El gato está en huelga - Capítulo 94
Desde un principio estaba claro que ese era el verdadero asunto. Ries entrecerró los ojos y se mantuvo en guardia contra el Sumo Sacerdote.
Aunque la atmósfera se había suavizado un poco, seguían siendo prácticamente extraños. Justin no se quitó los guantes.
Sin embargo, los ojos del Sumo Sacerdote aún dibujaban una curva suave. Como si eso bastara como respuesta.
—Como esperaba, la maldición se ha recuperado bastante.
—……
No lo había visto, pero lo afirmaba con certeza. ¿Por qué?
—Las ondas de la maldición que se percibían en el Duque se han calmado. ……Si mi suposición es correcta, quien sanó la maldición del Duque fue el pequeño amigo a su lado.
Aunque Ries no lo expresó en voz alta, Greus respondió con gusto a Justin.
Su respuesta fue suficiente para hacer que Ries sintiera peligro. Su cuerpo cubierto de pelaje tembló con violencia.
Alzó primero la pata delantera. Un acicalado apropiado debería traer paz al cuerpo y mente de un gato…… pero no lo logró. El sudor frío le resbalaba bajo el pelaje ante la punzante mirada que sentía en la espalda.
—…Miau, miauu. Nyaang, nyang.
Al menos ahora, debía fingir con todas sus fuerzas ser un gato común.
Soltó un maullido inusualmente meloso y hasta se lavó con destreza la cara usando la pata que acababa de lamer con esmero, pero no sirvió de nada.
—Juju.
—……Muuung.
Mira ese sonido de risa sospechosa. Al parecer no funcionó en absoluto.
Finalmente Ries dio la espalda y escondió la cabeza en el pecho de Justin. No ver al que le alteraba el corazón lo hacía sentir un poco mejor.
¿Y el aludido?
En lugar de sentirse persuadido, se entretenía en admirar la regordeta silueta arropada en sí misma. Era para lamentarse.
Justin acarició y tranquilizó a Ries, que hundía el rostro en su pecho, mientras advertía en voz baja:
—Si cruza la línea, deberá estar preparado para enemistarse con la casa ducal.
—De ninguna manera.
No cruzar la línea.
En otras palabras, no hablar a la ligera. El Sumo Sacerdote entendió con destreza la indirecta y asintió sin la menor alteración.
—Lo prometo, con mi honor, con mi posición, y con toda mi fe que he consagrado a Dios durante mi vida. Jamás revelaré lo sucedido hoy.
—…Lo estaré vigilando.
Gracias a ello, la tensión que llenaba el aire se aflojó un poco, pero los ojos de Justin seguían afilados. Esa actitud de actuar como si lo supiera todo, desde su maldición hasta la identidad de Ries, le resultaba sumamente irritante.
—Sé que debe de tener muchas preguntas para mí.
El Sumo Sacerdote fingía leerle el pensamiento. Su mirada volvió a posarse en Ries.
—Será una explicación larga……. ¿Acaso ha oído hablar de la existencia de los hombres-bestia?
—……
—……
El humano y el gato se quedaron rígidos al unísono.
‘¿Tan directo?’
Ries solo parpadeó atónito. La punzada tan certera lo tomó desprevenido.
—La mayoría de los registros fueron borrados por el Imperio, pero en la biblioteca prohibida del templo aún quedan algunos documentos.
Greus continuó explicando.
Los hombres-bestia eran, en origen, una raza amada por los dioses. Pero paradójicamente, también eran la semilla de la discordia que germinó en el continente.
La semilla no brota en cualquier momento. Se necesitan el ambiente y el detonante adecuados para romper la cáscara y florecer.
Quien asumió ese papel fueron los humanos.
—Algunos humanos, codiciando las habilidades especiales que poseían, comenzaron a cazarlos.
—……
—La tragedia engendrada por la codicia humana provocó una catástrofe que casi llevó al Imperio a la ruina. No fue un simple desastre natural, sino la ira de los dioses, un castigo de Thalassa a la humanidad.
Ries rumiaba en silencio sus palabras. Creía recordar haber oído algo parecido de Sepite.
—La calamidad fue contenida por el Duque de Laufe de aquel entonces, pero el Imperio tuvo que dedicar mucho tiempo a reconstruirse……. No fue más que evitar la destrucción total del continente, pues incontables cosas encontraron un final prematuro.
Habló con un dejo de amargura.
—Sin embargo, lo primero que el Imperio y la realeza se apresuraron en borrar no fueron los restos de las víctimas, sino los registros de aquel día.
El Imperio eliminó los documentos relacionados con la catástrofe, en especial los que revelaban la causa que desató la ira divina.
Desde la caza de hombres-bestia , llevada a cabo en secreto bajo el consentimiento del trono y del templo, hasta el exterminio de toda una raza, incluso las pruebas de su existencia: todo, sin excepción.
Así fue como los hombres-bestia desaparecieron de la historia imperial.
—Comprendo esa decisión. El Imperio de Astot venera a la diosa del mar, Thalassa. Los miembros de la familia imperial son considerados prueba viviente de su existencia, sus descendientes directos.
Si sus crímenes salieran a la luz, no solo perderían el apoyo del pueblo, sino que los cimientos del Imperio se tambalearían.
Por ello hoy solo permanecen dos registros que el Imperio estuvo al borde de la destrucción y que fue un Duque de Laufe quien lo salvó.
