El gato está en huelga - Capítulo 88

No se detuvo ahí.

 

Si ya había confirmado la mano, ¿no era natural querer ver el resto? Ries estaba desesperado por comprobar con sus propios ojos cuánto había sanado Justin.

 

Deslizándose poco a poco, su mano que acariciaba la de Justin se coló bajo la manga.

 

Ries palpó la piel oculta, buscando rastros de venas oscuras…

 

—¿Hm?

 

Lo que sintió fue demasiado firme. Como si Justin estuviera tensando los músculos con fuerza.

 

Ries levantó la mirada, confundido.

 

Justin evitaba su mirada, con la cabeza inclinada y las orejas rojas como brasas. Tan rojas que parecía que iban a explotar.

 

—Ah…

 

Entonces lo entendió. Su gesto podía… interpretarse de otra manera.

 

Ries se quedó congelado, sin poder soltar la mano. Si aún fuera gato, su cola habría explotado como un pompón.

 

Ver a Justin tan avergonzado le aceleró el corazón.

 

‘¿Qué me pasa…?’

 

A veces, frente a su amo, su cuerpo se descontrolaba.

 

El corazón se le caía al estómago, los oídos se le tapaban, los dedos le hormigueaban… justo como ahora.

 

Intentó respirar hondo, pero no sirvió. Al final, abandonó su noble misión de inspección y optó por huir.

 

¡Puf!

 

Su cuerpo se envolvió en luz, y en un instante, cayó al suelo convertido en un pequeño gato amarillo.

 

—…Miau.

 

Asomó la cabeza entre la ropa caída, y empezó a lavarse la cara con las patas. Un intento desesperado por borrar la vergüenza.

 

Y Justin…

 

—…

 

Acariciaba el lugar donde Ries lo había tocado, con una expresión… extrañamente nostálgica. Sus orejas seguían rojas.

 

Los otros dos presentes no podían ignorar la escena.

 

—Tsk tsk tsk…

 

Sepite negó con la cabeza, chasqueando la lengua con gusto.

 

—…

 

Ketir no ocultó su cara de “¿en serio?”. Poco respetuoso para estar frente a su jefe, pero ¿qué importaba? El duque y su gato estaban claramente en su propio mundo.

 

 ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

El castillo estaba en plena agitación.

 

Se había descubierto una red de corrupción entre los vasallos, y el conde Averitt, cerebro detrás de todo, había escapado de la prisión.

 

Durante su fuga, dañó parte de la mazmorra, hirió a varios guardias y dejó a otros prisioneros en estado crítico.

 

Todo eso… en un solo día. Si el ambiente fuera tranquilo, sería más raro.

 

Averitt fue recapturado por Justin y encerrado de nuevo, pero no recordaba nada.

 

Nadie entendía cómo alguien sin habilidades de combate había causado tanto daño.

 

‘Y probablemente nunca lo sabrán.’

 

¿Quién imaginaría que el espíritu del antiguo duque lo había poseído? Si realmente no recordaba nada, tal vez ahora estaba al borde de la locura por la injusticia.

 

Bien merecido.

 

Los que tenían que limpiar el desastre no podían reírse. Ketir, desde temprano, estaba más ocupado que nunca.

 

‘¿Falta de personal?’

 

Habían despedido a todos los relacionados con Averitt. Eso decía mucho sobre cuán profundamente había infiltrado la casa ducal.

 

Este caos duraría un tiempo.

 

Pero había buenas noticias.

 

Ninguno de los caballeros heridos estaba en peligro. Incluso Melissa, que había enfrentado directamente a Edler, estaba fuera de riesgo.

 

Al enterarse, Ries no pudo quedarse quieto.

 

—Miau. Miau miau.

 

Pidió a Justin que lo llevara a visitar a los heridos.

 

Justin, aunque ocupado, aceptó sin dudar. Lo llevó en brazos, como tantas veces antes… aunque esta vez se sentía distinto.

 

Al llegar a la enfermería del castillo, las conversaciones se detuvieron en seco.

 

—¿Duque? ¿Qué hace aquí…? ¡Ah! ¡Perdón!

 

—Tranquilos. Quédense acostados.

 

Los caballeros se pusieron pálidos. Uno incluso se cayó al intentar saludar.

 

Justin, como siempre, no quería formalidades. Los caballeros se quedaron confundidos.

