El gato está en huelga - Capítulo 74
Tanto niños como adultos detestan ser reprendidos. Y eso no cambia aunque uno lleve puesta la piel de un gato: incluso los hombres-bestia lo evitan por instinto.
Con las orejas echadas hacia atrás y los ojos esquivos, Yustin permanecía en silencio, a pesar de haber sido él quien llamó primero por su nombre.
‘…¿Cuánto piensa regañarme?’
El miedo a lo que se avecinaba hizo que su cuerpo se encogiera por sí solo. Incluso Ketir, que normalmente no se quedaría callado, apretaba los labios como si buscara una forma de escabullirse solo.
Tragó saliva con dificultad. Al mover la cabeza, los bigotes que colgaban de sus mejillas se agitaron levemente.
‘No puedo seguir así.’
La atmósfera era demasiado solemne, demasiado pesada. Ries decidió actuar por cuenta propia para mitigar su culpa.
Saltó ágilmente sobre la mesa y comenzó a dar vueltas alrededor. Las miradas de los dos humanos se fijaron, hipnotizadas, en su cuerpo amarillo y su cola ondeante.
Todo el esfuerzo mental que había hecho hasta ahora era para este momento.
Se acercó al lugar que había memorizado, clavó las garras que habían emergido con un “pop” y comenzó a rascar suavemente la superficie de la mesa.
La madera noble, cara y pulida, se desgarraba bajo sus afiladas garras, pero logró grabar la marca que deseaba: una X.
—¡Meeoooow!
Ries se giró con orgullo. En el pasado había intentado escribir letras y recibió críticas poco amables, pero esta vez estaba seguro de que no sería así.
—…¿Una X?
Como esperaba, Ketir reconoció la marca enseguida. Para ayudarle a entender, Ries tocó la X que había grabado y soltó un bufido.
—¡Hsssss!
Luego se apresuró hacia su segundo destino. Tres asientos más allá del primero, repitió el proceso.
Una, dos, tres, cuatro, cinco veces. Cuando terminó, se giró hacia los espectadores que habían permanecido en silencio.
Cinco marcas. Bufó en cada una de ellas. Finalmente, los ojos de Ketir se iluminaron con una revelación.
—…No me digas que los que estaban sentados ahí eran del bando del conde.
—¡Nyaung!
Aunque lo decía en voz alta, su tono estaba lleno de dudas. Ries asintió con entusiasmo y maulló con fuerza.
No era difícil distinguir quién ocultaba intenciones turbias. El problema era cómo transmitir esa información.
No conocía sus rostros, ni mucho menos sus nombres. Así que pensó, si no puedo señalar a los culpables directamente, al menos memorizaré dónde se sentaron.
Y al parecer, funcionó. Aunque los implicados tenían rostros llenos de pensamientos.
‘¿Una criatura espiritual puede hacer esto?’ parecía preguntarse Ketir.
—Mi señor, ¿qué desea hacer?
Aun así, Ketir consultó primero con su superior. El corazón diminuto de Ries latía con fuerza.
Y Justin respondió
—Investiga a esos cinco.
Apoyando sin dudar la iniciativa de su gato. Ketir, aunque no pudo ocultar su sorpresa, asintió.
Entre los cinco marcados por Ries, había quienes se opusieron abiertamente al regreso de Justin, y otros que apenas hablaron durante toda la reunión.
No era una certeza, pero…
‘No queda más que confiar.’
Algunos ya estaban bajo sospecha, y sin pruebas concretas, investigar a unos cuantos no suponía una pérdida.
Además, ¿quién había dado la información? Una criatura espiritual capaz de ver lo que los humanos no ven, y que incluso parecía haber curado la maldición del duque.
Por eso, Ketir decidió apoyar la intuición de Ries.
Lo siguiente era obvio, regresar y comenzar la investigación. No tomaría mucho tiempo.
Buscar pistas en un mar de posibilidades es más lento que encajar piezas cuando ya se tiene el resultado en mente.
Pero antes de eso…
—Parece que vino con la intención de ayudar al duque… ¿Va a reprenderlo?
—……
Si todo era cierto, Ries había reducido la carga de trabajo a una fracción. Así que Ketir decidió echarle una mano.
