El gato está en huelga - Capítulo 21

En ese rato, parecía que Justin se había cambiado de ropa. Al voltear la cabeza al notar una presencia cercana, vio que, de algún modo, su atuendo había cambiado.

Seguía vestido completamente de negro, de pies a cabeza. Aun así, se notaba que la ropa era mucho más cómoda.

‘Parece que eso es su pijama.’

Acababa de descubrir una nueva colección de ropa de Justin. Un hallazgo realmente interesante.

Además, había algo peculiar.

‘¿Llevará guantes incluso para dormir?’

Seguía usando guantes.

Aunque llevar máscara podía entenderse, los guantes de cuero negro con esa ropa resultaban extraños. Ries lo observó con atención.

Tal como esperaba, Justin, que dudaba, comenzó a quitarse lentamente los guantes. Aunque no era tan impactante como la vez anterior, sus manos estaban cubiertas de venas negras prominentes.

Parecía preocupado por si eso resultaba desagradable. Era una preocupación exagerada. Ries se acercó trotando y lamió con suavidad la punta de sus dedos, momento en el que Justin pareció finalmente relajarse.

—No hace falta que hagas eso.

Aunque recibió una advertencia, todavía parecía incómodo con el contacto en las zonas afectadas por la maldición.

Se apagaron las luces y ambos se acostaron en la cama. Para ser precisos, Justin se recostó en el centro de la cama, y Ries se acurrucó junto a él.

Era bastante temprano en comparación con la hora en que normalmente dormía. Aun así, por la calidez corporal tan cercana, sentía que se dormiría sin problemas.

Entonces, de pronto, recordó algo. Se decía que la maldición empeoraba durante la noche. ¿Estaría bien eso? Observó atentamente el rostro enmascarado.

—Miau.

—¿Ries?

Tocó suavemente la zona donde se marcaban las venas. Justin, que pareció entender la intención al instante, respondió con una risa en la voz.

—Parece que esta noche estoy bien.

—Miaaau.

Una noticia muy reconfortante. Dejó escapar un largo maullido y abrió la boca para bostezar.

El calor humano y el de los cojines no se comparaba con nada. El costado de su espalda que tocaba el brazo de Justin estaba tan cálido que casi quemaba.

Se le escapó un ronroneo. El ambiente era perfecto para quedarse dormido plácidamente.

Poco a poco, el sueño lo envolvía, y el sonido del ronroneo fue disminuyendo hasta detenerse por completo.

—Que tengas dulces sueños, Ries.

—Mmmm…

Con esa cálida despedida nocturna, se hundió en el sueño. Al abrir los ojos, probablemente sería de mañana. Al pensar en el primer amanecer junto a su dueño, una sonrisa se mezcló en su respiración pausada.

Parecía una noche increíblemente acogedora.

Pero, contra todo pronóstico, Ries despertó de madrugada, cuando aún no había señales del amanecer.

Medio dormido, entrecerró los ojos y miró a quien lo había despertado. A través de la máscara, pudo ver que el entrecejo de Justin estaba completamente fruncido.

—…Ugh.

Además, si afinaba el oído, podía oír un débil quejido. Era evidente que estaba teniendo una pesadilla, así que se levantó tambaleándose.

Para las pesadillas, nada como algo suave y calentito. Su mente adormilada sacó esa conclusión algo extraña.

Y, por supuesto, no se dio cuenta.

Ries trepó por el cuerpo de Justin y, de pronto, ¡plaf! Se tumbó de lleno sobre su pecho.

‘Calentito.’

Ese amplio pecho se sentía como su manta eléctrica favorita, que había dejado en su mundo original…

Sus ya pesados párpados se volvieron aún más difíciles de sostener. No debería quedarse dormido. Para alejar el sueño y consolar a su dueño atormentado por la pesadilla, frotó su cabeza contra su pecho, pero la somnolencia no desaparecía.

Trató de hacer funcionar su mente medio dormida. Las pesadillas dan miedo. Si tiene miedo, hay que consolarlo. Entonces, debería hacerle grooming. Ries no se dio cuenta de que su pensamiento iba por un rumbo muy equivocado.

Una decisión tomada con un razonamiento de una sola dimensión. Su cuerpo obedeció fielmente su voluntad, aunque de forma algo torpe.

—Ha… Ha…

Su pequeña lengua salió tímidamente entre su boquita triangular, pero no alcanzó el cuerpo de Justin y se quedó lamiendo el aire. Sus ojos somnolientos ya estaban medio cerrados.

La lengüita rosada que lamía el aire cada vez más lento, pronto se detuvo por completo. Había perdido la batalla contra el sueño.

Y así, Ries volvió a quedarse profundamente dormido, sin siquiera meter la lengua de nuevo.

Pasó el tiempo, y al día siguiente…

Justin se despertó con la mente clara pero con una extraña sensación de peso. Y al ver a Ries profundamente dormido sobre su pecho, con la lengua ligeramente afuera, no pudo evitar quedarse atónito.

