El gato está en huelga - Capítulo 01

Lo primero que volvió fue el oído. El sonido constante de tacones, respiraciones, el roce de telas acumulándose una a una. Mis orejas se movieron en alerta.

Luego fue el tacto. La sensibilidad se expandió muy lentamente. La nuca me dolía extrañamente, y mis piernas colgaban, balanceándose. Era como si alguien me llevara agarrándome por la piel del cuello.

Después, el tenue aroma de madera y el fuerte perfume de rosas invadieron mi nariz, y mi visión, que hasta hacía un momento era borrosa, empezó a definirse poco a poco.

El suelo se movía. Como aún no estaba completamente consciente, lo único que hice fue mirar eso fijamente.

—¿No estará enfermo, verdad?

—No. Dicen que no hay ningún problema.

—Entonces está bien. Como a Diana le gustan los gatos, déjalo en cualquier parte. Donde no lo vea.

—Entendido.

¿Qué están diciendo? No lo comprendía, y apenas parpadeaba confundido. Fue entonces cuando escuché de golpe una puerta abrirse, y mi cuerpo fue lanzado al aire.

No, estaba volando.

Instintivamente di una vuelta en el aire. Nunca en mi vida me había sentido tan liviano. Al impulsarme con fuerza, mi cuerpo ágil aterrizó con estabilidad sobre el suelo de madera.

—¡Kyaaaak!

Y grité hacia el frente. Hacia quien me había lanzado. Pero lo único que me respondió fue el fuerte sonido de la puerta cerrándose.

De inmediato me envolvió la oscuridad. Había quedado solo en ese espacio silencioso, donde apenas entraba algo de luz.

Estaba tan concentrado en eso que ni siquiera me di cuenta del extraño sonido que salió de mi boca en lugar de palabras.

‘¿Qué clase de situación es esta?’

Solo abría y cerraba la boca.

Es decir, al abrir los ojos, estaba siendo cargado por alguien, me lanzaron, y acabé encerrado en una habitación desconocida.

¿Un secuestro? Por las circunstancias, eso parecía lo más probable. Giré la cabeza de lado a lado para observar a mi alrededor. A pesar de la oscuridad, una tenue luz se filtraba, así que no era difícil distinguir lo que me rodeaba. El olor a polvo flotaba en el aire, y el lugar estaba lleno de trastos sin uso. Parecía un almacén abandonado.

Y entonces lo noté.

‘Es… demasiado… grande.’

Las cajas, los estantes, incluso la puerta que tenía enfrente. Todo era tan enorme que tenía que alzar mucho la cabeza para verlos completos. Como si hubiera caído en un mundo de gigantes.

En el momento en que miré hacia abajo, una gran revelación me golpeó la cabeza.

No era que todo lo demás se hubiera hecho más grande… era que yo me había hecho más pequeño.

—……¿Nya?

Pelaje amarillento y sucio. Patitas blancas cubiertas de polvo. Almohadillas rosadas que parecían suaves. Garras afiladas que salían si presionaba. Esto… esto era simplemente un gato. Sin lugar a dudas, un gato.

—¡Meeeeow…!

Aunque gritara del susto, lo único que salía de mi boca eran maullidos adorables.

¿Qué-qué demonios está pasando? ¿¡Por qué me he convertido en un gato de repente!?

Una alucinación. Esto debe ser un sueño. Cerré los ojos con fuerza y los volví a abrir, golpeé suavemente la pared con una pata, incluso reuní el valor para golpearme la cabeza. Pero solo sentí dolor. Nada cambiaba.

Ah, aaaah… suspiré largamente mientras la esperanza se desvanecía. Un lamento lastimero resonó en el aire.

…¡Al menos déjame hablar! ¡Maldita sea!

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

A medida que mi mente se aceleraba, mi cola empezó a golpear el suelo sin control. El polvo se levantó y me hizo cosquillas en la nariz. ¡Achu! Estornudé sacudiendo la cabeza.

Primero que nada, esto no es un sueño.

No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado, pero sé que no ha sido poco.

Aunque intenté dormir a la fuerza, no desperté del sueño, y seguía encerrado en ese pequeño almacén. Sin darme cuenta, por la ansiedad, empecé a lamerme las patas delanteras con la lengua y reaccioné con sorpresa.

‘Maldita sea.’

¿Será que estos instintos están grabados en el cuerpo? Cuando pensaba demasiado, mi cuerpo se movía por sí solo. Me sentía completamente mimetizado con el cuerpo de un gato, lo cual me causaba angustia.

Para despejar esa sensación, me forcé a pensar. ¿Qué estaba haciendo antes de despertar aquí?

