¡Dame un bebé lince si no quieres verme volverme loco! Novela - Capítulo 05

  1. Home
  2. ¡Dame un bebé lince si no quieres verme volverme loco! Novela
  3. Capítulo 05 - Inicio Vol 2
Prev
Next
Novel Info

Mientras caminaban despacio, sin darse cuenta ya estaban frente al restaurante de sushi que habían reservado. Una vez más, Yumin no se salió del guion que Taejun ya conocía. Insistió en abrirle la puerta a Taejun, y para lograrlo se metió a la fuerza entre él y la entrada del local. Con eso, el enorme ramo de rosas que Taejun llevaba quedó tan aplastado que perdió su forma.

 

Incluso cuando el empleado los condujo a su mesa reservada, fue Yumin quien se adelantó. Taejun, sinceramente, no podía creer lo que estaba pasando, pero decidió seguirle el ritmo por ahora.

 

—El sushi está servido.

 

Tras hacer el pedido y esperar un poco, el chef les trajo los aperitivos. Poco después, llegó el sashimi.

 

Yumin masticaba el pescado crudo con deleite, diciendo que estaba delicioso. Cerraba los ojos de gusto mientras lo masticaba con cuidado, y su expresión era tan encantadora que casi parecía una escena actuada. Además, ¿por qué tenía los labios tan pequeños y rojos? Taejun, al verlos brillar, se relamió sin darse cuenta.

 

No necesitaba más señales. Quería ir directo al grano, empezar por frotarse contra ese cuerpo menudo.

 

Pero en la cabecita de ese pequeño ser habitaban ideas completamente descabelladas. Taejun soltó una risa breve, y Yumin lo miró con los ojos bien abiertos.

 

—¿Qué pasa? ¿No te gusta?

 

—No, está bueno. Muy fresco.

 

—¿Verdad? Hace mucho que no comía sashimi. Me encanta todo lo crudo.

 

Yumin había nacido carnívoro, pero si era crudo, lo comía sin problema. Como en la montaña el sashimi era un lujo, solo podía disfrutarlo cuando bajaba a la ciudad. Algunos se burlaban diciendo que los linces que comían pescado crudo eran como gatos disfrazados, pero aunque Yumin los insultaba, en secreto seguía comprando sashimi a escondidas.

 

Como buen felino, tenía una debilidad especial por el atún. Entre los linces antropomorfos había bandos: los del pollo, los del salmón, los del atún… pero para Yumin, el atún era insuperable. Eso sí, como era caro, cuando le daban antojos solía conformarse con atún enlatado.

 

El sabor del atún fresco, después de tanto tiempo, se derretía en la boca. No había punto de comparación con las latas.

 

—Está tan rico que me dan ganas de llorar.

 

Yumin se secó las lágrimas con una servilleta mientras devoraba el atún. Taejun, empujándole más sashimi hacia su lado, se perdió imaginando cómo se vería Yumin llorando en la cama. Sin querer, se le escapó una sonrisa suave.

 

—Está buenísimo. Come también el mío.

 

Yumin no sospechaba nada. Si en ese momento hubiera sido un poco más perspicaz, tal vez habría notado las intenciones de Taejun y habría huido. Y entonces, quizás, se habría evitado la tragedia que estaba por venir.

 

Pero Yumin era demasiado inocente. Sin tener idea del desastre que se cernía sobre él, seguía absorto en su festín de sushi y sashimi.

 

Por otro lado, su cuerpo empezaba a calentarse. Hoy, el ambiente era especialmente propicio. Taejun no había rechazado el ramo de flores, y en el restaurante no dejaba de servirle comida. Si se lo proponía, Yumin sentía que esa noche podía seducirlo y terminar en la cama. Tal vez hoy era el día.

 

…Un momento. ¿Me puse la ropa interior adecuada? ¿Era la negra? ¿O la colorida?

 

Había salido tan apurado que ni siquiera recordaba qué calzoncillos llevaba. Si por casualidad había elegido unos ridículos o feos, sería un desastre.

 

Desde que decidió buscar pareja en el mundo humano, Yumin había gastado todos sus ahorros en un par de conjuntos de ropa interior elegante. Pero no tenía suficientes. Así que, de vez en cuando, terminaba comprando calzoncillos que, según sus estándares, eran bastante feos. Total, vivía solo en el dormitorio y nadie lo veía, así que no pasaba nada. Pero justo hoy, en un día tan importante, ni siquiera podía recordar si llevaba los negros o no. Qué desastre.

 

Yumin no podía quedarse quieto, aunque por dentro seguía hilando pensamientos lascivos.

 

‘¿Habrá algún hotel cerca? Debí haberlo reservado antes de venir.’

 

Sacó el celular y, disimuladamente bajo la mesa, abrió una app de alojamiento. Quería buscar algún hotel con buena atmósfera en los alrededores. Era fin de semana y además buscaba hospedaje para esa misma noche, así que no había muchas habitaciones disponibles.

 

Aun así, al subir el rango de precios y buscar hoteles de lujo, aparecieron algunas opciones. Si vaciaba el dinero que le habían dado los mayores del clan familiar, tal vez podría pasar una noche ardiente con Taejun.

 

Justo cuando su dedo iba a tocar el botón de reserva…

 

—¡Ko Yumin!

 

Una voz aguda se oyó de algún lugar. Era una voz familiar, y Yumin se sobresaltó al levantar la cabeza.

 

—¿Eres Ko Yumin, verdad?

 

Entre las mesas del omakase había paneles separadores, así que no se podía ver quién estaba al lado. Pero para su sorpresa, la persona sentada junto a él era alguien conocido.

 

—¿Qué? ¡Si es Ko Seongmin!

 

—Claro que sí. ¿Y tú te haces el desentendido cuando te llamo?

 

—¿Cómo es que estás aquí? Dijiste que te habías ido a estudiar a Busan.

 

—¿Y eso qué importa? Lo curioso es encontrarte en un lugar como este. Qué coincidencia.

 

Ko Seongmin se cruzó de brazos y levantó el mentón. Tenía una mirada afilada, una mandíbula puntiaguda y una expresión altiva. Se parecía a Yumin, pero con un aire más fiero.

 

Taejun miró de reojo, como preguntando quién era. Yumin, por fin, volvió en sí.

 

—Es mi primo segundo. Tenemos la misma edad, pero…

 

Antes de que Yumin pudiera terminar, Seongmin se metió en la conversación.

 

—Hola, soy Ko Seongmin. ¿Y tú quién eres? No te había visto antes.

 

—¿Yo? Soy compañero de universidad de Yumin.

 

—Ah, entonces eres de la Universidad Nacional. Escuché que Yumin se esforzó muchísimo para entrar ahí. Mi papá decía que estudiaba día y noche sin parar.

 

Ko Seongmin era un pariente que desde pequeño había sentido una especie de rivalidad con Yumin. Yumin era el heredero principal del clan, y había recibido todas las expectativas y atenciones de los adultos. En cambio, Seongmin no. No solo tenía peores notas que Yumin, sino que además su madre era una gata doméstica, lo que lo convertía en mestizo, y por eso los mayores no lo veían con buenos ojos.

 

Tenía un carácter mordaz y algo retorcido, y a veces se dedicaba a fastidiar a Yumin. Además, competía con él a la menor provocación y no ocultaba sus celos, lo que hacía que Yumin se sintiera agotado.

 

—Pero eres muy guapo. ¿Cómo te llamas?

 

Ko Seongmin se apoyó en la mano y miró fijamente a Taejun. Al ver eso, el corazón de Yumin dio un vuelco. Jamás había visto a Seongmin sonreír así. Incluso su mirada tenía un brillo pegajoso.

 

¿Será que le gusta Taejun?

 

El instinto animal propio de la época de celo se activó. Seongmin se había interesado por Taejun. Y estaba tratando de impedir que se convirtiera en pareja de Yumin. En un instante, la alerta interior de Yumin se disparó.

 

—Si ya terminaste de comer, vete. Ya te lo acabaste todo.

 

—¿Y eso? Hace mucho que no nos vemos, ¿por qué tan cortante? Por cierto, ¿cómo se llama tu amigo?

 

—¡Oye! ¡No molestes y vete! ¡Estamos comiendo!

 

Yumin alzó la voz. Su expresión molesta y la mirada fulminante hicieron que Seongmin se sobresaltara.

 

Taejun se sorprendió. Ese lado de Yumin le era completamente desconocido. En la universidad, Yumin siempre andaba sonriendo, y aunque a veces intentaba hacerse el serio, no le duraba ni un segundo. Tenía ese aire desgarbado que hacía que alguien tuviera que estar pendiente de él.

 

Pero ahora mostraba una faceta firme y decidida. Como un gato con el pelaje erizado, listo para defender su territorio.

 

Ahora que lo pensaba, quizás no había llegado a entender del todo cómo era Yumin. En cierto modo, era lógico. Apenas llevaban unos meses conociéndose. Y en realidad, los encuentros personales habían sido contados.

 

—Si lo entendiste, vete ya.

 

—Uf, qué desagradable.

 

Seongmin refunfuñó mientras se levantaba de su asiento.

 

Yumin dejó los palillos con un golpe seco, diciendo que se le había quitado el apetito.

 

—Perdón, fui demasiado borde, ¿no?

 

—No, puede pasar. Parece que no se llevan bien.

 

—Sí, un poco…

 

Yumin se mordisqueó los labios. El Seongmin que él conocía era muy activo en temas amorosos. Quizás por ser mestizo, no distinguía entre lince, gato o humano: se comportaba como un auténtico mujeriego. Tan insistente era que decían que podía tener dos, tres, hasta cuatro relaciones a la vez.

 

¿Qué pasaría si Seongmin decidía acercarse a Taejun con intención? ¿Y si Taejun caía rendido sin más? Yumin se inquietó.

 

‘Definitivamente tengo que marcar territorio con Taejun antes de que sea tarde.’

 

Yumin decidió que debía seducir a Taejun cuanto antes.