Eso era todo lo que Ries sabía hasta ahora.
‘¿Caza de Hombres-bestia?’
Era una expresión tan atroz que hizo estremecerse al mismo hombres-bestia que escuchaba. Todo su pelaje se erizó sin control.
—Pero tanto en el templo como en la realeza aún se guardan los documentos de entonces. Yo lo siento como una advertencia de nuestros predecesores para no repetir el mismo pecado.
Por un instante su rostro se tiñó de pesadumbre, pero Greus pronto recompuso la expresión.
—Hablé demasiado, ¿verdad? Con la edad me vuelvo torpe con las palabras…… espero no haberlos aburrido.
Sus ojos volvieron hacia este lado.
Ries, concentrado en la historia, solo había girado un poco la cabeza, y sus miradas se cruzaron de lleno.
‘¿Me…… está hablando a mí?’
Inclinó la cabeza, y recibió un asentimiento bondadoso. Aunque pronto Justin se interpuso para cubrirlo con su mano.
—¿Quién más debería escuchar esta historia, si no es usted, testigo viviente de aquella vieja tragedia y víctima de la atrocidad del Imperio?
—…Fiuuuu.
Un maullido parecido a un suspiro se escapó débil de sus labios. Él quería ser tratado como un ser raro capaz de romper maldiciones.
Ya sabía que no sería así, pero escucharlo con sus propios oídos lo mareaba.
Y eso no era lo único que lo inquietaba. No era su imaginación: algo en el estado de Justin resultaba extraño.
—……
Seguía callado.
‘Ah, cierto. Siempre calla.’
Solo se mostraba un poco más expresivo frente a él. En realidad, Justin nunca había sido locuaz ni disfrutaba hablar.
En su primer encuentro, hacía falta esperar más de diez minutos para escuchar una sola frase……. Le vino a la memoria con cierta nostalgia.
No, no era momento de eso. Cortó sus pensamientos de raíz.
Ries bajó la vista. La mano de Justin que lo sujetaba estaba más tensa de lo normal.
Greus, que entendió la razón, añadió otra frase
—Si llega a oídos equivocados, se verán envueltos en un gran problema. Por favor, proteja bien a ese niño.
‘Ah.’
Una revelación lo golpeó. Ries se reprendió por su propia torpeza y dejó escapar un leve quejido.
Palabras como hombres-bestia, habilidades especiales, caza, exterminio, revoloteaban en su mente. Una combinación demasiado peligrosa, como si tuviera que temer por su propia seguridad.
El preocupado Justin no lo dejaría pasar tan fácil. Ries lo miró rápido hacia arriba, y claro. Los rojos ojos de Justin temblaban sin rumbo, desprovistos de su brillo.
‘Ay, por favor.’
Si de todas formas lo protegería bien, ¿para qué preocuparse tanto?
Ries apretó las patitas contra las piernas de Justin en un gesto de ánimo. No bastó, así que amasó con esmero, ronroneó y frotó el rostro contra él.
Desde que lo habían descubierto siempre había sentido vergüenza al hacerlo, pero había aprendido. Ya sabía manejarlo mejor.
Con ritmo en las patas delanteras, soltó un maullido enérgico.
—Miak. ¡Nya nya! ¡Miauuung!
¿Y ahora no me miras?
Ese desesperado intento de robar la atención surtió efecto. La fuerza en la mano de Justin cedió poco a poco y su respiración recuperó calma.
Sintiendo la mirada que lo observaba fijamente desde arriba, Ries giró de golpe la cabeza. Sus ojos se encontraron de inmediato.
Justin sostuvo largo rato la mirada redonda y gris de Ries. Miró, miró y volvió a mirar, hasta leer la absoluta confianza reflejada en ella.
Y aunque aquello lo abrumaba por ser demasiado, terminaba reafirmando su determinación.
—…Así será.
Debía protegerlo. Aunque perdiera algo en el intento.
Greus guardó en sus ojos a Justin, cambiado por esa decisión, y al gato que hallaba consuelo al verlo.
El muchacho maldito que lo había perseguido durante tantos años y el último sobreviviente de una raza borrada por el Imperio. Ambos cargaban con los pecados del templo y la realeza. Tal vez su encuentro no era casualidad, sino destino.
‘Definitivamente he envejecido.’
Acudió a petición de una joven sacerdotisa, y terminó comportándose impulsivamente. Se hizo el desentendido ante su atrevimiento y deliberadamente tanteó lo más oculto: un acto mezquino de su parte.
Pero al menos había confirmado algo. Aunque el suelo bajo sus pies se derrumbara, aquellos dos nunca se soltarían.
Al verlo con sus propios ojos, al fin sintió alivio. Avergonzado, Greus dejó caer parte de la carga que había llevado en el corazón toda su vida.
‘Qué vergüenza.’
Aun así, no podía quedarse de brazos cruzados.
La deuda de pecados era tan enorme que un simple consejo no alcanzaba para dejar marca en esa culpa ancestral.
—Aun así, si me lo permiten, quisiera invitarlos al templo.
Greus no dudó.
Los ojos que muchos alababan como los de un sabio se posaron en el único sobreviviente de la raza felina. Desde aquel pequeño cuerpo se desprendía un aroma bendito, profundo y denso.
Comments for chapter "Capítulo 94"
MANGA DISCUSSION
♥ Gracias ♥
Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