Detective del inframundo - Capítulo 24
Capítulo 24: La trampa estaba tendida
Me quedé paralizado por unos segundos después de escuchar lo que dijo Huang Xiaotao.
—El Dr. Qin fue al dormitorio de Deng Chao esta mañana —añadió—, y recogió algunas muestras de cabello y piel de su habitación para compararlas con las muestras de ADN del cadáver. ¿Adivina qué descubrieron?
—¿Coincidían? —pregunté.
—¡Sí! —exclamó Huang Xiaotao—. Todas nuestras teorías estaban equivocadas. Deng Chao realmente estaba muerto, y el asesino que estamos buscando es otra persona… ¡Oye, Song Yang! ¿Estás escuchando?
—Sí —respondí—, estoy escuchando.
—Mira, no te sientas mal por esto. Confío en ti. Solo tenemos que empezar de nuevo la investigación y ver a dónde nos lleva. Iré a tu universidad ahora mismo.
Colgó justo después de decir eso. Dalí escuchó toda la conversación y estábamos en estado de shock.
—¿Cómo terminó así todo esto? ¿Eso significa que todo nuestro esfuerzo fue en vano?
Para ser honesto, vacilé un poco tras escuchar la noticia, pero pronto recobré la calma.
—No —dije—, no me equivoqué.
—Song —dijo Dalí con simpatía—, tienes que aceptar la verdad. ¡No puedes negar los resultados del análisis de ADN! Sabes que no hay dos personas con el mismo ADN. Sé que confías en los conocimientos heredados de tu familia, y espero que no me odies por esto, pero… ¿cómo podría la medicina forense tradicional compararse con la ciencia forense moderna?
—No niego la validez de la ciencia forense moderna —respondí con una sonrisa—. ¡Es al Dr. Qin a quien no confío! No solo no me molesta la noticia, sino que en realidad ahora estoy aún más seguro porque el Dr. Qin ha caído en la trampa del asesino.
—Song…
—Ya basta. Necesito que compres algo para mí.
—¿A dónde vas? —preguntó Dalí.
—Voy a volver al dormitorio a dormir un rato. Esta noche será larga y ocupada.
Así que volví a mi habitación y tomé una breve siesta. Pero no pasó mucho tiempo antes de que me despertara el sonido de alguien golpeando mi cama con fuerza. Abrí los ojos y vi a Huang Xiaotao y Dali parados junto a mí. Al parecer, ella había irrumpido en el dormitorio masculino, por lo que había gente reunida afuera tratando de ver qué pasaba.
—¡Levántate, Song Yang! —dijo Huang Xiaotao—. Ninguno de los dos ha perdido la fe en ti, así que no debes rendirte justo en el momento más crucial.
—¿Qué quieres decir con que me rendí?
—Dalí me dijo que volviste a tu habitación a dormir —dijo Huang Xiaotao—. ¿No es eso rendirse? Estamos quedando atrás frente al Dr. Qin, así que debemos redoblar esfuerzos. ¡Este no es momento para dormir!
—¡Ah! —suspiré—. Está bien, aparten la vista un momento, voy a vestirme.
Una vez que estuve vestido, los tres salimos del dormitorio. Vi lo desanimados que estaban los dos y pensé que sería mejor explicar lo que estaba ocurriendo. De lo contrario, seguirían pensando que yo estaba equivocado.
—¿Dijiste que estamos detrás del Dr. Qin? —pregunté a Huang Xiaotao—. La verdad es que es el Dr. Qin quien está muy por detrás de nosotros. De hecho, cayó en la trampa del asesino y no creo que sepa cómo salir de ella.
—Song Yang —dijo Huang Xiaotao, impaciente—, los resultados del ADN prueban claramente lo contrario. ¿Por qué insistes en eso? Sé que confías en ti mismo, pero ya estás rayando en lo delirante, ¿lo entiendes?
—Tiene razón —dijo Dalí—. Acepta los hechos. No hay vergüenza en cometer errores. Solo empezamos de nuevo y ya.
—¿Cómo hago para que me entiendan? —dije—. Sí, los resultados de ADN son correctos, lo sé. Pero eso no significa que mis teorías estén equivocadas. Huang Xiaotao, ¿de dónde dijiste que se tomaron las muestras de ADN?
—De las pertenencias personales de Deng Chao. ¿Por qué?
—Esas muestras de piel y cabello en realidad pertenecen a Ma Baobao —expliqué—. El Dr. Qin tomó las muestras de la habitación de Deng Chao, pero en realidad pertenecían a Ma Baobao. Luego las comparó con la muestra de ADN del cadáver, que también es Ma Baobao. Naturalmente, las muestras coincidieron, lo que lo llevó a la conclusión errónea de que el cadáver era Deng Chao.
Ambos me miraron con expresiones en blanco.
—¿Pero por qué habría piel y cabello de Ma Baobao en la habitación de Deng Chao?
—Solo hay una posibilidad —dije—. Deng Chao debió obtenerlas del cadáver y colocarlas entre sus pertenencias. Así, preparó la trampa perfecta para la policía. Es un criminal de alto coeficiente intelectual, ¿recuerdan? No sorprende que se le haya ocurrido algo así.
—¡No! —interrumpió Huang Xiaotao—. Puedes explicarlo así, pero son solo teorías tuyas. No puedes negar que lo más probable es que esas muestras sí sean de Deng Chao.
