El gato está en huelga - Capítulo 57

—Síganme.

 

Justin, acompañado por los caballeros, se dirigió al campo de entrenamiento.

 

¿Qué planeaba hacer? Ries observaba con atención. Ketir, que estaba cerca, recogió una espada de madera.

 

—…

 

Ries bajó tranquilamente de los brazos de Justin. Decidió despedirse brevemente de los caballeros que lo rodeaban.

 

Y pronto, se desplegó una escena que no sorprendía a nadie.

 

—¡Gueek!

 

—¡Ack!

 

—¡Aaah!

 

Los caballeros volaban por los aires. Ries se sentó con elegancia y observó el desastre.

 

El problema era que el oponente era Justin. Cuando Ries lo vio por primera vez en el despacho, notó el miedo en los ojos de los caballeros.

 

Vinieron por deber o por orden del conde, pero no podían borrar el temor que les provocaba la maldición.

 

Y ahora, enfrentarse a él con una espada… era natural que se paralizaran. Justin lo sabía. El problema era que no era alguien que se contuviera.

 

Después de lo que difícilmente podía llamarse un entrenamiento, Justin guardó su espada y murmuró:

 

—Todos iguales.

 

—…

 

Qué comentario tan mordaz. Mientras Ries giraba los ojos, Justin le cedió la elección.

 

—Ries. ¿Hay alguien que te interese?

 

—¿Nyang?

 

¿Yo elijo? Ries lo miró con duda.

 

Entonces, una caballera que yacía en el suelo levantó la mano y gritó:

 

—¡Daré mi vida por proteger al señor gato! ¡Por favor, permítame servirle!

 

Ries la señaló de inmediato.

 

Cabello rosado, ojos verdes como el verano. Aunque su mano temblaba, su determinación era suficiente para llamar la atención.

 

Era la primera persona que no se encogía ante Justin. Excepto Ketir, claro.

 

—Tiene carácter. No está mal.

 

Incluso Sepite, que observaba en silencio, dio una evaluación positiva. Y lo más importante…

 

‘Tiene buena energía.’

 

Era solo una corazonada, pero Ries confiaba en ella.

 

—¿De verdad?

 

Justin pareció molesto por un momento, pero no se retractó. Asintió, y el rostro de la caballera se iluminó como el de una niña que recibe el regalo que soñaba.

 

—¡Gracias! ¡Haré todo lo posible por protegerlo!

 

—Agradece a Ries.

 

—¡Ah! ¡Tiene razón! ¡Gracias, señor Ries! ¡Aunque me cueste la vida, lo protegeré!

 

Sus ojos brillaban con intensidad. Y esa declaración tan solemne…

 

‘No hace falta que mueras…’

 

Ries sintió que sus hombros pesaban de repente.

 

Mientras tanto, Ketir recogía a los caballeros que aún no se recuperaban.

 

—La escolta está decidida. Pueden volver a sus tareas.

 

—¿Ya terminó? ¿Así?

 

—Sí.

 

—Pero esto es…

 

Dos caballeros parecían especialmente molestos. ¿Les dolía que la elección se hiciera con una pata? ¿O tenían intenciones ocultas?

 

—Si tienen quejas, pueden hablar directamente con el duque.

 

Ante eso, se callaron y huyeron. No tenían el valor de enfrentarse a Justin.

 

Así, el caballero quedó solo.

 

—¿De verdad me entrenará?

 

—Si haces bien tu trabajo.

 

—¡Por supuesto!

 

Seguía sin mostrar miedo. La emoción de aprender de Justin superaba cualquier duda.

 

—¡Ah! Soy Melissa Yucalt. No llevo mucho en la orden, pero ya tengo el honor de servir a alguien tan pequeño, adorable, encantador y angelical… ¡Es el logro de mi vida! ¡Lo pondré en mi lápida!

 

Melissa Yucalt. Ries decidió recordar su nombre. Aunque sentía que le drenaba la energía.

 

¿Lápida? Qué miedo.

 

No parecía molesta por tener que escoltar a un gato. Al contrario, sus ojos lanzaban corazones.

 

‘Le gustan los gatos.’

 

Tenía gustos muy definidos. Ries desvió la mirada, incómodo.

 

—¿Empiezo hoy?

 

—Si Ries quiere.

 

—¡Señor Ries, puedo empezar ahora mismo!

 

Justo cuando Ries pensaba en explorar la mansión, Melissa lo miró con ternura.

 

—El señor Ries solía pasear por la mansión en la capital. Creo que aquí también lo hará. Solo debe asegurarse de que no haya peligro.

 

—¡Un gato paseando por la mansión! ¡Es un privilegio que solo se ve una vez en la vida! ¡Lo protegeré hasta el último pelo!

 

Las palabras de Ketir solo aumentaron su entusiasmo.

 

Melissa se inclinó y preguntó

 

—Si lo desea, puedo mostrarle la mansión. No he estado mucho tiempo aquí, pero conozco bien el lugar.

 

¿Había oído el rumor de que era un espíritu sagrado? Su actitud era muy natural.

 

Pero Ries no pudo responder. Justin la interrumpió con frialdad.

 

—Eso me corresponde a mí. Puedes retirarte por hoy.

 

—Ah… ¿De verdad? Bueno, si me necesita, estaré disponible.

 

Melissa, que había resistido con su simpatía, ahora mostraba una mezcla de tristeza y temor.

 

—Si algún día tiene tiempo… ¿podría enseñarme esgrima?

 

—Está bien.

 

—¡Gracias!

 

¿Está bien? Parece que sí. Hablar de esgrima en ese momento fue… peculiar.

 

Melissa se despidió con una reverencia impecable y desapareció como el viento. Ketir se acomodó el flequillo y murmuró

 

—Es… peculiar.

 

Ries estuvo de acuerdo.

 

Al menos no parecía estar bajo la influencia del conde. Aunque había que observarla más.

 

—¿De verdad piensa dejarle a Ries? No parece una espía del conde, pero eso no es suficiente para confiar en ella.

 

Ketir también lo pensaba. Pero Justin solo lo miró.

 

Ketir tembló.

 

—¿Señor duque?

 

—Encárgate tú.

 

—…

 

La experiencia le dio una revelación no deseada.

 

‘¡Otra tarea más!’

 

Su intuición nunca fallaba. Cerró los ojos y asintió.

 

—Unos días bastarán. Veré si es confiable. He impregnado la correa de Ries con mi aura. No debería haber problemas.

 

—Mi tiempo de sueño sí tiene problemas.

 

—Haz lo justo.

 

—Aunque me avergüence decirlo ahora… siempre lo he admirado.

 

El cambio de actitud fue rápido. Al saber que tendría menos trabajo, Ketir huyó antes de que Justin cambiara de opinión.

 

Ries giró los ojos. Aunque hablaban de confianza y aura, lo que captó toda su atención fue lo que Justin dijo antes.

 

‘Eso me corresponde a mí.’

 

Cuando Melissa ofreció mostrarle la mansión, Justin se adelantó.

 

Ries lo miró con ojos brillantes.

 

Justin, sintiendo la presión, dudó por un momento.

 

—…Si no te molesta que sea yo.

 

—¡Miaauuu!

 

Asintió de inmediato. Que el duque le mostrara la mansión era un honor. Aunque vivió mucho tiempo en la capital, esta era su casa original. Debía conocerla bien.

 

Además, parecía entenderlo mejor cada día. Ries movió la cola con satisfacción…

 

Y en pocos minutos, entendió por qué Justin había dicho “si no te molesta que sea yo.”