El gato está en huelga - Capítulo 124

  1. Home
  2. El gato está en huelga
  3. Capítulo 124
Prev
Next
Novel Info

Desde entonces, todo avanzó como si estuviera escrito.

 

Traer a Hillein quedó a cargo de Sepite. Ries, en cambio, se mantuvo pegado a Justin, que parecía sumido en sus pensamientos.

 

De reojo, una mirada empapada de pensamientos se volvió hacia su dueño, que ahora también era su amante.

 

Alguna vez Ries había asegurado que con solo mirar los ojos de Justin podía intuir qué emoción lo habitaba. Pero hoy no era el caso.

 

La forma en que miraba por la ventana tenía algo inusualmente complejo. Era difícil descifrar qué pasaba por su mente. Sus ojos parecían tensos… o tal vez no.

 

—……

 

A simple vista, parecía que el más nervioso era el.

 

La emoción de haber dado por fin un paso adelante duró apenas un instante. Bastaba con aflojar un poco el control para que las piernas, contagiadas por la ansiedad del cuerpo, comenzaran a temblar sin permiso.

 

Y cómo no. Después de todo, los había observado durante años, y aunque ninguno tenía una personalidad que se prestara a palabras impulsivas… eran más de veinte años.

 

Más de veinte años corriendo en líneas paralelas, y recién hoy estaban a punto de reencontrarse de verdad. ¿Cómo no estar nervioso?

 

—Todo irá bien. Va a salir bien.

 

Por eso Ries apretó la mano de Justin y repitió esas palabras como si fueran un conjuro capaz de hacer realidad cualquier deseo.

 

Sin saber que su preocupación, expuesta con tanta honestidad, era justo lo que le daba calma a Justin. Las manos entrelazadas se apretaron aún más.

 

Y cuando ese instante, que para algunos traía incertidumbre y para otros inquietud, por fin se presentó ante ellos…

 

Justin miró, como hipnotizado, a la mujer que Ries había traído consigo y que ahora se revelaba ante él.

 

El cabello castaño que se agitaba al viento, los ojos que contenían el cielo del atardecer, el temblor nítido que aún persistía en su mirada… todo fue robándole la atención, poco a poco.

 

Tal vez por la edad en que había muerto, su aspecto juvenil la hacía parecer de su misma generación. Pero esa apariencia bastaba para sacar a flote recuerdos que él había enterrado hacía mucho.

 

―…Hola, Justin.

 

Una voz suave, como un cosquilleo, pronunció su nombre con cuidado. Y gracias a eso, una escena borrosa del pasado empezó a volverse nítida.

 

El retrato de una mujer que había visto una sola vez en su infancia.

 

Después de que su padre lo descubriera mirándolo y lo reprendiera con dureza, no volvió a verlo. Pero aunque había pasado mucho tiempo, el recuerdo seguía vívido en su mente.

 

—…Hola.

 

Recién entonces, Justin sintió que la mujer frente a él era realmente parte de su familia. Y, con una torpeza poco habitual, le devolvió el saludo.

 

Sus ojos rojos, que se habían agitado brevemente, volvieron a fijarse en ella.

 

Una vida marcada por el odio y la malicia le había enseñado que, si se quedaba quieto y miraba a alguien a los ojos, podía intuir, aunque fuera vagamente, el contorno de sus emociones.

 

Incomodidad y temor, la distancia cruda de quienes intentan ocultar lo que sienten. Pero en la mujer frente a él no había rastro de eso.

 

Lo que llegó entonces fue una revelación inesperada. Ries tenía razón. Aquella mujer, su madre biológica… no lo odiaba.

 

—Me alegra poder hablar contigo así. Soy Hillein. Hillein Lauphe.

 

—Sí. Ries y el ancestro me hablaron de usted. Soy Justin Lauphe.

 

Pero hasta ahí llegaron.

 

—……

 

—……

 

Un silencio repentino y sin sonido se interpuso entre los dos, pesando como una losa. Apenas habían intercambiado saludos y nombres. Madre e hijo no lograban decir nada más, solo se quedaban allí, incómodos, sin saber cómo continuar.

 

Claro que ambos tenían sus razones.

 

Uno, por la culpa densa que aún lo habitaba. El otro, porque era la primera vez que se encontraba cara a cara con su madre biológica, con una familia que, para colmo, le mostraba afecto. Todo era demasiado extraño.