 

¿Debían emocionarse por su visita? ¿O temer un castigo?

 

Pero el miedo hacia Justin era mínimo. Su esfuerzo por cambiar estaba dando frutos.

 

Ries, contento, empezó a mover la cola.

 

Ese era el problema de ser gato. Las emociones se reflejaban en el cuerpo.

 

—¡Oooh…!

 

—¡Qué adorable! ¿Será por ser una criatura?

 

—Ahora entiendo por qué Melissa lo idolatra.

 

—¿Y el peluche? ¿No vino?

 

—Parece que no.

 

…Pero hay que admitirlo.

 

Su cuerpo peludo y esponjoso era perfecto para aliviar tensiones. Los caballeros empezaron a susurrar, encantados por su cola.

 

Justin los oía, claro. Pero prefería eso a verlos tensos.

 

—¿Ries…?

 

Un poco más lejos, estaba la razón por la que Ries había insistido en venir.

 

—Miau. Mmm…

 

Melissa estaba vendada de pies a cabeza. Aunque no tendría secuelas, su aspecto preocupaba.

 

Ries tocó el brazo de Justin. Tras una breve duda, lo dejó saltar a la cama.

 

—…Snif…

 

Un sollozo suave se oyó desde arriba.

 

Ries se detuvo. Miró hacia arriba.

 

Melissa tenía los ojos verdes llenos de lágrimas.

 

‘¿Por qué…?’

 

Su pata, levantada para saludar, quedó suspendida en el aire. El silencio se apoderó de la sala.

 

—Lo siento… lo siento, Ries…

 

Finalmente, habló. Era una disculpa.

 

¿Por qué?

 

—Prometí protegerte esta vez… pero fallé. Me desmayé otra vez. Tu hermoso pelaje se dañó por mi culpa… soy la peor basura del mundo…

 

Ah, eso.

 

Lo del pelaje fue raro, pero Ries no estaba molesto.

 

Melissa había hecho lo mejor que pudo. Aunque no logró quedarse hasta el final, ganó tiempo.

 

Sin ella, Sepite habría actuado antes, Ries habría agotado sus fuerzas, y Edler lo habría atrapado.

 

Melissa no fue derrotada. Fue arrastrada por una fuerza imposible de enfrentar. Y aún así, cumplió su papel.

 

Así que estaba bien. Ries corrió y golpeó suavemente sus piernas con las patas. Su pelaje se quedó pegado a la manta.

 

Melissa lo miró…

 

—Snif… ¡Waaah!

 

Y rompió a llorar.

 

Tan fuerte que su llanto resonó por toda la enfermería. Seguro que olvidó que Justin estaba ahí.

 

Ries, atrapado por sus manos, era acariciado sin piedad. Como si quisiera memorizar cada pelo de sus patas.

 

Después de unos segundos…

 

—Basta.

 

Justin lo rescató. Parecía… molesto.

 

Melissa se dio cuenta de su presencia. Se puso pálida y se levantó de golpe.

 

—Perdón. Fallé dos veces en protegerlo. No merezco estar cerca de Ries…

 

Se inclinó profundamente. Estaba lista para renunciar a su puesto.

 

—Tu habilidad es limitada.

 

Justin respondió. Y él no sabía mentir.

 

Su tono fue tan frío que todos se estremecieron.

 

Ries también se tensó.

 

‘No… esto no está bien.’

 

Justo cuando iba a golpearlo con la pata…

 

—Pero lo que ocurrió estaba fuera de su control.

 

La voz de Justin cambió. Pausada, considerada.

 

—A veces, las pruebas sirven para afilar la espada. Pero no hay que apresurarse. Por ahora, enfóquense en sanar. Luego, afilen sus armas.

 

Un consejo. Una bendición, casi.

 

Los caballeros no sabían si habían entendido bien.

 

Pero no pudieron preguntar. Justin se dio la vuelta, dejando claro que no tenía más que decir.

 

Con Ries bien sujeto en sus brazos.

 

—…

 

No dijo nada en el camino de regreso. Pero Ries lo entendía.

 

Era la primera vez que hablaba tanto con los caballeros. La primera vez que daba consejos.

 

Estaba… avergonzado.

 

‘Qué adorable.’

 

A veces, lo bueno es simplemente bueno. Ries movió la cola otra vez. Ver cómo Justin cambiaba poco a poco… valía la pena.