El gato está en huelga - Capítulo 39
Primero se detuvo en seco. Aunque iba de camino a encontrarse con Sepite, no le importaba quedarse retenido un momento.
El hombre, dubitativo, miró rápidamente a su alrededor. Así pasó un buen rato, asegurándose de que no hubiera nadie cerca, y luego, con mucha cautela, se inclinó para preguntar.
Incluso mientras hablaba, su expresión era de incertidumbre.
—Mi esposa está por dar a luz. Yo quiero que sea niño, pero ella quiere que sea niña. ¿Tú qué crees que será?
—…….
¿Qué diablos…?
Ries no pudo responder de inmediato. Estaba demasiado desconcertado.
¿Creía que una criatura espiritual era como ese tal Chatbot, que si le preguntan algo, responde?
El hombre no parecía darse cuenta de que el gato frente a él lo miraba como si fuera la persona más patética del mundo. Si no, no estaría parpadeando con esos ojos redondos, luciendo tan tonto.
—Uuuff……
—¿Eh? ¿Acabas de suspirar?
Correcto. Ries dejó escapar un largo suspiro sin disimulo alguno y decidió responder cualquier cosa.
Se acercó despacio y le dio un par de golpecitos en la pierna con una pata delantera. El hombre, que no lo entendía al principio, pronto pareció captar la intención de Ries y puso una cara radiante.
—¿Dices que será niño? ¡Wow!
—…….
—¡Gracias por decirme! ¡Aunque no sé si será cierto!
Ahí terminó la conversación. El hombre se alejó soltando una carcajada sonora. Al parecer solo preguntó por diversión.
Más bien, lo sorprendente era su actitud tan despreocupada. ¿No era que evitaban a Ries desde que se supo que era el gato de Justin?
‘Aunque últimamente las cosas han mejorado…’
Aun así, nunca habían actuado con tan poca distancia. Parece que la curiosidad causada por el rumor de que era una criatura espiritual rompió esa barrera.
Y unos días después. Ries se volvió a encontrar con el hombre. Le dijo que, tal como él había dicho, fue un niño.
—¡No puedo creer que eso de criatura espiritual fuera real! ¿Puedo preguntarte otra cosa si vuelvo a tener dudas? ¿O… podría hacerlo, señor gato?
Aunque fue desconcertante que empezara de repente a hablar con honoríficos, Ries no lo tomó muy en serio.
Después de todo, era un 50/50. La probabilidad de que el bebé fuera niño o niña era la misma. Con ese margen, hasta una suposición podía acertar.
Las reacciones de los sirvientes también fueron las esperadas. Les parecía curioso, pero nada más. Parecía que la mayoría lo atribuía a una coincidencia.
Sin embargo, no tardó mucho en que Ries destruyera esa suposición por completo.
—¡¡¡Miaooow!!!
Se sobresaltó y dio un salto al encontrarse en el camino con una sirvienta. No fue ella quien lo asustó.
‘¡Fan… fan… fan… fantasma……!’
Fue por una presencia que giraba alrededor de ella. Si no lo había imaginado, eso definitivamente era un fantasma.
No pudo ni levantar la cabeza, y temblaba como una hoja. Pensaba que en esa mansión solo estaba Sepite como espíritu, pero al parecer no era así. Intentaba por todos los medios no mirar hacia arriba, centrado en el suelo, cuando una voz desconocida sonó.
—Querido, ¿podrías mirarme un momento?
Una voz delicada y amable. Eso fue lo que logró sacarlo de su estado de pánico.
—Eh, ¿gatito? ¿Señor gato? ¿Qué le pasa? No-no debería estar así…
La voz temblorosa de la sirvienta se sumó. Ries levantó poco a poco la cabeza. Lo primero que vio fue su rostro.
Ella estaba completamente aterrada.
—¿E-estás bien? Uff, pensé que algo malo había pasado.
—…Mioong.
Solo por responder vagamente, su rostro volvió a su color original. Criatura espiritual, el gato querido por el Duque. Esos apodos parecían haberla asustado.
La sirvienta pronto dijo que tenía que llevar la ropa al tendedero y se alejó de él. Y en ese lugar, quedó solo el espíritu de una anciana.
—Esa niña es mi nieta. Perdió a su madre y a su padre cuando aún era pequeña, así que la crié yo. Aunque no compartíamos la sangre, jamás la consideré algo distinto a mi familia.
Una lluvia de información no solicitada cayó sobre él. Pero Ries no podía irse del lugar.
—A Bibi le gustaban mucho los muffins que yo le hacía. Siempre le decía que los dejara enfriar, pero no, se los comía recién salidos del horno y terminaba quemándose toda la boca. Era tan adorable así…
Una voz temblorosa, llena de pena. Un rostro arrugado. Una mirada cargada de afecto dirigida a la espalda de la sirvienta. Fue eso lo que le impidió moverse.
Mientras hablaba de su pasado, la anciana parecía feliz. Pero pronto, una profunda tristeza se apoderó de su rostro.
