el registro de matrimonio sin pensarlo.

 

Al percibir su determinación en sus acciones contundentes, Yuju se esforzó por mantener la cabeza fría. Pensó serenamente en cómo debía manejar ella esta situación.

 

«El mayor problema es mi padre…»

 

«Era un asunto que su padre ya conocía. Existe la anulación matrimonial, pero prepararla sola sería imposible».

 

Incluso sabiendo toda la verdad, su padre no dejaría escapar a Seowon, quien le resultaba codiciable. Y las posibilidades de que ella pudiera vencer a su padre eran aún menores.

 

«Y sobre todo…»

 

«Sabía que estaba buscando un candidato para tu matrimonio».

 

A Yuju le vino a la mente la palabra que su padre había soltado sin querer antes.

 

Efectivamente, todos los hombres con los que la había obligado a contactar eran candidatos a ser su marido elegidos por su padre.

 

Si esto no hubiera pasado, arrastrada por las circunstancias como hasta ahora, se habría casado por la fuerza con un desconocido según la voluntad de su padre.

 

Yuju, que había estado patéticamente confundida por la inesperada situación, obtuvo la respuesta con calma.

 

El hecho de que sus objetivos coincidían.

 

Evitar, por ahora, un matrimonio no deseado con alguien a quien ni conocían.

 

«¿Pero tiene sentido que nos casemos, incluso así?»

 

Incluso después de entenderlo racionalmente, Yuju no podía aceptar la realidad de inmediato. Simplemente no podía descifrar los pensamientos de Seowon.

 

Levantó la cabeza y miró de reojo. Sus ojos se encontraron con los de Seowon. Malinterpretando la vacilación de Yuju, Seowon lanzó una bomba con total naturalidad.

 

—Hasta que te gradúes, usaré anticonceptivos.

 

—¿Qué?

 

—Pensé que entre tus preocupaciones también estaría el tema de los hijos.

 

Ante la tranquila y explosiva declaración de Seowon, las pupilas de Yuju sufrieron un terremoto.

 

Eran palabras que no cuadraban con el amigo de su hermano, recto y correcto que ella conocía, yendo más allá de haberse adelantado mucho.

 

Seowon esbozó una sonrisa malvada hacia Yuju, que no daba crédito a sus oídos.

 

—Parece que no soy tan seguro como creías.

 

Por alguna razón, sus palabras sonaban como una indirecta.

 

Yuju, que miraba a Seowon con turbación, comprendió tardíamente. Que se estaba refiriendo a sus palabras, dichas ebria, que habían herido su orgullo: que aunque durmieran en la misma cama, parecía que no pasaría nada. Que Seowon había guardado rencor por ese incidente.

 

A Yuju le vino un presentimiento funesto: le esperaban muchas adversidades en su futuro.

 

Era el momento en que se daba cuenta de que el hombre que creía el más seguro del mundo resultaba ser, al parecer, un hombre peligroso.