¡Dame un bebé lince si no quieres verme volverme loco! Novela - Capítulo 07

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Novel Info

Al día siguiente, como si la lluvia de ayer hubiera sido una mentira, el cielo amaneció despejado. Yumin, que despertó en los brazos de Taejun, salió al jardín desde temprano, atraído por el paisaje radiante tras la ventana. Al respirar profundamente el aire puro, sintió que su cuerpo y su mente, agotados por la vida en Seúl, se purificaban.

 

—Es maravilloso. Me encantaría vivir en un lugar así.

 

—¿Sí? Parece que prefieres el campo a la ciudad.

 

—Ajá.

 

—Entonces, el lugar donde vivías también debía tener una naturaleza limpia, ¿no?

 

—Mi casa está en lo profundo de las montañas.

 

—Hmm… Sería lindo ir juntos algún día.

 

Taejun le tomó la mano y entrelazó los dedos con suavidad. Pero el rostro de Yumin se ensombreció de inmediato.

 

—Yo también quisiera… —murmuró.

 

—¿Eh?

 

—Creo que sería difícil. Muy complicado.

 

Ante esa negativa inesperada, Taejun frunció el ceño.

 

‘Le gusto tanto, y sin embargo nunca habla de sí mismo. Especialmente cuando se trata de su familia. Siempre cambia de tema. Ni siquiera ha dicho con claridad de dónde es.’

 

Yumin nunca hablaba con detalle sobre su casa. Lo único que había compartido era que no vivía en Seúl, que venía del campo, y que algunos primos lejanos vivían en la capital.

 

Pero eso no era lo único que le inquietaba. Una vez, al encontrarse con uno de esos primos en un restaurante, Yumin intentó echarlo. No era solo que se llevaran mal: parecía desesperado por que él se fuera cuanto antes. Como si quisiera taparle la boca de inmediato.

 

‘¿Por qué? ¿Hay algún secreto que no debo saber?’

 

Aunque fue Yumin quien se enamoró primero y dio inicio a la relación, Taejun se dio cuenta de que en realidad sabía muy poco sobre el. Empezó a preguntarse si acaso Yumin estaba jugando a hacerse el difícil.

 

Si lo pensaba bien, Yumin usaba técnicas de seducción extrañas, como aprendidas en algún lugar incierto. Si lo que buscaba era crear un aura de misterio con trucos torpes, estaba muy equivocado.

 

‘Ko Yumin, ¿crees que me voy a dejar llevar tan fácilmente? Ni lo sueñes. Al contrario, voy a hacer que seas tú quien se desespere. Te voy a sacudir hasta que tengas que decirme quién eres realmente. Así que espera.’

 

Sin conocer las razones de Yumin, Taejun se equivocaba en sus suposiciones.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

El rodaje que comenzó al mediodía terminó sin contratiempos. El director agradeció repetidamente, asegurando que todo había salido bien gracias a Taejun. Le insistió en que hiciera audiciones como actor y le entregó varias tarjetas, pero Taejun se negó rotundamente.

 

Los asistentes que regresaban temprano a Seúl subieron al autobús, mientras Yumin se subía al coche de Taejun.

 

Ko Yumin  

Juwan, acabo de terminar.

¿Ya? Terminaste mucho más rápido de lo que pensaba.

Ko Yumin  

Sí. Gracias a que Taejun se ofreció, el rodaje terminó enseguida. Ah, por cierto, ¿este lugar lo recomendaste tú, Juwan?

 

—Ja, al final la persiguió… Qué tipo tan insistente.

 

Con expresión podrida, Juwan miró la pantalla del celular antes de volcarlo con fuerza sobre la mesa. De por sí no era alguien de rostro luminoso, pero al fruncir el ceño y negar con la cabeza, el ambiente se volvió francamente hostil.

 

En ese momento, Juwan estaba en la casa familiar, ubicada en las afueras de Gyeonggi. Su hogar era una residencia de lujo con un extenso jardín de césped, guardia en la entrada principal y jardinero exclusivo: todo desprendía una atmósfera opulenta.

 

Sin embargo, Juwan, el único heredero de tercera generación de una familia tan adinerada, tenía el rostro cargado de fastidio. Aunque estaba sentado bajo un toldo en el punto más panorámico del jardín, tomando café con aparente tranquilidad, por dentro hervía de rabia.

 

Si no lo hubieran convocado de repente a la casa, ahora mismo estaría charlando con Yumin. Había perdido una oportunidad valiosa. Si lo hubiera cuidado un poco, le hubiera dado sus snacks a tiempo, ese despistado Ko Yumin podría haberse rendido fácilmente. Maldita sea.

 

Juwan revolvió el café helado con desgano y lo bebió de un solo trago. Mientras suspiraba profundamente, la puerta principal se abrió y entró un coche. A simple vista, era un sedán de lujo. El auto se detuvo y bajó una mujer. Parecía unos cuatro o cinco años mayor que él, una belleza madura. Juwan la miró con desagrado, pero ella se acercó con paso firme, sin inmutarse.

 

—¿Has estado bien?

 

—Ah, sí. Supongo.

 

—¿Y esa cara delante de tu prometida?

 

—¿Qué tiene mi cara?

 

Juwan respondió con tono gruñón. Bostezó sin disimulo.

 

—Los adultos están dentro. Puedes pasar. Yo me voy a dormir.

 

—¿Eh?

 

—Tengo sueño. Así que, con permiso.

 

Sin esperar respuesta, Juwan se levantó de golpe y entró a la casa principal. Mientras subía a su habitación, su rostro se retorcía de molestia.

 

Sabía bien que los miembros de su clase no podían enamorarse libremente, pero imponerle una prometida de esa manera le parecía absurdo. ¿Por qué tenía que casarse con alguien predeterminado? ¿No podía simplemente enamorarse y acostarse con quien le apeteciera?

 

En su mente apareció el rostro encantador de Ko Yumin. Su piel blanca, sus ojos vivaces, sus gestos torpes y despistados. Era tan adorable que le daban ganas de molestarlo todo el día. Sintiendo el impulso de responderle, Juwan abrió el celular. Pero lo que encontró fue un mensaje de Taejun.

 

Beom Taejun

Gracias a ti, lo pasé genial con Yumin. ¿Cómo puedo devolverle el favor?

 

—¡Ja! ¡Maldito cabrón!

 

Juwan frunció el ceño con fuerza y apretó los dientes.

 

¿Te estás burlando de mí ahora, Beom Taejun?

Beom Taejun  

Jajaja

 

Cuando Taejun lo provocó abiertamente, a Juwan casi le estalló la rabia. En realidad, esa misma mañana, había terminado confesándole todo sobre el rodaje a Taejun, medio coaccionado. La condición: mantener en secreto que Juwan, en lugar de atender a su prometida, andaba encaprichado con Yumin y lo seguía como un perrito.

 

Para Juwan, que le tenía un miedo casi sobrenatural a sus padres, no había otra opción que aceptar.

 

—Maldito Beom Taejun… No ha cambiado nada desde entonces.

 

Él y Taejun se conocían desde pequeños, gracias a las reuniones familiares. Pero no eran reuniones cualquiera: eran encuentros de clanes de suin especiales. La familia de Juwan descendía de un linaje híbrido que veneraba al dios lobo. Así como la familia de Taejun estaba compuesta por descendientes de humanos y del dios tigre, la sangre de los lobos corría por las venas de Juwan.

 

Ambas familias habían sido rivales durante generaciones, y sus naturalezas eran completamente opuestas. Sin embargo, también eran competidores en términos nobles, por lo que los padres fomentaban el contacto entre los hijos bajo la excusa de “estimular la competencia”. Cada vez que Juwan y Taejun se encontraban, discutían sin parar. Incluso cuando entraron a la misma universidad, fingieron no conocerse. Con eso estaba todo dicho.

 

Y para colmo, se habían encaprichado con la misma persona: Ko Yumin, con su carita suave como pelusa y ese aire despistado que la hacía irresistible. Enredarse en un triángulo amoroso con el en el medio era un verdadero dolor de cabeza para Juwan. Taejun siempre intentaba estar por encima de él, y lo peor era que lo lograba. Tenía de sobra con qué hacerlo.

 

—¿Yumin, ya terminaste de ducharte?

 

—No, todavía no.

 

—Vale. No te apures, sal cuando quieras.

 

Mientras tanto, Taejun, recostado con calma en el sofá, le enviaba otro mensaje a Juwan.

 

¿Sabes dónde está Yumin ahora? En mi casa. Y más aún… en el baño.

Lee Juwan  

¡Cállate!

 

Taejun no cabía en sí de alegría ante la respuesta de Juwan. Y eso que aún no sabía que Taejun estaba tramando algo más grande: convertir a Yumin en suya para siempre. Si Juwan llegara a enterarse, seguro se volvería loco. Solo imaginarlo ya era divertido.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Había alguien más que seguía con especial atención la relación entre Taejun y Yumin. Aunque Yumin aún no lo había notado, una mirada secreta los acechaba desde hacía días. Era su primo lejano, Ko Seongmin.

 

—Ko Yumin… Ya debería aparecer. Si está otra vez con ese tipo guapo, voy directo a contárselo a los mayores.

 

Escondido entre los arbustos frente al edificio de Administración, Seongmin se reía con malicia. Con una gorra negra calada hasta las cejas, miraba nervioso a los lados diez veces por minuto, esperando que Yumin apareciera.

 

Fue Seongmin quien chismeó ante el tío de Yumin sobre su relación indebida con el hijo de los Beom. Investigando al chico guapo, descubrió por casualidad que era de la familia Beom, y corrió a informar. El consejo familiar le recompensó con un sobre de dinero.

 

Entusiasmado, Seongmin comenzó a seguir a Yumin, vigilando cada uno de sus movimientos. No solo pasaba todo el día con el chico prohibido, sino que incluso lo dejaba entrar a su dormitorio. Lleno de celos y envidia, Seongmin destrozó su propio rascador de uñas de pura rabia.

