El gato está en huelga - Capítulo 32

Tribu Myojok. Seres capaces de alternar libremente entre la forma humana y la de gato.

 

Si tan solo pudiera volver a transformarse en gato, este problema dejaría de ser una molestia.

 

Por supuesto, no pensaba ocultárselo a Justin para siempre.

 

‘Pero ahora no.’

 

Ries también necesitaba prepararse mentalmente. No deseaba afrontar un cambio en su relación tan de repente.

 

—Eh, con lo joven que eres, ya estás titubeando…

 

Ignoró sin esfuerzo la voz que refunfuñaba.

 

A diferencia de sus temores iniciales por haber cambiado de forma sin querer, al intentar conscientemente volver a ser un gato, le parecía sorprendentemente fácil recuperar la sensación.

 

Concentrando todos sus sentidos en el latido del corazón, e imaginando cómo el flujo sanguíneo giraba por todo su cuerpo hasta reunirse en el centro del pecho…

 

—Oye, déjame preguntarte algo.

 

—…¿Qué cosa?

 

Su pobre imaginación se cortó de golpe con la voz de Sepite.

 

Giró los ojos para mirarlo. El Sepite que flotaba en el aire en una posición extraña ya estaba de pie con postura recta.

 

—¿Te aseguraste bien de que el mocoso estuviera dormido?

 

—¿? Sí. Lo confirmé.

 

—Hmm. Ya veo.

 

Apenas parpadeó con desagrado un momento.

 

Una actitud enigmática, una postura compuesta, una mirada fija al frente (o más allá).  Una inquietud indescriptible empezó a subirle lentamente por el cuerpo.

 

No tuvo tiempo ni de preguntar el porqué.

 

Kururung

 

—…¡!

 

El sonido de una pared cerrada… abriéndose.

 

Después, pasos pesados y tranquilos resonaron. Según sabía Ries, había una sola persona a quien pertenecía ese sonido.

 

—…¿Ries?

 

Instintivamente giró rápidamente la cabeza. Más allá de la pared entreabierta, en la negrura absoluta, unos ojos rojos resplandecían, solos.

 

¡Pum!, el corazón le dio un vuelco.

 

¿Se… encontraron las miradas?

 

—¡Hip!

 

Apenas pensó eso, le dio hipo y su visión se desplomó de golpe. Una tela pesada le cayó encima con estrépito.

 

Miró hacia abajo.

 

Patas delanteras cubiertas de pelaje blanco y suave. Una almohadilla rosada y sobresaliente en el centro, tan familiar que casi le hizo soltar una lágrima de alegría.

 

…Pero eso no era lo importante ahora.

 

‘¿Me… vio?’

 

No pudo ni moverse, solo contuvo la respiración.

Hip, hip.

 

El adorable sonido del hipo, acorde a su pequeño cuerpo, era ahora el único ruido en la galería.

 

La cabeza le daba vueltas.

 

Fue un instante muy breve, pero estaba seguro de que sus ojos se habían cruzado. Las preocupaciones que había dejado de lado regresaron como un tsunami.

 

‘…¿Qué hago?’

 

Cerró los ojos con fuerza. ¿Decírselo? Tal vez sería mejor confesarlo pronto que evadir el tema y hacerse el desentendido.

 

Pero no tenía valor para mirar a los ojos otra vez.

Indeciso, sin poder tomar ningún camino, quedó paralizado como hielo.

 

—Wow.

 

Justin, que se había acercado rápidamente, apartó la cortina que cubría su cuerpo. La luz volvió a inundar su visión oscura.

 

Instintivamente alzó la mirada.

 

El rostro sorprendentemente tranquilo de Justin llenó su campo visual.

 

—Me preocupé al ver que habías desaparecido de repente.

 

Una mano que se acercaba con cuidado lo alzó. Sus movimientos eran tan delicados como si sostuviera algo invaluable, igual que siempre.

 

Incluso sin guantes, con las manos desnudas. ¿Había salido corriendo con tanta prisa? Le cosquilleaba el estómago.

 

—No recomiendo los paseos nocturnos. Ya hace bastante frío.

 

—…Miau.

 

Maulló suavemente. Justin, como si le pareciera adorable que respondiera, le acarició hábilmente la cabeza.

 

Instintivamente frotó su cara contra su mano, pero de repente recobró la conciencia.

En un abrir y cerrar de ojos, estaba siendo abrazado como un muñeco, lo que le hizo sentir una leve incomodidad.

 

Le echó un vistazo a Justin de reojo. Su rostro no mostraba nada diferente de siempre. La balanza de pensamientos, que había estado inclinada hacia una dirección, empezó a nivelarse.

 

‘¿No… me vio?’

 

¿Creyó que sí se encontraron las miradas…?

 

Dos voces en su mente comenzaron a discutir. Una decía que era imposible que no lo hubiera visto. Otra insistía que, de haberlo hecho, no actuaría con tanta calma.

 

Pero antes de que una pudiera ganar…

 

Justin, tras echar una mirada por la galería, empezó a caminar sin dudar.

 

Entonces recordó para qué había venido aquí.

