El gato está en huelga - Capítulo 19
Justin también es humano. Puede sentirse profundamente desolado por preocuparse toda la noche por un gato, y si lo dejas solo mucho tiempo, también sabe mostrar que se siente solo.
¿Acaso es una maldición contagiosa? Juzgar a una persona como Justin solo por ese detalle es demasiado cruel.
O quizás…
‘¿Tendrá alguna otra razón?’
A medida que pasaba más tiempo con él, Ries se encontraba cada vez más lleno de preguntas sobre Justin.
Sin embargo, por mucho que Justin lo apreciara, no es como si fuera a atrapar a un gato y contarle toda su historia pasada de una vez. Es decir, no había otra forma de resolver sus dudas que investigando él mismo.
‘Como si pudiera hacerlo.’
Míralo ahora mismo. Aunque su pregunta fue sincera, Ketir probablemente solo escuchó un ‘miau miau’
Y como era de esperarse, Ketir le respondió con una voz falsamente amable.
—Hoy para la cena hay filete de salmón.
Una respuesta muy propensa a malos entendidos. Cualquiera pensaría que estaba protestando por tener hambre.
…Pero como el menú hacía agua la boca solo con escucharlo, decidió no señalar el malentendido y dejarlo pasar en silencio.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
Una noche cualquiera a la hora de la cena.
Un filete de salmón, de color especialmente apetitoso, llenaba el plato. Su piel crujiente y la carne rosada dorada despertaban las papilas gustativas.
Cada bocado hacía que la carne rosada se deshiciera suavemente en la boca, mezclándose con la cremosa y suave salsa.
El condimento era más bien suave, pero precisamente por eso realzaba el sabor del salmón.
No podía estar más satisfecho. Ries comía a toda prisa. Dejar que se enfriara sería un crimen.
Pero justo cuando había devorado dos tercios, tuvo que levantar la cara del plato de golpe, como si se la estuviera tragando.
—¡Haaah…!
El primer impacto fue un gemido de dolor. La silla cayó ruidosamente hacia atrás, y los platos y utensilios cayeron al suelo, rompiéndose en pedazos.
Fue solo un instante de desconcierto. El agudo sonido de algo raspando sobre la mesa lo devolvió a la realidad.
Ries corrió hacia Justin de inmediato. Algo andaba mal. La inquietud le erizaba el pelaje, no podía quedarse quieto.
—Ku, huh… Ries… Ries…
Justin tambaleaba. Se sujetaba con fuerza el pecho (específicamente, la zona del corazón) al punto de arrugarse la ropa. El único ojo visible estaba inyectado en sangre, deformado por el dolor.
Pero esa mirada teñida de sufrimiento también contenía desesperación. Ries lo entendió instintivamente. Justin estaba esperando algo de él.
—¡Khuh!
Antes de siquiera entender qué era, Justin dejó escapar una respiración entrecortada. Su cuerpo ya se había derrumbado parcialmente sobre la mesa.
‘¡……!’
En ese momento, Ries abrió los ojos de par en par.
Gotas rojo oscuro caían debajo de la máscara. El olor a hierro llenó el ambiente, dejando una mancha espesa en el suelo. No era una respiración agitada. Justin… había escupido sangre.
‘¿Veneno…?’
Con la mente aturdida, eso fue lo único que pudo imaginar. Ries abrió la boca por instinto y lloró.
—¡Miaaaaau! ¡Miaaau!
Seguía siendo un gato, y no podía hacer nada…
No, al menos había algo que sí podía hacer. Llorar lo más fuerte posible para llamar a Ketir, que probablemente estaba en el mismo piso.
Corrió hacia la puerta cerrada y la arañó con fuerza. Las garras dejaron largas marcas en la madera.
—¡Miaaaaaaau!
Tenía miedo de mirar atrás y ver a Justin colapsado. Ver sangre humana era algo casi ajeno a su vida, lo que lo aterraba aún más.
‘No.’
No podía permitirlo. Aún no llevaba mucho tiempo en este lugar. Justin apenas comenzaba a volverse importante para él…
De pronto, la puerta se abrió.
‘¿Afuera?’
No, se abrió desde adentro. Giró con un chirrido. Justin aún estaba allí, respirando con dificultad.
—…Ries. Es hora de que regreses.
—……¿?
Ries dudó de sus oídos por un instante.
‘¿Qué fue lo que acabo de oír?’