 

Así que, por puro instinto, tomaron distancia. Y en medio de los dos, atrapado sin escapatoria, quedó Ries.

 

‘Me… me estoy asfixiando.’

 

La semimanifestación de Hillein era algo que solo el podía sostener.

 

Para que madre e hijo pudieran comunicarse con fluidez, debía mantener el contacto con Hillein. Eso significaba quedarse allí, justo entre los dos.

 

Pero ninguno parecía dispuesto a abrir su corazón. Hillein apenas movía los labios, como si las palabras se le atascaran. Y Justin…

 

—…

 

Ries, al recordar el pasado, renunció pronto a cualquier expectativa.

 

Con el tiempo, al compartir más momentos, abrirse y profundizar en sus emociones, el y Justin habían llegado a tener una relación cercana. Pero al principio, esperar algo así era impensable.

 

Para obtener una sola respuesta, a veces tenía que esperar varios minutos. Ahora lo recordaba como una anécdota, pero en su momento fue una lucha casi desesperada.

 

Así que no era realista esperar que él fuera quien diera el primer paso. Intuía que aún quedaba mucho camino por recorrer.

 

Finalmente, Hillein se decidió a hablar.

 

—Sé que debo parecerte extraña. Y entiendo que, por ahora, te resulte difícil verme como tu madre.

 

—Eso…

 

—Pero si para ti está bien, si no te molesta que esté cerca… ¿podría quedarme a tu lado? Me gustaría poder verte. Y si de vez en cuando podemos hablar así, sería aún mejor.

 

Sus cejas, tan bien delineadas, se inclinaron levemente hacia abajo, y su voz se volvió infinitamente cuidadosa. Había una tristeza serena en su gesto que hizo que la mirada de Justin se perdiera un momento en el vacío.

 

Toc, toc. Ries le dio un par de golpecitos en el dorso de la mano que aún sostenía. Solo entonces él logró articular, con torpeza:

 

—No me… no me molesta. Nunca lo he pensado así.

 

—¿De verdad?

 

—Sí.

 

—…….

 

Los labios de Hillein se deshicieron por un instante. Temblaron levemente, se fruncieron, se torcieron hacia abajo como si fuera a echarse a llorar… hasta que, por fin, dibujaron una curva nítida.

 

—…Gracias. De verdad… has crecido tan bien.

 

Estaba feliz. Tan feliz que quien la observaba desde cerca apenas podía imaginar la magnitud de lo que sentía.

 

Justin, al verla de frente, se estremeció sin disimulo. Su mirada se volvió aún más inquieta, más errática.

 

No volvieron a intercambiar palabras significativas, pero el aire ya no pesaba como antes. Ries, resignado, tuvo que admitirlo.

 

Para ellos, ahora mismo, esta distancia y este ritmo eran los más adecuados. Aunque la opresión en el pecho, la preocupación y esa leve tensión que le quemaba por dentro no desaparecieran del todo.

 

Y al parecer, no era la única que se sentía así.

 

—Ay… cuando uno empieza a mejorar, el otro se descompone…

 

A su lado, se oyó un murmullo entre suspiro y queja. Aunque la primera parte parecía referirse a ella misma y le dio un poco de vergüenza, Ries no pudo evitar asentir con fuerza, por dentro, a las palabras de Sepite.

 

  *

 

Hillein cumplió su palabra. Sin interferir, se mantuvo al lado de Justin sin faltar ni un solo instante.

 

Cuando dormía, cuando comía, cuando revisaba el trabajo atrasado, cuando salía a caminar, cuando pasaba por el patio de entrenamiento para practicar un poco de esgrima.

 

Incluso cuando había otras personas cerca, ella no se apartaba.

 

Aunque no pudiera mostrarse, se mantenía firme, orbitando a su alrededor con una ternura que hacía difícil imaginar cómo había logrado mantenerse lejos hasta ahora.

 

A veces, intercambiaban breves palabras.

 

—¿No eres muy quisquilloso con la comida, verdad? ¿Qué te gusta comer?

 

—Tu letra está mucho más ordenada. La última vez que la vi era toda irregular… Me alegra ver que te has convertido en un adulto digno de llevar el nombre de la casa.

 

—Has mejorado muchísimo con la espada. No es que yo sepa mucho de esgrima, pero puedo notar cuánto te has esforzado. ¿Dicen que estás entre los mejores del Imperio? ¿No? ¿El mejor? ¡Dios mío!