 

Por su parte, Taejun no prestó atención al alboroto reciente. Ni siquiera había captado bien el nombre: ¿Go Seongmin? ¿Seong Gomin? No le importaba. Su único interés en ese momento era Yumin.

 

No se esperaba ese lado tan punzante. Ver que no era alguien fácil lo hizo más intrigante. Una vez que se fijó en él, hasta los gestos más simples le parecían especiales.

 

Como ahora. Mientras comía el helado de yogur que les habían traído de postre, Yumin lo derramaba torpemente, y a Taejun le parecía adorable.

 

—¿Está rico?

 

—Sí. Está buenísimo.

 

—¿Y por qué lo comes derramándolo todo?

 

Yumin, encantado con el sabor, comía con tanta prisa que se manchó la boca. El líquido blanco le cubría los labios, y la imagen tenía un matiz casi provocador. Yumin, sin darse cuenta de cómo se veía, parpadeaba con inocencia, y eso a Taejun le resultaba hasta ridículo.

 

—Déjame darte yo.

 

Taejun tomó una cucharada y la acercó hasta la nariz de Yumin. Este se sobresaltó y agitó las manos.

 

—Puedo comer solo.

 

—No, déjame hacerlo.

 

Taejun insistía en alimentar a Yumin. Yumin se sentía confundido. Se suponía que él debía liderar la cita, y sin embargo, ahora era él quien estaba siendo cuidado. Le daba vergüenza.

 

Según su plan, él debía darle de comer a Taejun, ofrecerle servilletas con ternura, pedir el postre con estilo. Pero la aparición repentina de Ko Seongmin lo había desconcentrado por completo.

 

—Yumin, di “ah”.

 

—Mmm…

 

—Vamos, abre la boca.

 

Yumin era débil ante la tentación. Con solo ver el helado ácido, se le hacía agua la boca. Como un gato frente a una golosina exprimible, Yumin abría la boca sin darse cuenta.

 

—Vaya, sí que comes bien. ¿Está rico?

 

—Sí, está delicioso. Muy delicioso.

 

Ácido, dulce, refrescante… ¿Cómo podía haber algo tan sabroso en el mundo humano? Yumin lo pensó con genuina admiración. Además, que Taejun se lo diera a probar lo hacía aún más delicioso.

 

—¿Quieres otro bocado?

 

—…Está bien.

 

Yumin volvió a abrir la boca. Taejun, sin apartar la mirada de la lengua roja que asomaba entre sus labios, le ofreció otro poco de helado. Solo imaginar esos labios lamiendo lo suyo lo hacía estremecer. No era solo una sensación: de hecho, se estaba excitando un poco.

 

Cuando Taejun se sobresaltó, Yumin lo miró con curiosidad.

 

—¿Qué pasa?

 

—Nada. Anda, come otro poco.

 

Con una sonrisa amable, Taejun volvió a acercarle la cuchara. Yumin, sin sospechar nada, la aceptó de inmediato.

 

Mientras tanto, Ko Seongmin observaba desde la mesa contigua cómo Yumin recibía cucharada tras cucharada de helado. La escena le resultaba insoportable.

 

‘Ko Yumin. Pensé que era un empollon que solo estudiaba, ¿de dónde sacó a un tipo tan bueno?’

 

Por más que lo mirara, el hombre que acompañaba a Yumin era demasiado atractivo. No solo era guapo y de buena estatura, sino que tenía algo sutilmente sexy. Su mirada húmeda, sus dedos largos… todo en él desprendía una extraña sensualidad.

 

‘¿No estará Yumin engañando a ese tipo?’

 

Seongmin también sufría la ansiedad por la reproducción, el dilema más común entre los híbridos de gato montés. Apretó los puños y se prometió no dejar a Yumin tranquilo.

 

Si no podía tener a un macho tan espléndido, lo destruiría. Seongmin empezó a tramar su plan en silencio.

 

—¿No te gusta, Seongmin?

 

Su acompañante le preguntó, pero él ni siquiera respondió. Aunque pensaba que su cita era decente, al lado de la pareja de Yumin, su acompañante parecía patético. Seongmin se mordió los labios con fastidio.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Después de terminar el postre, Taejun mencionó que había un bar de cócteles decente cerca. Yumin se levantó fingiendo saber mucho sobre cócteles.

 

La verdad era que no sabía casi nada. No distinguía los tipos, ni los había probado bien. En su pueblo natal, solo se bebía el tradicional makgeolli hecho al estilo de los híbridos de gato montés. Y eso, a escondidas de los adultos.

 

Pero salir con un hombre tan guapo como Taejun y beber cócteles en un bar… lo hacía sentir como un adulto de verdad.

 

Yumin siguió a Taejun con pasos ligeros, casi flotando.

 

El bar, acogedor y con buena atmósfera, no quedaba lejos del restaurante de sushi. Al llegar, el bartender los recibió con entusiasmo, diciendo que eran los primeros clientes del día.

 

—Hola. Lo de siempre, por favor.

 

—¿Te sirvo el whisky que guardaste la última vez?

 

—Sí, ese está bien.

 

—¡Guau! ¿Y eso qué es?

 

—Es lo que tomo de vez en cuando.

 

Taejun sirvió el whisky con destreza y lo bebió con una mirada lánguida.

 

‘Taejun parece muy adulto. Y también… muy provocador.’

 

Yumin no pudo evitar salivar al ver sus labios húmedos.

 

—Yumin, ¿quieres probar algo que te recomiendo?

 

—Claro, me encantaría.

 

—Un Sex on the Beach, por favor.

 

El bartender asintió y sacó las botellas del estante.

 

‘¿Qué clase de nombre es ese?’

 

Yumin sentía que iba a asfixiarse con el coqueteo descarado de Taejun.

 

¿Ahora sí que va sin filtros? Bueno… bienvenida sea la propuesta.

 

El Sex on the Beach, a pesar de su nombre sugerente, sabía más a bebida refrescante que a licor. Era ácido, suave, y no tenía un sabor fuerte a alcohol, así que incluso Yumin, que era principiante, lo bebió sin dificultad. Lo que no sabía era que, en realidad, tenía bastante graduación alcohólica.

 

Cuando vació el vaso en un abrir y cerrar de ojos, empezó a sentirse algo mareado.

 

—¡Otro más!

 

—Yumin, ¿no estás bebiendo muy rápido?

 

—Nooo, para nada. Esto ni siquiera está fuerteee. ¡Señor, póngale más potencia esta vez!

 

Yumin, entusiasmado, siguió bebiendo cócteles uno tras otro. Pronto, su rostro pálido se tiñó de rojo. Las orejas humanas, la punta de la nariz y las mejillas se le humedecieron. El problema era que también se le habían enrojecido las orejas de gato montés.

 

El calor le subía por las puntas de las orejas, y como llevaba gorra, se sentía sofocado. Sin darse cuenta, empezó a rascarse con fuerza las orejas felinas. Taejun lo miró fijamente.

 

—Yumin, ¿qué haces?

 

—Me pican las orejas.

 

—¿Tus orejas están ahí?

 

Taejun soltó una risita.

 

¡Ay, cierto! Ahora tengo dos pares de orejas.

 

Menos mal llevaba puesta esa gorra negra. Si se le caía, quedaría completamente expuesto.

 

—Ya ves… solo estaba bromeando un poco.

 

Yumin improvisó una respuesta y suspiró aliviado. Por suerte, Taejun no parecía haber notado nada.

 

—Hace mucho calor. Voy a lavarme la cara.

 

Yumin se levantó apresuradamente. Al entrar al baño, se aseguró de que no hubiera nadie y se miró en el elegante espejo. Su rostro estaba tan rojo como una manzana. Al quitarse ligeramente la gorra, confirmó lo que sospechaba: sus orejas de gato montés se habían teñido de un rosa brillante. Se las rascó con fuerza para aliviar la picazón y volvió a calarse la gorra hasta el fondo.

 

En ese momento, la puerta del baño se abrió de golpe.

 

—¿Taejun?

 

—Como tardabas tanto, vine a ver. ¿Estás bien?

 

—Estoy bien.

 

—¿Estás muy borracho? Tienes la cara muy roja.

 

—Mi cara se pone roja fácilmente. Estoy bien. No estoy tan borracho.

 

—¿Sí? Menos mal. Pero Yumin, ¿por qué no dejamos de beber y nos vamos?

 

—¿A dónde?

 

—A mi casa.

 

Yumin se quedó paralizado. Por fin había llegado la frase: “Vamos a mi casa”. En los dramas, ese momento marcaba el inicio de la historia. Los protagonistas siempre terminaban compartiendo una noche ardiente.

 

Yumin apretó los puños. Juraría que escuchaba aplausos de celebración en algún lugar.

 

‘Hoy, por fin, se escribe la historia entre Taejun y yo. ¿Tan rápido avanzamos? ¡Qué intenso!’

 

Su corazón latía con fuerza. Al mismo tiempo, sentía un poco de miedo. Quería tomar la iniciativa como un hombre, asegurarse de que Taejun no sufriera, hacerlo bien… pero, ¿podría lograrlo sin experiencia?

 

Por más que hubiera visto videos educativos, nada sustituía la práctica. Le preocupaba parecer torpe. Al fin y al cabo, la primera vez siempre da miedo.

 

Taejun observó el rostro de Yumin y pensó que su expresión no era muy alentadora. Tal vez no le gustaba la idea.

 

Justo cuando estaba por retractarse, Yumin le agarró de repente la muñeca. Con su pequeña mano atrapó la grande de Taejun y exclamó:

 

—Taejun, lo haré bien.

 

—¿Qué?

 

—Lo haré muy bien. ¡Aunque nunca lo haya hecho antes!

 

—Yumin, ¿de qué estás hablando?

 

—Nada. Olvídalo. ¿Vamos? ¡Vamos ya!

 

Yumin abrió la app de taxis con entusiasmo. Al ver su rostro tan emocionado, Taejun no pudo evitar soltar una risa.

