El gato está en huelga - Capítulo 37

Pero, ¿ser reconocido por disculparse bien? Y encima por un gato. Ketir sintió una punzante vergüenza que no experimentaba desde hacía mucho tiempo.

 

Mientras terminaba de ordenar la vajilla y se retiraba, lo pensó. El duque estaba más, mucho más loco por su gato de lo que había imaginado…… Y además.

 

‘No importa cuántas veces lo piense, esto es raro.’

 

Una débil sospecha que había tenido empezó a encenderse.

 

Recordó, uno por uno, todos los momentos que había compartido con Ries. Al ver que encontraba el camino solo y entendía bien lo que se le decía, pensó que simplemente era un animal inteligente.

 

Pero ahora…

 

‘…No estoy seguro.’

 

Es demasiado inteligente. Como si hubiera otra cosa dentro de él. Esa extraña disonancia le estaba arañando los nervios a Ketir.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Con sigilo, contuvo la respiración y caminó por el pasillo. Su velocidad no era mejor que la de una tortuga por el esfuerzo de ocultar su presencia, pero era un sacrificio necesario si no quería que la persona delante lo notara.

 

Una cabeza de cabello gris, caída, se balanceaba a unos metros por delante. Su objetivo era el lugar al que esa persona estaba a punto de llegar.

 

La biblioteca de la mansión.

 

‘Si es la biblioteca del ducado, puede que consiga información útil.’

 

No es que fuera a buscar algún libro raro o antiguo de esos que decía Sepite.

 

Ries solo necesitaba información. Más información para comprender la maldición de Justin.

 

Y para eso decidió buscar en la biblioteca. Justo cuando Ketir iba a devolver los libros que Justin había traído (como La historia de la costura, Guía de costura para principiantes, Los 30 diseños más atractivos del Imperio Astot, y otros) Ries decidió seguirlo.

 

Había solo un problema.

 

‘Me está mirando demasiado.’

 

La mirada de Ketir no era normal.

 

Ries, como buen gato, era sensible a las miradas, y enseguida notó que Ketir lo estaba observando cada vez más intensamente.

 

‘¿Por qué será?’

 

Se hizo la pregunta, pero rápidamente se retractó.

 

La respuesta era obvia. Por comportarse de forma poco felina, probablemente había levantado sospechas. Es cierto que entendía demasiado bien lo que se le decía.

 

‘Tal vez debería buscar algo sobre criaturas espirituales mientras estoy en la biblioteca.’

 

Si todo fallaba, pensaba seguir el consejo de Sepite y hacerse pasar por una criatura mágica lista.

 

Ya fuera una maldición o una criatura mágica, necesitaba entrar a la biblioteca sin ser descubierto para obtener información más detallada. Si entraba con alguien más, solo recibiría miradas aún más sospechosas. Mejor ir solo.

 

El seguimiento fue fácil. Ketir entró a una sala al final del pasillo, y Ries, solo tomó nota de su ubicación y escapó rápidamente.

 

Al día siguiente, se encontró solo frente a la biblioteca. Ahora, abrir la puerta era pan comido.

 

Se deslizó por una rendija entreabierta y lo envolvió el espeso aroma del papel.

 

Alzó la cabeza. La vista de las estanterías cubriendo todas las paredes y llenando la sala hasta lo más profundo lo mareó. A simple vista, debían de ser al menos diez mil libros. Una cantidad abrumadora.

 

‘¿Tengo que buscar aquí?’

 

El futuro se veía negro……

 

Antes de comenzar a buscar, echó un vistazo alrededor. Aunque sabía que estaba solo en la biblioteca, por si acaso.

 

Inhaló profundo y cerró los ojos. Imaginó su visión elevándose, sus patas alargándose, su pelaje desapareciendo y su piel volviéndose suave.

 

Como aquella noche, cuando la luz de la luna envolvió todo su cuerpo con calidez.

 

—Fuu.

 

Cuando volvió a abrir los ojos, su visión estaba más alta, tal como quería. Bajó la mirada y vio cinco dedos extendidos ordenadamente. Y un cuerpo desnudo sin una sola prenda.

 

—…Sería bueno tener al menos algo de ropa.

 

Cerró los ojos de golpe, por una razón muy distinta. Ries se apresuró a trepar y envolver su cuerpo con la cortina junto a la ventana. Ya hasta le estaba tomando cariño a esa textura.

 

Tal vez debería robar ropa y esconderla para la próxima vez. No quería seguir teniendo esta experiencia horrenda cada vez que se transformaba en humano.

 

Primero envolvió su cuerpo con la cortina arrancada. Nunca se sabe cuándo podría entrar alguien, así que tenía que acabar con todo lo antes posible.

 

—Este no, este tampoco……

 

Rápidamente empezó a revisar los títulos de los libros. Si veía uno apropiado, pensaba sacarlo de inmediato.

 

Por suerte, lo encontró rápido.

 

〈¿Por qué nos ha abandonado la diosa?―Historia de la caída del Imperio Astot〉

 

Diosa, abandono, caída del imperio. Las palabras clave eran suficientes.