—Pero ya no puedo seguir a su lado……
—……Meeeooong.
—Eres tal como dicen, un niño muy bueno. ¿Podrías hacerme un favor?
Entornó los ojos. Sentir pena por una situación no significa aceptar una petición. Al trazar esa línea, la anciana lo miró como si le pareciera adorable.
—Así es… Entonces, si no te parece una falta de respeto, ¿podrías al menos escucharme? Si aceptas o no, eso lo dejo a tu elección.
Y finalmente, su petición fue
—¿Podrías hacer que Bibi vuelva a casa? Si cuando regrese ve mi cuerpo podrido y descompuesto, esa niña se derrumbará. No quiero que vea algo así.
Era imposible rechazarlo.
No encontraba palabras para responder, y simplemente miró a la anciana. Ella sonrió con amargura, como si supiera que no podría decir que no.
Al final, Ries corrió tras la sirvienta que la anciana llamó Bibi. Mordió fuertemente la falda y no la soltó.
—¿Ga-ga… gato? ¿Señor gato? ¿He hecho algo mal? ¿Podrías soltarme, por favor?
No podía empujarlo ni quitárselo de encima. Ries era un ser extremadamente valioso en esa mansión. Si se lastimaba por un mal manejo, el Duque podría armar un escándalo.
Así que Bibi, con el rostro al borde del llanto, le suplicó. Pero Ries no la soltó.
Viendo que estaba a punto de llorar, una compañera suya intervino sin pensar demasiado.
—¿No será que quiere algo de ti? ¿O tal vez intenta decirte algo? Ese gato tiene fama de ser muy sabio.
—¡Solo adivinó el sexo de un bebé! ¡Era cincuenta y cincuenta! ¡Hasta yo puedo hacer eso!
—Vamos, solo por probar, síguelo. Yo me encargo de tu parte del trabajo.
—…¿Lo prometes?
Al final, Bibi cedió ante las palabras de su compañera y siguió a Ries.
El pequeño gato la guió fuera de la mansión. Al seguirlo sin pensar mucho, Bibi de pronto se puso pálida.
—¿Qui-quiere que me vaya? ¿Fuera de esta mansión?
¿Un gato podía despedir a alguien? Su mente confundida empezó a imaginar el peor de los escenarios.
Pero justo cuando terminó esa horrible fantasía, Ries comenzó a dibujar en la tierra con sus garras.
Una pequeña casa con techo y chimenea. Bibi la miró en silencio, y murmuró sin darse cuenta.
—…¿Quieres que vuelva a casa?
—¡Nyang nyang!
Asintió como si eso fuera exactamente. Era la primera vez que veía a un gato dibujar. O que asintiera con la cabeza.
Bibi sintió una atracción fuerte que no pudo ignorar. ¿Sería porque ese gato era una criatura espiritual?
Esa misma tarde, Bibi pidió un permiso y volvió a casa tras mucho tiempo, encontrándose con el cadáver reciente de su abuela.
Volvió con los ojos hinchados de tanto llorar. Y luego hizo una profunda reverencia. Ante un gato varias veces más pequeño que ella.
—Gracias a usted pude despedirme de mi abuela. Pude darle el adiós mientras aún conservaba el rostro en vida… De verdad… de verdad, muchas gracias.
Era demasiada cortesía. Solo había pasado el recado.
La historia de Bibi se propagó rápidamente por la mansión. Y eso llevó a que los sirvientes se acercaran aún más.
Le ofrecían comida deliciosa, le daban juguetes lindos, le rezaban con las manos juntas.
Y si le preguntaban algo, solo tenía que dar una respuesta al azar. Incluso si se equivocaba, nadie se lo reprochaba. Pero al parecer, no falló ninguna. Una serie de coincidencias escalofriantes.
Ese cambio también llegó a oídos de Justin. Parece que Ketir había llevado el chisme.
—¿Estás bien?
Le preguntó mientras lo abrazaba. Al principio, Ries no entendió qué quería decir.
Y luego lo comprendió. Justin le estaba preguntando cómo se sentía. Ries lo miró con los ojos bien abiertos.
‘¿Bien? Estoy agotado, eso sí.’
Estaba cansado. Le fastidiaba tener que escuchar cosas que no quería solo por ser una criatura espiritual, y también le incomodaba que le hablaran con esos malditos honoríficos, Señor Gato, Señor Ries…
Pero no fue capaz de decirle nada de eso. Viendo esos ojos preciosos que con tanto cuidado intentaban leer sus emociones, sus ganas de quejarse se desvanecieron.
—¿Entonces el Duque fue elegido por una criatura espiritual?
Le vino a la mente una voz que había escuchado de pasada. Una voz sorprendida, que no ocultaba su extrañeza.
Extendió ambas patas delanteras y presionó con fuerza el pecho de Justin. Hacía tiempo que no lo hacía, pero la sensación seguía siendo tan agradable como siempre.
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♥ Gracias ♥
Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