 

‘Voy a salir con él. Ese guapo va a ser mío, ¡yo me lo voy a tirar!’

 

No solo quería interponerse en el camino de Yumin, sino que sentía una fuerte atracción por el bellísimo Taejun. Su plan era romper la relación entre ellos y luego seducir a Taejun para quedarse con él. ¿No sería eso matar dos pájaros de un tiro? Su mente estaba llena de intrigas.

 

—Jeje… Falta poco. Yo sabré cómo comérmelo bien.

 

Seongmin apretó los dientes con determinación y sacó un pequeño telescopio del bolsillo. Justo entonces, alguien le tocó el hombro por detrás.

 

—Disculpa.

 

—¡Ah!

 

Sorprendido por la repentina presencia, Seongmin dejó caer el telescopio. Al girarse, vio a un hombre alto, de piel pálida, que lo miraba con expresión fría.

 

—¿Quién… quién eres?

 

—La pregunta es: ¿quién eres tú y por qué estás escondido aquí?

 

—Yo… solo soy alguien que pasaba por aquí. ¿Por qué?

 

—No lo creo. Has estado merodeando frente a este edificio varios días.

 

—¿Co-cómo sabes eso…?

 

—Apareces siempre a la misma hora. Es fácil notar el patrón. Estás siguiendo a Yumin, ¿verdad?

 

—¿Eh? ¿Yu-Yumin? ¿Quién es ese?

 

—Es mi amigo. Soy Seo Hyunseok, compañero de Ko Yumin. Tenemos que hablar.

 

Hyunseok lo miró con ojos helados. Seongmin, encogido de miedo, empezó a temblar. Si este tipo era amigo de Yumin, seguro iba a contarle todo sobre su acoso. Y Yumin, con su temperamento, no se quedaría de brazos cruzados. Además, no permitiría que le quitaran a su guapo novio. Seongmin no podía permitir que eso pasara.

 

—¡E-espera! Creo que hay un malentendido. Sí, conozco a Yumin, pero no vine a verlo. En realidad, mi asunto es…

 

—¿Y cuál es tu asunto?

 

—Vi-vine a verte a ti. Te he estado observando…

 

—¿Qué?

 

Hyunseok soltó una risa incrédula. Seongmin bajó la cabeza con la expresión más lastimera que pudo. Había lanzado una gran mentira para salir del apuro.

 

Yumin fue a la cafetería de la facultad de Administración para encontrarse con Taejun, pero se quedó boquiabierto. A menos que su vista le estuviera jugando una mala pasada, las personas sentadas a lo lejos en una mesa eran Seongmin y Hyunseok.

 

—¿Qué hace Ko Seongmin aquí? ¿Y por qué está con Hyunseok?

 

La distancia impedía oír con claridad lo que decían. Yumin, cubriéndose el rostro, se trasladó a una mesa más cercana. Como felino, tenía un oído naturalmente agudo, así que al concentrarse logró captar su conversación. Y lo que escuchó fue, como mínimo, impactante.

 

—Entonces, según tú, Seongmin, ¿Yumin no puede estar con Taejun?

 

—Exacto. De ninguna manera. Los mayores no están diciendo tonterías.

 

—¿Y la razón es… que inevitablemente saldrá herido?

 

—Sí. Sobre todo si se involucran sexualmente. Si llegaran a tener un hijo, ¡el cielo se vendría abajo!

 

¡Pff! Hyunseok escupió el café que estaba bebiendo.

 

—¿Un hijo? Pero si los dos son hombres. No digas disparates.

 

—¿Y por qué no? Si se lo proponen, claro que pueden tener uno.

 

—¿Qué estás diciendo? ¿No tuviste educación sexual en la escuela? Dos XY no pueden tener hijos.

 

Molesto, Hyunseok alzó la voz. Seongmin, dándose cuenta de su metida de pata, se tapó la boca de inmediato.

 

—¡Ups!

 

—…¿Y esa reacción?

 

—Hyunseok, ¿de verdad no sabes nada?

 

—…¿De qué hablas?

 

Hyunseok captó una extraña disonancia en la reacción de Seongmin. Era rápido de reflejos y muy perspicaz.

 

Sentado de espaldas a ellos, Yumin sintió un sudor frío recorrerle la espalda. Por lo que decía Seongmin, parecía estar insinuando que un embarazo entre Taejun y Yumin era posible.

 

‘Ko Seongmin, cierra la boca. ¿Hasta dónde piensas llegar?’

 

Seongmin sonrió con malicia y se volvió hacia Hyunseok.

 

—Hyunseok, tú no sabes nada de Ko Yumin, ¿verdad? Pues verás, ese tipo en realidad es…

 

‘No puedo permitirlo. Ese idiota tiene que callarse… ¡ya!’

 

Observando la escena, Yumin se lanzó sin pensarlo.

 

—¡Vaya, qué coincidencia encontrarlos aquí!

 

—¡Ah! ¡Qué susto!

 

Yumin apareció como un rayo y se abalanzó sobre Seongmin por la espalda. Este se quedó visiblemente atónito.

 

—Qué alegría verte, Ko Seongmin. ¿Qué te trae por aquí?

 

—Ko-Ko Yumin…

 

—No me digas que viniste a verme. Qué casualidad tan curiosa, ¿no?

 

Yumin le puso la mano en el hombro y lo apretó con fuerza. Desde pequeño había perfeccionado sus garras con sesiones de amasar, así que su fuerza en los dedos era considerable. Seongmin ni siquiera pudo gritar: solo puso los ojos en blanco del dolor.

 

—¿Eh? ¿Hyunseok? No me digas que tú conoces a Seongmin.

 

—Es que… nos encontramos justo aquí delante…

 

Hyunseok no supo qué responder.

 

‘Ese tipo se infiltró en nuestra universidad para espiarte.’

 

No podía decirlo así, de frente. Y como Seongmin también tenía cara de estar en aprietos, Hyunseok optó por guardar silencio.

 

—Yo-yo… me voy entonces.

 

Aprovechando un momento de distracción, Seongmin golpeó a Yumin en el plexo solar y salió corriendo. Como buen suin felino, se movía a gran velocidad. Yumin y Hyunseok se quedaron sin palabras al ver su silueta desaparecer.

 

—¿A dónde va ese idiota?

 

—Buena pregunta. Dijiste que era tu primo, ¿no?

 

—Sí, es mi primo lejano… ¿Hablaste algo con él?

 

—Nada importante.

 

—¿Y por qué apareció por aquí?

 

—No sé, aún no llegamos a hablar en detalle.

 

Hyunseok dudó, y Yumin apretó los labios con frustración. Por suerte había sido Hyunseok, alguien prudente y reservado. Si Seongmin se hubiera acercado a un compañero de lengua suelta, quién sabe qué habría pasado.

 

En el peor de los casos, Seongmin podría haber revelado que Yumin era un suin de linaje lince, solo para sabotear su vínculo con Taejun. Era perfectamente capaz de semejante bajeza. No tenía solo mala personalidad: tenía personalidad de gato montés.

 

Por fortuna, parecía que Hyunseok no había descubierto nada relevante.

 

Mientras Yumin reflexionaba, Hyunseok le habló:

 

—Por cierto, Yumin. ¿Has comido?

 

—Todavía no.

 

—Perfecto. Comamos juntos.

 

—Me encantaría, pero tengo clase en la próxima hora. Lo siento.

 

Yumin salió del edificio antes de que Hyunseok pudiera detenerlo. Una vez fuera, suspiró profundamente.

 

‘¿Qué voy a hacer con ese Ko Seongmin? Tengo que descubrir su plan y detenerlo cuanto antes.’

 

Se frotaba la sien con gesto de dolor cuando, desde la esquina del edificio, apareció Taejun. Al verlo, los ojos de Yumin se abrieron de par en par con alegría.

 

—¡Taejun!

 

Pero había algo extraño en la expresión de Taejun. Frunció el ceño y le preguntó a Yumin:

 

—¿Estuviste con Seo Hyunseok? Huele a su perfume.

 

—Ah, sí. Nos cruzamos un momento por casualidad.

 

‘Hmm… Se fue Lee Juwan y ahora aparece Hyunseok, ¿eh?’

 

Taejun sentía un malestar tan grande que casi se le revolvía el estómago. ¿Cómo podía ese tal Ko Yumin, con esa carita inocente, ir por ahí coleccionando hombres? No había día en que no le diera motivos para preocuparse.

 

—¿De verdad tenías que encontrarte con él?

 

—Te digo que fue una coincidencia.

 

Alrededor, algunas personas los miraban de reojo. Bueno, en realidad miraban a Taejun, con su porte imponente, pero él, completamente cegado por su enamoramiento por Yumin, no lo interpretaba así.

 

Ese ser blandito, amarillo y extraño, como un pollito recién salido del cascarón. Y para colmo, hoy llevaba una camiseta que dejaba al descubierto el cuello, provocando una atmósfera peligrosamente sugestiva. Los machos que pasaban lo escaneaban con ojos codiciosos.

 

‘Esto no puede seguir así. Tengo que encerrarlo en casa.’

 

Si lograba embarazarlo una vez, luego vendría otro, y otro… y así, con la barriga siempre llena, podría mantenerlo lejos de las miradas ajenas. Taejun miró el vientre plano de Yumin y se relamió.

 

—Vamos, que vamos a llegar tarde a clase.

 

—Sí, claro.

 

La siguiente clase era Sexo y matrimonio, en la que estaban emparejados como compañeros de trabajo en equipo. Ya avanzado el semestre, les habían asignado un trabajo intermedio: escribir un informe junto al mismo compañero de la vez anterior.

 

Yumin sacó su reporte, dos páginas escritas de arriba abajo. Taejun también le entregó el suyo, cuidadosamente redactado.

 

—Léelo, a ver qué te parece.

 

—Vale.

 

Yumin comenzó a leer, pero enseguida abrió los ojos como platos. El contenido no tenía nada que ver con lo que Taejun le había dicho en el trabajo anterior.

