El gato está en huelga - Capítulo 52
Si regresaban al territorio del Duque, el ritmo de purificación de la maldición, que últimamente había sido lento, volvería a acelerarse. No había mejor noticia que esa.
Ries giraba en su cabeza esa rueda de esperanza cuando Sepite, con una mirada algo incómoda, preguntó
—Entonces… ¿estás bien?
—¿Meeeeow?
—¿Estás bien? Pareces no tolerar cosas crueles.
Ah. Ries abrió la boca ligeramente. Aquello era preocupación.
Las imágenes de lo que había visto unas horas antes volvieron como una avalancha. No eran escenas agradables, pero… tras pensarlo un poco, asintió.
—Meeeeow. Nyaang.
‘Sí. Mientras no lo vea directamente, no me afecta tanto. Aunque… me da algo de pena.’
—¿Pena? ¿Por qué?
—Nyak. Nyaak. Meeooow.
‘Si hubiera estado cerca, podría haber purificado la maldición. Tal vez toda de una vez.’
Claro que sabía que era imposible. Solo le dolía un poco pensar que la oportunidad había estado tan cerca.
Sepite…
—¿Je je je?
Soltó una risa seca. ¿Era una forma de ver las cosas diferente?
—Pero… ¿no era la primera vez que veías morir a alguien? ¿De verdad estás bien?
—Meeow.
‘Sí.’
Observó con atención al pequeño gato… no, al gato que ahora tenía un tamaño similar al suyo. Sus ojos redondos y brillantes lo miraban con firmeza.
Sorprendentemente, parecía estar bien. Justo cuando iba a preguntar algo más…
—¿Ries?
La voz de Justin lo detuvo. Vaya, ya había pasado bastante tiempo.
—¿Meeeow?
‘¿Vienes conmigo?’
Un maullido corto que Justin interpretaría como una respuesta. Sepite negó con la cabeza, sabiendo que su cuerpo pequeño se movería con el gesto.
Ries se alejó. Iba a saltar a los brazos de su amo, que había venido a buscarlo.
Sepite, ahora solo, frunció el ceño.
—…Qué raro.
Por muy resistente que fuera, esa recuperación era demasiado rápida.
Una pequeña duda brotó en su mente.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
—Meow Nyaak. Miauuu.
‘Definitivamente eres un repelente de fantasmas natural… o de mosquitos.’
Desde que vio a un fantasma con una flecha clavada en el bosque el primer día del viaje, Ries no se separaba de Sepite.
‘Ketir también se asustó.’
Era reconfortante. Al menos no estaba solo. La camaradería crecía en su pecho.
Desde que comenzaron a andar juntos, no habían vuelto a aparecer fantasmas. Por eso, Ries decidió elogiarlo.
—¡Nyak!
Y recibió un golpe con la aleta. Al mirar de reojo, el peluche redondo lo observaba con ojos acusadores.
“¡Qué forma tan irrespetuosa de expresarte!” parecía decir. Ries frunció los labios, ofendido.
Pero no duró mucho. Justin corrió las cortinas, revelando un paisaje que capturó su atención.
Después de dos semanas de viaje en carruaje…
Por fin habían llegado a la mansión Laufe.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
Ayer llovió como si el cielo tuviera un agujero. Hoy, en cambio, el sol brillaba. Parecía una bienvenida, y eso animó a Ries.
La mansión de la capital no era precisamente bonita. El jardín estaba seco, los muros cubiertos de enredaderas, y el edificio era oscuro y lúgubre.
‘Sí, era algo sombría.’
Aunque allí había vivido momentos felices, debía admitirlo.
Pero la mansión del territorio era diferente. Caminos bien cuidados, jardines impecables, y una enorme casa que parecía sacada de un cuento de hadas.
Era tan grande que, incluso después de pasar la puerta principal, el carruaje tuvo que avanzar bastante más para llegar a la entrada.
Ries tensó la cola, nervioso.
‘Hay mucha gente.’
