El gato está en huelga - Capítulo 14
Se dejó caer de espaldas tal cual. Mostró su vientre y se tumbó.
Se reveló su vientre blanco y suave. Gracias a que siempre insistía en que lo bañaran cada vez que veía a Ketir, su pelaje, limpio y esponjoso, no tenía ni una mota de suciedad.
—…….
Justin no dijo nada. Ni siquiera lo acarició con la mano.
A simple vista, parecía una reacción extremadamente fría, pero Ries, que había estado observando a Justin durante todo ese tiempo, podía entender lo que realmente sentía con los ojos cerrados.
Eso era que lo encontraba adorable.
Al principio, cuando había decidido seducir a Justin, pensó que esa reacción tan pétrea significaba que no le gustaban los animales.
Pero cuanto más tiempo pasaba con él, más podía descubrir otras facetas poco a poco.
Cosas como cómo su cuerpo se tensaba cuando lo rozaba levemente, su mirada que no se apartaba, o cómo su mano se alejaba de repente si sus ojos se encontraban al intentar acercarse con dificultad.
Ahora también era así. Quizá por ser la primera vez que mostraba este tipo de ternura, diferente a las anteriores, el impacto fue aún mayor.
Aprovechando su reacción, Ries se frotó la espalda de un lado a otro. Así estuvo hasta que Ketir regresó con el rostro sonrojado después de ir a buscar unos documentos.
—¿Duque?
—……Ah. ¿Ya volviste?
Justin finalmente relajó su cuerpo, que estaba rígido. Ketir entrecerró los ojos ante su torpe reacción, como si su mente estuviera en otro lugar.
Y, como era de esperarse, no tardó en descubrir a Ries recostado sobre las piernas del duque, con el vientre completamente expuesto.
Mira cómo tiene juntas las patas delanteras y extendidas las traseras. Ketir comenzaba a sospechar si no habría una persona dentro de ese gato. Aunque, por supuesto, eso era imposible.
Aun así, explicó en voz baja para Justin, que no podía apartar la mirada del gato.
—Dicen que los gatos sólo muestran el vientre a quienes consideran de confianza. Parece que le agrada, señor.
—…¿En serio?
Esa fue toda su respuesta. Pero como alguien que había servido durante tanto tiempo al duque, Ketir también conocía bien sus formas de actuar.
Se ve que está de buen humor. Aunque se guardó esa observación para sí mismo, sin decirla en voz alta.
Mientras tanto, Justin colocó cuidadosamente el collar en el cuello de Ries. El gatito sacudió la cabeza, lamió el guante y saltó al suelo de un brinco.
Ries corrió directamente hacia la puerta y se quedó curioseando, hasta que Ketir lo tomó para salir con él.
En la habitación, ahora vacía, Justin bajó la mirada. Tardó un buen rato en volver a mover su mano, que sostenía una pluma.
Sentía el pecho inusualmente frío.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
Ketir, quien por primera vez en su vida salía a pasear con un gato, se sumió por un momento en la preocupación.
‘¿A dónde lo llevo?’
No había mucho tiempo para salir. Aunque no había gran cosa que ver, no le quedaba más que dar vueltas por los alrededores de la mansión.
Sin embargo, para su sorpresa, Ries no parecía tener intención alguna de salir fuera de la propiedad.
—¿Quieres mirar por dentro?
—Meow.
El maullido que respondió le dio la extraña impresión de que el gato realmente le había entendido.
Ries ya estaba bajando las escaleras con pasos cortos y ágiles. Ketir, con cierta molestia, lo siguió.
Bueno, si ya se comporta como una persona al tumbarse mostrando la barriga, le gusta bañarse, y pide salir de paseo, tampoco debería sorprender que responda bien.
Ketir se deshizo pronto de su incomodidad.
Pero las pruebas aún no habían terminado.
—……Ha.
Ketir suspiró brevemente. Sintió como si un sudor frío recorriera su espalda.
Lo perdió de vista.
‘…¿Dónde se metió?’
Ries miró hacia atrás, confundido.
Estaba completamente solo. Ketir, que había estado siguiéndolo hasta hace un momento, había desaparecido sin dejar rastro.
Quizás el problema fue que se había acostumbrado demasiado a la atmósfera tétrica y, al no querer perder ese rastro de otra presencia, se lanzó a correr sin pensarlo. Seguro que ahora estaría muy desconcertado.
Recordaba perfectamente el camino por el que había venido, así que bastaría con regresar y disculparse luego.
—¿Oh, un gatito?
Por ahora, era momento de concentrarse en este nuevo encuentro. Ries observó con interés a la mujer frente a él.
Por su vestimenta y la ropa que llevaba en brazos, parecía una sirvienta de la mansión.
