Hermano Seguro - Capítulo 02

—¿Eh?

 

Tan pronto como salió de la clase, sus compañeros comenzaron a alborotar y hablar animadamente. Aunque solían ir juntos en grupo, Yuju se veía diferente.

 

Hasta hace poco, parecía una estudiante universitaria normal, al menos superficialmente. Pero después de enterarse del matrimonio forzado de su hermano, Yuju se volvió misteriosamente sombría.

 

Y ahora, con otros problemas sumándose, perdía la concentencia fácilmente.

 

Choi Seowon.

 

Parecía que algo había pasado esa noche, y esa persona no se iba de su cabeza ni por un momento.

 

«¿Qué diablos habré hecho?»

 

Cualquiera podía cometer un error.

 

Por supuesto, el problema era que él era el amigo de su hermano, alguien mucho mayor que ella.

 

Pero aun así, Seowon no le haría daño. Sin embargo, una parte de su corazón se sentía incómoda. Porque tenía un presentimiento instintivo de que no debería dejar pasar lo sucedido ese día.

 

—¿Eh?

 

Como había estado haciendo cada vez que tenía un momento libre estos días, Yuju pensó en Seowon. Mientras lo hacía, de repente vio un coche familiar y sus ojos se abrieron de par en par.

 

Un coche extranjero que no encajaba con el campus.

 

Era un modelo que había visto varias veces. El coche del amigo de su hermano, que a veces estaba estacionado en el aparcamiento. Era un coche de lujo tan caro que incluso Yuju, que no sabía mucho de coches, podía reconocerlo.

 

«Así que hay más personas en el mundo que conducen ese tipo de coches. Y además, aquí en la zona universitaria.»

 

Yuju pensó distraídamente. Pero por alguna razón, la persona que salía del coche le resultaba familiar.

 

—¿Hermano Seowon?

 

—¿Hermano?

 

Ante las palabras que Yuju soltó sin querer, las miradas de sus amigas se concentraron en ella. Parecían haber malinterpretado, pensando que Seowon era el hermano de Yuju, del que tantos rumores circulaban.

 

—Lo siento. Ir vosotras primero.

 

No podía entender por qué había aparecido aquí esa persona que la había tenido inquieta durante tanto tiempo. Además, su mirada fija en ella parecía decir que había venido a verla.

 

Yuju se disculpó con sus amigas y se acercó. Se encontró con Seowon a mitad de camino, quien también se dirigía hacia ella.

 

—Hermano, ¿qué le trae por aquí…?

 

—Vamos.

 

Seowon cortó abruptamente las palabras de Yuju y le agarró la muñeca. Su tono parecía insinuar que quería llevarla a algún lugar.

 

Ante una situación incomprensible, Yuju, que parpadeaba atónita, preguntó:

 

—¿A dónde…?

 

—A donde tu padre.

 

—¿Mi padre? ¿Se refiere a mi papá?

 

Tras la aparición repentina de Seowon, ahora mencionaba a una persona inesperada. Al ver la cara de Yuju, desconcertada y sin poder entender la situación, Seowon puso una expresión aún más extrañada.

 

—He llamado a la oficina del fiscal.

 

—¿Qué está diciendo desde hace rato…?

 

—Debiste haber recibido la noticia hoy.

 

—¿Qué noticia?

 

—El resultado del registro de matrimonio.

 

—¿Qué? ¿Qué registro?

 

Yuju se sobresaltó y preguntó de inmediato. Al mismo tiempo, los fragmentos de su memoria borrosa, que la habían inquietado durante semanas, comenzaron a encajar uno por uno.

 

*Aquí están mi identificación y mi sello personal. Si vas a registrar el matrimonio sola, los necesitarás.*

 

Era un recuerdo que no había logrado evocar hasta ahora. Pero al ver a Seowon, todo se volvió vívido, como si lo hubiera experimentado hace un momento.

 

A Yuju se le heló la sangre. Finalmente se había dado cuenta de la atrocidad que había cometido ella misma en el pasado, siendo innecesariamente meticulosa.

 

*Si tú no lo haces, mañana agarraré a cualquier compañero y lo haré con él.*

 

También recordó haber sollozado y dicho esas palabras.

 

Yuju comprendió la inquietud que había sentido durante días. Y también la identidad del misterioso mensaje de texto que había recibido esta mañana.

 

—Ah, no, eso del formulario de registro de matrimonio no es algo tan simple que cualquiera pueda rellenar por ti…

 

—Tú lo llenaste.

 

—¿Yo?

 

—Pensé que lo necesitarías, así que lo traje de la oficina del distrito.

 

Su mente se quedó en blanco. Aun en medio del shock, Yuju, que intentaba buscar explicaciones, se quedó paralizada como si fuera una imagen congelada.

 

Lo recordó. El sello personal, el formulario de registro de matrimonio… Recordó que lo había preparado para amenazar a su padre e intentar evitar, de alguna manera, el matrimonio forzado que su hermano planeaba.

 

Era imposible que Yuju, criada estrictamente, se hubiera atrevido a presentarle eso realmente a su padre. Por supuesto, tampoco tenía la intención real de casarse con cualquier persona…

 

Solo lo había preparado como una tímida rebelión y lo había guardado con cuidado… Pero se lo había dado a Seowon. Por muy ebria que estuviera, no podía haber cometido semejante error.

 

Y lo más misterioso era que Seowon lo había presentado. Mientras Yuju, abrumada por la situación explosiva, no podía articular palabra, su teléfono vibró.

