El gato está en huelga - Capítulo 56

La mirada de Justin, que había estado fija en sus manos, finalmente volvió a su lugar. Al encontrarse con los ojos de Ries, este intuyó lo que estaba a punto de decir.

 

—Siempre viví pensando en el final. Desde que nací, esta maldición que consume mi cuerpo me ha atormentado cada día. Creo que… quería morir.

 

—…

 

—Pero desde que llegaste a mí, mi pensamiento cambió. Quiero ver el sol de mañana. Y deseo que ese mañana sea contigo…

 

—…

 

—Por eso, cada noche rezo a los dioses. Que esta maldición no me arrebate la vida tan pronto. Que pueda vivir lo suficiente para protegerte hasta el final.

 

Justin sonrió. Aunque su rostro estaba cubierto de venas oscuras, su sonrisa era más luminosa que cualquier otra.

 

Una sonrisa nacida del deseo de vivir, en alguien que ha estado tan cerca de la muerte, se clavó profundamente en el corazón de Ries.

 

—Has cumplido incluso mi deseo.

 

Ries quiso seguir observándolo. Ver cómo su rostro se alejaba de la sombra de la muerte y florecía en vida.

 

Sabía que sería un espectáculo radiante. Mientras sentía la caricia de Justin, lo aseguró con convicción.

 

—Ahora no tengo forma de devolverte lo que me has dado. Así que recuperaré todo lo que debí tener… y a ti…

 

—¿Nyaang?

 

—Te protegeré. A mi lado.

 

Ries lo miró en silencio y frotó su frente contra él. Hoy, más que nunca, deseaba poder hablar con voz humana, que Justin pudiera entender.

 

—…Nya.

 

‘No lo olvides.’

 

Ese fue su juramento. También su deseo.

 

Si algún día pudiera hablar como humano, quería que su voz transmitiera ese mismo sentimiento. Que pudiera decirle “Quédate conmigo.”

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

La lluvia continuó hasta entrada la noche.

 

El nuevo entorno, el ruido de la tormenta, y la mezcla de miedo y expectativa por los días venideros mantenían la mente de Ries en caos, impidiéndole dormir.

 

Pero él no era cualquiera.

 

Por más que pensara demasiado, por más que las preocupaciones lo aplastaran, incluso después de ver fantasmas… siempre dormía bien.

 

—Zzz…

 

Solo tardó un poco más en acomodarse. Pronto cayó en un sueño profundo.

 

Justin también cerró los ojos solo después de asegurarse de que Ries dormía. Apoyados en el calor del otro, ambos recibieron como regalo una noche tranquila.

 

Y cuando la noche ya era avanzada, alguien finalmente pudo moverse.

 

—Uff. Casi muero de aburrimiento.

 

Era Sefiut, que había estado en silencio todo el tiempo. Su cuerpo redondo comenzó a flotar.

 

Voló hasta la puerta cerrada. Su boca de peluche se estiró en una sonrisa traviesa.

 

Ries la llamaba “la sonrisa molesta antes de causar problemas.” Pero como estaba profundamente dormido, no podía detenerlo.

 

Aquella noche, nadie vio al pez de peluche salir a pasear.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—Oooh…

 

Ries miraba a su alrededor con asombro.

 

Los sirvientes, claramente aterrados por Justin, habían limpiado por completo el dormitorio y el despacho del conde en solo un día.

 

Y aun así, eran el doble de grandes y cinco veces más lujosos que los de la capital. Además, las zonas de descanso y trabajo estaban perfectamente separadas.

 

Incluso Ketir parecía satisfecho con el nuevo entorno.

 

—Nada mal. Aunque algo exagerado.

 

Ahora era el asistente de Justin. En la capital, por falta de personal, había asumido también el rol de mayordomo.

 

‘Así que solo debo enterrarme en papeles. Entendido.’

 

Aunque lo dijo con sarcasmo, parecía feliz de tener menos trabajo.

 

Ketir inspeccionó el despacho con detalle. Pronto, su rostro se torció.

 

—Qué desastre. ¿Con qué criterio clasificaron estos documentos? ¿Por qué está esto aquí? No tiene relación. ¿Problemas de vista? ¿O de cerebro? ¿Ambos? En vez de elegir adornos, deberían haber estudiado más. Tsk.

 

Sus murmullos eran afilados. Si el conde lo escuchara, se quedaría callado, temblando de vergüenza.

 

Ries, en brazos de Justin, observaba a Ketir que se quejaba mientras ordenaba diligentemente.

 

‘¿Por eso rechazó las vacaciones?’

 

Parecía incapaz de ignorar el desorden. Tal vez se conocía tan bien que sabía que no podría descansar.

 

Cuanto más lo observaba, más curioso se volvía.

 

‘¿Cuándo se conocieron?’

 

Justin y Ketir. Después de tanto tiempo viéndolos juntos, Ries notaba que se entendían bien. No hablaban mucho, pero no parecía haber incomodidad.

 

Parecía que llevaban tiempo trabajando juntos. Ries miró a Justin.

 

‘Algún día me lo contará.’

 

No sabía cuándo, pero lo esperaba.

 

En ese momento, Ketir, aún concentrado en los documentos, comentó:

 

—Ah. Por cierto, escuché que la gente del conde está interrogando a nuestros sirvientes sobre el estado del duque.

 

—¿Sí?

 

Eso era preocupante. Ries aguzó las orejas.

 

—Mi tío siempre ha tenido ojos y oídos en la capital. Debe estar desesperado.

 

—Usted es el único que lo llama “tío”.

 

Ries dudó de lo que acababa de oír.

 

‘¿Espías?’

 

Qué tipo tan desagradable. Añadió el nombre de Averitt a su lista mental de personas a evitar.

 

Justin lo miró. Sus ojos mostraban preocupación.

 

—Necesito asignar escoltas.

 

—¿Escoltas? Serán una molestia.

 

—No para mí. Para Ries.

 

El silencio fue abrumador. Ries agitó las orejas y cerró los ojos con fuerza, pero Justin seguía serio.

 

‘¿Escoltas para un gato?’

 

Esto era un derroche absurdo. Miró a Ketir, esperando que lo detuviera.

 

—Hmm…

 

Pero Ketir parecía considerar la idea. La confianza de Ries se resquebrajó.

 

Los miró a ambos, tragando saliva. ‘¿Es una broma? Por favor, que sea una broma.’

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

No lo era.

 

Ambos hablaban en serio, y actuaban con rapidez. En menos de un día, Ries ya estaba abrumado por los soldados reunidos frente al despacho.

 

Postura firme, mirada aguda, espadas al cinto, uniformes impecables. Eran caballeros, sin duda.

 

Y no eran pocos. Ketir susurró

 

—Parece que el rumor llegó al conde.

 

‘¿Qué rumor?’

 

Justin respondió

 

—El de que eres un espíritu sagrado.

 

‘Ah, eso…’

 

Ries miró a los caballeros. ¿Vinieron por ese rumor?

 

—Tal vez no lo sepan, pero no están aquí para escoltar al Duque. Están aquí para escoltar a Ries… al señor gato. Si alguien cambió de opinión, puede retirarse.

 

—¿Eh?

 

—¿Un gato?

 

Algunos estaban tan confundidos que olvidaron que estaban frente al temido Duque.

 

No vinieron para escoltar a un gato. Algunos se disculparon y se fueron.

 

‘Y aún quedan varios.’

 

Aunque muchos se fueron, aún quedaban seis. Tal vez alguno fuera un espía del conde.

 

Mientras Ries pensaba, Justin se levantó y lo tomó en brazos como si fuera lo más natural del mundo.