El gato está en huelga - Capítulo 64

‘¿Un… dibujo?’

 

La pata de Ries, que flotaba en el aire, cayó sobre el escritorio. Mientras tanto, Justin se movía de un lado a otro, buscando cómo guardar con seguridad lo que él creía que era un dibujo.

 

‘¿Tan mal escribí?’

 

¿Tan mal como para que lo confundiera con un dibujo? Ries sintió como si le hubieran dado un golpe en la nuca.

 

No podía ser. Él pensaba que lo había hecho bastante bien. Abrió la boca para pedirle que lo mirara de nuevo con atención.

 

—Jajaja…

 

Pero al ver a Justin reír con sinceridad, su motivación se desvaneció. Ries lo observó en silencio.

 

—…

 

‘Ugh.’

 

Al final, decidió no corregirlo. Aún faltaba para la reunión, así que tendría otra oportunidad. Y Justin parecía tan feliz… no quería quitárselo.

 

Así, la primera carta de Ries fue malinterpretada como un dibujo y quedó exhibida en el despacho del duque.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—Oh, sí. Yo también vi tu dibujo.

 

—¡Nyaak!

 

‘¡Sabes que no era un dibujo!’

 

Ries gritó, indignado.

 

Estaban en el vestidor junto al dormitorio de Justin. Mientras él se bañaba, Ries había entrado para hablar con Sepite.

 

¿Cómo podía confundir su petición de ir a la reunión con un dibujo? Aunque protestó, la respuesta fue aún más frustrante.

 

—¿Y qué?

 

Ries decidió abandonar el tema.

 

Aunque la conversación había empezado mal, su verdadero motivo para hablar con Sepite era otro.

 

—¡Nyaak! ¡Meeeow!

 

‘Dijiste que no había fantasmas.’

 

Recordó a la mujer fantasma que había visto durante su paseo. Su corazón volvió a latir con fuerza.

 

—¿Cuándo dije eso? Dije que podía echarlos, no que no hubiera.

 

—¡¿Nya?! 

 

‘¡Eso es lo mismo!’

 

Ries se congeló. Una sospecha cruzó su mente. ¿Era… pasivo?

 

Sepite, como si leyera sus pensamientos, giró en el aire. El peluche flotante trazó un círculo perfecto.

 

—Normalmente, los detecto antes de que se acerquen. Pero hay algunos especiales… ¿Conoces a los espíritus ligados?

 

—Miau.

 

Ries asintió. Son fantasmas atados a lugares u objetos.

 

—Con ellos hay que enfrentarse cara a cara. Cuanto más tiempo llevan en un lugar, más temperamentales son. Aunque para mí, todos son iguales.

 

Ries escuchaba con atención, pero su expresión se volvió dudosa. ¿Más temperamentales con el tiempo? Tenía un ejemplo justo delante.

 

—¿Qué?

 

—¿Nya… Meeow?

 

‘¿Lo dije en voz alta?’

 

—¡No hace falta decirlo! ¡Cuida tu cara!

 

Sepite carraspeó para cambiar de tema.

 

—En fin. Deberías acostumbrarte. No hacen daño. ¿Por qué te asustas tanto?

 

—Kiiing…

 

—Tsk. ¿Crees que soy Justin? No esperes que te dé premios por eso.

 

Movió la cola y añadió

 

—Además, tengo principios. Para ellos, esta mansión es su hogar. No puedo echarlos sin más. Claro, a los malintencionados sí les di una patada.

 

Ries pensó en la mansión de la capital. Nunca había visto otros fantasmas, salvo la anciana que Sepite había mencionado.

 

—¿Los de allá? Eran unos mocosos maleducados. Los eché a todos.

 

—…

 

‘¿Sangre fresca? Ya está seca…’

 

Ries se contuvo. No quería provocar una discusión.

 

—Les advertí que no se mostraran ante los humanos. Seguro lo entendieron. Así que no llores como un cachorro.

 

—Nyak.

 

‘Soy un gato.’

 

—Bah, pequeño como eres, da igual.

 

Sepite lo miró con tono insinuante.

 

—Si estoy cerca, te sentirás más seguro. ¿Ya valoras mi presencia?

 

—…

 

—¿Eh?

 

—¡Meeeow…!

 

Ries se rindió. Sepite empezó a dar instrucciones sobre cómo cuidarlo, como si aún estuviera traumatizado por el lavado.

 

—¡Nada de manchas! ¡Trátame con cuidado! ¡No me exprimas como un trapo mojado!

 

Ries ocultó su incomodidad. Él no lavaba, solo entregaba el peluche. Asintió para calmarlo.

 

Sepite, satisfecho, flotaba alegremente.

 

Ries lo observó y se preguntó cuándo había salido. Parecía conocer cada rincón de la mansión.

 

‘¿Cuándo saliste?’

 

Sefiut giró los ojos.

 

—Eso… eso…

 

—¿Nyang?

 

—¡Salí a dar un paseo nocturno!

 

Ries abrió la boca. No lo había notado, pero lo entendía.

 

‘Tenía que salir.’

 

Sepite no podía hablar mientras estaba con él. Aunque fuera un fantasma, estaba acostumbrado a moverse libremente. Estar atrapado en un peluche debía ser frustrante.

 

Pero…

 

—¿Miauu?

 

‘¿No te descubrieron?’

 

Ries preguntó con preocupación. ¿Y si Justin lo había visto?

 

—¡¿Descubrirme?! ¡Yo no soy como tú! ¡Me muevo sin ser visto!

 

—Meeow.

 

‘Yo tampoco fui visto.’

 

—¡Cof! Bueno… sí. No te vieron. Fue un error mío.

 

Sepite se apresuró a corregirse. Ries lo miró con sospecha, pero pronto se distrajo.

 

—Por cierto, mi descendiente parece mejor. ¿Purificaste algo?

 

Justo lo que Ries quería hablar. La conversación terminó con ambos compartiendo información sobre la maldición y la salud de Justin.

 

La sospecha que había surgido se desvaneció.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Ese día, Ketir tenía mala cara.

 

Por la mañana estaba bien, pero después del desayuno, algo cambió. Pálido, con la mirada perdida, parecía preocupado. Y mucho.

 

Ries, sentado sobre el escritorio de Justin, lo observaba. Justin también notó el cambio.

 

—Tu cara no es buena.

 

—…Ejem. No es nada.

 

—…

 

—Lo retiro. Es algo.

 

Ketir solo dudó una vez. Nadie lo presionó, pero confesó todo.

 

En resumen:

 

—Apareció un fantasma.

 

—¿Un fantasma?

 

Sí. Y no fue visto por una sola persona.

 

Ries recordó a la mujer que había visto. Su vestido elegante seguía en su memoria.

 

Pero lo que Ketir describía era distinto.

 

‘¿Una bola de fuego?’

 

Según los sirvientes, una llama azul flotaba cerca de la cocina.

 

Si fuera solo uno, podría ser una ilusión. Pero muchos lo vieron.

 

Y en muchos lugares, el almacén, el establo, el pasillo oscuro, la puerta trasera, los dormitorios…

 

Ese “fantasma” parecía recorrer toda la mansión.

 

—Una sirvienta oyó una risa. Se desmayó. La encontraron al día siguiente.

 

Ketir hablaba con voz sombría. Pero Justin parecía confundido.

 

—Para ser eso…

 

Como buen asistente, Ketir entendió lo que no se dijo. Justin pensaba: “¿Por qué estás tan asustado si no lo viste?”

 

—¿Cree que estoy asustado?