 

Su aspiración a futuro: ser un buen padre. Claramente decía que quería tener hijos.

 

‘Taejun ha cambiado. La vez pasada me dijo que no quería casarse ni tener descendencia. ¿Qué está pasando aquí?’

 

Contuvo como pudo las ganas de gritar y se tapó la boca.

 

—Taejun, ¿esto es en serio? ¿De verdad quieres tener hijos? Pero si antes dijiste que no.

 

—Sí, antes pensaba así. Pero últimamente… no sé, creo que tener un hijo sería algo muy bonito.

 

—Ya… entiendo.

 

—Sí. Estoy seguro de que sería un buen padre.

 

—Claro… un buen padre…

 

Yumin sintió una incomodidad difícil de nombrar. La expresión “ser un buen padre” no tenía nada de extraño. Era una frase común, incluso esperable viniendo de alguien como Taejun. En teoría, sonaba natural.

 

Pero algo no cuadraba.

 

Yumin aún no había revelado su verdadera identidad. Según el sentido común, entre dos hombres no es posible concebir. Por lo tanto, aquella frase podía interpretarse como que Taejun planeaba tener hijos con una mujer humana.

 

‘¿Está diciendo que va a buscar otra hembra que no sea yo…?’

 

De pronto, el ánimo de Yumin se desplomó. Empezó a preguntarse si Taejun estaría haciendo tonterías a sus espaldas, como en los días previos a que empezaran a salir. La ansiedad se le instaló en el pecho.

 

—Sobre el informe, lo revisaré y lo traeré listo para la próxima clase.

 

—Vale, entendido.

 

Yumin guardó el informe de Taejun en su mochila, desviando la mirada.

 

—Entonces, nos vemos mañana.

 

—Sí.

 

Cuando vio que Taejun se dirigía hacia la entrada principal, Yumin se dio la vuelta. Fingió ir en dirección contraria, pero enseguida comenzó a seguirlo con pasos sigilosos. Temía que Taejun lo descubriera, así que de vez en cuando se escondía detrás de los árboles.

 

‘Voy a seguirlo. Solo por esta vez.’

 

Vivían casi como si compartieran casa, así que Yumin sabía bien que no había rastros de ninguna mujer en el hogar de Taejun. Por eso, si quería investigar su vida privada, el momento ideal era justo después de clase.

 

Con la agilidad y cautela propias de los felinos, Yumin lo siguió con maestría. Taejun no fue directo a casa. Al salir por la entrada principal, cruzó la calle hacia una zona llena de cafeterías.

 

‘¿Eh? ¿Por qué va allí? Nunca ha ido conmigo.’

 

Yumin cruzó la calle apresuradamente y lo observó desde la acera opuesta. Taejun entró en una cafetería de franquicia. Dentro, había una mujer alta y esbelta que, al verlo, se levantó de inmediato y lo abrazó.

 

—Dios mío…

 

Yumin se quedó paralizado. Con las piernas temblorosas, se acercó al café y se escondió en una sombra cercana. Tras recuperar el aliento, entró como si fuera un cliente más. Por suerte, Taejun y la mujer no parecían haber notado su presencia.

 

Yumin se sentó a dos mesas de distancia, de espaldas a ellos, y aguzó el oído.

 

—Taejun, te estaba esperando.

 

—Perdón. ¿Esperaste mucho? ¿Qué quieres tomar, noona?

 

—Un chocolate caliente.

 

‘No puede ser. Hay una mujer.’

 

Yumin se mordía las uñas mientras las piernas le temblaban.

 

La mujer, a quien veía por primera vez, no solo era muy cercana a Taejun, sino que parecía tener una intimidad profunda con él.

 

‘Así que sí… estaba viendo a otra mujer a mis espaldas.’

 

Yumin se llevó la mano a la cabeza, respirando con dificultad.

 

Por eso, durante unos segundos, perdió el hilo de la conversación entre los dos. Al darse cuenta, volvió a concentrarse y afinó el oído. Lo que escuchó lo dejó aún más desconcertado.

 

—Claro que me gusta —dijo Taejun, con un tono tímido.

 

La mujer respondió:

 

—No pareces tú.

 

‘¿Qué… qué? ¿Acaba de confesarle algo?’

 

Yumin golpeó la mesa con la palma. Como su mano era suave y acolchada, no sonó fuerte, sino más bien como un plop pegajoso.

 

—¿Desea ordenar algo? —preguntó un empleado, interpretando el gesto como una señal.

 

—Agua fría, por favor. Que tenga mucho hielo. Necesito despejarme.

 

—¿Perdón?

 

Yumin, aún furioso, siguió golpeando la mesa.

 

Plop, plop, plop. El sonido de sus manos parecía el de un mortero de arroz resonando por todo el café.

 

‘¿Qué hago ahora? ¡Mi marido me está engañando!’

 

El mundo de Yumin se desmoronaba.

 

Después de beber el agua helada que le trajeron, pidió café y un postre dulce. Con el azúcar y la cafeína, la razón volvió a su cabeza. Ya que estaba allí, decidió quedarse y observar a Taejun con paciencia.

 

Cada vez que lo veía hablar con la mujer de forma cercana, apretaba los puños y sorbía el café con fuerza. Los demás clientes lo miraban con curiosidad, pero a Yumin no le importaba en absoluto.

 

Taejun y la mujer parecían tener mucho de qué hablar. Llevaban más de treinta minutos conversando. Cuando su paciencia llegó al límite, Yumin, con las manos temblorosas, abrió la aplicación de mensajería.

 

Taejun, ¿dónde estás?

Beom Taejun  

Voy de camino a casa.

¿Ah, sí? ¿Vas solo?

Beom Taejun  

Sí.

 

La temperatura corporal de Yumin se disparó ante la descarada mentira.

 

—Ay, la cabeza…

 

Desde hacía un rato venía acumulando tanto estrés que le dolía la cabeza. El malestar era tan intenso que necesitaba tomar algo para el dolor, así que no pudo lanzarse de inmediato hacia donde estaba sentado Taejun. Decidió que lo mejor era comprar un analgésico en la farmacia, recogió sus cosas y salió hacia la avenida principal.

 

Pero antes siquiera de llegar, empezaron a caer gotas gruesas de lluvia. Para llegar a la farmacia tenía que cruzar al menos dos calles, y sin paraguas, la distancia se hacía larga. Aun así, no quería perder tiempo entrando a una tienda solo para comprar uno, así que se dirigió directamente a la farmacia.

 

Apenas cambió la luz del semáforo, Yumin echó a correr. Justo entonces, una motocicleta que venía a toda velocidad derrapó hasta casi tocar el paso peatonal. Era tan rápida que esquivarla resultaba casi imposible.

 

—¡Cuidado, joven!

 

—¡Ugh!

 

Sobresaltada, Yumin cayó hacia un lado. Su palma chocó contra el áspero asfalto y la piel se le desgarró. Por poco evitó el impacto con la moto, pero la rodilla y el tobillo le dolían terriblemente. El conductor se bajó de inmediato y corrió hacia ella.

 

—¿Estás bien, joven?

 

—Sí… estoy bien. Ugh…

 

—¿Puedes caminar?

 

—Mmm… me cuesta un poco.

 

El dolor le hacía brotar gotas de sudor en la frente. Encima llovía, y su cuerpo estaba hecho un desastre.

 

Yumin sintió que se le venía el llanto. Todo era culpa de la infidelidad de Beom Taejun.

 

—Snif… Maldito.

 

Justo cuando se retorcía de rabia, incapaz de contenerse, una voz familiar le llegó desde arriba.

 

—¡Ko Yumin! ¿Qué pasó?

 

—Taejun…

 

Con el rostro desencajado, Taejun apareció en medio del paso peatonal y se arrodilló junto a ella.

 

—¿Estás herido? ¿Qué te pasó?

 

—Me caí.

 

—¿Cómo fue eso? ¿Por qué no tienes más cuidado?

 

—¿Y por qué me gritas?

 

Yumin lo miró con seriedad. Ya bastante dolor sentía como para que encima Taejun lo regañara.

 

—Es que eres tan torpe…

 

—¿¡Qué!? ¿Acaso terminaste de hablar?

 

Yumin, exaltada, alzó la voz. Estaba tan furiosa que alzó la mano para golpearlo, pero en ese instante, su cabeza dio un vuelco y todo empezó a girar.

 

—Ugh…

 

—¡Yumin, Ko Yumin! ¿Qué te pasa?

 

—Me siento mareado…

 

Era un tipo de vértigo que nunca había experimentado. Las franjas blancas del paso peatonal y el asfalto negro se estiraban como caramelos blandos, y su visión se volvió borrosa. El cuerpo de Yumin perdió fuerza y cayó al suelo.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—Mmm… ¿Dónde estoy?

 

Cuando abrió los ojos, Yumin estaba acostada en un espacio en penumbra. Parpadeó varias veces y miró a su alrededor: era la habitación de Taejun. Al poco rato, la puerta se abrió y él apareció.

 

—¿Despertaste?

 

—¿Por qué… estoy aquí?

 

—Te desmayaste un momento. Parece que te asustaste mucho por lo de la moto. El médico de la familia vino hace un rato.

 

—¿De verdad?

 

Ahora que lo pensaba, el aire tenía un ligero olor a desinfectante. Su cuerpo, que antes estaba húmedo y pegajoso, se sentía seco y limpio, y en su frente caliente había un parche para bajar la fiebre.

 

—Sí. Dijo que fue solo un susto, que pronto estarás bien. ¿Cómo te sientes ahora?

 

—Mucho mejor.

 

—Qué alivio. Parece que la fiebre también bajó.

 

Taejun apartó con cuidado el flequillo de Yumin y le acarició la cabeza con suavidad. El gesto la reconfortó, y su corazón se calmó. Pero de pronto lo recordó todo. La terrible jaqueca de antes había empezado por culpa de Taejun y aquella mujer desconocida. Por ir a comprar medicinas, casi sufre un accidente en el cruce.

