El gato está en huelga - Capítulo 45
¿Sería que su mirada se había vuelto demasiado intensa? Justo cuando Ries entrecerraba los ojos, sus pupilas se cruzaron con las de Justin.
—Prrrr.
Sin decir nada, Justin deslizó suavemente su mano enguantada detrás de la oreja de Ries. El ronroneo brotó por sí solo.
Observar a Justin mientras trabajaba, cruzar miradas, recibir caricias sin medida… repetir esos tres pasos hacía que el tiempo se deslizara sin que uno lo notara.
A través de la rendija de las cortinas cerradas, se veía el cielo oscurecerse. Pronto Ketir aparecería. Como si el presentimiento lo invocara, se oyó un golpe educado en la puerta, y Ketir entró.
Al ver los documentos ordenados con pulcritud, su rostro se iluminó. Aunque, con esas ojeras que le llegaban hasta la barbilla, parecía más bien un panda exhausto.
—Había bastante trabajo, pero lo ha terminado rápido. Buen trabajo.
Normalmente, dejaría ese comentario y se marcharía. Pero hoy no.
—He solicitado al templo el envío de otro sacerdote. Debí hacerlo antes… Lamento haber insistido tanto.
Desde que Diana se marchó abruptamente el día anterior, Ketir no había dejado de pensar en ello.
Diana había mostrado rechazo hacia su superior desde el primer día en la mansión. Como muchos, tal vez por la apariencia o el aura que la maldición le confería.
Pero en ella era especialmente marcado. Justin había considerado reemplazarla, por respeto a su situación y para evitar conflictos innecesarios.
Quien lo impidió fue Ketir. Diana poseía un poder sagrado vasto y una habilidad curativa excepcional.
Era la estrella emergente del culto a la Diosa del mar, candidata a convertirse en la próxima santa. Su nombre ganaba prestigio día a día.
‘Seguro que será útil para la maldición del Duque.’
Eso pensaba Ketir en aquel entonces. Justin, como siempre, respetó su decisión.
Y entonces ocurrió lo de ayer. La relación, ya frágil, se desplomó por completo. Cuanto más lo pensaba, más le dolía la cabeza.
Recibía grandes sumas por cada tratamiento, y aun así mostraba esa actitud. Era evidente que se consideraba en posición de poder absoluto.
Debieron cortar el vínculo antes. Se había perdido demasiado tiempo. Solo quedaba esperar que el próximo sacerdote, aunque menos hábil, tuviera al menos sentido común…
—No. Creo que ya no necesito más tratamientos del templo.
No era la respuesta que esperaba.
Ketir lo miró fijamente. Su superior había lanzado una bomba y se quedaba tan tranquilo.
Pensó en hurgarse el oído. Sabía que era de mala educación, pero necesitaba asegurarse de que había oído bien.
Como siempre, su superior se encargó de aclararlo por sí mismo.
—Mi estado ha mejorado mucho.
—…¿De verdad…?
Cerró los ojos con fuerza. Si lo decía, entonces no era un sueño. Respiró hondo con cuidado.
Bien. Ahora podía pensar con claridad. Ketir, reuniendo su compostura, preguntó
—Entonces, ¿no debería seguir recibiendo tratamiento de la sacerdotisa Diana?
Solo imaginarlo era desagradable, pero si realmente funcionaba, debía aceptarlo.
Sin embargo, la respuesta de Justin volvió a descolocarlo.
—Ella no fue quien curó mi maldición.
Y giró la cabeza. Hacia el gato que estaba tumbado sobre el escritorio, disfrutando de su tiempo libre.
—¿Verdad?
—…¿Eh?
Ries, al recibir la mirada, se quedó rígido. Ketir, detrás, aún más. Esta vez no se contuvo y se frotó las orejas, pero nada cambió.
Pelaje esponjoso, trasero redondeado, cola erguida. Ketir observó la espalda de Ries con estupor.
Aunque fuera una “criatura sagrada”, su aspecto no difería de un gato común. ¿Ese cuerpecito había enfrentado la maldición? ¿La había repelido con sus patitas?
Estuvo a punto de reírse por lo absurdo de la idea. No sabía que, sin querer, había acertado.