 

Definitivamente, Yumin también me quiere. Seguro entendió lo que significa “vamos a mi casa”, y aun así no se negó.

 

Ambos pensaban lo mismo.

 

Durante el trayecto en taxi hacia el apartamento de Taejun, los dos se sumergieron en fantasías ardientes. El único problema era que… los dos creían que estarían arriba.

 

Justo entonces, la radio empezó a sonar con una melodía pegajosa. Al escuchar el saxofón, Yumin apretó los labios.

 

‘Hoy me convierto en adulto. ¡Vamos, el hombre Ko Yumin! ¡Por fin ha llegado el momento!’

 

Taejun se esforzaba por contener la risa al ver la expresión decidida de Yumin.

 

Sin darse cuenta, el taxi ya había llegado frente al apartamento de Taejun.

 

—Yumin, ya llegamos. ¿Por qué no bajas?

 

—¿Eh? ¡No me di cuenta!

 

Yumin bajó apresuradamente y se dirigió, algo despistado, hacia la entrada. Al subir al ascensor, pulsó con naturalidad el botón del piso donde vivía Taejun.

 

—¿Eh? ¿Cómo sabes qué piso es?

 

Yumin lo había visitado tantas veces transformado en gato montés que ya lo pulsaba sin mirar. Al darse cuenta del desliz, se apresuró a inventar una excusa.

 

—Lo elegí al azar. ¿Acerté?

 

—Vaya, aciertas hasta eso. Qué curioso.

 

—Ya ves… tengo buen instinto.

 

Intentó disimular mientras por dentro se tensaba.

 

Al salir del ascensor, Yumin caminó deliberadamente detrás de Taejun. No quería dar señales de que conocía el pasillo.

 

—Bienvenido.

 

—Con permiso.

 

Aunque ya había estado muchas veces, Yumin fingió que era su primera vez al pisar la entrada. Como siempre, el apartamento de Taejun estaba impecable, sin una mota de polvo.

 

—Siéntete cómodo.

 

—Gracias.

 

Taejun sacó fruta y trozos de queso del refrigerador, y una botella de vino blanco de la cava. Mientras tanto, Yumin se sentó en el sofá y miró alrededor del salón, fingiendo incomodidad. Taejun le sirvió una copa de vino.

 

—¿Qué tal? ¿Está rico?

 

—Sí. Este vino también está bueno. El que tomamos antes estaba bien, pero este es dulce y sabroso.

 

—Me alegra. Aunque este es peligroso.

 

—¿Peligroso?

 

—Quiero decir que no deberías beberlo fuera. Solo en casa.

 

—¿Ah, sí?

 

Taejun asintió con la cabeza y levantó el mentón de Yumin con un dedo. En el instante en que sus miradas se cruzaron, Yumin estuvo a punto de desmoronarse. Se aferró a su conciencia con urgencia y logró contener el colapso.

 

Solo con el roce de los dedos de Taejun, su cuerpo entero se derritió como un mochi caliente. ¿Era posible sentirse tan extasiado solo con una mirada?

 

Sin darse cuenta, rodeó con los brazos la nuca de Taejun. En realidad, quería ducharse, ponerse la bata y crear una atmósfera tranquila, pero no podía esperar más. Quería tumbar a Taejun allí mismo, en ese instante.

 

‘¡Sí, ahora mismo!’

 

Como si hubiera leído su mente, Taejun se acercó poco a poco, con lentitud. Yumin tragó saliva y fijó la vista en sus labios. Tal como había visto en los dramas, cuando los labios se tocaran, el beso comenzaría.

 

Sus rostros se acercaban cada vez más. En el momento en que ya no quedaba espacio entre ellos, cuando incluso sus respiraciones se rozaban, Taejun levantó la mano y acarició suavemente la espalda seca de Yumin. Luego, su mano fue ascendiendo poco a poco hasta rozar la nuca.

 

Yumin, embriagado por el éxtasis, no se dio cuenta. La mano de Taejun había subido más y ahora sujetaba su gorro. El gorro se deslizó con suavidad. Poco a poco, el cabello comenzó a asomarse. Taejun acarició con delicadeza los mechones expuestos. Yumin sintió un escalofrío.

 

‘No. Si se quita el gorro, ¡se verán mis orejas!’

 

Embriagado por el alcohol y el ambiente, Yumin había olvidado por completo sus orejas. Al sentir el peligro, reunió todas sus fuerzas y empujó a Taejun con toda la energía que le quedaba.

 

‘¡Ups, creo que lo empujé demasiado fuerte!’

 

Taejun cayó estrepitosamente. El vino se derramó y tiñó el sofá.

 

—…Taejun, ¿estás bien?

 

—¿Qué te pasa?

 

Taejun soltó una risa incrédula. Hasta hace un momento, el ambiente era de color rosa, ¿por qué ese cambio repentino? Yumin estaba seguro de que él había respondido a su beso. Ambos sabían que estaban a punto de deslizarse suavemente sobre el sofá. Entonces, ¿por qué?

 

—¡Lo siento! ¡De verdad lo siento!

 

Yumin se levantó de un salto y corrió hacia la entrada. Abrió la puerta con todas sus fuerzas y salió disparado, decidido a que Taejun no pudiera seguirlo.

 

Lo sentía de verdad. Era una pena perder la oportunidad, pero así no podía continuar.

 

Yumin agarró la manija de la puerta. Pero Taejun fue más rápido. Con fuerza, sujetó el antebrazo de Yumin.

 

—No te vayas.

 

—Taejun…

 

Yumin se quedó paralizado, incapaz de moverse.

 

—¿Por qué te vas? ¿Es que te caigo mal?

 

—¡No! No es eso.

 

Respondió con dificultad, como si las palabras se le quedaran pegadas en la boca.

 

—Entonces, ¿por qué huyes?

 

—Es que… es difícil de explicar.

 

Yumin sabía que no tenía forma de responder bien. Si salía corriendo así, era evidente que la relación con Taejun se volvería incómoda. Pero no tenía ni idea de cómo manejar la situación con elegancia. Si sus habilidades para conversar fueran mejores, ya habría derretido a Taejun hace rato.

 

—Entonces no te vayas.

 

—¿Qué?

 

—Que no te vayas.

 

La voz de Taejun tenía una fuerza imposible de resistir. El calor que se filtraba por su mano, la mirada ardiente, el tono pegajoso de su voz… todo eso envolvía a Yumin como una cuerda.

 

En el fondo, quería revolcarse con Taejun ahí mismo, sin reservas. Si no fuera por esas malditas orejas, lo habría hecho cien veces.

 

—Lo siento.

 

—No. Dame una razón.

 

Tenía que rechazarlo. Pero no quería hacerlo de forma tajante. Yumin buscó desesperadamente una respuesta contradictoria, hasta que se le ocurrió una idea.

 

—El baño.

 

—¿Eh?

 

—Tengo muchas ganas de ir al baño.

 

Yumin se arrepintió en cuanto lo dijo. Para ser una excusa improvisada, era demasiado vergonzosa. Tan cutre que se sintió ridículo, pero ya era tarde.

 

Taejun frunció el ceño y preguntó:

 

—…¿En serio?

 

—¿Por qué mentiría? En realidad llevo rato aguantando.

 

—Entonces usa el baño de aquí. ¿Por qué salir?

 

—Es que… cuando hay otra persona cerca, no puedo.

 

—No mientas.

 

—No es mentira. Te lo juro.

 

Taejun seguía mirándolo con sospecha. Yumin sudaba frío, consciente de que su excusa era débil. ¿Quién iba a creer que, en medio de un momento íntimo, saliera corriendo diciendo que necesitaba ir al baño?

 

El silencio se volvió asfixiante. Taejun asintió y señaló con la mano la puerta del fondo.

 

—¿El baño es por ahí?

 

—Sí. Está ahí, así que ve. ¿Está bien?

 

No había nada que objetar en sus palabras. Yumin estaba acorralado. No tenía ganas de ir al baño, pero tuvo que correr fingiendo que sí.

 

—Voy a salir un momento. Úsalo con tranquilidad.

 

—Gracias…

 

Taejun salió con cortesía.

 

El sonido del cerrojo resonó en la sala. Yumin se agachó en el baño, abrazando su gorro, completamente derrumbado.

 

¿Por qué hice eso? Hay excusas y excusas, pero ¿el baño? ¿En serio? Estoy loco.

 

Se arrepentía. Aunque Taejun regresara, ¿podrían recuperar esa atmósfera cargada de deseo? ¿Por qué demonios había soltado semejante estupidez? Quería volver cinco minutos atrás y darse una paliza.

 

‘No, aún no es tarde. Taejun no me ha dicho que me largue del todo. De hecho, me ha detenido.’

 

Yumin se dio unas palmadas en las mejillas para recuperar la compostura. Si quería salir de esta crisis, tenía que arreglarlo bien. Y para eso, solo quedaba una opción: cerrar la situación con decisión, como todo un hombre.

 

Primero debía eliminar la raíz del problema: las orejas de gato montés. Frente al espejo del baño, Yumin se quitó el gorro con cuidado.

 

Las orejas se alzaron con un “pop”. Aunque habían estado aplastadas por el gorro, ahora se veían más redondas, brillantes y peludas que nunca. Su presencia era abrumadora.

 

Estaba perdido. ¿Cómo hacer que desaparecieran?

 

Yumin empezó a dar saltitos de desesperación. Si tardaba demasiado, Taejun empezaría a sospechar. No podía cortarse las orejas, ¿qué hacer? Incluso llegó a considerar ideas extremas. Si hubiera una tijera en el baño, tal vez lo habría intentado.

 

Entonces, una idea cruzó su mente. Cuando una computadora se estropea, lo mejor es apagarla y reiniciarla. ¿Y si las orejas funcionaban igual?

 

Yumin formuló una hipótesis: transformarse en gato montés y luego volver a ser humano. Todo o nada. Calculó que había muchas probabilidades de regresar como Yumin humano sin orejas felinqs. Además, estaba en el baño, así que podía transformarse sin que Taejun la viera.

