El gato está en huelga - Capítulo 107
Ries volvió a convencerse. Ketir era, sin duda, un farsante.
—Ughhh…
Montones de papeles se apilaban frente a sus ojos. Estaban llenos de “conocimientos básicos que todo asistente debía saber”. Intentó memorizar garabateando palabras sueltas en hojas en blanco, pero había un límite para todo.
—Bien, por hoy basta con memorizar hasta aquí.
—¿¡Hay… hay más!?
—Sí. Si queremos terminar en una semana, hay que avanzar esta cantidad diaria…
No podía soportarlo más.
Su cabeza, ya saturada de información innecesaria, giraba como un trompo y empezaba a irradiar calor. En ese instante, Ries cambió de forma con un ¡puf!
El humano que estaba sentado desapareció, y en su lugar quedó un gato amarillo. Esta vez, la ropa no se le cayó encima. El artefacto mágico había funcionado como debía.
Ketir apenas abrió la boca para decir algo, pero Ries ya había salido disparado, escondiéndose tras Justin.
Su cuerpo redondeado se ocultó por completo, dejando solo la punta de la cola asomada, flotando en el aire.
—……
—……
Los dos humanos restantes guardaron silencio. O mejor dicho, se miraron fijamente en una tensa confrontación muda.
Ketir fulminó con la mirada a su superior. El gesto decía claramente: “Por favor, deje de encubrirlo”. Justin, al captar el mensaje, desvió la mirada con disimulo.
Aunque Ries no presenció ese intercambio, lo supo. ¡Su amo estaba tratando de protegerlo!
—¡Meoooow! ¡Miau, miaaau!
Como un cachorro que se vuelve valiente en manos de su dueño, Ries maullaba con entusiasmo desde detrás de Justin. No eran palabras humanas, sino sonidos felinos, imposibles de entender para Ketir.
Pero la escena hablaba por sí sola. Seguro que estaba diciendo algo como “me va a explotar la cabeza” o “no quiero estudiar”. Ketir soltó un suspiro tibio.
Su mirada, cargada de agotamiento, se dirigió a Justin.
—Mi señor.
—…Hmm.
—Respetaré su decisión. Pero tenga presente esto: cuanto más se retrase el estudio, menos tiempo podrá pasar con el señor Ries.
—……
Como alguien que había estado mucho tiempo al lado de Justin, Ketir sabía exactamente dónde golpear. Los ojos rojos bajo la máscara empezaron a temblar sin rumbo.
—¿Eh?
Ries no tardó en captar el cambio. Levantó lentamente el rostro que tenía hundido en la espalda de su amo y lo observó. El cuerpo rígido de Justin comenzaba a girar la cabeza poco a poco.
Finalmente, sus miradas se cruzan. Y junto con eso, llega un susurro apenas audible.
—…Solamente.
—¿Miaaau?
—Solo… diez minutos. Te cubriré.
—…
La boca triangular de Ries queda abierta sin propósito, mientras en sus ojos gris plateado empieza a agitarse una oleada de traición. Justin cierra los ojos con fuerza y aparta la vista de su gato compañero.
Aquello fue un golpe devastador para Ries. Como si fuera un muñeco averiado, su cuerpo y su cola se quedan rígidos. No reacciona hasta que los diez minutos prometidos han pasado.
Arrastrado de nuevo frente al escritorio, su boca estalla en una queja furiosa.
—¡Mioooorghw!
¡¿Cómo pudo su amo hacerle eso…?!
Con las garras extendidas, rasca el escritorio con desesperación, pero nada cambia. Ketir permanece firme a su lado, y Justin observa sin intervenir.
Al final, Ries acepta la realidad.
‘…Tengo que estudiar.’
Llora al ver las marcas grabadas en la superficie del escritorio de madera maciza.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
Cinco días después.
Ries finalmente recupera su libertad.
—Fue justo, pero ha aprobado.
—…Eso no hacía falta decirlo.
Los papeles esparcidos frente a él están llenos de marcas rojas. Todas son rastros de corrección.
Ese despiadado Ketir… No solo lo presionó para estudiar, ¡también le preparó un examen! La intención era clara: si no apruebas, estudia más.
Al final, Ries tuvo que repasar entre lágrimas todo lo que había pasado por alto. Y así obtuvo el resultado actual. La lluvia roja sobre la hoja es ignorada por sus ojos nublados.
—Uy, aquí está todo mal.
—…Silencio.
Pero Sepite no parecía tener intención de callarse. Usando su aleta, hojea el examen con ligereza y chasquea la lengua.
—No puedes fallar en cosas tan básicas. La parte de finanzas está casi toda mal. Parece que los números no son lo tuyo… Si quieres aprender bien, te tomará bastante tiempo.
Y eso no fue todo. Esto se hace así, aquello de esta otra manera… Desde la boca redonda del muñeco salen consejos que, con solo escucharlos, hacen que la cabeza de Ries dé vueltas.
Cualquiera pensaría que realmente está postulando para ser asistente. Su rostro empieza a palidecer visiblemente.
—Felicidades.
Justin se acercó con sigilo, sacando a Ries de sus pensamientos. Estuvo a punto de responder con una sonrisa, pero se detuvo. Recordó todos los momentos en que Justin lo había ignorado.
—…
—…Eso…
Su mirada se volvió naturalmente hosca. Para entonces, los consejos de Sepite ya se habían desvanecido en un murmullo de fondo.
Ante esa mirada cargada de reproche, Justin tragó saliva. Cerró los ojos con fuerza un par de veces, y al final, ofreció una disculpa en voz baja.