 

—¿Cuántos cepillos tienes? ¿No son demasiados? ¿Eh? ¿Son para cepillar el pelaje de Ries? Ya veo… Bueno, en ese caso, creo que no son suficientes. Deberías tener uno de cada color y elegir el que más te guste según tu estado de ánimo del día…

 

Comida, caligrafía, esgrima, los juguetes que Justin tenía en un rincón del despacho o del dormitorio. Los temas cambiaban cada vez, pero ella siempre mostraba un interés desbordante.

 

Como si quisiera conocer cada gesto, cada hábito, cada palabra, cada gusto de Justin, y guardarlos con cuidado en su corazón.

 

Y con el paso del tiempo, Justin también empezó a cambiar.

 

La incomodidad que se había aligerado, las respuestas que empezaban a tomar cuerpo, la voz que, aunque torpe, se adelantaba a hablar incluso cuando el otro no daba pie.

 

Ries lo observaba todo con sumo cuidado. Era la imagen de alguien que, al tomar entre sus manos algo que siempre creyó ajeno, comprendía por fin que también había sido amado.

 

—Tranquilo, Justin. Estoy segura de que le encantará.

 

También ahora era así.

 

Una sugerencia suave, casi al pasar, el calor que le llegaba a través del contacto. Justin, al percibirlo, dejó atrás sus titubeos. Tras una respiración profunda, por primera vez, le propuso a su madre salir a caminar.

 

—…¿Le gustaría dar un paseo? Hace poco renovamos el jardín. A estas alturas, las flores deben de estar en plena floración.

 

—Ah…

 

Los ojos que se mantenían gracias al poder de Ries se agitaron con fuerza. Como un barco sacudido por la tormenta, como el reflejo del crepúsculo sobre el agua, temblaron… hasta que, por fin, se curvaron en una sonrisa.

 

—…Claro. Por supuesto.

 

Justin extendió la mano con cautela. Aunque no pudiera tocarla, aunque no sintiera su calor, Hillein hizo el gesto de posar la suya sobre la de él.

 

“Soy tan, tan feliz.”

 

Estaba segura de que si apartaba la atención por un segundo, las lágrimas se le escaparían.

 

Pero no podía permitirse llorar a mares siendo ya una adulta. Así que, en su lugar, sonrió aún más, como si con eso pudiera contener lo que sentía.

 

Y entonces, una mirada que la observaba en silencio.

 

—……

 

Sepite desvió a duras penas la vista de la figura fantasmal. En sus ojos redondos, emociones entrelazadas en múltiples capas surgieron y se deshicieron.

 

—Los dioses… qué crueles pueden ser.

 

Frente a él se abría una encrucijada. Pero, al final, ambos caminos llevaban al mismo desenlace. Uno que nadie desearía alcanzar.

Vistas totales: 0
Prev
Next
Novel Info

Comments for chapter "Capítulo 124"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

You must Register or Login to post a comment.

♥ Gracias ♥

Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥

All Genres
  • +19 (193)
  • Acción (49)
  • Adulto (193)
  • Apocalíptico (5)
  • Aventura (24)
  • BDSM (18)
  • BL (184)
  • Ciencia Ficción (13)
  • Comedia (121)
  • Crimen (27)
  • Demonios (19)
  • Deportes (7)
  • Descensurado (19)
  • Drama (304)
  • Ecchi (17)
  • Familia (22)
  • Fantasía (217)
  • Gender Bender (6)
  • GL (7)
  • Gogogo (72)
  • Harem (18)
  • Histórico (59)
  • Horror (8)
  • Isekai (19)
  • Josei (118)
  • Magia (28)
  • Mazmorras (4)
  • Militar (7)
  • Misterio (30)
  • Omegaverse (11)
  • Psicológico (30)
  • Reencarnación (34)
  • Regresión (15)
  • Romance (358)
  • Seinen (5)
  • Shoujo (94)
  • Shounen (13)
  • Sistemas (2)
  • Smut (105)
  • Sobrenatural (43)
  • Soft BL (27)
  • Supervivencia (11)
  • Terror Psicológico (11)
  • Thriller (9)
  • Tragedia (36)
  • Trasmigración (17)
  • Vampiros (3)
  • Venganza (20)
  • Vida cotidiana (47)
  • Vida escolar (54)
  • Videojuegos (7)
  • Wuxia (0)

Madara WordPress Theme by Mangabooth.com

Sign in

Lost your password?

← Back to New Cat

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to New Cat

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to New Cat