 

Bien, vamos a resolver esto rápido.

 

Yumin cerró los ojos y se concentró. Con un “pum”, su cuerpo se transformó en un pequeño gato montés. Al mismo tiempo, la ropa cayó al suelo como un montón de trapos. A cuatro patas, Yumin logró salir del montón de ropa.

 

La primera fase estaba completa. Ahora solo quedaba volver a ser humano y las orejas desaparecerían. Respiró hondo y rezó con fervor.

 

‘Oh, dios del gato montés, por favor devuélveme mi cuerpo humano.’

 

Pero algo no iba bien. Normalmente la transformación era instantánea, pero esta vez, por más que se esforzaba, su cuerpo no cambiaba. Sudaba a mares mientras seguía rezando. Estaba tan nervioso que las almohadillas de sus patas estaban húmedas. Su corazón latía con fuerza, a punto de estallar.

 

‘Esto es raro. ¿Qué me pasa?’

 

No había señales de transformación. Desesperado, Yumin gritó por dentro.

 

Y justo entonces… bip bip. El sonido del cerrojo electrónico anunció que Taejun había entrado en casa.

 

¡Nooo, qué hago! ¡Sálvame, gato montés!

 

Era una situación crítica. Yumin pensó rápido. Corrió hacia la ducha y abrió el grifo. El sonido del agua llenó el baño. Aprovechando la confusión, salió corriendo. Por suerte, había practicado muchas veces cómo abrir puertas siendo gato montés.

 

Taejun aún no había llegado al baño, así que Yumin logró escabullirse sin ser visto y se dirigió a la terraza.

 

Al llegar a la terraza, Yumin se lamió la pata delantera y soltó un maullido lastimero: 

 

—Miaaau…

 

—¿Qué es esto? ¿No eres un gatito?

 

Al oír el maullido, Taejun se sobresaltó y corrió hacia el. Yumin, con todas sus fuerzas, maulló de nuevo con la voz más melosa y casera que pudo. Era una situación humillante, pero no tenía otra opción.

 

Taejun la alzó en brazos de un tirón y le acarició la cabeza con suavidad.

 

—¿Qué te pasa? ¿Y cómo entraste? Estamos en el séptimo piso.

 

Era imposible que un gato hubiera llegado hasta allí desde el exterior. A menos que hubiera caído del cielo, no tenía sentido.

 

Yumin se acurrucó en sus brazos y maulló con más insistencia. Su corazoncito, del tamaño de un frijol, latía con fuerza. Tenía que salir de esa situación como fuera, engañarlo, distraerlo, lo que funcionara.

 

—Miaaau.

 

—¿Tienes hambre?

 

—¡Miau!

 

—Vale, te daré algo. Seguro hay algo que puedas comer.

 

Taejun frunció el ceño, aún desconcertado, pero se dirigió a la cocina para alimentar al supuesto gatito.

 

Sin embargo, al pasar junto al baño, su mirada se desvió hacia la puerta. Desde dentro seguía saliendo el sonido del agua, tal como Yumin lo había dejado. Taejun se detuvo un momento, pensativo, y luego se acercó.

 

—Yumin.

 

Tocó la puerta con los nudillos.

 

—Yumin.

 

Volvió a llamar, pero no obtuvo respuesta. Solo se oía el chorro constante del agua. Lo cual tenía sentido, porque Yumin estaba en ese momento acurrucado en sus brazos.

 

—Hmm… debe estar duchándose.

 

Taejun se encogió de hombros y volvió a caminar.

 

—Vamos, elige conmigo. De hecho, compré un montón de cosas ricas pensando en ti.

 

Taejun abrió el mueble de la cocina con una mano mientras sostenía al gatito en la otra. Y no mentía: el cajón estaba repleto de comida húmeda y golosinas. Para cualquier gato común, aquello sería un paraíso.

 

Pero Yumin no era un gato común. Su objetivo era confundir a Taejun. Se retorció y escapó de sus brazos en un abrir y cerrar de ojos. Mientras corría, gritaba por dentro: ¡Sálvese quien pueda!

 

—¡Eh, gatito! ¡Gatito!

 

Taejun la llamó, pero Yumin no se volvió. Salió disparado hacia la terraza y, siguiendo el recorrido que ya había memorizado, saltó por el marco de la ventana y entró en la habitación principal.

 

Mientras tanto, Taejun recorría la casa buscando al gatito perdido. Yumin contuvo la respiración y salió sigilosamente del dormitorio. Luego abrió con cuidado la puerta del baño que había usado antes y se metió de nuevo.

 

Jadeando, pensó: Lo logré.

 

Después de dar toda una vuelta por la casa, había conseguido regresar al punto de partida. El baño estaba sofocante y húmedo. El agua caliente seguía corriendo, empapando el suelo. Pero en ese momento, estar allí era un alivio. Solo quedaba una cosa por hacer: volver a ser la Yumin humano.

 

Se acurrucó en el suelo y rezó con fervor.

 

‘Oh, dios del gato montés, ancestros míos, se los ruego. Solo una vez más, devuélvanme mi cuerpo humano.’

 

3, 2, 1.

 

¡Pum! Con ese sonido, Yumin volvió a aparecer, desnudo. Se apresuró a mirar en el espejo y, por suerte, las orejas habían desaparecido. Su aspecto era el de siempre.

 

Suspiró aliviado.

 

Y justo entonces… toc toc, Taejun llamó a la puerta desde afuera.

 

—Yumin, ¿qué pasa?

 

—Ah, no es nada. ¿Por qué?

 

—Acabo de escuchar un ruido.

 

—No pasa nada. Puedes entrar.

 

—Ah, ¿sí?

 

En ese instante, la puerta del baño se abrió de golpe. Yumin se encontró cara a cara con Taejun. Taejun la miró con sospecha.

 

—¿Qué pasa?

 

—Tú… estás desnudo.

 

—¿Qué? ¿Estás loco? ¡De verdad!

 

El rostro de Yumin palideció. En su confusión, olvidó volver a ponerse la ropa. Su torso y sus piernas estaban completamente expuestos. Después de unos días, volvió a mostrar su desnudez a Jun.

 

No estoy en mi sano juicio.

 

Yumin sintió que iba a desmayarse. No había nada que decir si Taejun lo considerabo un pervertido. Pero la reacción de Taejun fue diferente a lo que Yumin esperaba.

 

—Eres increíble.

 

—¿Yo?

 

—¿Te desnudaste a propósito? ¿Para que te viera? Si no, no me habrías dicho que entrara.

 

Taejun dio un paso dentro del baño. Yumin retrocedió, sorprendido. Taejun se acercó lentamente, y de repente, agarró firmemente las manos de Yumin y las sujetó sobre su cabeza.

 

Incapaz de moverse, Yumin se sintió confundido. No había escapatoria.

 

—Esta vez, no te salvaras.

 

Taejun bajó sus labios. Sus bocas se encontraron.

 

Un rayo recorrió la espalda de Yumin. Una corriente eléctrica le recorrió desde la cabeza hasta los pies, haciendo que su corazón latiera con fuerza.

 

Yumin respiró profundamente y abrazó el cuello de Taejun. Taejun también soltó las muñecas de Yumin y abrazó su espalda desnuda. Sorprendentemente, las palmas de Taejun estaban llenas de callos, muy masculinas.

 

Manos salvajes recorrieron la espalda delgada y la cintura de Yumin, bajando hasta sus caderas redondas.

 

Todo su cuerpo se derretía, sintiéndose mareado. Los labios eran dulces como la miel, y el aroma de Taejun era embriagador. Yumin se sumergió profundamente en el beso, deseando que el tiempo se detuviera.

 

¿Qué hago? Me falta el aire… Me vuelvo loco.

 

Yumin olvidó respirar, dedicándose completamente al beso. No tenía tiempo para respirar. ¿Cómo respirar cuando todo es tan dulce y embriagador? Era una excitación que realmente quitaba el aliento.

 

En medio de todo, algo duro presionó contra su entrepierna.

 

La erección de Taejun se frotó contra la suave carne de Yumin. Yumin se sorprendió, pero no tuvo ganas de resistir, así que se dejó llevar por el flujo.

 

—Mmm…, uhh.

 

De vez en cuando, escapaban gemidos.

 

—Taejun, Taejun, haa….

 

Yumin también se excitó. Se movió las caderas por sí mismo, presionándose más firmemente contra el cuerpo duro.

 

No había un solo centímetro de distancia entre ella y los músculos de Taejun, y su excitación.

 

¿Sería porque se sentía demasiado bien? Yumin comenzó a sentir que le faltaba oxígeno en la sangre. Su cabeza se sentía mareada y somnolienta. No podía pensar racionalmente.

 

Le faltaba tanto el aliento que Yumin intentó respirar profundamente. Pero de repente, su respiración se detuvo.

 

—Yumin… Yumin, respira un poco.

 

Todo su cuerpo se relajó y Yumin se desmayó. La combinación de exceso de alcohol, estrés, tensión y excitación sexual la dejó inconsciente. Fue una vergüenza para el gato.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—Mmm… ¿Qué hora es?

 

Yumin se frotó los ojos y se levantó. La casa estaba oscura y no había nadie.

 

—Ah, no es el dormitorio. Ah… debe ser la casa de Taejun.

 

Se incorporó y miró alrededor de la habitación. Ni en el dormitorio, ni en la sala de estar, ni en la cocina había rastro de Taejun. No dejó ninguna nota diciendo que había salido.

 

Yumin dejó caer los hombros con desánimo.

 

Debo haber decepcionado a Taejun al desmayarme como un tonto

 

Seguramente me vería ridículo. Debo haber parecido tan inepto al no poder ni siquiera tocarlo…

 

—Ko Yumin, ¿por qué eres tan tonto?

 

Yumin se tiró del pelo con frustración.

 

He desperdiciado la oportunidad que el cielo me dio. Me odio a mí mismo por haber arruinado todo.

 

Pero ya es demasiado tarde. No hay nada que Yumin pueda hacer para cambiar lo que pasó.

