El gato está en huelga - Capítulo 65

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—¿No es así?

 

Con voz apagada, Ketir volvió a preguntar, recordando lo ocurrido hace unas horas.

 

Era alguien que admitía abiertamente que tenía miedo. Pero también era objetivo y confiaba en sus propios ojos y oídos.

 

En otras palabras, no se dejaba llevar por rumores sin fundamento. Y sin embargo, estaba claramente alterado.

 

‘Su comportamiento fue extraño.’

 

Al final del paseo de ayer, Ries saltó como si hubiera visto algo que no debía. Luego, sin previo aviso, abandonó el paseo.

 

Ketir recordaba perfectamente cómo corrió al despacho del duque y se lanzó a sus brazos.

 

Su cuerpo temblaba, la cola estaba baja, las orejas hacia atrás. Ries estaba asustado.

 

Y Ketir había visto algo similar en la casa de la capital.

 

No podía olvidar esa experiencia. El escalofrío que recorrió su espalda seguía presente. Después de aquel día, fue acosado por un fantasma durante mucho tiempo.

 

Y ahora, al ver el mismo comportamiento… Ketir se estremeció.

 

—Realmente admiro su perspicacia. Estoy muerto de miedo, así que… ¿puedo quedarme cerca por un tiempo?

 

—Si es en el despacho.

 

—Gracias. Al menos mi cuerpo y alma han servido para algo.

 

Justin, como siempre, aceptó con calma. Ketir celebró en silencio.

 

Pero el causante de toda esta deducción tenía una conclusión diferente.

 

Ries miró de reojo a Sepite. Y en su mente, las piezas empezaron a encajar.

 

Su paseo nocturno, los avistamientos de luces azules, los múltiples lugares donde se vieron, las risas extrañas…

 

Todo apuntaba a una sola cosa.

 

Ries saltó a la cama y miró al peluche. Aunque su mirada era intensa, Sepite no reaccionó. Parecía un peluche normal.

 

‘¡Dijiste que no te descubrieron!’

 

El grito quedó atrapado en el aire. Ries, frustrado, lo empujó con la pata.

 

—¡Meeow! ¡Miau! ¡Meeeeeoooow!

 

‘Señor. Anciano. Abuelo.’

 

Usó todas las palabras que solían hacer reaccionar a Sepite. Pero nada. Claramente, había decidido ignorarlo.

 

‘Claro. Eso es lo que haría…’

 

Era absurdo. Afirmaba que no lo habían visto, y ahora esto.

 

Con lo ocurrido, Sepite tendría que abstenerse de salir por un tiempo. Al menos hasta que los rumores se calmaran.

 

Mientras Ries pensaba en todo esto, Ketir se acercó y preguntó en voz baja

 

—Ries. ¿Viste… un fantasma?

 

La seriedad de su voz contrastaba con la pregunta. Ries lo miró con compasión.

 

Ahora entendía por qué estaba tan alterado. El abrupto final del paseo había alimentado sus peores temores.

 

Y aunque era cierto… si Ries asentía, Ketir estaría paranoico durante semanas.

 

Como camarada, decidió mentir. Inclinó la cabeza como si no entendiera.

 

—¿De verdad?

 

A la segunda pregunta, rodó sobre la cama con indiferencia. El rostro de Ketir se relajó.

 

—Uff… qué susto.

 

‘Si eso te tranquiliza…’

 

Ketir se fue con una expresión más serena. Ries cerró los ojos, ocultando su mirada pensativa.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Ries recordó la conversación nocturna con Sepite.

 

—¡Miaauuu!

 

‘¡Dijiste que saliste en secreto!’

 

—No pensé que me verían. Malditos humanos, ocultaron su presencia y me engañaron.

 

Aunque lo decía con palabras duras, no podía mirarlo a los ojos. Parecía avergonzado. Tal vez por eso aceptó acompañarlo en el paseo de hoy.

 

Claro, no sin presumir.

 

—Ejem. Si sales, iré contigo. Así no verás fantasmas innecesarios.

 

—¿Nyaang…?

 

‘¿Y por qué no lo hiciste antes?’

 

—Tsk. ¿Esperabas eso después de mandarme a lavar? ¡Qué iluso! Pero cuida que no me ensucien otra vez.

 

Aunque molestaba, al menos no había que esforzarse en reconciliarse con él. Eso era una ventaja.

 

Así, el grupo de paseo fue de cuatro, un gato, un peluche, y dos humanos.

 

Melissa llevaba a Sepite. Dijo que parecía pesado, aunque no lo era. Pero como era un gesto amable, Ries lo aceptó.

 

‘Hoy sí encontraré al mayordomo.’

 

Y si el conde aparecía, mejor. Cuanto más mejoraba Justin, más disminuía su influencia.

 

Pero una vez más, Ries no logró encontrar al mayordomo. Un par de desconocidos se interpusieron.

 

—Disculpe…

 

—¿Qué quieren?

 

—Ah, hola, señor Ketir. Verá, queríamos hablar con el gato…

 

La sirvienta tenía un flequillo oscuro que le cubría la frente. Junto a ella, un sirviente de cabello castaño parecía nervioso.

 

Ambos tenían algo en común, ojeras profundas. Parecían dos pandas.

 

Pero eso no despertó simpatía. Ketir frunció el ceño, más alerta que antes.

 

Por suerte, los dos eran rápidos. El hombre se apresuró a negar cualquier mala intención.

 

—¡No queremos hacerle daño! Sabemos que el duque lo aprecia. No queremos perder la cabeza. Solo que…

 

Cerró los ojos con fuerza.

 

—¿Ha oído los rumores de fantasmas? Nosotros los vimos. Y… tenemos miedo. No podemos dormir. Queríamos pedir ayuda. No, no así…

 

Su nerviosismo era evidente. Melissa, que acariciaba el peluche, intervino.

 

—Entonces, Barton, Ria. Lo que quieren decir es… que tienen miedo, no pueden dormir, y como han oído que mi adorable, suave, brillante y angelical amo es un espíritu sagrado, pensaron que tal vez podría ayudarlos. ¿Es eso?

 

—¡Exacto!

 

Ries la miró con incomodidad. No solo conocía sus nombres, sino que parecía leer sus pensamientos. Y esos elogios exagerados…

 

Melissa, orgullosa, se irguió como si hubiera hablado de su hijo.

 

‘¿Por qué?’

 

—Tiene sentido. Aunque llevo poco tiempo con él, Ries es muy inteligente. Pero…

 

De repente, sus ojos brillaron.

 

—¡No pueden acercarse así! ¡Piensen en su tamaño! ¡Podrían volar con el viento, dañar su pelaje, herir sus delicadas almohadillas, o arruinar su apetito con sus caras! ¡Siempre con cuidado, respeto y cortesía! ¿Entendido?

 

—Si-sí…

 

—…Entendido…

 

—Uff. Y yo que lo advertí tantas veces…

 

Su discurso dejó a todos con la misma expresión. Incluso Ries.

 

Y aunque no lo hacía para ser graciosa, su gesto de limpiarse el sudor era cómico.

 

Finalmente, Melissa se apartó para que los otros pudieran hablar.

 

—¿Podemos… pedirle ayuda?

 

La sirvienta se inclinó con respeto. Ries repasó lo que Melissa había dicho.

 

‘¿Quieren que exorcice fantasmas?’

 

¿Yo?

 

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