Sus ojos eran amables, y tenía pecas en las mejillas. Dejó apresuradamente la canasta de ropa en el suelo y se acercó.
—¿Entraste a escondidas? No, veo que tienes dueño.
Al notar el collar, su rostro se iluminó. Parecía aún más inocente de lo que aparentaba.
—Veamos, tu nombre es……
Su rostro se tornó afligido. Su expresión cambiaba con una rapidez sorprendente.
—Lo siento. No sé leer… ¡Ah! Mi compañera sí sabe. ¿Quieres venir conmigo? Si sabemos tu nombre, podremos encontrar a tu dueño enseguida.
Lo único seguro era que tenía un corazón muy amable, tanto como para querer devolver un gato desconocido a su dueño. Le cayó bien.
—Meow.
Ries maulló brevemente como agradecimiento y se frotó contra su mano.
—¡Aww, qué ternura……!
Su rostro redondo se sonrojó. No pudo resistirse y empezó a acariciarlo, cosa que a Ries le agradó por la reacción divertida.
Ojalá mi dueño también me acariciara así. Con ese deseo que sabía inalcanzable, decidió centrarse en entretener a la sirvienta.
Maulló agudamente, giró en círculos a su alrededor, jugó a atrapar la ropa que llevaba en la boca…
Y de pronto, se dio cuenta. Empezó a sentir que sudaba.
‘…¿He jugado demasiado?’
Casi podía oír el suspiro de alguien que debía estar buscándolo sin descanso.
Quizás disfrutó demasiado ser mimado. Ries, con una creciente sensación de peligro, dejó caer una de las prendas que tenía en la boca.
—Meow.
‘Cuídate. Me voy.’
Ya había satisfecho su curiosidad y jugado lo suficiente. Aunque no había explorado toda la mansión, era momento de dar por terminado el paseo.
Se dio la vuelta y empezó a correr por el pasillo, pero extrañamente, oyó pasos muy cerca de él.
—¡Gatito, espera! ¿Adónde vas?
Al mirar atrás, vio que la sirvienta corría sin aliento tras él, incluso había dejado su canasta de ropa.
—¡Si deambulas así podrías perderte! ¡Déjame encontrarte a tu dueño!
Una oferta muy amable, pero… Ries no había perdido a su dueño, vivía en esa misma mansión y se sabía todos los caminos.
No le preocupaba que lo atraparan. Le preocupaba que el alboroto fuera mayor de lo previsto.
A este paso, sería más probable que Ketir lo encontrara primero al oír todo este escándalo antes de que pudiera regresar por su cuenta.
‘Eso no me conviene.’
Lamentándolo por la amable sirvienta, aceleró aún más el paso.
Lo que no había anticipado eran dos cosas, que la sirvienta tuviera una resistencia física tan notable, y que su tenacidad fuera más allá de lo imaginable.
Al final, logró perseguirlo hasta el piso donde Ries solía estar.
—¡Haa…!
Y terminó topándose de frente con el dueño de la casa, que había salido a su encuentro. Al ver su expresión de espanto, Ries se sintió algo culpable.
‘Te dije que no me siguieras.’
La miró con ojos compasivos, pero algo andaba mal. Su reacción era demasiado extraña. Estaba tan pálida que parecía enferma.
Y entonces, se dejó caer. No, se arrodilló. Como alguien que suplica perdón.
—Lo-lo siento mucho…….
—…….
—¡No volveré, nunca más volveré a pisar este lugar sin permiso! ¡Por favor, le ruego, sólo le pido que me perdone la vida……!
Y luego, golpeó su frente contra el suelo. Esa reacción, más allá de toda lógica, hizo que a Ries se le erizara la cola.
¿La vida?
¿Quién arrebataría la vida de alguien sólo por subir al piso equivocado? Incluso si existiera alguien tan loco en algún rincón del mundo, Justin no era así.
Giró la cabeza para mirar su rostro. O más bien, sus ojos, lo único visible tras la máscara.
No mostraban nada. Su mirada vacía era como la de alguien completamente aislado del mundo.
Ries, por reflejo, se movió. Usando sus garras, enganchó el bajo del pantalón y lo tironeó con fuerza, logrando finalmente que Justin lo mirara.
—Ah.
Poco a poco, los ojos color ámbar empezaron a llenarse de emoción. Ya se veía mejor.
Pero, para la sirvienta, eso no pareció una buena señal. Su cuerpo, ya tembloroso, empezó a sacudirse como un localizador vibrando.
Parece que una conversación pacífica está fuera de cuestión. Si al menos pudiera hablar, podría calmarla y hacer que se fuera, pero lamentablemente, Ries sólo sabía decir ‘miau’.
Sin embargo, incluso si el cielo se derrumba, siempre hay una salida. Y la solución llegó por sí sola.
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Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