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

Ries decidió tomarse un tiempo para reflexionar seriamente sobre sus hábitos al dormir.

‘¿Por qué siempre que me despierto estoy sobre el pecho de Justin?’

La primera noche que durmió con Justin, al despertar, estaba acostado de espaldas sobre su pecho. Recordó a Justin saludándolo con una expresión entre preocupada y resignada.

Su tonto dueño, incapaz de quitar al gato que dormía sobre su cuerpo, había permanecido quieto incluso después de despertar, por miedo a despertarlo.

Pensó que había sido casualidad, pero al día siguiente, y al otro también, despertó en el mismo lugar.

A ese punto, parecía que el pecho de Justin estaba cubierto de miel o algo así. Le sorprendía que su cuerpo se moviera solo.

‘Recuerdo haberme despertado en la madrugada…’

El problema era que no recordaba qué había hecho antes de quedarse dormido otra vez. Probablemente, en ese momento, había cambiado de cama.

‘¿Y si cambio de posición para dormir?’

Mientras pensaba en algunas alternativas…

—Ries.

Justin lo llamó por su nombre. Al ver su mirada amable y la mano que daba golpecitos como diciendo «ven aquí», todos sus pensamientos parecieron irrelevantes.

—¡Miaaau!

‘Está decidido.’

Parecía que a Justin le gustaba que durmiera sobre él, después de todo.

Corrió rápidamente hacia Justin. O más bien, hacia el plato que estaba a sus pies. Estaba lleno de trozos de hamburguesa picada.

‘Podrían ponerle más salsa.’

Desde el incidente con las uvas, la dieta de Ries había cambiado bastante. Aunque seguía sin tener mucha sazón y apenas llevaba salsas… al menos, ahora comía comida de humanos.

Con alegría abrió la boca, pero luego levantó la cabeza de golpe. Sus ojos se cruzaron justo con los de Justin, que sostenía los cubiertos. Su mano se había detenido a mitad de camino.

Lo miró fijamente sin apartar la vista. La mano que flotaba en el aire bajó lentamente, y Justin suspiró mientras decía su nombre en tono ligeramente reprobatorio.

—Ries…

—Prrr…

Maulló con inocencia, como si no supiera nada.

La verdad es que era muy raro que mirara a Justin durante las comidas. No, más bien, nunca lo había hecho.

Debido al diseño de su máscara, Justin tenía que mostrar parte de la mandíbula inferior para comer. Si hubiera querido, podría haber observado su rostro a escondidas hacía tiempo.

Pero Ries no lo hizo.

Después de todo, usar una máscara significa que uno quiere ocultar algo, ¿no? No era un gato entrometido que invadiera la privacidad ajena.

¿Pero ahora?

Ya no hacía falta evitarlo deliberadamente. Así que quizás podría observar a Justin mientras comía, aunque fuera solo esta vez…

—Ries. Se enfría la comida.

—¡Miau!

¡Eso no puede ser! Rápidamente metió la cabeza en el plato. El punto fuerte de una hamburguesa es esa explosión de jugo caliente que se libera en la boca con el primer mordisco.

Unos minutos después, con el plato vacío frente a él, Ries se golpeó su pancita llena con la patita delantera. Había sido una comida muy satisfactoria.

Le echó un vistazo a Justin y vio que él también ya había terminado de comer. ¡Oportunidad! Ries se levantó enseguida y trotó hacia él.

Se acercó a la mesita de noche, tiró del cajón inferior con la boca y lo abrió. Dentro, estaban guardados sus preciados tesoros.

‘Hoy, este.’

Sin razón aparente, sentía una fuerte atracción por el color celeste. Lo agarró con la boca y saltó sobre el sofá. Al oír una risa suave y apagada cerca de su oído, sus orejas se movieron solas.

—¡Miau!

—Ya voy.

Justin se acercó al sofá y tomó el objeto que llevaba en la boca. Era un cepillo azul con forma de concha marina. Apenas se acomodó, el cepillo empezó a deslizarse por su pelaje.

—Haa. Miaauuu.

Aunque se sentía bien, era demasiado suave. Se quejó un poco, y Justin aplicó más fuerza.

¡Oooh, un poco más fuerte! ¡Así es, perfecto!

Aunque al principio evitaba ese tipo de cepillado por miedo a perder demasiado pelo, después de haber sido cepillado a la fuerza por Ketir, se volvió adicto a esa sensación.

Aunque Ketir tenía mejores manos, lo mejor era que lo hiciera su dueño. Ries se derretía de gusto con el esmero del cepillado.

Y entonces, Ketir, que entró a recoger los platos…

‘Ese gato está haciendo que el Duque lo atienda…’

No podía evitar quedar en shock al ver que el mismísimo duque se comportaba como si fuera un sirviente.