El gato está en huelga - Capítulo 63

—Puedes retirarte. Buen trabajo.

 

La atmósfera opresiva se disipó en un instante. El aire volvió a fluir, y Melissa, que solo parpadeaba aturdida, logró responder con torpeza.

 

—Sí… Hasta la próxima…

 

No tuvo tiempo de comprobar si su saludo fue adecuado. Con movimientos rígidos, salió del despacho del duque, y solo entonces recuperó la compostura.

 

—Ah…

 

Miró hacia atrás. La puerta cerrada ya no parecía tan imponente.

 

‘¿Fue una muestra de consideración?’

 

Aunque su tono había sido seco, parecía haber hecho un esfuerzo por controlar sus emociones. Melissa temía ser reprendida por no proteger bien a Ries, pero lo único que recibió fue un “buen trabajo”.

 

‘Definitivamente es una buena persona.’

 

Melissa, que tenía muchos contactos en la mansión, conocía bien los rumores sobre el duque.

 

La mayoría hablaban de su crueldad y actos horribles. Pero últimamente, algunos empezaban a decir que eran exageraciones sin fundamento. Muy pocos, pero suficientes para notar el cambio.

 

Todo gracias a Ries. La forma en que el duque acariciaba a ese pequeño gato mostraba un afecto imposible de ocultar. Era alguien capaz de encariñarse.

 

Solo eso bastaba para suavizar su imagen. Aunque fuera un poco.

 

Melissa apretó los puños con determinación.

 

‘Solo yo puedo ayudarlo.’

 

Sentía que tenía una misión. Era, probablemente, quien más cerca estaba del duque en ese momento.

 

Así que pensaba difundir la verdad sobre él. No podía juzgar su pasado, pero sí podía afirmar que era mejor jefe que el conde.

 

‘Aunque sigue dando miedo…’

 

Tragó saliva.

 

‘A Ries le gustará.’

 

Como era inteligente, tal vez incluso la felicitaría. Sus ojos brillaron.

 

‘Tengo que pedirle que me deje tocarle la pancita.’

 

Mientras tanto, en el despacho, Justin no volvió a mostrar hostilidad.

 

—Miauu…

 

Ries, aún acurrucado en su regazo, no se movía. Justin lo acariciaba con calma, organizando sus pensamientos.

 

—La reunión de vasallos…

 

—Es algo tardía. Su regreso fue inesperado, así que necesitan tiempo para entender sus intenciones.

 

—Hmph…

 

El suspiro quedó atrapado en la máscara. Su mano se movía más lentamente sobre el lomo de Ries. Ketir, que lo entendía bien, añadió,

 

—Estamos investigando quiénes están del lado del conde. Pero tomará tiempo. Esta reunión será clave.

 

—Sí. Es una oportunidad rara para observarlos a todos juntos.

 

—¿Qué planea hacer?

 

—Lanzar una piedra.

 

Solo con asistir, causaría una gran conmoción. El equilibrio que se había mantenido durante años se rompería.

 

Después, solo debía observar. Separar lo que debía conservarse y lo que debía descartarse. Aunque llevaría tiempo, era esencial para alguien como Justin, que tenía el título pero no el poder.

 

En ese momento, Ries empezaba a recuperar la claridad. Sin levantar la cabeza de su pecho, repasó la conversación.

 

Parecía que, por culpa del regreso de Justin, los líderes de la familia se reunirían.

 

‘Los aliados del conde deben ser los malos.’

 

Parpadeó. Eso…

 

‘Es justo lo que se me da bien.’

 

Según su experiencia, el conde quería destronar a Justin. Sus seguidores probablemente pensaban igual. Eso era malicia.

 

Si era así, solo con observarlos podría identificar a los traidores.

 

Al darse cuenta, todos sus pensamientos anteriores (el fantasma, Sepite, sus dudas) se desvanecieron. Tiró de la ropa de Justin con la pata.

 

—¡Nyak! ¡Meeeow!

 

‘Llévame contigo.’

 

Sus ojos brillaban como estrellas. Justin, hipnotizado por su maullido, se quedó paralizado.

 

Ries sonrió por dentro. Con esa expresión, no podía negarse. Justo cuando su emoción alcanzaba el máximo…

 

—Está bien.

 

Justin cerró los ojos y asintió. Sus ojos, tras la máscara, se curvaron en una media luna.

 

—Hablaremos de esto después.

 

—Sí. ¿Quiere pasar tiempo a solas? Saldré a pasear.

 

‘¿Eh?’

 

Ketir salió con discreción. Ries lo miró, desconcertado.

 

Ya solos, Justin miró a Ries con ternura.

 

—Te atenderé primero. Veamos…

 

Abrió un cajón y sacó un cepillo naranja, a juego con el pelaje de Ries. Era suave, con cerdas densas pero delicadas. Su favorito.

 

—¿Nya?

 

‘Esto no era lo que quería…’

 

Antes de que pudiera protestar, Justin empezó a cepillarlo. Un escalofrío placentero recorrió su espalda.

 

Intentó girar la cabeza para explicar, pero Justin no se detuvo.

 

—No te preocupes. Tú eres lo más importante para mí.

 

Parecía pensar que Ries se sentía culpable por interrumpir su trabajo. Ries se quedó sin palabras. Sepite, desde el escritorio, probablemente se reía por dentro.

 

—Meeooow…

 

‘Claro. No podía conseguirlo solo con un maullido…’

 

Justin entendía bien, pero Ries se había ilusionado demasiado.

 

Pero no pensaba rendirse. Después del cepillado, buscó otra forma de comunicarse.

 

El lenguaje corporal tenía límites. Así que tomó la pluma de Justin con la boca.

 

‘Una criatura sagrada también puede escribir.’

 

Aunque eso levantara sospechas, estaba demasiado molesto con el conde para preocuparse.

 

Buscó el ángulo adecuado, mientras Justin sacaba una hoja de papel.

 

—Aquí tienes. Es papel reciclado. Puedes usarlo.

 

—Miauuuu.

 

Ries agradeció y empezó a escribir. Trazos torcidos aparecieron en la hoja.

 

Sabía leer y escribir. Tal vez un regalo de los dioses. Sin eso, habría sido imposible.

 

Pero escribir con la boca era difícil. Como usar el pie izquierdo. Su mandíbula empezaba a doler.

 

Por suerte, terminó antes de que se le dislocara. Escupió la pluma y observó su obra.

 

[Yo  

 

Reunión

  

Llévame]

 

—…

 

Una caligrafía terrible.

 

Las letras, ya de por sí torcidas, parecían aún más deformes. Pero…

 

‘Se entiende, ¿no?’

 

No era orgullo. Era una evaluación objetiva.

 

Ries puso la pata sobre el papel y miró a Justin con ojos brillantes.

 

—Hmm…

 

Justin se puso serio. Como si evaluara una obra de arte invaluable.

 

—Ah.

 

Suspiró. Había entendido el mensaje. Ries movió la cola, orgulloso.

 

Justin sonrió y dijo

 

—¿Es un dibujo de nosotros juntos? Qué adorable.

 

—¿?