—No, eso es absolutamente incorrecto.
—¿Y cómo puedes probarlo? —preguntó Huang Xiaotao.
—¿No se te ocurre nada? —pregunté.
Saqué el teléfono de Deng Chao y les mostré una orden de compra. El último artículo de la lista era una hoja de afeitar.
—¿Por qué más compraría una hoja de afeitar, si no fuera para obtener muestras de piel y cabello de Ma Baobao?
—Pero ¿por qué necesitaría comprar una nueva? —preguntó Dali, sin entender del todo—. Es un hombre, seguro ya tenía una. ¿Qué sentido tiene comprar otra?
—¡Porque la que tenía ya contenía su propio ADN, por supuesto! —dije—. Seguro la desechó.
El semblante de Huang Xiaotao empezó a mejorar.
—Tu análisis es correcto, Song Yang —dijo—. Quizá realmente sea como dices. Si eso es cierto, no me imagino cómo va a reaccionar el Dr. Qin. Justo lo vi hace poco en la estación de policía y estaba lleno de arrogancia. ¡Si supiera que está metido hasta el cuello en la trampa del asesino!
—¿Ves? —dije con una sonrisa—. ¡Somos nosotros los que estamos muy por delante de él!
—Vaya —dijo Dalí—, en ese caso, ¿qué tan impresionante es ese Deng Chao? ¡Hasta pensó en un detalle tan pequeño…!
—No es un detalle pequeño —dije—. Es la parte más importante de su plan. No basta con engañar a las dos chicas, lo clave era engañar también a la policía. Deng Chao anticipó que la policía investigaría siguiendo el protocolo estándar, y el Dr. Qin cayó completamente en la trampa.
—¿Sabes, Song Yang? —dijo Huang Xiaotao—. Me acabo de dar cuenta de que eres una persona bastante peligrosa. Seguiste el pensamiento del asesino a la perfección; incluso comprendiste su psicología. Si algún día decides usar ese gran cerebro para cometer un crimen, ¡me temo que ningún policía en el mundo podría atraparte!
—No te preocupes —dije sonriendo—. Jamás haría algo así.
—Oh, no me preocupo —respondió—. Porque siempre te tendré bajo vigilancia y usaré tu inteligencia para resolver tantos casos como sea posible. Por supuesto, también recibirás tu parte del bono.
—¡Perfecto! —dije—. Entonces seré tu consultor. Ah, hablando de la hoja de afeitar, ¿mandaste a alguien a revisar el lago como te sugerí? ¿Encontraron algo?
—No tengo el poder ni la autoridad para hacer eso —dijo Huang Xiaotao—. Incluso podrían castigarme por actuar por mi cuenta si el capitán Lin se entera.
—No importa —suspiré—. Podemos hacerlo más adelante.
—¿Crees que Deng Chao arrojó el arma homicida al lago? —preguntó Huang Xiaotao.
—Sí, hay una alta probabilidad de que lo hiciera —dije—. Además, será la prueba clave para condenarlo en juicio.
—Ah, ¿y tu plan para hacer que Deng Chao salga de su escondite? ¿Has avanzado algo?
—¡Sí, por supuesto!
Le conté con detalle el intercambio que tuve con “Osita” en Weibo, y luego le expliqué mi plan: esta noche iría solo al salón de música, o al menos fingiría estar solo. Y cuando Deng Chao aparezca, Huang Xiaotao y Dalí lo emboscarían desde las sombras y lo capturarían.
En cuanto se mencionó el salón de música, Dalí empezó a alterarse de nuevo. Insistió en que no quería ir, pero Huang Xiaotao le dijo que si no nos acompañaba esa noche, quedaría vetado de toda investigación futura. Al escuchar eso, Dalí no tuvo más opción que aceptar a regañadientes.
—Ah, y sobre el caso del cuerpo descuartizado en el piano, ¿qué averiguaste?
—Sí, el nombre del asesino era Cao Bufan, y la chica se llamaba Xia Mo.
—Bien, gracias —dije, y memoricé los nombres.
—¿Y para qué quieres esa información? —preguntó Huang Xiaotao—. No está relacionada con este caso, ¿o sí?
—Técnicamente, no —respondí—. Pero en caso de que los encontremos esta noche, al menos me gustaría saber sus nombres. Sería descortés no hacerlo.
—¿Q-Q-Qué? —gritó Dalí, pálido como un fantasma—. ¿¡Planeas reunirte con ese espíritu!? ¡No iré contigo! ¡Ni aunque me apuntes con un arma!
—¿Ah, sí? —dijo Huang Xiaotao. Luego sacó su pistola y se la apuntó a la cabeza—. ¡Entonces no te ofendas si disparo!
Aunque era obvio que no pensaba disparar, Dalí jamás había visto un arma real, así que eso lo asustó aún más que el fantasma.
—Está bien, está bien, ¡iré, Xiaotao! ¡Solo baja el arma, por favor! Podría dispararse sola…
Huang Xiaotao bajó el arma.
—No tenías por qué preocuparte. Tenía el seguro puesto. —Entonces fingió revisar el arma y exclamó—. ¡Ay, no estaba puesto! ¡Debo haberlo olvidado! ¡Perdón!
Dalí estaba tan asustado que le temblaban las rodillas. Si no lo hubiera sujetado, sin duda se habría desplomado.
Traducido por: Mel
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Comments for chapter "Capítulo 24"
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