 

—Beom Taejun, quita la mano.

 

Yumin se incorporó con seriedad y apartó su mano.

 

—¿Qué pasa ahora?

 

—¿Quién era esa mujer?

 

—¿Cuál?

 

—No te hagas el tonto. En el café estabas muy entretenido con una chica alta y guapa.

 

—¿…Mi prima?

 

—¿Qué? ¿Dices que era tu prima?

 

—Si te refieres a la de los leggings con estampado de leopardo, sí. Pasó por aquí y se detuvo un momento.

 

Ahora que lo pensaba, aquella mujer de rostro impactante tenía cierto parecido con Taejun. El rostro de Yumin se sonrojó de golpe.

 

—Entonces… deberías haberlo dicho. ¡Me hiciste malinterpretar todo!

 

—¿Malinterpretar qué? ¿Acaso dudaste de mí?

 

—…No es eso. Es que nunca te había visto tan cercano con una mujer. Pensé que… que podía ser alguien especial…

 

—Ja. ¿Ko Yumin, estás celoso?

 

Taejun sonrió con una sola comisura. Ver a Yumin pasar de la furia al bochorno le resultaba adorable.

 

—No es celos. Es una sospecha razonable.

 

—¿Te da miedo que esté con otra?

 

—¿Y tú crees que eso se dice así?

 

Yumin se encrespó y clavó la mirada en Taejun. Había sido Taejun quien la había confundido al revelar que su sueño era «Llegar a ser un buen padre».

 

—¿Por qué dices eso?

 

—Vas a tener un hijo con otra mujer… —murmuró Yumin.

 

—¿Qué?

 

—Lo escribiste en el informe. Que ibas a tener un bebé. Hmph…

 

Al ver el gesto de desagrado de Yumin, Taejun tuvo que esforzarse por contener la risa que le amenazaba con salir. ¿Acaso sabía el lo que estaba diciendo? Con tanto hablar de bebés, frunciendo sus regordetes labios en un puchero, no podía evitar sentirse travieso.

 

—Entonces, tengámoslo tú y yo.

 

—¿Eh?

 

—Si lo hacemos entre nosotros, no hay problema.

 

—¿Estás bromeando?

 

—Quién sabe, si lo hacemos suficiente, quizá aparezca.

 

Taejun susurró al oído de Yumin mientras se recostaba sobre el. Ya fuera por la atmósfera o por otra cosa, su voz sonaba tentadora y perezosa, como si estuviera impregnada de alcohol.

 

—¿De repente…?

 

—¿Hay algún problema?

 

—Bueno, no…

 

Yumin había decidido que ese era el día de tomar la iniciativa. Como no sabía cuándo el engreído de Taejun podría tener una cría con otra persona, tenía que adelantarse y reclamárselo para sí.

 

—Ko Yumin. Eres tierno cuando celas.

 

—No es celo —negó ella.

 

Taejun sonrió ligeramente y besó la mejilla y el cuello de Yumin. Chup, chup. Los besos, que empezaron siendo pequeños y ligeros, se fueron volviendo cada vez más apasionados. Quizás por el dolor de antes, a Yumin le faltaban las fuerzas en las extremidades. No pudo apartarlo con fuerza ni cuando Taejun se deslizó hacia su pecho y jugó con su pezón con la punta de los dedos.

 

—Aah… uuh… ve despacio.

 

—Yumin, estás caliente.

 

—Mmm… sí…

 

—Por aquí y por aquí.

 

Taejun se subió la camiseta a Yumin y lamió su costado con lentitud. La cosquilleante sensación hizo que Yumin soltara un pequeño gemido sin darse cuenta. Taejun pasó su mano por entre sus piernas, ya erguidas, con torpeza. Impaciente, Yumin movió sus caderas para llevar su miembro hacia la cara de Taejun, pero este hizo caso omiso y siguió sin tocarle donde ella ansiaba.

 

—Taejun… aah…

 

—¿Qué pasa, Go Yumin?

 

—Estoy… ah, me pica… ahí. Tócame, por favor.

 

—Hmm, no sé si tenga ganas de seguir tus órdenes.

 

—¡Quiero eyacular…! ¿Sí?

 

Yumin quería demostrar su hombría. Ansiaba que Taejun la tomara en la boca para ponerse tiesa como un todo un hombre y tomar el control. Aunque su tamaño no llegaba ni a la mitad del de Taejun, ¿acaso no podría mostrar el poder de su picante miembro? Una vez que la probara, no podría soltarse. A pesar de su inexperiencia, Yumin se sentía llena de confianza.

 

—Entonces, déjame eyacular primero.

 

—¿Eh?

 

—Hacía tiempo que no olía tu aroma y estoy volviéndome loco.

 

Taejun le sostuvo la barbilla a Yumin y la besó de inmediato. Su mano ya le había bajado los pantalones y se había deslizado dentro de su ropa interior. Sus dedos se movieron sin reparos y se abrieron paso entre los glúteos de Yumin.

 

La fuerte mano de Taejun apretó con firmeza las pequeñas pero elásticas nalgas de Yumin. Este, sin darse cuenta, arqueó la espalda hacia atrás y soltó un tenue gemido. Ya con solo el tacto de la mano de Taejun, Yumin estaba completamente excitada.

 

—Taejun…

 

—Shh, tranquilo.

 

Mientras lo decía, Taejun le lamió lentamente el cuello a Yumin. Ya fuera por el ambiente o por la sensación áspera de su lengua, Yumin se estremeció por completo. Taejun atacó el cuello de Yumin con insistencia; lo lamía, le daba pequeños mordiscos y luego succionaba con tanta fuerza que dejaba marcas de beso. Cada vez que lo hacía, Yumin se encogía y soltaba gemidos sin ningún tipo de contención.

 

‘No puede ser. Esta vez tenía que ser yo quien tomara el control…’

 

Una alarma sonó en la cabeza de Yumin. Era una advertencia: si esta vez no lograba someter a Taejun, nunca más podría recuperar el control.

 

Yumin no tenía más remedio que debatirse entre el instinto y la razón. La razón le ordenaba que se levantara de inmediato y pusiera a Taejun debajo, pero el instinto le susurraba algo completamente diferente.

 

‘A ti te gusta y a Taejun también. Simplemente déjate llevar.’

 

Fue un susurro tan dulce que era imposible de resistir. Además, era persistente.

 

—Mmph…

 

—Yumin, ¿qué pasa?

 

Al parecer, había dejado escapar un gemido de angustia sin darse cuenta. Taejun detuvo sus movimientos por un instante y la miró con ternura. Sus ojos reflejaban una preocupación genuina.

 

—Haa… no es nada.

 

Yumin soltó un profundo suspiro. Decidió dejarlo pasar, solo esta vez. La verdad era que quería disfrutar de este encuentro tal como estaba, y prometió que la próxima vez, sin falta, tumbaría a Taejun. Si se entregaba a Taejun, el placer estaba garantizado. No necesitaba esforzarse pensando en cómo tomar la iniciativa. Así se convenció a sí mismo.

 

—Creí que te pasaba algo. ¿Estás bien?

 

—Sí, estoy bien.

 

De hecho, Yumin llegó a rodear con sus brazos los anchos hombros de Taejun y lo acercó más hacia ella. Como ya había decidido entregarse, quería sentir a Taejun ya mismo.

 

Taejun sonrió y le dio un beso en la frente. Con ese beso tierno, suave y dulce, el cuerpo de Yumin se sintió como si se derritiera por completo.

 

—No te preocupes.

 

Ya fuera porque sabía lo que preocupaba a Yumin o no, Taejun se limitó a acariciarle el cabello con suma ternura.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—¡Ah, ah!

 

—Yumin…

 

Yumin se estaba balanceando violentamente arriba y abajo. Cada vez que el miembro de Taejun se introducía y retiraba, una sensación de plenitud a punto de hacerle estallar el vientre era seguida por un vacío insoportable. Pero Taejun no le daba tiempo a pensar. Ajustó la forma en que sostenía las piernas de Yumin y volvió a embestir con fuerza. Con el placer que parecía recorrerla de la cabeza a los pies, Yumin apretó los ojos con fuerza.

 

La lujosa cama de Taejun crujía. La misma cama que normalmente la sostenía sin hacer el más mínimo ruido cuando se dejaba caer sobre el, ahora parecía a punto de romperse, sollozando un lamento desgarrador. A ello se sumaba el sonido obsceno y húmedo que escapaba del agujero de Yumin, apretadamente lleno por el miembro de Taejun. La mezcla de ambos sonidos creaba una sinfonía de ruidos indecentes.

 

Cuando Taejun detuvo sus movimientos, los sonidos cesaron. En el dormitorio solo se oía la respiración de ambos.

 

—Jaa, jaa…

 

—Huff… ¿Estás bien?

 

Preguntó Taejun mientras movía las caderas con un movimiento suave y circular. Yumin tragó saliva con dificultad y logró responder que estaba bien. No podía soportar la comezón en su agujero, tan estirado por el miembro de Taejun.

 

—Yumin.

 

—¿Mm?

 

—Eres demasiado adorable.

 

Dijo Taejun con una sonrisa. Ante el comentario inesperado, las mejillas de Yumin se sonrojaron. Taejun le acarició la mejilla y bajó la mano hasta su nuca. Su mano era tan grande que la nuca de Yumin cabía con creces en su palma. El pulso de Yumin latía con fuerza. No era solo por la violenta penetración que había estado soportando hasta momentos antes. Desde lo más profundo de su mente, un miedo vago y tenue comenzaba a florecer.

 

No era probable que Taejun le hiciera daño en ese momento. Él la sostenía con fuerza y rudeza, pero al mismo tiempo, inundándola de un amor desbordante. Yumin también lo sabía.

 

Pero lo que Yumin sentía por Taejun en ese momento era una sensación extraña, que nunca antes había experimentado. Le asaltó una imagen absurda: la de Taejun revelando unos colmillos afilados para desgarrarlo, para apoderarse de todo su ser.