 

Rápido puso el libro en el suelo y volvió a transformarse. Leer con cuerpo humano tranquilamente y que alguien entrara de repente sería el fin.

 

Usó la cortina caída como cojín y abrió el libro. Parecía que había sido publicado hacía tiempo, ya que al pasar las páginas se desprendía un aroma a muchos años.

 

  <Desde que el primer emperador, bendecido por Thalassa, fundó el Imperio Astot, el imperio vivió una era de larga prosperidad bajo su mirada. El mar fue infinitamente misericordioso……>

 

 <…El mar cambió. Olas lo suficientemente grandes como para tragarse a cinco hombres adultos cubrieron la ciudad. Decenas de casas desaparecieron sin dejar rastro, y más de cien personas desaparecieron sin hacer ruido.>

 

  <El sumo sacerdote suplicó misericordia, pero la diosa no respondió.>

 

 <Thalassa retiró su bendición de la santa. 

—Ustedes han roto su promesa conmigo.

La santa transmitió la voz de su madre y regresó a su seno.>

 

 <…Thalassa castigó. El mar devorará el imperio.>

 

Pasó las páginas con esfuerzo usando su pata delantera, que no se movía con precisión. La mayoría del texto relataba los hechos del desastre. ¿Sería esto el desastre que Sepite había mencionado haber vivido?

 

Por lo que parecía, aquel desastre había venido del mar.

 

‘Thalassa es la única diosa del imperio. ¿Quería destruirlo?’

 

Frunció el ceño con fuerza. ¿Tendría que leer hasta el final para conocer toda la verdad?

 

Desvió un momento la mirada y se concentró en el párrafo donde se mencionaba la promesa rota.

 

Plaf. Se oyó caer algo húmedo. Y también una respiración sorprendida. Ries alzó la cabeza de golpe.

 

Se cruzó la mirada con un sirviente.

 

—…….

 

—…….

 

¿Desde dónde había estado mirando?

 

Un silencio mortal llenó la sala. Ries rodó los ojos rápidamente.

 

Un hombre con el rostro congelado y los ojos bien abiertos, y a sus pies, un trapo empapado. Intentó ordenar su mente paralizada.

 

‘¿Desde cuándo?’

 

Estaba seguro de haber cerrado la puerta. Por lo visto, el hombre vino a limpiar la biblioteca. Pero si había abierto la puerta para entrar, debería haberlo oído.

 

Sin embargo, no escuchó ningún sonido. ¿Por qué? No, incluso dejando eso de lado…

 

—…….

 

El libro abierto ante él pesaba como una roca en su pecho.

 

¿No podría pensar que era solo un gato jugando por curiosidad? Encendió en su cabeza una rueda de esperanza, pero la detuvo enseguida.

 

Más que jugar, había pasado claramente las páginas. Una por una. Como alguien leyendo con seriedad.

 

Por la expresión del sirviente, no parecía que se hubiera perdido ese detalle. Así que la verdadera pregunta era

 

‘…¿Desde cuándo lo ha visto?’

 

¿Cuando se transformó en humano? ¿Cuando buscaba libros por ahí? ¿O cuando empezó a leer el libro que encontró? El estrés erizó todo su pelaje.

 

Su cola, por instinto, se había enrollado en su cuerpo. La desenredó torpemente con las patas delanteras y empezó a retroceder lentamente.

 

Debía escapar.

 

Su mente colapsada por el pánico no ofrecía ninguna mejor solución. Con todo el autocontrol que le quedaba, siguió retrocediendo mientras no perdía de vista al otro.

 

Entonces el hombre se acercó.

 

—¡¡¡HISSSSS!!!

 

—¡Hyaah!

 

Echó las orejas hacia atrás y bufó con fuerza. Su cola erizada se sacudía en el aire. Ante esa clara hostilidad, el hombre dio un paso atrás con un chillido ridículo.

 

¡Ahora! Al ver eso, Ries corrió de inmediato.

 

Antes de que el hombre pudiera reaccionar, ya había llegado a la puerta de salida de la biblioteca. Pero no pudo salir de inmediato.

 

‘¿Está cerrada?’

 

La puerta estaba cerrada.

 

Saltó, alcanzó el pomo con una de sus patas. El peso hizo que bajara y la puerta se abrió con suavidad. Salir por la rendija fue fácil.

 

Pero ordenar el caos de pensamientos que brotaba como hongos después… eso no fue tan fácil. Tap tap tap. El sonido de sus patas corriendo por el pasillo se alejaba.

 

‘Si la puerta estaba cerrada…….’

 

Puede que el hombre entrara, cerrara la puerta detrás, y ya. Pero la imaginación de Ries no dejaba de derivar hacia lo peor.

 

¿Y si la puerta nunca se abrió? Es decir… ¿Y si ese hombre ya estaba allí desde el principio?

 

Era una suposición espantosa. Pero no del todo imposible. Después de todo, Ries no había oído la puerta abrirse ni cerrarse.

 

‘Debí haber revisado bien la biblioteca desde el principio.’