 

—Esta vez es realmente el final. Lo he arruinado todo por mí mismo.

 

Yumin ya había perdido toda esperanza de emparejarse con Taejun. Desesperado, lanzó la boina que estaba sobre la mesita y salió corriendo del apartamento.

 

Poco después, Taejun regresó con algo de comida. Al ver el apartamento vacío, se quedó paralizado.

 

Solo había salido a comprar pan, pensando que Yumin tendría hambre al despertar. Pero Yumin había desaparecido sin dejar rastro. No había dejado una nota, ni un mensaje en el teléfono.

 

—¿Qué pasa? ¿Estaba de mal humor ayer? ¿Qué fue lo que le molestó?

 

Taejun se quedó pensativo, con las manos en la cintura.

 

En su vida, Taejun nunca había tenido que seducir activamente a nadie. Para ser precisos, nunca lo necesitó. Bastaba con quedarse quieto para que los demás lo notaran y empezaran a coquetear. Por eso, no sabía cómo manejar a Yumin. A simple vista parecía un tipo sencillo, y sin embargo, no lograba conquistar ni siquiera a Ko Yumin. Estaba furioso consigo mismo.

 

La verdad, había sido imprudente. Pensó que, si se lo proponía, podría acostarse con Yumin de inmediato. Pero hasta ahora, lo único que había conseguido era un beso.

 

Eso sí, un beso peligrosamente dulce. La respiración torpe de Yumin, su lengua pequeña, sus manos temblorosas… todo era adorable.

 

—¿Y ahora se escapa? ¿Qué clase de tipo es este?

 

Taejun lanzó la bolsa de pan y se despeinó con violencia. No lograba calmarse, se lavó la cara una y otra vez. En ese momento, sonó su teléfono.

 

—¿Será Ko Yumin?

 

Lo tomó de inmediato. Pero en la pantalla aparecía el nombre de su madre. Taejun suspiró sin querer y contestó.

 

—Taejun, ¿vas a venir a la reunión familiar este mes?

 

—¿Por qué?

 

—¿Cómo que por qué? Hace mucho que no te vemos. Este mes es el cumpleaños del abuelo, ¿lo sabías? Dijo que tenías que venir sí o sí.

 

—¿No me van a estar regañando otra vez?

 

—Aunque no quieras oírlo, esta vez vienes. Compórtate como una persona.

 

—…Está bien.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

La familia Beom tenía una reunión mensual. Taejun no era muy fan de esas reuniones, donde se juntaban todos los parientes, algo que le parecía excesivo.

 

Tan pronto como alcanzó la mayoría de edad, se independizó. Era un individualista empedernido. Por eso, cada vez que iba a las reuniones, chocaba con los adultos que insistían en hablar de matrimonio y tener hijos.

 

Hoy no fue la excepción. Apenas vio a su nieto, el abuelo empezó a hablar de casarse, incluso antes de saludarlo.

 

—¿Cuándo se va a casar mi nieto?

 

—Abuelo, ya le dije que no tengo intención de casarme. Y sigo pensando igual.

 

—¡No digas tonterías! ¿Sabes lo valioso que es dejar descendencia en la familia Beom? Basta de excusas. Tráete una buena chica y hagamos la ceremonia cuanto antes.

 

Lejos de calmar al abuelo, el padre de Taejun se sumó a la presión.

 

—Taejun, ¿ni siquiera tienes novia?

 

—¿Novia? …Es algo ambiguo.

 

En ese instante, el rostro de Yumin cruzó fugazmente por su mente. Después de un solo beso, Yumin había desaparecido. Taejun no podía llamarlo “novio” con todas las letras. Pero tampoco había nadie más que le interesara, ni alguien con quien tuviera cercanía. ¿Alguien con quien se besara? Por supuesto que no.

 

—¿Qué significa eso de “ambiguo”?

 

—Es que… hay algo ahí.

 

—Hmm. Entonces ve a una cita arreglada.

 

—¿Perdón? ¿Una cita arreglada?

 

—¿Recuerdas a la hija de la familia Ye, de la que hablamos la otra vez?

 

—Claro que la recuerdo. ¿Pero por qué lo menciona?

 

—Pues resulta que esa familia se ha puesto en contacto. Quieren formalizar el matrimonio.

 

Taejun dejó la cuchara y frunció el ceño. Apenas tenía veinte años, y ya le hablaban de citas matrimoniales. Le parecía anticuado. La idea de encontrarse con una mujer desconocida en un encuentro artificial le resultaba incómoda.

 

—No quiero. No es como si me fueran a meter a la cárcel o a ponerme una multa por no casarme. ¿Para qué hacerlo?

 

—Aunque no quieras, ve a conocerla. No puedes decidir sin haberla visto.

 

—Padre, ¿por muy popular que sea nuestra familia, de verdad quiere ofrecer a su hijo menor así?

 

—Ejem… Eso sí me apena. Pero la familia Beom no puede pasar desapercibida.

 

La familia Beom era famosa en el mercado de citas arregladas. Su genética privilegiada y su físico llamaban la atención. Incluso el abuelo de Taejun, con más de setenta años, tenía una complexión imponente y estaba en excelente forma. Desde que dejó de fumar su pipa favorita, incluso podía ir de excursión.

 

Las primas de Taejun, sentadas frente a él, también tenían cuerpos tonificados y extremidades largas. Todas medían al menos 1.75 metros, y sus piernas lucían elegantes incluso con ajustados leggings de estampado animal.

 

Y lo más notable: los hombres de la familia Beom eran famosos por su fertilidad infalible. Era el secreto —y el orgullo— de la familia. Se decía que bastaba una sola relación para concebir. Las familias con dificultades para tener hijos hacían lo imposible por emparentar con los Beom.

 

Entre todos, Taejun destacaba por su juventud y atractivo. Algunos incluso lo buscaban en secreto para convertirlo en su yerno. Por eso no era raro que se hablara de un matrimonio con la hija de la familia Ye, cercana al abuelo.

 

—Entonces, padre, abuelo. Si acepto esta cita, prométanme que me dejarán en paz después. Si me garantizan que no habrá más encuentros arreglados, aceptaré conocer a la hija de los Ye.

 

—¿Lo dices en serio?

 

—Sí. Si no aceptan esa condición, no hay trato.

 

—Vaya, qué terco eres… Está bien, de acuerdo. Si conoces a la hija de los Ye, después te dejaré hacer lo que quieras.

 

Taejun aceptó la cita arreglada por una sola razón: Yumin.

 

Desde que Yumin desapareció de repente, la relación entre ambos se había vuelto incómoda. Justo coincidió con la suspensión de algunas clases, así que ni siquiera se cruzaban en la universidad, y cualquier oportunidad de hablar se había esfumado.

 

¿Qué estará pensando Yumin? ¿Será que le caigo mal? No lo parecía…

 

Taejun no soportaba tener a Yumin dando vueltas en su cabeza todo el día. Quería resolverlo de una vez por todas: confesarle que su encanto lo había desarmado por completo, o, si no sentía lo mismo, cortar por lo sano. Pero para eso, primero tenía que deshacerse de las constantes presiones familiares sobre citas y matrimonio.

 

Sí, acabaré rápido con esta cita y luego hablaré con Yumin. Taejun tomó lo que consideraba una decisión razonable.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—¿Sabías que Jimin abrió su clínica de medicina oriental? Ve tú en lugar de mamá y papá a felicitarlo. No te olvides de llevar una planta.

 

—Está bien. Iré.

 

—Y ya que vas, aprovecha para hacerte preparar algo de medicina. La salud es lo primero.

 

—Claro, así lo haré.

 

Después de colgar con su madre, Yumin revisó el saldo de su cuenta. Aún le quedaba bastante del dinero que le había dado la asociación familiar, así que podía costearse una receta de medicina tradicional y aún le sobraría para comprar pasteles.

 

Desde que, de forma repentina, le habían brotado orejas puntiagudas, Yumin se había vuelto más sensible con los temas de salud. La dificultad para controlar su transformación era señal de que algo no andaba bien en su cuerpo, así que ya tenía pensado ir al médico. Y justo su primo segundo, Ko Jimin, había abierto una clínica cerca. Le venía como anillo al dedo.

 

Al día siguiente, Yumin fue directamente a la clínica. Abrazando la planta de felicitación, abrió la puerta… y se topó con un rostro que no le alegraba demasiado ver.

 

—Pero mira quién es. Dicen que siempre te cruzas con tu enemigo en la calle… Ko Yumin, nada menos.

 

Seongmin lo recibió con su tono chillón habitual.

 

—Y tú, ¿qué haces aquí?

 

—¿Cómo que qué? Esta es la clínica de mi hermano. Es lógico que venga.

 

—Bueno, eso sí.

 

—¿Y tú por qué viniste?

 

—A felicitar a Jimin por la apertura… y también a hacerme revisar. ¿Tengo que esperar?

 

—Sí. Hay otro paciente ahora, así que tendrás que aguardar un poco. Pero oye… ¿y aquel de la otra vez?

 

Seongmin se acercó con disimulo y le susurró al oído.

 

—¿Cuál?

 

—¿Cómo que cuál? El chico guapo que vimos en el restaurante japonés. ¿Tú y él… van bien?

 

—¿Y tú por qué preguntas eso?

 

—¿Están saliendo? ¿Hasta dónde han llegado?

 

—No lo sé.

 

—Mira esa cara. Parece que las cosas no van muy bien entre ustedes últimamente.

 

—No tengo ganas de contarte cada detalle.

 

—Ah, así que no estás seguro. Go Yumin no era gran cosa después de todo. Eres el típico cerebrito que solo sabe estudiar.

 

—Cállate.

 

Yumin fulminó a Seongmin con la mirada y entró al consultorio. Jimin, con su expresión tranquila y su bata blanca, lo recibió con una sonrisa.

 

—¡Yumin! Cuánto tiempo.

 

—Sí, hermano. Felicidades por la apertura.