 

—¿Taejun?

 

Intentó reprimir la vaga sensación de ansiedad, pero no fue fácil. Al final, no pudo aguantarse y llamó su nombre. Taejun seguía mirando fijamente el cuello de Yumin.

 

—¡Taejun!

 

—Ah, sí.

 

Solo al alzar un poco la voz, Taejun pareció salir de su ensoñación. Sonrió como disculpándose y comenzó a mover las caderas de nuevo, lentamente. La cabeza de Yumin se echó hacia atrás de forma natural.

 

—Aah…

 

—Eres hermoso, Yumin.

 

Bajo la tenue luz del dormitorio, su blanco cuello quedaba completamente expuesto. Yumin tenía los ojos cerrados. Taejun no desaprovechó la oportunidad y se lamió los labios al ver su nuca. Seguía moviendo las caderas, pero su mirada permanecía fija en ese punto.

 

Tenía la urgente necesidad de morder ese cuello blanco. De morderlo con tanta fuerza que brotara sangre, de llenar sus pulmones con el olor acre y metálico de su sangre. Y quería hacer a Yumin completamente suyo.

 

Marcación.

 

El acto de morder el cuello de la pareja durante el acto para dominarla y hacerla completamente propia. Ese era, precisamente, el pensamiento que llenaba la mente de Taejun en ese momento.

 

Si lo hacía, Yumin quedaría completamente subyugado a él. No se atrevería a volver a mirar a otro macho. Ponderaría a Taejun por encima de todos los demás y solo sentiría excitación sexual por él. Podría llenar el vientre de Yumin por completo con su propia semilla.

 

Era difícil resistirse a la tentación de la marcación. Solo tenía que morder una vez, con la profundidad y la fuerza suficientes para que fuera irrevocable.

 

Pero esa única vez no era tan sencilla. En primer lugar, estaba el dolor físico. Si le mordía el cuello hasta hacerla sangrar a mitad del acto, sin duda se asustaría y se rebelaría. Y aunque, de alguna manera, lograra completar la marcación, lo que venía después era otro problema. No había forma de predecir cómo Yumin, un ser humano normal, reaccionaría a un cambio tan repentino en su cuerpo.

 

Taejun lamió los labios, frustrado. El impulso de cometer el acto en ese mismo momento era abrumador. Pero no podía permitirse que Yumin se asustara y huyera. Para poseer a Yumin hasta el último cabello, tenía que acercarse con más cuidado. Quería poseer a Yumin de forma secreta y perfecta, como alguien que no se da cuenta de que se está ahogando hasta que, en un instante, es tragado por las aguas.

 

Taejun sopesó la situación y volvió a embestir con fuerza. Llegaría el momento adecuado, de eso estaba seguro. Hasta entonces, lo importante era hacer que Yumin se sumergiera tan profundamente en él que perdiera la cabeza.

 

Cuando la tormenta de sexo pasó, Yumin se quedó dormido como si estuviera muerto. Lo que lo despertó fue un tacto pegajoso y perezoso. Una mano grande y de nudosillos prominentes le acariciaba el torso, mientras estaba boca abajo.

 

Nunca antes había sentido una caricia tan dulce. Yumin no pudo soportar el cosquilleo que le subía por la garganta. Aquellos dedos, ligeros como una pluma, le rozaron suavemente la nuca y el cuello. Luego, la mano descendió hasta sus omóplatos y los dedos recorrieron lentamente su columna vertebral.

 

La estimulación fue tan intensa que estuvo a punto de soltar un sonido. Yumin casi ronronea sin darse cuenta.

 

—Yumin, ¿te siente bien?

 

—Mmm…

 

—Eres como un gatito.

 

—¿Eh? ¿De qué hablas? ¿Que parezco un gato?

 

Yumin se giró, con el ceño fruncido.

 

—¿En qué me parezco a un gato? Un tigre, podría entenderlo, pero…

 

—Ja, ¿Tú un tigre?

 

—¡Claro! No, es que soy más feroz que un tigre. Mira, ¡roar!

 

—Qué bien haces el «roar».

 

Taejun le pinchó la mejilla y le dio un ligero beso. Su mirada era de pura ternura. Con su herida en el orgullo, Yumin extendió los labios en un puchero y apartó la cabeza.

 

Había fanfarroneado sobre ser feroz como un tigre, pero en ese momento, Yumin se sentía tan desarmado que habría querido enterrarse en el pecho de Taejun. El sexo de hacía un rato había sido, de verdad, intenso. El placer había sido tan inmenso que le asaltó el pensamiento aterrador de que quizás, solo quizás, podría haberse quedado embarazado allí mismo.

 

Por supuesto, eso no tenía ningún sentido. ¿Cómo podía un humano como Taejun dejarlo embarazada a el? Pero después de que la hubiera penetrado tan profunda y persistentemente, sin descansar, su mente había llegado a concebir semejante fantasía impertinente.

 

‘Si hubiera sabido que podía quedar embarazado, a lo mejor ya habría tenido un hijo de él para ahora.’

 

Yumin estaba absorto, perdido en sus pensamientos, hasta que sacudió la cabeza.

 

‘Espabila, Ko Yumin. ¡Tiene que pasar justo lo contrario!’

 

El corazón le latía con fuerza. Sentía un escalofrío, como si estuviera bajo el dominio de un depredador feroz. Le daba miedo, pero al mismo tiempo era una sensación electrizante.

 

Decían que entre el miedo y el romance había una línea muy fina, y ahora entendía por qué. Porque aunque le repelía la sensación de ser desgarrada como si la fueran a devorar, también le provocaba una excitación intensa.

 

Pensándolo bien, si seguía acostándose con Taejun, algo grave iba a pasar. Podía acabar perdiendo toda su fiereza y suplicándole por su polla como una gata en celo. Si Taejun le decía que se tumbara, se tumbaría. Si le pedía que abriera las piernas, lo haría sin rechistar.

 

Yumin sentía cómo se iba ablandando por dentro. Era grave.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

‘Estoy en problemas. El cumpleaños de Taejun es en una semana.’

 

Yumin soltó un largo suspiro mientras miraba el calendario en su celular. Aunque vaciara la cuenta y rascara hasta el último centavo, el saldo seguía siendo lamentable. Incluso con la despensa llena de dinero, ya sería difícil comprarle el regalo que quería. Pero su cuenta era como la despensa de una ardilla en tiempos de hambruna: vacía.

 

A las prisas, vendió ropa y zapatos en el mercado de segunda mano, pero no logró reunir mucho. Intentó comer solo una vez al día, pero últimamente tenía un apetito voraz. El hambre lo asaltaba sin tregua, y acababa comiendo las tres comidas del día más un helado por la noche antes de dormir. Así, su cuenta nunca lograba salir del fondo.

 

Últimamente, Yumin comía como si estuviera poseído. No parecía estar engordando, pero apenas se daba vuelta y ya tenía antojo de arroz o fruta. Ni hablar de sus comidas favoritas, como el atún o el pollo frito. Además, su energía se agotaba rápido y pasaba el día con sueño.

 

Le costaba levantarse por las mañanas y se quedaba dormida en clase. Una vez, ni siquiera se dio cuenta de que la clase había terminado y siguió con la cabeza apoyada en el escritorio. Dormía lo suficiente, pero el sueño lo vencía a todas horas, afectando su rutina diaria. Quería hacer algunos trabajos por día para ganar algo, pero su cuerpo no le daba.

 

Lo bueno era que al menos le habían pagado el trabajo de extra en la película. Para haber sido solo un rodaje de una noche y un día, el pago no estaba nada mal. Si no había más remedio, al menos podría comprarle un regalo pequeño. Aunque en ese momento no tenía ni fuerzas para ir al centro comercial.

 

—Ah… No puedo quedarme tirado así.

 

Yumin se levantó de la cama con esfuerzo. Pensó que salir a hacer algo de ejercicio le ayudaría a sentirse más ligero. Pero en cuanto se puso de pie, se tambaleó.

 

—¡Ugh!

 

Por suerte cayó sobre la cama que tenía al lado, así que no se hizo daño, pero se sintió frustrado. ¿Y si su cuerpo estaba agotado por tanto sexo? Era una posibilidad. La última vez que se acostó con Taejun, se había excedido. Pero si decía “me siento mal” y Taejun decidía dejar de tener sexo, ¿entonces qué? Yumin era de los que aguantaban aunque estuvieran al límite.

 

Pensó que, si tenía tiempo, debería ir a la clínica oriental de su primo a hacerse un chequeo. Pero por ahora no tenía ni tiempo ni dinero, así que se conformó con tumbarse y ponerse un paño húmedo en la frente.

 

Durante varios días, se acostaba temprano, se levantaba apenas para calmar el hambre y no salía más que para ir de la residencia a la universidad. Dormía diez horas diarias, tomándose un descanso.

 

Y así llegó el viernes. Yumin y Taejun habían planeado una escapada de fin de semana a las afueras.

 

Viajar para celebrar el cumpleaños de Taejun le daba a todo un aire de romance secreto entre adultos, y eso la emocionaba. También le venía a la mente aquella noche íntima y picante en la casa de campo de Taejun. La mitad del viaje era para celebrar su cumpleaños. La otra mitad… era para hacer cosas indecentes.

 

—¿Y a dónde vamos exactamente?

 

—A Yangpyeong. Allí hay una pensión que administra mi familia.

 

—Vaya, no sabía que se dedicaban a eso también. Tienen de todo, ¿eh?

 

—Le pedí al encargado que no aceptara a ningún otro huésped este fin de semana. Estaremos solos, será más cómodo.

 

Tal como Taejun había dicho, no había nadie más en el amplio complejo de pensiones. Al frente se extendía un espeso bosque de pinos, y detrás se alzaba una colina baja que completaba un paisaje sereno y encantador. Además, el aislamiento del lugar creaba una atmósfera romántica, como si fueran los únicos dos seres humanos en el mundo.