 

—¿Papá?

 

Al ver la identificación de quien llamaba, Yuju finalmente reaccionó. Le estaba llamando su padre, con quien casi nunca hablaba, menos a esta hora, o en cualquier momento.

 

Yuju sintió un presentimiento ominoso e inexplicable.

 

Con manos temblorosas, presionó el botón para responder. Antes de que pudiera decir algo, un grito proveniente del auricular la alcanzó.

 

—¡¿Qué diablos es esto?! ¡¿Por qué te has casado con Seowon?!

 

Apenas lograba recuperar el sentido cuando, de inmediato, recibió un segundo impacto. Yuju perdió todo el color de su rostro.

 

Seowon le arrebató el teléfono, que parecía a punto de caerse de sus manos.

 

—Al habla Choi Seowon. Ya he reservado un restaurante cercano. Pronto nos veremos. Le enviaré la dirección.

 

Parecía que Seowon había anticipado que, en cuanto Beom-su (el padre) se enterara de esto, contactaría de inmediato a Yuju.

 

“Dijo antes que había llamado a la oficina del fiscal. ¿Por qué? Y antes que eso, ¿por qué el formulario de registro de matrimonio…?”

 

Yuju estaba atónita. Mientras tanto, Seowon colgó rápidamente la llamada y subió a Yuju al asiento del copiloto.

 

Sin poder reaccionar, se dejó llevar por las acciones de Seowon. Pero Yuju no lograba comprender qué estaba pasando ni cómo habían llegado a esta situación; nada tenía sentido.

 

El destino de los dos era un restaurante cerca de la oficina del fiscal donde trabajaba el padre de Yuju. Un lugar muy privado, con habitaciones separadas.

 

Nada más llegar, los guiaron a una habitación. Yuju, suponiendo que su padre ya estaba allí, palideció.

 

Como ella había previsto, tan pronto como llegaron a su destino, se oyeron los gritos de su enfadado padre.

 

—¡Han Yuju!

 

Beom-su los esperaba en la entrada, sin siquiera haber entrado en la habitación. Solo con eso, se podía imaginar lo furioso que había estado desde que escuchó la noticia.

 

Sin darse cuenta, Yuju se escondió detrás de Seowon. Sabía bien que esconderse no resolvería las cosas. Pero en ese momento, era incapaz de pensar con claridad.

 

¿Qué podía hacer una chica que acababa de cumplir veinte años en una situación así? Además, la otra persona era su padre, la persona que más miedo le daba en el mundo, un hombre patriarcal que a veces rayaba en la violencia.

 

Yuju pensó que sería mejor desmayarse allí mismo.

 

—Entremos primero. Hay muchas miradas. 

 

Intervino Seowon, al ver el aspecto aterrorizado de Yuju.

 

Parecía que Seowon había elegido el restaurante cerca del trabajo de Beom-su a propósito. Sabía que Beom-su, siendo muy consciente de las miradas ajenas, sería más cauteloso en un lugar así.

 

Tal como Seowon había previsto, Beom-su, que había vacilado, entró en la habitación con compostura. Pero Yuju seguía aterrada.

 

Eso era evidente incluso para los ojos de Seowon. El padre, que había criado a su hija, lo sabía perfectamente, pero no iba a dejarlo pasar.

 

—¿Casados? ¿Qué significa eso? Es obvio que vosotros dos no tenéis ese tipo de relación. Sabiendo que yo estoy buscando un candidato para tu matrimonio… ¿No estarás rebelándote contra mí, verdad? 

 

Beom-su gritó a su hija tan pronto como estuvieron lejos de las miradas ajenas.

 

Seowon frunció el ceño. Aunque no le había puesto las manos encima, su actitud completamente autoritaria no era muy diferente de la violencia.

 

Aunque era un profesional de la ley, su comportamiento hacia su hija no era nada legal. Se entendía por qué los hijos habían obedecido sumisamente hasta ahora cosas tan absurdas. Y por qué Yuju ahora estaba tan inquieta.

 

—Es que… o sea…

 

—¿No vas a hablar con claridad?

 

La voz de Yuju, que con dificultad había empezado a hablar, se cortó de nuevo. A pesar de haber preparado valientemente los papeles del matrimonio, ahora le tenía miedo a su padre.

 

Era comprensible, porque aunque su intención era solo una tentativa, había causado este desastre usando los documentos que había preparado meticulosamente para rebelarse contra su padre.

 

Temía que las preguntas se intensificaran, y no sabía qué consecuencias tendría si revelaba toda la verdad. Yuju temblaba como una hoja.

 

Parecía que se iba a desmayar en cualquier momento. Fue entonces cuando Seowon, para calmarla, le agarró la mano bajo la mesa.

 

¡Zas!

 

Como un resorte que salta al recibir un estímulo, de repente Yuju se levantó de un salto de su asiento. Cuando todas las miradas en la habitación se concentraron en ella, Yuju gritó hacia el vacío:

 

—¡Somos una pareja que se ama!

 

La voz de Yuju resonó con fuerza en la amplia habitación. Tras ella, siguió un silencio, y Yuju cerró los ojos con fuerza.

 

Pensaba que, fuera como fuera, habría consecuencias, pero su padre se enfurecería más al pensar que había preparado su rebelión durante mucho tiempo, en lugar de ser un acto impulsivo cegado por el amor.

 

Era algo que había hecho con la idea de escapar de la situación actual. Pero, lejos de resolver la situación, parecía que cuanto más intervenía, más se complicaban las cosas.