 

‘¡Sepite!’

 

Inmediatamente se aferró a la ropa de Justin. Aunque parecía que lo sujetaba por el cuello como si le tomara del cuello de la camisa, no le importó: la urgencia era mayor.

 

A lo lejos, vio a Sepite. Por alguna razón, parecía más alejado. Apenas cruzaron miradas, Sepite agitó la mano tranquilamente…

 

La intención de no querer involucrarse era más que evidente. Ries quedó pasmado.

 

—¿?

 

Justin le acarició el lomo con calma. Su voz fue suave y serena.

 

—Te llevaré a pasear durante el día.

 

Sin encontrar palabras para rebatir, simplemente se dejó llevar. Salieron de la galería, pasaron por la ventana sin cortinas, subieron las escaleras en silencio y regresaron a su habitación.

 

Fue sólo al ser colocado suavemente sobre la cama que se dio cuenta de que había estado sujetando la ropa de Justin todo el camino. Lentamente soltó sus patas delanteras.

 

Pero por dentro, seguía hecho un caos.

 

‘¿Qué fue… eso…?’

 

¿Para eso lo llamó? Ahora, más que sorpresa, lo invadía la rabia. Las garras, de acuerdo con ese sentimiento, salieron de sus patas.

 

—Shh. Tranquilo.

 

…Y se retrajeron de inmediato. Con una sola palabra amable, su cuerpo se aflojó por completo.

 

Ya había vuelto, no había vuelta atrás.

Si seguía despierto, molesto y sin dormir, solo impediría que Justin descansara.

 

Al ritmo de las caricias suaves que le daban, se dejó caer a su lado. Aunque la cama estaba algo fría, seguía siendo cálida y acogedora.

 

Cerró los ojos. ¿Podría dormir? Después de todo, se había despertado a mitad de la noche y había pasado por demasiadas cosas de golpe.

 

Primero, cambiar de forma inesperadamente, luego volver a la forma humana (desnudo, para colmo), luego arrancar la cortina con todas sus fuerzas, y finalmente, ser ignorado por quien lo metió en ese lío.

 

Y para colmo, el temor de que Justin lo hubiera visto.

 

‘…¿De verdad no me vio?’

 

Sabía que sería absurdo si lo había hecho y actuaba como si nada. Pero algo, como una astilla bajo la uña, no dejaba de molestarle…

 

—Que duermas bien, Ries.

 

Una voz llena de afecto susurró sobre su cabeza.

Y como si todo fuera mentira, las preocupaciones se disiparon.

 

—…Miaaau.

 

Su mente se fue calmando, y el sueño se le acercó lentamente. Ries respondió instintivamente… Algo así como, tú también duerme bien, amo.

 

Gruuup. No pasó mucho hasta que cayó dormido.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

A la mañana siguiente. No solo durmió bien, sino que se despertó muy, muy tarde. Ni siquiera le sorprendía ya.

 

Un aire fresco. Algo que le cosquilleaba la nariz lo hizo entreabrir los ojos.

 

Se frotó el hocico con una pata delantera, sacudió las orejas, y por último, abrió la boca con un gran bostezo. En ese momento, llegaba el saludo matutino de siempre.

 

—Buenos días.

 

—Miau.

 

Una voz suave y redondeada. Ries respondió contento y saltó de la cama.

 

Parecía que el día de Justin había comenzado hacía ya rato. ¿Habrá pasado Ketir? La pila de papeles sobre el escritorio era intimidante, y sus manos, trabajando sin parar, igual de intensas.

 

Recordando lo que había oído como humano, los gatos solían despertar al dueño en plena madrugada…

 

‘Yo no podría.’

 

Ni madrugar ni despertar a nadie. Dormir era más importante. ¿Será porque es un hombre bestia y no un gato normal?

 

Mientras divagaba sin sentido, estiró las patas traseras y empezó a acicalarse mecánicamente. Pero de repente se detuvo.

 

¿Había… olvidado algo?

 

Miró su peludo cuerpo, miró a Justin, concentrado en su trabajo. Y como un rayo, los recuerdos de la noche anterior regresaron.

 

Cierto. Casi lo descubre, ¿no?

 

—…….

 

¿Pero fue “casi”? Terminó su aseo a toda prisa y se sentó con postura firme.

 

Recordaba haber tenido pensamientos similares antes de dormir. Lo calmó el que le desearan buenas noches, pero ahora no era lo mismo.

 

Ries entrecerró los ojos como un lenguado y empezó a observar a Justin. Mientras trabajaba, comía, o incluso cuando le cepillaba el pelaje durante un descanso.

 

Tan absorto estaba que…

 

—Hoy parece que no quieres pasear.

 

—¡¿Miaaau?!

 

Por poco se le olvida el paseo. Saltó enseguida y rascó con fuerza el cajón donde estaba la correa.

 

Ante su insistencia, Justin acabó por sacarla. Detrás de su máscara, los ojos que se veían hoy parecían… decepcionados.

 

En otro momento, habría fingido rendirse y se volvería a acostar, pero…

 

—Está bien. Lo haré pronto.