 

Incluso el encargado se había retirado temprano, así que tenían el jardín entero para ellos.

 

—¡Qué emoción!

 

Apenas deshizo el equipaje, Yumin salió corriendo al exterior. En el jardín, se puso a soplar burbujas de jabón mientras correteaba de un lado a otro. Llevaba días postrada por el malestar, así que recuperar algo de energía la hacía sentirse eufórica.

 

Tomó fotos del paisaje, grabó videos de sí misma lanzando burbujas, y no paró de reír.

 

—Yumin, voy un momento al supermercado. Me faltan unas cosas.

 

—Voy contigo.

 

—No hace falta. Puedo ir solo. Quédate y diviértete.

 

Mientras Taejun se ausentaba, Yumin decidió dar un paseo por el bosque. Hacía tanto que no salía al aire libre que le daban ganas de andar en cuatro patas. Pero como no podía hacer eso, al menos decidió sacar las orejas. Llevaba tanto tiempo en forma humana que ya le picaban.

 

¡Pop! Sacó sus orejas de lince y respiró hondo.

 

—¡Qué bien se siente!

 

Corrió bosque adentro, y con el movimiento, su instinto salvaje volvió a despertar. Ya que estaba, también sacó la cola. Bajó un poco los pantalones, dejó al descubierto las nalgas, y la cola se deslizó hacia afuera.

 

—Ah… mucho mejor.

 

Riendo para sí, Yumin se adentró aún más en la montaña. Trepó árboles, se ensució las manos con tierra. Hacía mucho que no se sentía tan libre.

 

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando decidió regresar a la pensión. Pero no lograba ubicar el camino correcto. Qué raro.

 

Estaba seguro de haber venido por esa dirección, pero el sendero le resultaba desconocido. Intentó mantener la calma y buscar sus propias huellas, pero la maleza era espesa y las sombras demasiado oscuras. El corazón le latía con fuerza y un escalofrío le recorrió la espalda.

 

Bajó por una colina que tenía justo delante. Pero cuando volvió en sí, se dio cuenta de que estaba subiendo otra vez. Era el error clásico de quien se pierde en la montaña: creer que avanza, cuando en realidad da vueltas en círculos.

 

Para colmo, no había llevado el celular. Un miedo repentino le apretó el pecho.

 

Se creía una criatura salvaje, una bestia del bosque, convencida de que jamás perdería el sentido de la orientación. Pero ahora ni siquiera sabía dónde quedaba el norte.

 

Y entonces, de pronto, le dio un mareo.

 

—Ugh…

 

Como días atrás, todo empezó a girar. El cuerpo se le volvió plomo, respirar se volvió un esfuerzo, y la vista se le nubló.

 

—¿Qué… hago…? Hngh…

 

El suelo la atraía como un imán. Yumin no pudo resistir más. Sabía que no debía caer, que no podía rendirse, pero sus piernas cedieron y se dejó caer.

 

Y justo entonces, su mano no tocó tierra firme. El suelo estaba cubierto apenas por ramas y tierra suelta, pero debajo no había nada.

 

—¡Aaaah!

 

En un instante, Yumin rodó colina abajo. Y luego, todo se volvió negro.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Algo frío rozó su mejilla. Al principio solo le hacía cosquillas, pero poco a poco empezó a golpearla con más fuerza.

 

—Mmm…

 

Yumin dejó escapar un gemido. Poco a poco, la conciencia regresaba. Primero empezó a oír sonidos, luego, a través de los párpados cerrados, percibió una luz tenue. Parpadeó un par de veces, y por fin su visión se despejó.

 

‘¿Dónde estoy?’

 

Con esfuerzo, obligó a su cuerpo sin fuerzas a incorporarse. La mejilla que había estado pegada al suelo le ardía, igual que la palma de la mano. Se palpó el cuerpo, y por suerte no parecía tener heridas graves. Por si acaso, se tocó las nalgas: la cola había desaparecido sin dejar rastro. No sabía si se había retraído por el susto o si simplemente había vuelto a su forma humana. Las orejas de animal también habían desaparecido por completo.

 

‘¿Qué demonios pasó?’

 

Sentado en el suelo, empezó a recordar. Justo antes de perder el conocimiento, había estado sola en el bosque, con las orejas y la cola al aire, y había rodado colina abajo.

 

‘No puede ser… ¿me desmayé?’

 

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde entonces. Para colmo, había dejado el celular en la pensión, así que no podía llamar a nadie ni saber qué hora era.

 

—¿Qué hago ahora?

 

Cuando entró al bosque, aún era de día. Pero en algún momento empezó a llover, el cielo se nubló, y ahora apenas podía ver a su alrededor. Intentó orientarse para volver a la pensión, pero por más que miraba en todas direcciones, no lograba ubicar el camino.

 

Yumin se sintió desconcertado. Sabía que últimamente no se había sentido bien, pero jamás pensó que llegaría a perder el conocimiento así, de repente.

 

—Taejun…

 

Sin darse cuenta, pronunció su nombre. Pero no hubo respuesta.

 

La lluvia le calaba el cuerpo, y el frío la hacía temblar. No podía quedarse allí, en medio del bosque. Si su temperatura bajaba demasiado, podía ser peligroso.

 

Intentó activar su instinto animal para seguir rastros por el olor. Pero la lluvia había borrado cualquier rastro que pudiera quedarle, y ya no sabía ni de qué dirección venía. En ese momento, un trueno retumbó en el cielo.

 

¡KRRRRRRAAAACK!

 

—¡Aaaah!

 

Yumin gritó, sobresaltado. Siempre le habían asustado los truenos, pero estar solo y perdido en el bosque lo hacía aún más aterrador.

 

—¿Qué hago…? Por favor… ¡alguien, ayúdeme!

 

No tuvo más remedio que gritar.

 

Deseaba con todas sus fuerzas que alguien lo oyera y viniera a ayudarlo. Pero, como era de esperarse, no hubo respuesta.

 

En ese paraje apartado, la única esperanza que le quedaba era Taejun. Solo podía confiar en que, al regresar a la pensión, él notara su ausencia y saliera a buscarlo.

 

La lluvia caía cada vez con más fuerza. No podía quedarse allí, paralizado. Tenía que encontrar un lugar donde resguardarse antes de que fuera demasiado tarde.

 

Con gran esfuerzo, Yumin se puso de pie y empezó a caminar. Pero al haber perdido el sentido de la orientación, sin darse cuenta se internaba cada vez más en el bosque.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

‘¿Dónde se habrá metido?’

 

Taejun acababa de regresar a la pensión. Había ido al supermercado a comprar lo necesario, convencido de que Yumin estaría adentro. Pero no había rastro de el.

 

—¿Yumin? ¿Estás ahí?

 

La llamó mientras recorría la casa, pero no obtuvo respuesta.

 

‘¿Qué está pasando?’

 

Por si acaso, intentó llamarlo al celular. Pero para su sorpresa, el tono de llamada sonaba en la sala. Yumin se lo había dejado.

 

—Ha… ¿Qué demonios pasó?

 

Había planeado cancelar el picnic y pasar el resto del día tirados en la cama, revolcándose sin culpa. Había vuelto de buen humor, pero Yumin no estaba por ningún lado. En otro momento habría pensado que simplemente había salido un rato, pero con ese clima, y sin su teléfono… No podía evitar preocuparse.

 

Decidió salir a buscarlo. Tal vez Yumin había salido a caminar. Aunque con esa lluvia era poco probable, no podía descartarlo. Por suerte, en la pensión había paraguas de sobra. Taejun tomó dos y salió.

 

—Vaya, no sabía que esto estaba aquí.

 

Mientras tanto, Yumin suspiraba aliviado en medio del bosque. Después de caminar sin rumbo, pérdido, divisó a lo lejos un pequeño tejado. Se acercó con cautela, sin mucha esperanza, pero resultó ser una cabaña escondida entre los árboles.

 

El lugar parecía abandonado desde hacía tiempo, con maleza creciendo por todas partes. Pero al menos ofrecía un techo. Yumin corrió hacia allí, esperanzada.

 

‘Si la puerta está cerrada, estoy perdido…’

 

Incluso mientras se acercaba, no podía evitar preocuparse. Pero por suerte, la puerta se abrió.

 

Chirrido.

 

La madera crujió al abrirse, y un olor a aire estancado le llenó la nariz. Tal como había supuesto, hacía mucho que nadie entraba allí.

 

Tanteó la pared en busca de un interruptor, pero no encontró ninguno. Era lógico: una cabaña tan adentrada en el bosque difícilmente tendría electricidad.

 

Por suerte, aún entraba algo de luz desde afuera. A través de una pequeña ventana, un resplandor tenue le permitía distinguir el contorno de las cosas. Poco a poco, sus ojos se acostumbraron a la oscuridad.

 

Empezó a distinguir los objetos del interior: una cama pequeña, una mesita de noche tosca pero curiosamente elegante, una mesa con dos sillas, y un estante para guardar cosas. Eso era todo el mobiliario.

 

Yumin dudó un momento, pero se quitó los zapatos antes de entrar. Algo le decía que no debía ensuciar el lugar con barro.

 

Al mirar a su alrededor, vio una vela gruesa sobre el estante. No era una vela común: era más ancha y larga de lo habitual.

 

—Menos mal…

 

La tomó con rapidez. Pero el problema vino después: no tenía ni encendedor ni cerillas. Buscó por toda la cabaña, pero no había cocina ni hornillo portátil.

 

Aun así, si había una vela, debía haber algo para encenderla. Revisó con cuidado el estante, y en una caja del fondo encontró unas cerillas antiguas, del tipo que ya casi no se ve.

 

Sin dudarlo, intentó encender una. Le costó un poco, pero al final logró prender la vela.

 

—Haa… salvado.

 

‘Solo tengo que esperar aquí hasta que pare la lluvia. Quizá Taejun conozca esta cabaña. Con suerte, vendrá directo hasta aquí.’

 

El corazón de Yumin se llenó de esperanza.