Era tan absurdo que incluso el terror que lo dominaba comenzó a disiparse como si se desinflara. Ries lo miró con atención.
La sangre seguía cayendo. Los ojos, inyectados en sangre. El cabello negro mojado caía sobre su máscara, empapado de sudor frío. Claramente había sudado a chorros.
Si fuera humano, le habría gritado. ¿Cómo puedes decir que me vaya cuando estás en ese estado?
Justin se acercó. Como si intentara empujarlo hacia afuera. Ries inmediatamente echó las orejas hacia atrás y soltó un bufido.
—¡Hssss!
Su cola golpeaba el suelo con disgusto. Una señal clara de rechazo.
Sabía que no podía ayudar en nada. Pero echarlo… era distinto. Esto no era una cuestión de ayuda, sino de confianza.
Quizá Justin lo intuyó, porque se detuvo. En su lugar, bajó el cuerpo lentamente.
El olor a sangre era tan fuerte que le aturdía la cabeza. Los jadeos y los gemidos, que se mezclaban como una disonancia, encendieron de nuevo el miedo.
‘Va a decir algo raro otra vez…’
Erizó la cola.
—Hah… hah… Ries.
Pero Justin tomó aire un par de veces, y con una voz increíblemente baja y temblorosa…
—……Por favor.
Suplicó.
Se le fue toda la fuerza. Se olvidó incluso de golpear el suelo con la cola y se quedó completamente quieto.
—Por hoy, regresa… khuh. Huff… Mañana, nos veremos otra vez.
Lo entendió instintivamente. Eso era lo que Justin deseaba desesperadamente. Quería quedarse solo en la habitación.
Otra vez, gotas de sangre cayeron al suelo. A pesar de que parecía a punto de colapsar, Justin acarició a Ries con una mano limpia.
Pero sus dedos temblaban con pequeños espasmos. Seguía aguantando el dolor. Aun así, habló con calma.
—……Todo estará bien. Como cada día.
Como cada día. Esa frase se le clavó como una espina. Justin volvió a empujar suavemente su cuerpo. …No pudo resistirse.
En ese momento, Ketir entró corriendo tras el alboroto. Había sudado tanto que su rostro estaba empapado.
—¡Mi señor!
Observó la escena, la puerta abierta de par en par, Justin bloqueando el paso, y Ries a sus pies. Ketir entendió rápidamente y preguntó con incredulidad
—¿Todavía no ha tomado el medicamento?
—…No.
—…Llevaré a Ries conmigo. Por favor, descanse.
El gato atrapado en medio intentaba comprender la conversación.
Medicamento. Como cada día. Esas palabras resonaban en su mente. Y entonces llegó una revelación como un rayo.
‘¿No era veneno?’
…Entonces solo quedaba una posibilidad.
La maldición de la que Justin estaba enfermo. Dolor diario, y el medicamento que tomaba para aliviarlo.
‘Pero entonces, por qué…’
¿Por qué me echó?
Era aún más incomprensible. Pero antes de poder resolver esa duda, Ketir lo tomó.
Parecía decidido a dejar solo a Justin. Mientras Ketir retrocedía, también lo hizo el cuerpo de Ries, alejándose a la fuerza de Justin.
Chirr. La puerta se cerró con un sonido desagradable. A través de ella, la silueta de Justin se desvanecía.
No. Esto no estaba bien. Justo antes de que la puerta se cerrara, Ries se retorció con todas sus fuerzas. Sujetó el brazo de Ketir con una pata y estiró la otra lo más posible.
Milagrosamente, su garra tocó la puerta.
Y entonces.
Justin se volvió.
—……¡!
Cabello negro. Ojos rojos. La máscara caída. Su rostro desnudo por primera vez. Todo quedó grabado con claridad en sus retinas.
La sangre acumulada tras la máscara caía como lluvia. Debajo, se reveló una piel pálida. Pero en esa piel…
Venas negras sobresalían. Comenzaban en el cuello y se extendían por la mandíbula, las mejillas y alrededor de los ojos, como una telaraña densa.
Ya cubrían la mitad de su rostro, y palpitaban como si estuvieran vivas, deseando devorar aún más.
Eso era, sin duda, una maldición. No había otra palabra para describirlo.
Y entonces lo comprendió. Por qué Justin, a pesar del dolor, había insistido en echarlo.
‘No quería que lo viera así.’
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♥ Gracias ♥
Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