—…Lo siento.
—¿Por qué lo sientes?
—Por hacerme el desentendido cuando estabas pasándola mal.
Así que lo sabía. La punzada que tenía en el pecho se suavizó en un abrir y cerrar de ojos. Pero la disculpa de Justin no terminó ahí.
—Fui demasiado ambicioso. Quería presentarte el ducado de nuevo, en esta forma tuya. Debí haber respetado tu voluntad primero…
—¿Eh?
De pronto, todo cobró sentido. Poder ver desde esta altura lo que siempre había observado desde abajo… Vaya, eso sí que sonaba tentador.
Y si además Justin estaba a su lado, mejor aún. Después de tantos días de estudio intenso, la idea le resultaba aún más atractiva.
Ries olvidó por completo su fingido enfado y gritó con entusiasmo:
—¡Vamos ahora mismo!
Sus ojos plateados brillaban con intensidad. Si aún tuviera forma de gato, su cola estaría ondeando sin control, reflejando su emoción.
Justin estaba a punto de asentir, como hipnotizado, cuando…
—Mi señor, el doble aún no ha llegado.
—Ah.
Ketir, que estaba organizando los exámenes corregidos, intervino. Su comentario bastó para sacar a los dos de su pequeño mundo compartido.
‘Cierto.’
Ries se rascó la mejilla, algo avergonzado.
El doble. En otras palabras, la persona encargada de hacer que la identidad falsa de Ries (“Rienstein Elton”) se integre sin problemas en el ducado.
Para evitar rumores absurdos sobre cómo “Rienstein Elton” apareció de la nada dentro del castillo, se necesita información objetiva: avistamientos previos, registros de entrada y salida… Todo eso lo provee el doble.
‘Dicen que el príncipe heredero eligió personalmente al doble.’
Cuando escuchó eso por primera vez, no pudo evitar admirar lo meticuloso y eficiente que era. Y pensar que estuvo a punto de echarlo todo a perder…
Aun así, quedaba una solución.
—Vamos mañana.
—…Está bien.
Si no podían ir hoy, irían mañana. Ries tomó la mano de Justin, que estaba a su lado, y le susurró.
La mano de Justin se encogió por un instante, pero al cabo de unos segundos, Ries sintió cómo la estrechaba en respuesta.
ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ
Al día siguiente, llegó el doble.
Una figura envuelta en una capa descendió del carruaje. Entre los pliegues, se asomaban de vez en cuando un cabello y unos ojos que eran casi idénticos a los suyos.
Ries lo observó en secreto desde la ventana, apenas unos minutos, cuando alguien golpeó con cuidado la puerta del despacho. Al abrirse, apareció la misma silueta que acababa de ver.
—Es un honor conocerle, excelencia.
Rostro difuso, de esos que al cruzarse con alguien provocan un “¿había visto a esa persona antes?”. Una apariencia perfecta para desempeñar el papel de doble.
—Su Alteza el Príncipe Heredero me ha encargado un mensaje. Pero antes de transmitirlo, ¿me permite una pequeña indiscreción?
—Adelante.
La figura se quitó la capa de inmediato. Alisó y desplegó su ropa interior, que pronto se transformó, sorprendentemente, en un uniforme de doncella.
—¿?
Se quitó la peluca y, con destreza, se colocó una diadema con encaje que sacó de algún lugar. Cuando Ries volvió en sí, tenía frente a él a una persona completamente distinta.
‘¿Era mujer?’
Incluso el género era diferente. Había sido engañado por completo, y se quedó boquiabierto.
La apariencia difusa seguía siendo la misma, pero nadie sospecharía que la doncella frente a ellos era la misma persona que había entrado como “Rienstein Elton”.
Una vez arreglada, ella inclinó la cabeza con cortesía.
—Gracias. Procederé a entregar el mensaje.
Sacó una carta de su pecho. Justin la tomó sin dudar y comenzó a leer su contenido.
La caligrafía, aunque parecía escrita con prisa, rebosaba elegancia. Ries también pudo leer el mensaje:
| Antes de que la familia imperial asegure al veterinario, se ha confirmado que intentó contactar con el marqués de Merillin. Planeamos vigilarlo por un tiempo, así que también le pedimos que esté atento a los movimientos del marqués. |
El sello imperial, estampado con nitidez en la parte inferior, confirmaba que aquella carta no era una falsificación.
Ante el nombre familiar, Justin se quedó rígido, y Ries frunció el ceño con disgusto. La mujer, que hasta entonces había evitado cualquier reacción visible, añadió con voz neutra:
—Una vez leído el contenido, Su Alteza pidió que la carta sea quemada.
—…Entendido. Así se hará.
La carta, breve pero cargada de advertencias, se convirtió en cenizas dentro de la chimenea, tal como deseaba el príncipe heredero. Como si su cometido hubiera concluido, la mujer se retiró con rapidez.
Fue como una tormenta que llega sin previo aviso y desaparece sin dejar rastro. Ries, que alternaba la mirada entre el espacio vacío y los restos carbonizados de la carta, dejó escapar un suspiro apenas audible.
‘Ese tipo… nunca sirve para nada.’
El rostro irritante que hasta ayer apenas recordaba volvió a aparecer con nitidez ante sus ojos. Ese hombre tan molesto solo había sido útil una vez.
Cuando permitió que Ries escapara sin intervenir. Fuera de eso, realmente… Ries se estremeció al recordar los días que pasó en la mansión de aquel sujeto.
Comments for chapter "Capítulo 107"
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♥ Gracias ♥
Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