Mientras observaba la mansión, vio figuras alineadas frente a ella. Parecían estar allí para dar la bienvenida.
—El ambiente será tenso, prepárate.
Sepite lo había advertido. Entonces, esas personas…
Clack. El cochero abrió la puerta del carruaje y se retiró. Ries vio a un hombre que captó toda su atención.
Piel grasosa, sonrisa desagradable, barriga prominente, postura arrogante. Y…
‘¿Pringles?’
Ese bigote le resultaba familiar. Ries contuvo la risa.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
Averitt Barmark.
Tío de Justin, casado con una dama de la familia Barmark, y con título de conde. Mientras Justin estaba ausente por tratamiento, él actuaba como regente del ducado.
En otras palabras, según Sepite ‘El tipo que está a punto de perder su plato y no puede dormir del coraje.’
‘Maldito mocoso. ¿Por qué decidió volver ahora?’
Justin había enviado solo la información mínima antes de partir. Para Averitt, fue como un rayo en cielo despejado.
‘Ojalá se hubiera muerto allá… No, aún no. Todavía me sirve.’
Reprimió sus impulsos. Aunque odiaba a su sobrino, aún podía usarlo.
Averitt sonrió. Pronto, la puerta se abriría y saldría quien esperaba.
‘Primero, hay que preparar el terreno.’
Aunque era regente, no era el verdadero duque. Con el regreso del titular, su poder se vería limitado.
Pero limitado no significaba eliminado. Si demostraba su valor, Justin no podría echarlo tan fácilmente.
Por eso reunió a todos los sirvientes. Aunque inútiles, eran mayoría. El ambiente de la mansión dependía de ellos.
Quería que vieran a Justin y sintieran miedo, rechazo, incomodidad. Que pensaran: ‘Era mejor cuando estaba el conde.’
‘Con eso, me quedo.’
Si usaba la opinión de los sirvientes como excusa, Justin acabaría cediendo. Averitt conocía bien a su sobrino, un idiota manipulable.
Por eso organizó todo. Para que vieran con sus propios ojos al “Duque maldito”.
Sonreía con satisfacción cuando la puerta se abrió y…
—Oh, gracias por la bienvenida.
…no era Justin. Era otro.
El rostro de Averitt se torció. Era ese tipo molesto que siempre seguía al duque.
Se contuvo. Tal vez el siguiente sería Justin. Llamó la atención de los sirvientes.
—Vamos. Mi sobrino saldrá pronto. Será quien ustedes sirvan. Denle una buena bienvenida…
Y entonces, silencio.
Justin salió, tal como esperaba. Alto, sombrío, con esa apariencia inquietante.
Pero llevaba algo inesperado.
Averitt abrió la boca. ¿Cómo podía ser tan inapropiado?
Justin traía consigo algo que no encajaba con él en absoluto.
Cuatro patas bien juntas, cuerpo redondo como un pan recién horneado, pelaje suave que invitaba a acariciarlo, orejas puntiagudas.
Sí. Era un gato. Radiante y adorable.
‘¿Y eso qué es?’
Además, abrazaba un peluche de pez casi tan grande como el gato. De diseño simple, ojos grandes.
Tampoco combinaba con Justin. Averitt se frotó los ojos, incrédulo.
Los sirvientes, al ver que el conde no decía nada, empezaron a murmurar.
—Nyaang.
El maullido del gato fue como gasolina sobre el fuego.
Los que antes bajaban la cabeza al ver al duque, ahora levantaban la vista. Pronto, se oyeron jadeos y suspiros.
¿Era esto una disonancia cognitiva? Justin sostenía al gato con ambas manos, como si fuera un tesoro.
El silencio que cayó sobre la entrada de la mansión era demasiado pesado para la cantidad de personas presentes. Ketir negó con la cabeza. Lo había previsto.
Comments for chapter "Capítulo 52"
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1 Comment
♥ Gracias ♥
Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥
Franiemil
Que mejor impresión