 

Con la vela encendida en la mano, se acercó con cuidado a la mesa. Buscó una superficie plana y colocó la vela con delicadeza.

 

Pero en ese momento, algo lo sobresaltó.

 

—¡Ah! ¿Qué es eso?

 

En la pared colgaba un enorme cuadro de un tigre.

 

—Qué susto…

 

Los ojos del tigre eran tan vívidos que parecía estar vivo. Yumin casi cae de espaldas, pero logró mantenerse en pie. Si se hubiera caído con la vela en la mano, habría sido un desastre.

 

—De verdad que me asusté… ¿Por qué hay algo así aquí?

 

Pero había algo familiar en esa imagen. Más exactamente, en el rostro del tigre.

 

‘¿He visto este tigre en algún lado últimamente…?’

 

Justo cuando Yumin intentaba recomponer sus recuerdos, toc toc, alguien golpeó la puerta desde afuera. Sobresaltado, Yumin soltó su segundo grito del día.

 

—¡Aaaah!

 

—¿Yumin? ¿Estás ahí?

 

—¡Taejun!

 

—Soy yo. Voy a abrir.

 

—¡Sí! ¡Entra rápido!

 

Yumin corrió hacia la puerta y la abrió de golpe. Afuera, Taejun estaba de pie con un paraguas en la mano.

 

—¡Taejun!

 

—¿Qué te pasó? ¿Cómo terminaste aquí?

 

—Pues…

 

No podía decirle la verdad: que había salido a pasear con las orejas y la cola al aire y se había perdido.

 

—Salí un momento… y me desorienté.

 

—Estaba preocupado.

 

—Lo siento. Dejé el celular y no pude avisarte.

 

—Sí, lo vi. Estaba en la sala. Por eso estuve dando vueltas un buen rato. Se me ocurrió venir aquí por si acaso, y menos mal.

 

Yumin, aliviado, lo abrazó con fuerza. Taejun, con la mano libre, le dio unas palmaditas en la espalda para tranquilizarla.

 

—Menos mal. Me angustiaba pensar que podrías estar tirado por ahí, empapado.

 

—Yo también andaba perdido, y de casualidad encontré esta cabaña.

 

—Sí… esta cabaña…

 

Taejun dejó la frase en el aire.

 

—¿Pero por qué hay una cabaña en medio del bosque?

 

Sacó una toalla del estante y se la entregó a Yumin para que se secara. No respondió de inmediato, ocupado en revisar si tenía alguna herida.

 

—Taejun.

 

—¿Sí?

 

—Gracias a esta cabaña me salvé, pero está en un lugar rarísimo. ¿Qué es este sitio?

 

—Bueno…

 

—¿Y ese cuadro del tigre? ¿Qué onda con eso?

 

Taejun se quedó pensativo.

 

Que Yumin estuviera a salvo era un alivio, pero que hubiera descubierto esta cabaña no le resultaba precisamente agradable. Él también tenía recuerdos de ese lugar, y no todos eran buenos.

 

Pero ya no había vuelta atrás. No podía contarle todo, pero al menos podía calmar su curiosidad.

 

Taejun suspiró y habló:

 

—Es una cabaña que administra mi familia.

 

—Pero no tiene electricidad. Aunque los muebles están bastante bien.

 

—Sí… es un lugar para quedarse un rato, meditar, cosas así.

 

—¿Meditar?

 

—Ajá. Es parte de una práctica tradicional de mi familia.

 

—¿Ah, sí?

 

Una cabaña solitaria en medio del bosque, como abandonada, pero con muebles limpios y cuidados. Sin electricidad. Todo parecía contradictorio, pero a Yumin eso ya no le importaba.

 

Lo único que le importaba era haber vuelto a ver a Taejun. Ese alivio le bastaba.

 

—Yumin, ¿no tienes frío?

 

preguntó Taejun. Yumin asintió.

 

—Con la lluvia, estoy helado.

 

—Ven aquí.

 

Taejun la atrajo hacia sí. Yumin se dejó envolver en sus brazos. Estaba empapado, pero Taejun, en comparación, apenas mojado.

 

—Estás calentito…

 

Sin darse cuenta, Yumin frotó la cabeza contra su pecho. Taejun soltó una risita.

 

—¿Calentito?

 

—Sí. Se siente bien. De verdad estaba asustado.

 

—Ya pasó. Lo hiciste bien. Pero, ¿por qué saliste sola?

 

—Buena pregunta…

 

Yumin soltó un largo suspiro y se acurrucó aún más en el pecho de Taejun. Afuera, la lluvia seguía cayendo.

 

—No habían dicho que iba a llover. Qué raro.

 

—Sí, es extraño.

 

Los dos estaban sentados en la cama, uno al lado del otro. O más bien, Yumin estaba medio recostada sobre Taejun, como si se hubiera instalado en su regazo. En otras circunstancias, ya habría surgido una tensión erótica entre ellos, pero hoy era distinto.

 

Bastaba con escuchar los latidos de Taejun, sentir su calor, para que Yumin se sintiera tranquilo y pleno. Taejun, por su parte, solo le acariciaba la espalda con suavidad, sin insinuaciones ni gestos sexuales.

 

Quizá era un poco decepcionante, pero aún quedaba mucho tiempo por delante. Pasarían el fin de semana juntos en la pensión, y habría oportunidad de explorar sus cuerpos con calma. Por ahora, solo quería disfrutar de ese momento de paz.

 

Claro que eso era lo que pensaba Yumin. Taejun, en cambio, tenía otra razón para no tocarla.

 

No estaban solos.

 

Taejun lanzó una mirada fugaz hacia el cuadro. El tigre, pintado con tal realismo que parecía a punto de romper el papel y salir, lo observaba desde la pared. Taejun no apartó la vista. Al contrario, lo miró fijamente.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—Haa… ahora sí que me siento vivo.

 

Yumin se dejó caer sobre la cama. Después de ducharse con agua caliente, sus músculos se relajaron y el cansancio la invadió de golpe.

 

—¿Estás mejor? ¿No tienes frío?

 

—Estoy perfecto. Gracias, Taejun.

 

—No hay de qué. Me alegra que no haya pasado nada grave.

 

—Sí, menos mal…

 

Yumin volvió a suspirar.

 

Si Taejun no hubiera ido a buscarlo, quién sabe cuánto habría temblado sola en el bosque. Gracias a que llegó justo a tiempo, ahora podía estar limpio, seco y cómodo en la cama. Solo de pensarlo, el corazón se le ablandaba.

 

Y ya que estaba, decidió tomar la iniciativa. No solo por gratitud o culpa, sino porque no quería desaprovechar la oportunidad. Estaban solos, aislados en una pensión. No podía dejar pasar ese momento.

 

—Taejun…

 

Lo llamó con voz suave. Taejun, que estaba sirviendo vino sin alcohol, se giró.

 

—¿Qué pasa?

 

—Ven aquí.

 

Apenas lo dijo, sintió cómo sus mejillas se encendían.

 

—Ah, sí. Ya te lo llevo. ¿Tienes muchas ganas de tomar vino, ¿eh?

 

Pero Taejun había entendido todo al revés. Yumin había intentado seducirlo a su manera, pero su torpeza hizo que no surtiera efecto.

 

—No, no era eso…

 

Murmuró en voz baja, sin querer. Taejun se encogió de hombros, como si no entendiera.

 

—…Sí. Tengo ganas de tomar.

 

Yumin improvisó una excusa.

 

Taejun se moría por no reírse. Sabía perfectamente que Yumin lo estaba tentando. Pero quería hacerse el desentendido, solo por una vez. Pensaba que, si fingía no darse cuenta, Yumin se desesperaría y se volvería más directo. Por eso desvió la conversación hacia el vino. Aunque no podía evitar que las comisuras de sus labios se levantaran.

 

Con aire despreocupado, Taejun se acercó a Yumin con una copa de vino sin alcohol en la mano.

 

—Toma. Esto te va a calentar el cuerpo.

 

—Gracias…

 

Yumin respondió con voz apagada. Había lanzado su mejor ataque, pero no había funcionado. La vergüenza, la timidez y el bochorno se le vinieron encima de golpe.

 

Taejun no aguantó más y soltó una carcajada.

 

—¿Por qué te ríes?

 

preguntó Yumin, con tono ligeramente molesto.

 

—Porque eres adorable.

 

Normalmente, ese tipo de halago la habría hecho feliz. Pero esta vez, algo le molestó. En un arrebato, se bebió el vino de un solo trago.

 

—Yumin, aunque no tenga alcohol, no deberías tomarlo así de golpe.

 

—Da igual. Hoy me apetece.

 

Taejun intentó detenerlo, pero Yumin no le hizo caso y se lo bebió todo de una vez.

 

—Ugh. Esto es más amargo de lo que pensaba.

 

—Claro. No se toma así como así.

 

Cuando Yumin empezó a toser, Taejun le dio unas palmaditas en la espalda.

 

—¿Estás bien?

 

—…Sí.

 

Una gota de vino se había quedado en la comisura de sus labios. Sus labios, ya de por sí sonrosados, se veían aún más tentadores con el rojo del vino. Taejun no pudo resistirse y se inclinó hacia el.

 

—¿Taejun?

 

Él no respondió. En lugar de eso, posó sus labios sobre los de Yumin.

 

Chup.

 

El sonido del beso fue tan claro que llenó la habitación.

 

Grrrrrum.

 

Y justo entonces, el rugido del estómago de Yumin resonó como un trueno en la habitación silenciosa. Su cara se puso roja como un tomate.

 

—¿Tienes hambre, Yumin?

 

—Sí… qué vergüenza. Pero sí, tengo el estómago vacío.

 

—¿No dijiste que habías comido algo antes de salir?

 

—Sí, pero últimamente tengo hambre todo el tiempo.

 

—¿En serio? Si antes hasta te saltabas comidas.

 

—Ya… pero ahora me despierto con un hambre tremenda. Desayuno apenas abro los ojos, almuerzo, ceno, y antes de dormir tengo que comer algo más. A veces me despierto de madrugada con antojo de pollo frito. ¿No es raro?