‘No recuerdo nada especial……’

Me levanté temprano, me preparé para ir al trabajo, soporté la multitud en el transporte, llegué a la oficina, me agobié con trabajo extra y no salí hasta tarde.

Revisé el celular y me quedé dormido, y al día siguiente empezó la misma rutina. Seguro que anoche fue igual.

Al final, no solo no entendía el motivo, sino que no había descubierto ni una sola pista. Todo se volvía oscuro frente a mis ojos.

De repente, sentí que mis orejas se levantaban solas y oí pasos. Una presencia se acercaba desde lejos, y la puerta de madera que no se había abierto sin importar lo que hiciera, se abrió de golpe.

Una luz deslumbrante me cubrió. Cerré los ojos con fuerza ante el resplandor repentino, y en ese instante, me volvieron a agarrar por la nuca. Mis patas colgaban en el aire.

Aún no me había adaptado al cuerpo de gato, así que no pude reaccionar bien. Lo único que podía hacer era maullar con desesperación para que me soltaran.

—¡Myaaaack! ¡Meeeeow! ¡Mrrrng!

—Ay, ¿qué clase de gato es tan salvaje? ¿No hará el mismo escándalo cuando lo bañe? Ugh, debería haberle pasado esto a Lina.

¿Bañar?

Aunque me resistí retorciéndome en esas manos sin un gramo de delicadeza, al oír lo que dijo la mujer desconocida, decidí cooperar de inmediato.

—…¿Qué le pasa? ¿Por qué se calmó de repente?

La mujer se mostró confundida. Pero pronto, como si pensara que era algo bueno, dejó la duda a un lado y apresuró el paso.

Mientras me llevaba colgando de su mano, recordé mi sucio cuerpo, que ni en el oscuro almacén podía ignorar.

Como si hubiera sido un gato callejero que rodaba por todas partes, mi pelaje estaba manchado de suciedad y cubierto de polvo. Si acercaba mi nariz al cuerpo y olía, el hedor era tan fuerte que me mareaba.

‘¿Dicen que los gatos odian el agua?’

¡Tonterías! Aunque habitara un cuerpo de gato, mi dignidad humana era cien veces más importante.

Era insoportable, pero como no tenía otra opción, me aguanté. Y ahora iban a bañarme. ¡Qué bendición! Me comportaría bien.

Pero, poco después, esa resolución se fue al traste.

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

—¡MEOOOOOOOWWWWWW!!!!

—¡KYAAAA! ¡¡Emma, te dije que lo sujetaras bien!!

—¡Es que no se deja! ¡Se me escapa de las manos todo el rato! ¡Y tú, deja de salpicarme agua! ¡¡Estoy empapada!!

Era un completo caos. El maullido salvaje del gato y los gritos de las dos mujeres se mezclaban, llenando de ruido el baño.

Emma, que planeaba bañar al gato sola, acabó pidiendo ayuda a Marie tras varios intentos fallidos. No podía con él ella sola.

El gato, que parecía tranquilo, se transformó en cuanto el agua le tocó. Saltó como si le hubieran pinchado con algo afilado.

Trataron de sujetarlo, pero era tan ágil que solo se mojaron en vano, sin poder atraparlo bien.

Y cuando por fin lo agarraban, en el momento de enjuagarlo o enjabonarlo, se les escapaba de las manos como un fantasma.

Pensaron que dos eran mejor que una, pero la situación solo empeoró. Marie, empapada como un ratón, temblaba de frío.

‘¿Por qué el Marqués trajo algo así?’

Si al menos tuviera interés en los animales… Pero todos en la casa sabían que los consideraba sucios. De repente trajo un gato callejero y ordenó que lo dejaran limpio y presentable.

Nunca imaginó tener que cuidar animales cuando decidió trabajar para una familia noble. Llenándose de frustración, casi rompió a llorar.

‘¡Seguro es por esa mujer!’

Una sacerdotisa que había empezado a visitar regularmente la mansión del Marqués. Tan hermosa que se le quedó grabada la primera vez que la vio.

Los rumores decían que el Marqués Merillin se había enamorado a primera vista y la cortejaba con fervor. ¿Le gustaban los gatos a ella, tal vez?

Emma, sintiéndose miserable, frotó con más fuerza el pelaje amarillo. Estaba segura de que no querría ver a un gato en mucho tiempo.

Pero esperen. También hay que escuchar la historia del que estaba siendo bañado.

Al ver la tina llena de agua, no pensó demasiado. Solo algo como: “No me molesta tanto, ¿eh?”

Aunque no quería admitirlo, su cuerpo a veces se movía por instinto, así que temía que al ver agua le diera por huir.

Pero cuando la mujer vertió de golpe toda la tina sobre su cabeza, cambió de parecer.

—¡MYAAAAAOOOWWW!