El gato está en huelga - Capítulo 70
Ries logró esquivar a una caballera entrenada. En otras palabras, escapó sin ser atrapado.
‘Tal vez tengo talento para huir.’
Y además, la suerte estuvo de su lado.
‘No esperaba que se tropezara.’
Melissa, que lo perseguía, se enredó con un sirviente y cayó al suelo. Eso le dio a Ries tiempo de sobra para escapar.
Desde no muy lejos, se oía su voz temblorosa:
—¡Señor Ries! ¿Dónde estáaa…?
Parecía prever el regaño que se avecinaba. Ries, sintiendo culpa, le ofreció una disculpa silenciosa.
‘Perdón, Melissa.’
Pero se concentró. Lo importante era encontrar la sala de reuniones donde estarían los altos cargos de la familia.
Aunque esa tarea no era suya.
—¿Meeeow?
‘¿Puedo confiar en ti?’
—¿Crees que me engañan siempre? ¡Izquierda!
Sepite, confiado, susurró desde su espalda. Ries giró según sus indicaciones.
‘Menos mal.’
Sin él, se habría perdido. La mansión era un laberinto, y nunca había estado en esa zona.
—Menos mal que la estructura es igual a la antigua. Si no, yo también estaría perdido.
Su voz se volvió melancólica. Aunque no podía ver sus ojos, Ries sintió su tristeza.
‘Lo entiendo.’
La antigua mansión.
Era la época en que Sepite era el jefe de la familia Laufe, antes de que la calamidad azotara el imperio Astot.
Él llamaba a la calamidad “la ola”. No era una metáfora.
Era literalmente una ola. Una masa de agua que devoraba todo, como un tsunami. Sepite salvó al imperio, pero no pudo salvar todo.
La mansión Laufe fue una de las que no logró proteger.
La antigua fortaleza, con siglos de historia, fue arrasada por la furia divina.
‘…’
Ries no quería imaginar cómo se sintió Sepite al regresar y ver las ruinas.
La actual mansión fue reconstruida con los planos que sobrevivieron. Por eso Sepite conocía su estructura.
Aunque el ambiente era sombrío, Sepite cumplió su papel de guía.
Tras bajar unas escaleras, llegaron cerca de la sala de reuniones.
—No será fácil.
Sepite, asomándose, dijo con frialdad.
Ries también se tensó.
Dos caballeros vigilaban la entrada. Pocos, pero firmes. Si se acercaba, lo atraparían.
Se escondió detrás de una gran maceta.
—¿Y ahora?
Sepite preguntó si tenía un plan. Ries bufó.
…No.
‘Solo pensé en llegar aquí…’
Creía que, si esquivaba a Melissa, podría entrar. Pero esto era más complicado.
Si solo hubiera un guardia, podría usar a Sepite como señuelo. Mientras uno investigaba el ruido, él se colaría.
Pero eran dos. Aunque uno se fuera, el otro quedaría.
‘¿Debo rendirme?’
Era una oportunidad única. La frustración lo ahogaba.
‘Ojalá uno tuviera dolor de estómago…’
Mientras se hundía en la desesperación…
¡Grrr!
Un milagro ocurrió.
—¿Estás bien?
—Ugh… Si-si…
Uno de los caballeros tenía un fuerte dolor de estómago. El otro lo miraba preocupado.
Era evidente que estaba mal. Intentó respirar hondo.
¡Grrr! ¡Grrrrrr!
Pero su cuerpo no cooperaba. Se dobló de dolor.
El otro suspiró y dijo
—¿Qué comiste ayer? Ve al baño. Yo me quedo.
—No-no puedo…
—¿Prefieres hacerte encima?
El enfermo dudó. Miró el pasillo y la puerta cerrada.
No podía garantizar que no se le escapara. Y entonces…
¡Grrr! ¡Grrrrr!
Otro rugido. Sudaba frío. Lo entendió.
Era su límite.
—I-iré al baño… ¡ahora!
Y salió corriendo, dejando al otro solo.
El guardia restante parecía tranquilo. Pero no sabía que, cerca, un gato lo observaba con ojos brillantes.
‘Esto es demasiada suerte.’
Todo salía como quería. Era extraño. Justo cuando pensaba en el pasado de Sepite…
Pero no había tiempo para reflexionar. Ries se preparó.
—Uff…
Sepite suspiró, pero cooperó. Sabía que era la mejor opción.
Rodeó el pasillo, se soltó de la espalda de Ries y se escondió.
Después de un momento…
¡Crash!
Un gran estruendo. No sabía qué objeto había roto, pero el ruido fue suficiente.
—¿Quién anda ahí?
El guardia dudó. Pero al final, se alejó para investigar.
¡Perfecto!
Ries asomó la cabeza. El camino estaba libre.
Corrió hacia la puerta.
La altura del picaporte era adecuada. Lamió su pata para prepararse.
Saltó con fuerza.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
¡Clack! ¡Clack!
Un ruido extraño interrumpió la solemne reunión. Uno de los presentes se quejó
—¿Qué es ese alboroto?
Pero el guardia ya no estaba. Nadie respondió.
El ruido continuó, hasta que…
¡Clack!
La puerta se abrió.
—¿?
Todos miraron. Pero no había nadie.
Confundidos, buscaron con la mirada.
—¡Nyag!
Un maullido adorable rompió el silencio.
Todos miraron al suelo.
Un gato había entrado. De pelaje blanco y dorado, ojos grises brillantes.
—Vaya, abrió la puerta él solo.
—Debe ser la famosa criatura. Es listo.
—¿Y el guardia? ¿Se fueron los dos?
Mientras los nobles comentaban, alguien se quedó sin aliento.
—Con permiso…
Ketir corrió hacia la puerta. Lo sospechaba desde que no vio a nadie afuera. Y al oír el maullido, casi se desmayó.
Quería atraparlo y devolverlo. No era momento para llamar la atención.
—¿Cómo llegaste aquí? ¿Dónde está Melissa? ¡Es peligroso! ¡Vuelve!
Le lanzó una lluvia de regaños y extendió la mano.
Pero…
¡Hop!
Ries saltó y esquivó. Se metió en la sala y corrió hacia Justin.
—…Ries.
Justin lo llamó con voz apagada. Aunque afuera había caos, no miró.
Sus ojos decían mucho. Ries, nervioso, giró los suyos.
Justin se inclinó y susurró
—Te enviaré con Ketir. Aún hay tiempo. Vuelve…
—¡Vaya! ¡Qué visita tan familiar!
Pero Justin no pudo terminar.
El conde Averitt alzó la voz.
La atención volvió a centrarse en Ries. Curiosidad, interés, codicia. Justin lo notó todo.
‘Ya es tarde.’
Una vez que lo vieron, no lo olvidarían.
Y justo el tema de la reunión giraba en torno a eso. Averitt no perdió la oportunidad.
—Mi punto está claro. Un gato normal no entra solo a una reunión, ni esquiva a los guardias. ¿Aún creen que es solo un rumor?
—Ejem…
Algunos tosieron, incómodos. Averitt sonrió con malicia.
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Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