 

—Nuestro Yumin ya es todo un adulto. Me dijeron que viniste a Seúl a tener crías. Ya eres grande.

 

—Jaja, gracias. Pero en realidad vine porque me siento algo raro…

 

—¿Qué te pasa?

 

—Creo que no estoy controlando bien mi transformación. Hace como una semana, me desperté con orejas. Luego me transformé en humano, después en gato montés… y desaparecieron. Pero me sigue preocupando.

 

—Hmm… Déjame tomarte el pulso primero.

 

Jimin le tomó el pulso y frunció el ceño.

 

—Yumin, ¿estás en celo?

 

—Sí. Aunque todavía no lo he experimentado del todo…

 

—¿Y emocionalmente cómo estás?

 

—Pues… pienso seguido en tener crías. Pero eso siempre ha sido así.

 

—Yumin, por lo que veo, pronto vas a entrar en celo de verdad. En ese momento, es probable que te salgan las orejas o la cola sin que puedas evitarlo.

 

—¿Qué? ¿Y qué hago entonces? Tengo que ir a clases…

 

Yumin se quedó pálido. Jimin le extendió una bolsita de hierbas.

 

—Te prepararé una medicina con esto. Tómala una vez al día. Te ayudará a estabilizar el cuerpo.

 

—Está bien. Gracias. Pero hermano… ¿también preparas medicina para humanos?

 

—¿Humanos? Claro que sí. ¿Por qué lo preguntas?

 

—Es que… hay alguien a quien quiero dársela.

 

—¿Ah, sí? ¿Quién es? Necesito saber su constitución para prepararla adecuadamente.

 

—En realidad, es alguien que me importa. Quiero que tenga a mi hijo, así que quiero fortalecer su cuerpo.

 

—Vaya, Ko Yumin, sí que has crecido. Ya piensas en cuidar a quien va a tener a tu hijo. Me gusta. Entonces te prepararé una medicina que mantenga el cuerpo cálido y favorezca la circulación. Así el bebé crecerá sano.

 

—Eso suena muy bien. Te lo encargo.

 

Poco después, Yumin salió de la clínica con la medicina en ambas manos. Para ser sincero, también quería usar ese regalo como una forma de suavizar la tensión que se había instalado entre él y Taejun.

 

Yumin reunió valor y llamó a Taejun. Apenas sonaron un par de tonos, la llamada se conectó de inmediato.

 

—¿Hola? ¿Yumin?

 

—Taejun, soy yo. ¿Dónde estás ahora?

 

—Estoy en casa de mis padres un momento. Es el cumpleaños de mi abuelo.

 

—Ah, ya veo. Entonces hoy será difícil vernos.

 

—No, no necesariamente. Esta noche vuelvo al apartamento.

 

—Entonces, Taejun… quería darte un regalo. ¿Podemos vernos un momento?

 

—¿Un regalo? ¿Para mí?

 

—Sí. Iré al apartamento. Quiero que lo recibas.

 

—Está bien, de acuerdo.

 

Yumin colgó y sintió que por fin podía respirar con tranquilidad.

 

Pasó por el dormitorio para dejar sus cosas y salió justo a tiempo para la cita. Esperó frente a la entrada del apartamento de Taejun. No tardó mucho en aparecer.

 

—Yumin.

 

—¡Taejun!

 

—Estabas afuera. ¿Por qué no entraste?

 

—No pasa nada. Estoy bien.

 

—¿Y eso qué es?

 

Taejun señaló la caja que Yumin sostenía en las manos.

 

—Es que conseguí una buena medicina. Quería regalártela.

 

—¿Eh? ¿Esto es medicina tradicional?

 

—Sí. Mi primo abrió una clínica de medicina oriental. Me la preparó especialmente.

 

—¿Y qué tipo de medicina es?

 

—Bueno… no necesitas saber todos los detalles. Es para revitalizar el cuerpo.

 

—¿Revitalizar? ¿Cómo funciona?

 

—Cuando el cuerpo se calienta, mejora la salud y la circulación sanguínea, ¿no?

 

—Claro, tienes razón.

 

—En fin, espero que esto te ayude a estar más sano. Tienes que calentar una dosis al día y tomarla.

 

Taejun tomó la caja y le dio las gracias.

 

—Gracias. Y perdón por lo de aquel día.

 

—No pasa nada.

 

Yumin le agarró las dos manos de golpe.

 

—Taejun, de ahora en adelante me esforzaré.

 

—Yumin…

 

—Lo digo en serio. Por eso me gustaría que me vieras como alguien especial.

 

Yumin lo dijo con firmeza, mirándolo desde abajo —Taejun era media cabeza más alto—, y esa determinación casi hizo que Taejun se echara a reír.

 

Vaya tipo más decidido. Y qué valor tiene.

 

Pero lo extraño era que… no le molestaba en absoluto.

 

—Está bien. Pero, ¿puedo darte mi respuesta más adelante?

 

—¡Claro que sí!

 

Taejun pensó que lo mejor sería resolver primero el asunto de la cita arreglada ese fin de semana, y luego empezar algo serio con Yumin. Prefería concentrarse en una cosa a la vez, así que su plan era quitarse de encima ese compromiso incómodo y luego entregarse por completo a Yumin.

 

Pero las cosas no salieron como Taejun esperaba.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—Hola. Es cierto lo que dicen: eres muy guapo.

 

—Sí, mucho gusto. Soy Beom Taejun.

 

—Y tienes una voz muy bonita. Seguro te lo dicen seguido, ¿no?

 

La mujer sentada frente a él ya tenía una sonrisa en los labios y lo miraba con evidente satisfacción. Habían pedido café y estaban sentados uno frente al otro, mientras la gente que pasaba por el lobby del hotel no podía evitar mirar a Taejun. Un joven alto y apuesto, vestido con elegancia, reunido con una mujer… era inevitable que atrajera las miradas.

 

La mujer recorrió a Taejun con la mirada, de arriba abajo, con deliberada lentitud. A pesar de su juventud, su rostro desprendía un atractivo sutilmente provocador; su estatura y complexión robusta imponían. Era el retrato perfecto del macho alfa: tenía todas las cualidades. No por nada la familia Beom ocupaba el puesto más codiciado en el mercado de las citas arregladas. Y entre todos, el hijo menor —el más guapo— era una visión difícil de ignorar. Inconscientemente, la mujer enderezó los hombros.

 

—Pero aún es joven… ¿ya está buscando esposa? Yo, por cierto, tengo veintiocho.

 

—Fueron los mayores de la familia quienes insistieron en que viniera. Si soy sincero, fue por eso.

 

—Vaya, entonces… ¿no tiene intención de casarse todavía?

 

Ante la pregunta, Taejun se quedó pensativo.

 

La verdad, hacía tiempo que estaba harto del matrimonio como institución legal. En la familia Beom, la energía desbordante de sus miembros solía traducirse en infidelidades, triángulos amorosos y dramas interminables. Un desgaste constante.

 

Desde pequeño, Taejun había visto a sus primos, hermanos y hermanas mayores enredarse en promesas que no sabían —ni querían— cumplir, para luego terminar en divorcios escandalosos. No era lo suyo.

 

—¿Y los hijos? ¿Qué piensa al respecto?

 

—¿Hijos…?

 

—Sí. Francamente, sería impensable que la familia Beom no dejara descendencia.

 

Taejun se imaginó por un momento teniendo un hijo que se le pareciera. Fuera niño o niña, una miniatura suya le parecía una idea extraña. No se veía cuidando con ternura a una criatura de carácter seco y mirada cortante como la suya.

 

En cambio, Yumin… Yumin sí sabría cuidar de un hijo. Con lo cariñoso y entusiasta que era, seguro que criaría con esmero a un pequeño con su misma energía. Incluso físicamente: un niño que se pareciera a Yumin sería, sin duda, adorable.

 

¿Cómo sería un hijo con la mitad de mi cara y la mitad de la suya?

 

Taejun sonrió sin querer. No sonaba tan mal.

 

—Parece que le gustan los niños.

 

—¿Ah, sí?

 

Mientras tanto, al otro lado del lounge, alguien se escondía tras la esquina del pasillo. Temblando y con la mano sobre la boca, estaba Yumin.

 

¿Cómo puede hacerme esto? Sentado ahí, tan feliz con otra mujer… ¡Mira cómo se ríe, desgraciado! Yumin temblaba de indignación.

 

Había asistido brevemente a un evento familiar en el hotel y ya se marchaba cuando, por pura casualidad, se topó con Taejun. Jamás se imaginó encontrarlo así: sentado frente a una mujer, conversando con tanta complicidad.

 

Creía que las cosas iban bien entre nosotros… ¿pero fue solo una ilusión mía?

 

Yumin salió del hotel sin fuerzas, caminando sin rumbo bajo la lluvia. En el trayecto hacia la estación, no abrió el paraguas. Ni siquiera tenía ánimos para entrar a comprar uno. Siguió caminando hasta la universidad. Aunque solo era una parada en autobús, se distrajo y pasó de largo, así que simplemente siguió andando.

 

Snif. De vez en cuando, se limpiaba las lágrimas y la nariz.

 

‘¿Qué es esto? ¿Será que me gusta Taejun? No puede ser. No me gusta… ¿verdad?’

 

Cuando Taejun le preguntó si le gustaba, Yumin lo negó rotundamente. Dijo que solo quería acostarse con él, que era una atracción superficial por su belleza.

 

Pero ahora lo entendía. Si dolía tanto, era porque sí lo quería. Aunque no tenía experiencia en el amor, según lo que había visto en los dramas, ese dolor que parecía partirle el pecho solo podía significar una cosa: estaba enamorado.

 

‘¿Qué hago? Creo que me gusta Taejun. ¿Qué se supone que haga ahora?’

 

Sin darse cuenta, había llegado a la entrada trasera de la universidad. Su cabello negro estaba empapado, como algas mojadas, y todo su cuerpo chorreaba agua. Incluso se sentía enfermo. Tenía fiebre y el cuerpo le pesaba. Podía ir por medicina o visitar una clínica, pero no tenía fuerzas ni cabeza para eso.