—La preocupación es una forma de afecto, ¿no cree? Si lo regaña demasiado, podría herir sus sentimientos.
—…Lo tendré en cuenta.
Un gesto sutil en favor de Ries. Por suerte, la respuesta fue positiva, aunque Ketir no podía hacer mucho más.
La carga se había reducido, sí, pero aún era enorme. Para avanzar lo más rápido posible, dejó una mirada de complicidad a Ries y salió del salón.
—……
—……
El silencio se hizo aún más profundo, como si la ausencia de una sola persona hubiese vaciado el aire.
Mientras la ansiedad le secaba la garganta, Ries se dio cuenta de algo.
‘¿Me defendió, verdad?’
Aunque no sabía por qué, Ketir había pedido que no lo regañaran demasiado. Eso era tomar partido. Su nariz se sintió extrañamente caliente.
Pero la presión seguía ahí. Si iba a defenderlo, ¿por qué lo dejó solo?
Justo cuando su mirada se aferraba con nostalgia y un poco de rencor a la espalda del que se había ido…
—Ries.
Una voz suave, casi susurrada, lo llamó por su nombre. Ries levantó la cabeza con cautela.
—¡Nya! ¡Meoooow!
Una mirada cálida, brazos abiertos. Como si le dijeran que viniera a abrazarse.
Pensaba que lo iban a regañar sin remedio, pero la reacción fue más amable de lo esperado. Ries se alegró y saltó al regazo de Justin.
Prrrrrrr, prrrrrrrr. El ronroneo brotó sin control, y la punta de su cola rígida tembló. La mano enguantada acarició suavemente su entrecejo.
—…Haah.
Un suspiro pesado cayó sobre su cabeza. Ries se detuvo un momento, giró los ojos, y entonces Justin cubrió sus ojos con la palma.
Todo se volvió oscuro. Pero el gesto era tan delicado, tan parecido a su dueño, que no lo asustó.
—¿Miauuuu?
—No estoy enfadado contigo.
Una explicación que no había pedido, pero que revelaba mucho.
Ese suspiro no era de reproche, sino una mezcla de culpa y alivio.
—Yo…
Justin mantuvo la mano sobre sus ojos, reflexionando. La cola de Ries se movía como animándolo.
—Creo que esa frase es cierta.
—¿Nyak?
‘¿Qué frase?’
Una declaración extraña, sin contexto.
Ries esperó con paciencia. Sabía que Justin no era de muchas palabras.
—Dicen que una aguja en el bolsillo siempre termina saliendo. No puedo esconderte para siempre.
‘…Está hablando del barón Embio.’
Lo entendió enseguida. Pero la voz de Justin sonaba… triste.
—Y tú tampoco querrías eso.
Lo abrazó con cuidado.
Un hombre adulto encorvado para abrazar a un gato. No era una imagen elegante, pero sí profundamente conmovedora.
Palabras escogidas con esmero, un abrazo cálido, caricias suaves como plumas.
Demasiado cuidadoso. Demasiado tierno. Todo eso le hacía cosquillas por dentro.
Su voz, cálida como gotas de lluvia, continuó
—Desde que decidí regresar… no, quizás desde mucho antes, sabía que esto pasaría.
—……
—Así como yo lo hice, alguien más se fijaría en tu brillo y empezaría a desearte.
Todo giraba. Ries cerró los ojos y contuvo el aliento. Su corazón latía con fuerza.
—Solo deseaba que ese día… llegara más tarde. Así que no hiciste nada mal. Nada.
Una emoción difícil de definir hervía en su pecho. ¿Nervios? ¿Vergüenza? ¿Ternura?
No lo sabía. Pero sí sabía una cosa, no le molestaba sentirse así.
El aroma suave de Justin, su voz tranquila, sus palabras hacían cosquillas, el latido firme de su corazón… le gustaban.
Exhaló. Aunque no entendía todo, sabía que venía de Justin.
‘Así que está bien.’
Al menos, no le haría daño. Ries confiaba en su dueño.
—Y además… gracias. Ahora será más fácil protegerte.
—Meooow.
Porque si no confiaba en él, ¿en quién más podría confiar? Ries se hundió más en su abrazo y respondió con un maullido breve.
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♥ Gracias ♥
Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