El gato está en huelga - Capítulo 35

Por ahora, pensó quedarse junto a su dueño, que parecía eufórico.

 

Y como era de esperarse, el “pronto” que mencionó Justin no se cumplió. Hacer un muñeco resultó ser un trabajo más arduo de lo que había pensado.

 

Alguien que nunca había cosido correctamente no podía hacer un muñeco en un solo día.

 

Ries lo sabía, así que no tenía muchas expectativas, pero Justin parecía ser diferente. Incluso consiguió, a través de Ketir, un libro sobre cómo hacer muñecos, y aunque fingía indiferencia, se notaba decaído.

 

Pero no se rindió.

 

—Lo aprenderé.

 

Si no sabe hacerlo, lo aprenderá. Una actitud ejemplar.

 

Ries decidió apoyarlo desde su lado. Internamente, calculaba los días que tardaría.

 

‘¿Cuánto tomará? ¿Un mes? ¿Dos?’

 

Como nunca había hecho algo parecido, no podía hacerse una idea clara. Pero estaba convencido de que no sería poco tiempo.

 

Sin embargo, lo que Ries no había anticipado era la tenacidad y la obsesión de Justin.

 

Justin se entregó al aprendizaje de la costura con una dedicación casi excesiva, tenía buena concentración y una habilidad innata para sumergirse completamente en una sola tarea.

 

Durante los descansos, antes de comer, después de comer, antes de dormir… incluso pospuso sus entrenamientos de esgrima, que solía hacer cada dos o tres días, para centrarse por completo en aprender a coser.

 

Su actitud tan obstinada hacía que hasta Ketir, al pasar, se sobresaltara. Ries, al ver la mirada de Ketir, como si estuviera viendo a un loco, no pudo evitar sentirse identificado con él, aunque le supiera mal por Justin.

 

‘No esperaba que se lo tomara tan en serio.’

 

Todo esto por culpa de ese pequeño conejo de peluche.

 

Estaba tumbado sobre el escritorio de Justin, observándolo. Su cola, reflejo fiel de su estado de ánimo, golpeaba el escritorio una y otra vez…

 

—Lo siento. En cuanto termine esto, jugaré contigo.

 

Así era. Este hombre se había volcado tanto en practicar la costura que incluso había reducido el tiempo que pasaban juntos.

 

¿De qué servía estar en el mismo espacio? El tiempo que antes dedicaba a acariciarlo, jugar con él, dejar que se acurrucara pegado a su cuerpo… se había reducido a la mitad.

 

Ya había aceptado que no podía abandonar del todo su humanidad, pero en el fondo, su actitud no era muy distinta a la de cualquier otro gato doméstico.

 

¡Estaba haciendo pucheros porque lo acariciaban y jugaban con él menos!

 

Una ola de vergüenza lo invadió. Pero la vergüenza no impedía que el resentimiento aflorara de vez en cuando, y era difícil ignorar esos sentimientos que subían como burbujas.

 

—Ah.

 

Justo cuando tenía los ojos entrecerrados y respiraba con fuerza, Justin soltó un suspiro breve.

 

Rápidamente bajó la mirada. Sus manos mostraban venas oscuras aquí y allá, y una pequeña gota de sangre colgaba de su dedo índice…

 

‘Uf.’

 

Las quejas que hervían dentro de él se disiparon al instante. Sin poder evitarlo, Ries se levantó y saltó directamente al regazo de Justin.

 

—Espera, ten cuidado…

 

—¡Nya!

 

Apartó su mano cuando intentó detenerlo y lamió la gota de sangre. Un leve sabor salado y a sangre se esparció en su boca.

 

Al principio fue un accidente. Lo hizo una vez sin pensar, pero al ver la reacción de Justin, le pareció divertido.

 

Aunque, para ser sincero, Justin se pinchaba el dedo más veces de lo que esperaba, así que lo que comenzó como un accidente y luego fue una broma, pronto se convirtió en costumbre. Todo por culpa de Justin, que se quitó los guantes que siempre llevaba puestos. Decía que lo hacían perder sensibilidad.

 

Ries volvió a subirse al escritorio y se tumbó boca abajo. Sus grandes ojos brillantes miraban fijamente a Justin.

 

—…Gracias.

 

Siempre que hacía eso, Justin dudaba un poco y luego le agradecía. El detalle clave era esa mano que se movía nerviosamente a escondidas.

 

¿No parecía avergonzado? ¿O tal vez tímido? De algún modo, era una actitud que no encajaba con Justin y, sin embargo, le quedaba extrañamente bien.

 

Verlo así le hacía sentir mejor. Quizá también era porque sabía que todas esas acciones eran para hacerle un peluche y dárselo.

 

Justin apartó a un lado unos pedazos de tela desgastados (probablemente un boceto del muñeco) y empezó a mover las manos.