 

A duras penas llegó al dormitorio y, apenas entró en la habitación, se desplomó. Ni siquiera se secó el cuerpo mojado. Se tumbó tal cual y rompió a llorar.

 

En medio de todo eso, Taejun le envió un mensaje, despreocupado, preguntando por qué no contestaba el teléfono. Yumin, indignado, estuvo a punto de lanzar el móvil… pero se contuvo y le respondió con un mensaje.

 

No me contactes.

 

Por su parte, Taejun volvió de la cita arreglada completamente desconcertado.

 

Ya había perdido la cuenta de cuántas veces el ambiente entre ellos había sido bueno… y luego malo. Cuando Yumin le dio la medicina, estaba claro que se preocupaba por él. Incluso con el calor que hacía últimamente, le insistió en que la tomara todos los días, con una amenaza juguetona: “Si no lo haces, no te lo perdonaré”. Y ahora, de repente, le enviaba ese tipo de mensaje.

 

‘¿Por qué sigue intentando escaparse de mis manos?’

 

Taejun estaba sinceramente molesto. En un arrebato, abrió uno de los sobres de medicina que Yumin le había dado y se lo tomó de un solo trago. Aunque el sabor era amargo, parecía estar hecho con ingredientes realmente buenos. Apenas lo tomaba, sentía cómo la circulación mejoraba. Especialmente por las mañanas… su cuerpo respondía con energía.

 

‘¿Y ahora qué pretende, después de darme algo tan bueno?’

 

Si lograba encontrar a ese adorable Ko Yumin, pensaba no dejarlo escapar. Taejun lo había decidido: esta vez, iría hasta el final.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

Yumin. El clan se pregunta cómo estás. Si no te importa, ¿podrías decirme qué ocurre con los humanos?

 

Yumin recibió un mensaje de su abuelo. Medio dormido, lo leyó con los ojos entrecerrados y soltó un largo suspiro. Incluso estando enfermo, no podía evitar preocuparse por la descendencia.

 

—Tío, lo siento. Se supone que debo continuar el linaje de los gatos monteses, pero aquí estoy, postrado por un amor torpe y prematuro. ¿Que cómo va lo del humano? Pues… yo solo toqué el tambor y el gong, pero resulta que había otra mujer.

 

Yumin se cubrió con la manta y volvió a sollozar. Aun así, después de llorar un buen rato, sintió que sus pensamientos se acomodaban un poco. No quería abandonar el proyecto Taejun así como así.

 

No era que no tuviera nada que reportar a la asociación familiar. Simplemente… extrañaba demasiado a Taejun. Como aquel día en que se transformó en “Negrin” y se acurrucó en sus brazos, ahora Yumin necesitaba ese calor. Solo una vez más, quería convertirse en gatito y volver a sentir el aroma de Taejun. Eso le bastaría.

 

—Estoy completamente fuera de mí…

 

Murmuró Yumin.

 

Pasó dos días enteros en cama. Como no tomó la medicina a tiempo, los síntomas no mejoraron rápido. Durante ese tiempo, Taejun lo llamó varias veces. Yumin no respondió ni una sola vez. No quería robarle el amor de otra mujer.

 

…Pero mirar no es delito, ¿verdad?

 

Observar no es pecado. Un día, cuando el cuerpo se sintió un poco más liviano, Yumin tomó una decisión. Aunque la fiebre no había bajado del todo, ya podía moverse. Así que pensó en ir a espiar a Taejun desde lejos.

 

Yumin se encontraba deambulando frente a la entrada principal del edificio de Taejun en medio de la noche. Al ver las luces encendidas, no pudo evitar mirar hacia su ventana, sintiendo una profunda tristeza por su situación.

 

Nunca le había dicho a Taejun que lo amaba. ¿Y si ya no tenía la oportunidad de hacerlo? Solo de pensarlo, se sentía devastada. ¿Qué debía hacer?

 

Si hubiera sido más cariñoso cuando era un gato, si hubiera mostrado más afecto, si hubiera hecho más grooming… Ahora todo era una lista de arrepentimientos, y Yumin no podía moverse.

 

La tentación de acercarse solo una vez más creció en su mente.

 

—Está bien. Tomaré el ascensor y subiré solo hasta su piso. Respiraré el mismo aire que él una vez más. Así podré dejar ir mis sentimientos.

 

Yumin se dio a sí misma una excusa dulce.

 

Subió sigilosamente hasta el séptimo piso, donde vivía Taejun. Como era de esperar, el pasillo estaba vacío y no había rastro de él. Yumin salió lentamente del ascensor, sintiendo su corazón latir con fuerza solo por estar cerca de él.

 

Las lágrimas volvieron a brotar. Yumin murmuró en su mente:

 

‘Taejun, cuídate. Lo siento. Sé feliz.’

 

Estaba a punto de despedirse sola cuando…

 

—¿Qué haces aquí?

 

Detrás de el, la puerta del ascensor se abrió y Taejun salió.

 

—¡Ta-Taejun!

 

—Te pregunté qué haces aquí.

 

Resultó que Taejun había salido. Yumin se cubrió la cara con las manos, avergonzado, y entró en el ascensor que estaba a su lado.

 

—¡Sal! Es tu última oportunidad.

 

Taejun gritó, agarrando la puerta del ascensor. Yumin, llena de vergüenza por su comportamiento, no podía levantar la cabeza.

 

—Estoy realmente enojado.

 

—…¿Qué?

 

—¿No estarías enojado si fueras yo? Te fuiste, cortaste la comunicación, desapareciste. No puedo seguir soportando esto.

 

—¿Estás enojado, Taejun?

 

—Te dije que estoy enojado.

 

—Entonces, ¿qué debo hacer?

 

—Ahora haré lo que quiera.

 

—¿Qué?

 

Taejun hizo una pausa y luego dijo lentamente:

 

—Yumin, ¿me amas? No, déjame reformularlo. ¿Quieres estar conmigo?

 

—Taejun.

 

La pregunta directa dejó a Yumin completamente desconcertado.

 

¿Que si quiero? Claro que sí.

 

Pero Yumin no pudo responder de inmediato. Siempre había guardado sus deseos para sí misma. Después de conocer a Taejun, había insinuado sus deseos de manera sutil, pero sus métodos y maneras habían sido torpes. Ahora, Taejun le estaba preguntando directamente si quería estar con él, si quería tener sexo con él.

 

Cuando Yumin movió los labios sin decir nada, Taejun lo sacó del ascensor y la miró directamente a los ojos, repitiendo la pregunta.

 

—No quiero estar con alguien que no quiera estar conmigo. Déjame preguntarte de nuevo. ¿Quieres estar conmigo?

 

Los labios de Yumin temblaron. Al morderse el labio, sintió un sabor a sangre. Su corazón latía con fuerza. Yumin asintió levemente.

 

Esa fue la señal. Taejun la llevó directamente a su apartamento. Cuando Yumin recuperó la conciencia, estaba frente a la puerta de Taejun. Él abrió la puerta apresuradamente.

 

—Entra.

 

—…Taejun.

 

Tan pronto como cruzaron el umbral, Taejun abrazó a Yumin con fuerza y presionó sus labios contra los de el. El calor abrasador envolvió a Yumin, haciendo que su cuerpo pareciera estar en llamas.

 

Dios, esto es increíble. ¿Será porque hemos estado separados unos días? Su aroma es tan embriagador. Además, sus caricias son electrizantes, y cada vez que profundiza el beso, es como si estallaran fuegos artificiales en mi mente.

 

Taejun era rudo. Lo presionaba sin darle tiempo a respirar, y solo se apartaba cuando el estaba a punto de desmayarse. Con una mirada soñadora, Yumin se derretía, y Taejun no podía controlar su propio deseo.

 

—Yumin, hoy te tendré como quiera.

 

—Taejun…

 

—No mires a otro lado, mírame a mí.

 

Taejun le quitó la camiseta sin dudarlo.

 

ˏˋ꒰♡ ꒱´ˎ

 

—¡Taejun, me haces cosquillas!

 

Los labios de Taejun recorrieron su cuello, haciendo que Yumin se retorciera. Se movía de un lado a otro, gimiendo mientras se aferraba a él. Taejun lo abrazó con fuerza, burlándose de el. No dejó ni un solo rincón sin besar, desde su cuello blanco, pasando por su clavícula, hasta su pecho delgado.

 

—Mmm… uhh.

 

Las piernas de Yumin cedieron. Le costaba mantenerse en pie, así que se apoyó en Taejun. Él la levantó como si fuera una pluma, ignorando sus intentos por liberarse.

 

Lo llevó al dormitorio y lo arrojó sobre la cama, cubriéndolo con su cuerpo. El peso de Taejun y su aroma envolvieron a Yumin, haciéndolo sentir como un pequeño felino frente a un feroz depredador.

 

Además, Taejun tomó el control del beso con maestría. Con una mano exploraba debajo de su camiseta, mientras con la otra desabrochaba su cinturón. En un instante, le quitó la ropa y comenzó a acariciar sus pezones.

 

—Taejun… uhh, ¡Taejun!

 

—Ya estás listo. ¿Lo sabías?

 

—Me haces cosquillas. Me vuelvo loco…

 

Con sus dedos firmes, Taejun presionó y giró sus pezones, haciendo que la mente de Yumin se volviera blanca. Nunca había imaginado que el pecho pudiera ser tan sensible. La vergüenza y el placer se mezclaban, haciendo que su temperatura corporal subiera.

 

Luego, Taejun tomó su areola en su boca. El calor húmedo la sorprendió, haciendo que sus piernas temblaran. Se sentía como si estuviera derritiéndose. Aunque temblaba, Yumin abrazó el cuello de Taejun, rogando en silencio que no se detuviera.

 

Taejun no perdió tiempo y deslizó su lengua por las costillas y el plano vientre de Yumin. El sonido de sus labios chupando dejaba marcas rojas a su paso. El placer que Taejun le daba hizo que Yumin se sintiera mareado.