Aunque el sentido común obstaculizara la comprensión, la intuición de su superior era infalible. Era una conclusión basada en años de experiencia.
‘¿Una criatura sagrada con tantos talentos?’
Ketir recordó los incidentes que había ignorado desde que Ries llegó a la mansión.
Sí. Tal vez… podría ser. Justo cuando empezaba a aceptar la idea, Justin añadió con naturalidad:
—Tú también lo has notado, ¿no, Ketir? Desde que Ries llegó, los episodios han disminuido notablemente.
—Ugh…
Ketir, que comenzaba cada día revisando el estado de salud de Justin, no podía ignorarlo.
Ni siquiera con los tratamientos del templo habían logrado frenar los ataques. Que ahora se hubieran reducido era significativo para ambos.
—Mi estado físico es el mejor en años.
—Haa… Entiendo.
Ya no tenía argumentos. Su mente, que vacilaba entre continuar o detener el tratamiento, se inclinó finalmente hacia un lado.
No solo por la firmeza de Justin. La forma en que lo acariciaba, la mirada con que lo observaba… eran más suaves que nunca.
Ketir decidió apostar junto a su superior. Por fin había comenzado a tocar el borde de la felicidad, y no quería arruinarlo.
—Ah, y también. Creo que es momento de regresar al territorio del Duque.
Pero su superior, que solo mostraba ternura hacia su gato, volvió a lanzar otra bomba. Ketir sintió que se le iba la fuerza de las manos.
Los documentos cayeron como nieve al suelo.
—Ketir. Se te cayeron los papeles.
Lo sé. Lo sé, pero no podía ni pensar en recogerlos. Ketir, con la mirada fija en Justin, preguntó con voz apagada
—¿Lo dice… en serio?
—Hmm.
—¿Al territorio del Duque?
—Sí. Creo que será un mejor entorno para Ries.
—…
Ketir sonrió con sequedad. Ya que no necesitaban más tratamientos del templo, el momento era perfecto.
Pero si fuera el Justin de antes, se habría quedado en esta mansión sin importar nada.
Eso significaba que esta decisión era exclusivamente por el gato. Un amor tan pesado como profundo.
Aunque con cara de resignación, Ketir hizo la pregunta que debía como mayordomo de la casa Raupe.
—¿Cuándo piensa partir hacia el territorio?
—Lo antes posible.
—…Duque…
Su voz se alargó. Pensar en todo el trabajo que se avecinaba le nublaba la vista. Pero Justin solo lo miraba sin entender.
¡Aaaah! Ketir gritó en silencio.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
Hoy, Ketir parecía más desdichado que nunca.
Ries observó con compasión el lugar que había dejado. Mientras sentía la mano de Justin acariciarle la espalda, recordó la conversación que acababan de tener.
Entonces…
‘Nos vamos a mudar.’
Al territorio del duque.
Ries pensó de pronto
‘Así que no era la única mansión.’
Aunque esta mansión era sombría y lúgubre, era enorme. Imaginar que había otra igual lo hizo ver a Justin como un hombre increíblemente rico.
Por su reacción, parecía que Justin llevaba mucho tiempo sin regresar al territorio. Lo que significaba que la mudanza sería un proceso arduo.
La cara pálida de Ketir se le apareció en la mente. Decidió animarlo en silencio.
En ese momento, Justin bajó la cabeza y susurró. Su voz era suave y cálida como siempre.
—Es gracias a ti, Ries. Gracias a ti puedo volver a mi hogar.
—Meeeow.
—¿Vendrás conmigo?
Su tono, pidiendo permiso, también era el de siempre. Esa constancia le gustaba. Ries sacudió las orejas y asintió con decisión.
—¡¿Nya?!
—¡¿Nya?!
Y fue abrazado de inmediato.
Sus patas quedaron suspendidas en el aire. Se esforzó por no agitarse. Era el gesto más enérgico y alegre que había recibido de Justin.
Al levantar la cabeza, sus ojos rojos se encontraron con los de él. Como si fueran engranajes perfectamente encajados. Algo fluía sin cesar entre ellos.
Comments for chapter "Capítulo 45"
MANGA DISCUSSION
♥ Gracias ♥
Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