 

Sus dedos, llenos de pinchazos, le acariciaron suavemente la barbilla y luego le rascaron detrás de la oreja con dulzura, como una serpiente deslizándose. Ries cerró los ojos, disfrutando la sensación.

 

Justin susurró en voz baja

 

—Ries. Este tipo de cosas, solo debes hacerlas conmigo. ¿De acuerdo?

 

Abrió los ojos de nuevo. Al quedarse simplemente mirándolo, Justin le tocó la nariz con el dedo del otro lado. Como si lo apurara a responder.

 

—…Nyaa~

 

Soltó un maullido suave, como si respondiera hipnotizado. Justin pareció satisfecho con ese simple maullido.

 

Su mano, que le acarició la espalda como felicitándolo, se separó de nuevo. Luego, esa misma mano (sin una sola marca visible ya) volvió a recoger su labor de costura.

 

En ese momento, Ries recuperó la compostura. Lo miró con una expresión extraña por un momento y luego sacudió la cabeza disimuladamente.

 

Al parecer, su dueño tenía síntomas de ansiedad por separación.

 

‘Qué se le va a hacer. Supongo que debo seguirle el juego.’

 

Aun así, ser alguien en quien otro puede apoyarse era algo que se sentía bastante bien.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

No tardó ni un mes.

 

Mejor dicho, Ries tampoco había considerado la destreza manual de Justin.

 

—Toma. ¿Te gusta?

 

Observó el regordete pez de peluche que se agitaba frente a su cara.

 

Tela de un celeste pálido con un ligero tinte gris, ojos redonditos, boca rosada, y una pequeña colita adorable en la parte de atrás.

 

No parecía hecho por alguien que lo intentaba por primera vez. Es raro decirlo, pero los dedos de Justin merecían el sacrificio.

 

Aun así, ¿hacer un muñeco así en tan poco tiempo? ¡Y con un acabado perfecto!

 

Al recordar cómo Justin pasó todo un día manipulando este redondito y blandito muñeco, no pudo evitar que las comisuras de su boca se levantaran.

 

Ries tuvo que concentrar toda su atención en controlar los músculos faciales para no esbozar una sonrisa extraña con cara de gato.

 

—……¿No te gusta?

 

No pudo evitar dejar escapar una voz triste. Rápidamente, Ries levantó la pata delantera y dio un par de golpecitos al muñeco.

 

—Nyaa~ Nyak.

 

Justin, que lo observaba con cuidado, colocó el muñeco suavemente en el suelo. Ries lo abrazó con sus dos patas delanteras y comenzó a rodar por el suelo.

 

Su pecho se llenó de algo suave y esponjoso. Aunque también era una reacción un poco para mostrar, no pudo ocultar lo elevado que estaba su estado de ánimo.

 

—Qué alivio.

 

Justin pareció complacido con esta efusiva muestra de afecto. Sus ojos dibujaron una curva suave, como si estuviera mirando algo precioso y querido del mundo.

 

Esa mirada era tan intensa, tan incómoda y algo cosquilleante, que sintió cómo se le subía el calor al rostro.

 

Menos mal que estaba cubierto de pelo; de haber estado en forma humana, su cara estaría completamente roja.

 

Desvió los ojos, rodando las pupilas, y llenó su mente con otros pensamientos. Era para no dejar que toda su atención se centrara en Justin.

 

Por ejemplo, cómo iba a usar este muñeco a partir de ahora.

 

‘Tengo que demostrar que lo valoro.’

 

Aunque fue un pensamiento evasivo, pronto se volvió sincero.

 

Una respuesta entusiasta no bastaba.

 

La mitad del agradecimiento era por haberle hecho un peluche con sus propias manos, y la otra mitad, por el deseo de hacerlo feliz. Por eso, pensó aún más en ello.

 

‘Jugaré con él al menos dos veces al día. Hmm, colgarlo en una caña estaría bien. ¿O le pido a Justin que lo lance?’

 

Recordaba que disfrutaba mucho ese juego de lanzar cosas. Ya había dejado atrás la dignidad que pudiera tener como humano (o como semi-humano).

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Desde entonces, ese regordete pez se convirtió en el peluche de apego de Ries.

 

Al principio solo pretendía jugar con él de vez en cuando para que Justin se sintiera orgulloso, pero cuando se dio cuenta, ya era más que eso.

 

Ketir, al ver el muñeco que Justin había hecho en menos de un mes, dejó un breve comentario.

 

—De verdad… es impresionante.

 

A primera vista, parecía una expresión de admiración y respeto, pero en realidad no era así.

 

Mira su cara. Era más una expresión de desconcierto que de respeto hacia su superior directo, como si no pudiera creer que realmente lo hubiera logrado.

 

Sin embargo, aparte de eso, parecía que Ketir estaba bastante contento con la situación. El cambio notable en la actitud de Justin debía ser una gran parte de ello.

 

Y esa actitud no hizo más que animar a Ries. Por eso incluso trajo su lindo peluche hasta la mesa del comedor.