El gato está en huelga - Capítulo 25

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…Probablemente, aunque lo supiera, no diría nada. Parece entender mejor que nadie que Ketir no está en su sano juicio.

 

—…Sólo fue un desliz. Agradezco su consideración.

 

¿Se lo pensó cinco segundos? Ketir inclinó la cabeza en señal de agradecimiento y se dejó caer en el sofá como si se desplomara. Ries se acercó a él sin hacer ruido.

 

……Está dormido. No han pasado ni treinta segundos.

 

—Debía de estar agotado.

 

Se puso a curiosear por los alrededores, pero Justin lo recogió. Se dejó hacer dócilmente, moviendo la cola. Imaginárselo sin poder dormir y sufriendo hasta quedar así, le dio pena.

 

…Aunque en parte también fue el pensamiento de ‘¿Y si yo también hubiera acabado como él?’, lo que le dio escalofríos. Menos mal que no fue así.

 

Se acurrucó rápidamente en los brazos de Justin.

 

‘Mi precioso tótem… digo, amo.’

 

No me separaré de él. Repetía esa promesa una y otra vez, mientras unos dedos largos le rascaban suavemente la cabeza. La cabeza se le caía sola.

 

—¿Te asustaste?

 

—Meoow.

 

—No te preocupes. No pasará nada. 

 

Ojalá sea así. Ries, más que nadie, deseaba que sus palabras fueran ciertas y comenzó a ronronear con fervor.

 

Pero tres días después, de madrugada, una calamidad lo sorprendió sin previo aviso.

 

―Qué insolente.

 

Dormía plácidamente junto a la almohada de Justin cuando una voz masculina desconocida lo sobresaltó y lo despertó.

 

Antes de que su mente somnolienta pudiera ponerse en marcha, identificó al culpable. Una figura humana que emitía un tenue resplandor azulado.

 

Estaba justo frente a él.

 

—¡Miau!

 

Saltó de un brinco, instintivamente trepando hacia un lugar seguro, el cuerpo de Justin. ¡Despierta, despierta! Lo golpeó con una pata sin sacar las garras.

 

—¡Miaaau!

 

No despertaba.

 

Volvió la cabeza con urgencia para mirar a otro.

 

―Si es por la maldición, no se preocupe. Llevaré un antifaz si hace falta, pero por favor déjeme dormir.

 

…Así había rogado Ketir para conseguir quedarse como huésped. Pero él también parecía estar profundamente dormido, sin moverse ni un ápice.

 

¡Esto es una alarma! ¡Levántense!

 

―Hmm. ¿Intentas despertarlos? Es inútil. Yo los dormí.

 

Incluso mientras revisaba a Ketir, sus patas seguían moviéndose con desesperación… hasta que se detuvieron de golpe. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.

 

Eso significaba que…

 

‘¿No piensa dejar que se despierten nunca más…?’

 

―¡Oye! ¡Jamás dije algo así!

 

¡Qué miedo! Aunque escuchaba palabras, Ries estaba demasiado aterrado para entenderlas.

 

Se metió bajo la manta. Necesitaba un lugar donde esa figura fantasmal no se viera.

 

El amo en quien confiaba no despertaba, acababa de salir del sueño, no estaba en su juicio, y tenía tanto miedo que ni podía pensar. Con esos tres elementos, Ries olvidó por completo algo importante.

 

Los fantasmas pueden atravesar objetos o paredes si así lo desean.

 

―¡Jajaja! Eso no funciona conmigo.

 

Aunque estaba envuelto en la manta, una cara azulada apareció de pronto justo delante de él. Se quedó paralizado, sin siquiera poder gritar.

 

Y entonces…….

 

―Así que, ¿por qué no dejamos esto y… eh?

 

—¡Miek!

 

―Espera. ¿Niño? ¿Te desmayaste? ¿Por verme a mí? ¡Pero qué demonios! ¿Cómo es posible que alguien se desmaye al ver esta cara tan perfecta?

 

Se había desmayado.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Desmayarse fue casi un alivio…… Al menos eso pensó en su mente apagada.

 

Pero las cosas nunca son tan fáciles. Ries despertó pronto del desmayo (del sueño) y, al abrir los ojos, se dio cuenta de que el lugar había cambiado un poco.

 

‘No es un sueño.’

 

Lo supo en cuanto percibió el entorno. Levantó la cabeza con esfuerzo.

 

―Oye.

 

Una luz azulada llenaba su vista. Instintivamente cerró los ojos con fuerza.

 

―Abre los ojos. ¿Sabes cuánto tiempo he perdido por tu culpa? ¿Eh?

 

……No los abriré nunca. Apenas pensó eso, el fantasma chasqueó la lengua y habló con una voz maliciosa.

 

―Si no los abres, no despertaré a esos dos.

 

¿Ahora los fantasmas toman rehenes? Qué bajo. Al final, Ries abrió los ojos con vacilación. Enseguida, su campo de visión se llenó con el rostro del fantasma……

 

‘Este rostro me resulta familiar…’

 

Una galería de arte que visitó por casualidad, llena de retratos, y entre ellos uno de un hombre muy guapo que llamó su atención.