 

—Vaya…

 

Taejun sonrió levemente y le acarició el vientre, como si quisiera comprobar que de verdad estaba vacío.

 

—¡Jijiji, me haces cosquillas!

 

—Está bien, entendido. Te voy a preparar algo.

 

Taejun llevó a Yumin a la cocina.

 

—Tú siéntate. Yo me encargo.

 

Dijo que si Yumin intentaba ayudar, seguro lo quemaría todo, así que él se haría cargo de la cocina. El menú: un filete poco hecho y un risotto con hierbas naturales.

 

—¡Wow, está riquísimo!

 

Yumin se comió hasta la última hoja de hierba del risotto. Aunque como carnívora no solía interesarse por las hierbas, esta vez le supieron dulces y deliciosas, quizá porque las había preparado Taejun.

 

—¿Y esto qué es?

 

—Ni idea. No sé cómo se llama.

 

Yumin señaló una hierba especialmente verde, con una diminuta baya roja en la punta. Nunca la había visto, pero tenía un aroma exquisito y un sabor increíble.

 

—Come más, Yumin.

 

—¿Y tú no vas a comer?

 

—Estoy lleno.

 

Yumin sintió que se le humedecían los ojos ante tanta consideración.

 

Mientras el se comía todas las bayas rojas y remataba con un helado, Taejun se sentó a la mesa a esperar. En unos treinta minutos, el efecto debería comenzar. Ya la había traído hasta aquí. Esta vez, no podía dejarlo pasar.

 

Yumin intentaba mantenerse despierto, pero cada vez se sentía más aturdido. No había tomado vino con alcohol, pero el cuerpo le pesaba. Tal vez era por el esfuerzo de haberse perdido en el bosque. Su temperatura subía, la frente le ardía, y las manos se le calentaban. Incluso la garganta le picaba.

 

Y no era solo eso. Le picaban las orejas. No las humanas, sino el lugar donde deberían estar sus orejas de animal. Era extraño. Cuando estaba en forma humana, nunca le molestaba esa zona.

 

Se llevó la mano a la cabeza y se palpó. Como era de esperar, no había orejas de animal. Pero aun así, le picaba. No era como cuando el pelo te hace cosquillas. Era una sensación distinta, como la picazón que se siente cuando te salen los dientes definitivos. Algo así.

 

‘Qué raro todo. Será por el cambio de estación.’

 

Aunque no tenía nada que ver con eso, Yumin prefirió convencerse de que sí. Aun así, no lograba calmar su inquietud. Mientras esperaba a Taejun, se tocó varias veces el lugar donde deberían estar sus orejas.

 

—¿Qué haces?

 

—Ah… nada.

 

Taejun había vuelto sin que se diera cuenta, después de recoger los platos.

 

—¿Te pica algo?

 

—¿Eh? No, no…

 

Yumin lo negó con rapidez. Taejun se encogió de hombros, se acercó y la levantó en brazos con facilidad. Yumin soltó un pequeño grito al quedar suspendida en el aire.

 

—¿Te asusté?

 

—No… no es eso…

 

—Estás débil. Te llevo.

 

—Gracias. Pero, ¿a dónde vamos?

 

—¿A dónde va a ser?

 

Taejun sonrió y le dio un ligero beso en los labios a Yumin.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—Aah…

 

Taejun se hundió hasta lo más profundo de su interior. Yumin arqueó el cuello hacia atrás con el placer de la penetración. A pesar de cuántas veces lo había recibido, cada vez que Taejun introducía su miembro en él, una sensación difícil de asimilar se apoderaba de todo su cuerpo. Sentía como si todo su ser se abriera hasta su límite, a punto de partirse en dos.

 

No era que el dolor fuera insoportable. Se parecía más a una sensación extraña, como si su cuerpo estuviera abrazando a una existencia que no era él misma.

 

En realidad, no era de extrañar que Yumin lo pasara mal. Yumin, sin experiencia sexual, no lo sabía, pero el miembro de Taejun era de un tamaño incomparable al de un hombre normal. Para alguien de complexión pequeña como Yumin, era natural que le resultara justo.

 

—¿Estás bien?

 

Taejun se inclinó y le besó la sien. Su voz, un susurro dulce, le rozó el oído. Yumin, consumido por el ardor, solo pudo asentir con la cabeza.

 

—Entonces, voy a empezar.

 

Sin darle tiempo a Yumin para responder, Taejun comenzó a mover las caderas.

 

—Ah, espera un momento.

 

El movimiento de salir por completo para volver a penetrar hondo se repitió. Un escalofrío de placer recorrió todo su cuerpo. Yumin, sin darse cuenta, se aferró al brazo duro y musculoso de Taejun. Era una señal para que fuera un poco más lento.

 

Normalmente, Taejun solía complacer a Yumin. Si Yumin lo pasaba mal, reducía la velocidad y le daba besos, mostrando su consideración. Pero hoy, Taejun era diferente. A pesar de la señal de que estaba siendo abrumado, Taejun no detuvo sus embestidas. De hecho, lo estaba empujando con más fuerza de lo habitual.

 

—Taejun-…

 

Yumin llamó su nombre con urgencia, pero fue inútil. Al contrario, Taejun movió las caderas aún más rápido.

 

‘Algo no está bien.’

 

Yumin sintió una extraña sensación. No era la primera vez que experimentaba una penetración tan violenta por parte de Taejun, pero esta vez era diferente. Que no lo escuchara y se moviera sin control no era propio de él.

 

Pero incluso así, el placer que se extendía por su cuerpo no mostraba signos de detenerse. Yumin lo aceptó gritando sin rodeos.

 

‘Me pica…’

 

Estaban en pleno acto de deleite mutuo. Poco después de terminar la cena, volvió a sentir una sensación de calor en la misma zona que le había picado antes. Y pronto llegó una comezón tan intensa que se volvió insoportable. Intentó rascarse con la mano, pero Taejun tenía sus muñecas inmovilizadas, así que no podía moverlas a su antojo.

 

—Espera, un momento, de verdad, ¡solo un momento!

 

Yumin se retorció y suplicó, pero Taejun simplemente la miraba con ojos llenos de lujuria, negándose absolutamente a soltarle las manos.

 

Sin más remedio, Yumin restregó la cabeza contra la almohada. Esperaba que así, al menos, pudiera aliviar un poco la picazón.

 

Pero algo andaba mal. Sintió cómo algo que no era su cabello hacía un *tunk* al tocar la almohada. Era una sensación a la vez extraña y familiar.

 

Era una sensación que a veces sentía en su adolescencia, cuando aún no podía controlar por completo su transformación entre su forma humana y la de su especie.

 

‘No puede ser, no será…’

 

El rostro de Yumin se palideció. Esta sensación era innegable.

 

Fue en ese preciso momento. Taejun, que se había estado moviendo con ferocidad, detuvo sus caderas.

 

—Yumin, tú…

 

—¿Eh, qué?

 

Taejun, todavía dentro de Yumin, se incorporó para alzar el torso y se pasó una mano por el pelo. En otras circunstancias, se habría enamorado de la sexy imagen de Taejun, pero ahora la situación era diferente. Se debía a la extraña corriente que veía en los ojos de Taejun.

 

Ahora que sus manos estaban libres, Yumin se apresuró a tocarse la cabeza. Y se quedó helado. Tal y como temía, tenía orejas de animal.

 

—¿Tu-tu… esto…?

 

—¿Qué, qué?

 

Yumin se presionó las orejas con ambas manos. Por suerte, sus pequeñas orejas cabían completamente en sus palmas, pero eso no servía como excusa para todo.

 

‘¿Qué excusa invento? ¿Que llevo un disfraz de orejas de animal? No, qué tontería. Si antes no tenía y de repente aparecen, es aún más raro.’

 

En un instante, la mente de Yumin fue un torbellino de posibles excusas. Por mucho que lo pensaba, era una situación extraña. ¿Taejun no se estaría preguntando qué pasaba? Si no encontraba una buena excusa ahora, no tendría escapatoria.

 

Pero entonces, ocurrió algo inesperado. Taejun tuvo una reacción inesperada. Simplemente se quedó mirando a Yumin en silencio y soltó una risita.

 

—Qué lindo eres.

 

—¿Eh…?

 

—No es nada.

 

Taejun sonrió de forma enigmática. El corazón de Yumin latió con fuerza, presagiando algo malo. Tenía la sensación de que Taejun se daría cuenta de su verdadera naturaleza en cualquier momento y se enfadaría con él por haberlo engañado.

 

Sin embargo, lo que Yumin temía no ocurrió. Taejun, sin decir palabra, volvió a recostarse sobre él y comenzó a mover las caderas a una velocidad incomparablemente superior a la de antes. Yumin no tuvo tiempo de hacer ninguna pregunta antes de que Taejun se abalanzara sobre él.

 

—Qué lindo eres.

 

—Ugh, ah…

 

Mientras lo hacía, Taejun no dejaba de repetirle lo lindo que era. Yumin, con la mente en blanco por ser sacudido arriba y abajo, no estaba en condiciones de descifrar el significado oculto de esas palabras. Tampoco lo estaba para entender por qué Taejun había pasado por alto sus orejas sin decir nada.

 

Una vez más, su gran miembro se deleitaba con el agujero de Yumin a su antojo. Yumin, con las piernas bien abiertas y las muñecas sujetas por Taejun como antes, era violado por él.

 

—Sa-sálvame. ¡Aah!

 

Una sensación eléctrica le recorrió la espalda. Un placer extremo revolvió su mente por completo. Yumin sintió que el clímax se aproximaba. Hacía tiempo que había olvidado la sensación de sus orejas de animal restregándose contra la almohada. El cuerpo de Yumin parecía existir solo para recibir a Taejun. No sentía que tuviera ningún otro valor.

 

En el instante en que Taejun eyaculó profundamente dentro de él, Yumin perdió el conocimiento.

 

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