 

Sí. Era igual. Si ese retrato cobrara vida, se vería así.

 

‘No puede ser…’

 

―Estoy un poco azul, pero mejor que el cuadro, ¿verdad? Considérate afortunado por ver esta cara en persona.

 

…Fue como si le cayera un rayo. Antes de que pudiera reaccionar al impacto, el fantasma habló.

 

―Soy Sepite Laufe. El responsable de esa maldita maldición grabada en la sangre de los Laufe. Y por eso, tengo una propuesta para ti.

 

Sus ojos azules brillaron. Por un instante, pareció que una chispa roja cruzaba por sus pupilas.

 

―Tú, el último niño de los Myojok en este mundo. Rompe la maldición de mi descendiente.

 

Sí, la maldición…

 

Un momento. ¿Cómo?

 

Myojok.

 

No parecía referirse a un simple gato común, confundido y aturdido por la avalancha de información.

 

En otras palabras, el cuerpo de gato que habitaba…… no era común.

 

Era desconcertante. A simple vista, no se diferenciaba de los peludos cuadrúpedos que rondaban los callejones.

 

Y de hecho, desde que vivía en ese cuerpo, Ries nunca había sentido nada extraño. Nunca había dudado de su identidad como “gato”.

 

Y ahora, de pronto, le salen con un secreto de nacimiento.

 

Mientras su cabeza daba vueltas en la confusión, el fantasma, Sepite, acercó la cara y gritó. Parecía más sorprendido que él.

 

―No me digas… ¿No lo sabes?

 

—Nyaang…

 

‘¿Saber qué?’

 

―¡Cómo transformarte, transformarte! ¡Eso que ustedes hacen tan bien! ¡Convertirse en humanos!

 

Ries, que hasta hace poco temblaba de miedo, lo miró ahora con ojos fríos.

 

—Meooow.

 

‘¿Cómo quiere que sepa, señor? Es la primera vez que oigo hablar de “Myojok”.’

 

¿Y podía convertirse en humano? Eso era aún más impactante. Los recuerdos tristes del pasado pasaron ante sus ojos como una linterna mágica.

 

‘¿Entonces sí soy un Myojok…?’

 

Y con ello, surgió una duda más fundamental. La enorme cantidad de información lo dejó completamente aturdido. Por otro lado, Sepite parecía afectado por un asunto distinto.

 

―¿Señor…? ¿Me acabas de llamar señor…?

 

……Sorprendentemente, en cuanto oyó eso, se le fue toda la energía. Incluso empezó a pensar con resignación que quizás todo era un sueño.

 

‘Un momento.’

 

Acababa de dejar pasar algo. Algo que no debería haber ignorado. Volvió a levantar la mirada con dificultad.

 

―Señor… Sí. Con mi edad ya soy un señor. Jajajajaja.

 

Dando vueltas en el aire, el fantasma (no, el hombre) seguía en estado de shock. Pero eso no era lo importante.

 

‘¿Entendió lo que dije?’

 

Si no lo hubiera entendido, no habría reaccionado así.

 

—Niaak.

 

‘Oiga.’

 

Se serenó y lo llamó.

 

―¿Eh? ¿Qué pasa?

 

¡Lo entiende! Ries tembló la cola. Acostumbrado a comunicarse sólo con tonos de voz o gestos,

 

Ries estaba… ¿emocionado? ¿Realmente debía emocionarse? Después de todo, era un fantasma. Volvía a sentirse confuso.

 

―¡No, no! ¡Esto no tiene sentido! ¿Dices que es la primera vez que oyes hablar de los Myojok?

 

—Meow.

 

Asintió con la cabeza. Siguió un breve silencio, y Sepite murmuró con expresión amarga.

 

―……Esto es inesperado.

 

Jajaja. Una risa débil y moribunda le siguió. Ries, titubeante, hizo una pregunta.

 

—Nyaaang. ¿Meow?

 

‘¿Entonces es seguro que soy un Myojok?’

 

―Es obvio.

 

La respuesta llegó con absoluta convicción. Señaló con un largo dedo.

 

―Thalassa es la madre del mar. Y el mar ama la vida y la armonía. Por eso, ustedes, los sujin (hombres-bestia), han sido observados con atención por los dioses desde tiempos antiguos. La prueba está en tu corazón.

 

¿El corazón?

 

―Allí se oye el sonido de las olas.

 

El sonido de las olas. Era una expresión que le sonaba familiar. Ries recordó sin querer a aquel veterinario que vio sólo una vez.

 

Un hombre que murmuraba excitado ‘¡Son olas! ¡Definitivamente eran olas!’.

 

‘No. No es momento para recordar eso.’

 

Sacudió la cabeza enérgicamente.

 

Con una prueba tan clara, estaba confirmado que su cuerpo era de un ‘Myojok’. El problema ahora era:

 

—¿Nyaaaak?

 

‘Entonces, ¿cómo me transformo?’

 

Sepite cruzó los brazos y levantó una ceja. Y luego, soltó un grito.

 

N/T: Myojok, Tribu Felina.

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