 

—Taejun… yo también quiero…

 

—No.

 

—Pero quiero hacerlo.

 

Desesperado, Yumin abrió el cinturón de Taejun. Aunque su mente estaba nublada, no quería perder el control. Quería ser el que liderara, ser masculino. Con atrevimiento, Yumin bajó los pantalones y la ropa interior de Taejun. Pero entonces, algo enorme golpeó su mejilla.

 

—¡Ay!

 

—¿Estás bien?

 

—¡Qué… qué es esto!

 

Era más grande de lo que las palabras podían describir. El grosor era similar al de la muñeca de Yumin, y estaba cubierto de venas prominentes. Era grotescamente grande. Yumin se sorprendió y golpeó el miembro con la palma de su mano, haciendo que Taejun gruñera.

 

—Duele.

 

—Lo siento, me sorprendí demasiado.

 

Aunque sabía que no era educado, Yumin no podía apartar la vista del miembro de Taejun. Era al menos el doble de grande que el suyo. Yumin se sintió repentinamente avergonzado de su propio tamaño.

 

Quiso cubrirse instintivamente, pero Taejun parecía saber lo que estaba pensando.

 

—¿Por qué te tapas?

 

—Es que…

 

—¿Hay algún problema?

 

—No, no hay problema.

 

—Entonces, ¿por qué?

 

—Uf…

 

Taejun sonrió maliciosamente y se inclinó hacia adelante. Mientras le quitaba la ropa interior, Yumin cerró los ojos con fuerza. Luego, escuchó un suspiro de Taejun.

 

—¿Por qué… no tienes?

 

—No preguntes.

 

Lo de Yumin estaba completamente desprovisto de vello. Naturalmente, no tenía vello en esa área, y su miembro era de un color rosado. Normalmente, no pensaba en compararse con otros, pero ahora se sentía extremadamente avergonzado. Su apariencia era demasiado débil en comparación con la bestial de Taejun.

 

—…Lindo.

 

—¿Qué? ¿Dijiste lindo?

 

—Sí.”

 

—No digas eso.

 

—¿Por qué no?

 

—Porque… porque… ¡uhh!

 

Antes de que pudiera decir algo estúpido, Yumin decidió callarse. Taejun, notando su incomodidad, decidió tomar el control. Besó a Yumin profundamente mientras acariciaba su suave área. Yumin reaccionó de manera sensible, gimiendo suavemente.

 

—Mmm…

 

Taejun tomó el miembro de Yumin en su mano y lo movió rápidamente. Yumin se sentía completamente dominado, incapaz de moverse. Todo lo que podía hacer era sentir el placer dentro de la firme mano de Taejun.

 

—Ah, creo que… voy a…

 

—Adelante, Yumin.

 

—No, no puedo… ahh…

 

Taejun agarró las muñecas de Yumin con su otra mano, moviendo su miembro aún más rápido. Yumin no pudo contenerse y liberó su semen con un gemido profundo. El placer lo recorrió por completo.

 

—¡Ahh!

 

En el momento del clímax, su visión se nubló y sus piernas temblaron. Era la primera vez que alguien más lo tocaba de esa manera, y el resultado fue abrumador. Pero no podía ser solo él quien se sintiera bien. Yumin intentó recuperar el control y comenzó a acariciar a Taejun, empujándolo suavemente.

 

—Ahora es mi turno.

 

—Ni lo sueñes.

 

—¿Qué?

 

Taejun no cedió ni un centímetro. En cambio, volvió a dominar a Yumin, esta vez abriéndole las piernas. Taejun presionó su miembro contra el cuerpo de Yumin, haciéndolo gemir.

 

—Ugh… Taejun…

 

Todo se volvía borroso. El cuerpo de Yumin, recién saciado, no podía soportar más estímulos. Se sentía como si estuviera siendo exprimido, incluso sin nada que liberar. Pero su cuerpo buscaba instintivamente el clímax, y Yumin casi sollozaba mientras se aferraba a Taejun.

 

—Uf…

 

Taejun respiraba pesadamente entre dientes, presionando a Yumin con movimientos firmes. Con las piernas levantadas, Yumin recibía sus contactos directos. Algo pesado y duro presionaba constantemente contra su área, causando una mezcla de incomodidad y placer. El placer era tan intenso que Yumin perdió la oportunidad de pedirle a Taejun que parara.

 

Entonces, en un momento, Taejun comenzó a explorar entre las piernas de Yumin con sus dedos, untando un líquido resbaladizo.

 

¿Qué es esto? Yumin se sobresaltó y miró hacia abajo. Con los ojos muy abiertos, vio que Taejun estaba aplicando un gel en su entrada. La textura, el frío, la suavidad… ¿no era esto un lubricante?

 

‘¿Por qué me pone esto?’

 

Antes de que Yumin pudiera preguntar, sintió un dolor agudo. Un dedo grueso separó su entrada y penetró. Sus ojos se abrieron de par en par.

 

—¡Ah! Taejun…

 

Yumin intentó mover las piernas para sacar el dedo, pero Taejun lo tenía inmovilizado. Mientras tanto, el dedo se adentró más profundamente, explorando sus paredes internas. Yumin se sorprendió.

 

‘¿Acaso yo soy el que recibe? ¿Yo soy el que se penetra?’

 

La situación lo tomó por sorpresa. Siempre había asumido que él sería el que penetrara, así que no sabía cómo reaccionar. Solo podía balbucear “Ah, ah…” mientras movía las piernas y los pies sin control.

 

Para Taejun, esto era una invitación sexual. Las mejillas ligeramente rosadas de Yumin, sus pies suaves y tentadores… Taejun había quedado hechizado por esos pies desde el principio.

 

Taejun agarró el tobillo de Yumin y lo mordió. Yumin soltó un grito de sorpresa, apretando involuntariamente sus músculos internos. Taejun lamió su cadera y mordió suavemente su tendón de Aquiles. El dolor placentero hizo que Yumin se derritiera. Pronto, comenzó a reaccionar a los dedos que entraban y salían de él.

 

—Ah, mmm…

 

La sensación era extraña. Cada vez que el dedo penetraba profundamente y luego salía, su abdomen se calentaba. El sonido de los dedos moviéndose dentro de él, resbaladizos por el gel, era excitante. Los sonidos obscenos resonaban, y la erección de Yumin se endurecía más con cada empuje.

 

Lo único claro era que se sentía increíblemente bien. Tan bien que estaba a punto de liberarse.

 

—Ah, mmm… uhh…

 

Los gemidos de Yumin pasaron de ser de dolor a ser de placer. Su mirada se volvió soñadora, y sin darse cuenta, abrió más las piernas, exponiendo su entrada. Con cada movimiento de los dedos de Taejun, apretaba involuntariamente.

 

—Ah… Taejun, mmm… se siente… bien.

 

Yumin no sabía lo que decía. Mirando a Taejun, le rogaba que penetrara más profundamente. Taejun maldijo en voz baja y, con un movimiento rápido, alineó su erección con la entrada de Yumin.

 

El dolor era intenso, como si su cuerpo se partiera en dos. Taejun se retiró ligeramente y, con un sonido húmedo, penetró profundamente.

 

—Ah… ¡uhh!

 

El miembro de Taejun llenaba completamente a Yumin, haciéndolo temblar. Su respiración caliente caía sobre el rostro de Yumin. Con cada movimiento de caderas, Yumin se balanceaba con él. El dolor y el placer se mezclaban mientras Taejun empujaba dentro de él.

 

—Yumin, Ko Yumin. Uff… me vuelves loco.

 

Taejun aumentó la velocidad. Con cada empuje, el sonido de sus cuerpos chocando resonaba en la habitación. Yumin comenzó a sentir una sensación extraña, una mezcla de cosquilleo y placer. De repente, un escalofrío recorrió su columna.

 

—¡Ahh, ahh!

 

Taejun captó la reacción de Yumin y comenzó a moverse con más intensidad. Empujando hacia arriba y hacia abajo, hizo que Yumin gimiera de placer. Los sonidos que emitía eran deliciosos.

 

—¡Taejun, Taejun! ¡Ahh, mmm!

 

Pronto, las lágrimas llenaron los ojos de Yumin, quien suplicaba con gemidos. Taejun empujaba con fuerza, y con cada movimiento, el cuerpo de Yumin temblaba. Su erección liberó semen, pero Taejun no se detuvo. El movimiento era brutal, haciendo que el cuerpo de Yumin se elevara con cada empuje.

 

—¡Ahh!

 

Yumin se aferró a la espalda de Taejun, asustado. Este gesto fue tan tierno que Taejun mostró sus colmillos. Mordió el hombro de Yumin, haciendo que gritara de dolor. Taejun lo abrazó con fuerza mientras liberaba su semen, llenando completamente a Yumin con su esencia.

 

Finalmente, Taejun se derrumbó sobre el cuerpo de Yumin, completamente satisfecho.

Vistas totales: 0
Prev
Next
Novel Info

Comments for chapter "Capítulo 05"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

You must Register or Login to post a comment.

♥ Gracias ♥

Hola muchas gracias a todos por leer en Newcat ♥

All Genres
  • +19 (195)
  • Acción (49)
  • Adulto (195)
  • Apocalíptico (5)
  • Aventura (24)
  • BDSM (18)
  • BL (185)
  • Ciencia Ficción (13)
  • Comedia (121)
  • Crimen (27)
  • Demonios (19)
  • Deportes (7)
  • Descensurado (19)
  • Drama (305)
  • Ecchi (17)
  • Familia (22)
  • Fantasía (217)
  • Gender Bender (6)
  • GL (7)
  • Gogogo (72)
  • Harem (18)
  • Histórico (60)
  • Horror (8)
  • Isekai (19)
  • Josei (119)
  • Magia (28)
  • Mazmorras (4)
  • Militar (7)
  • Misterio (30)
  • Omegaverse (11)
  • Psicológico (31)
  • Reencarnación (34)
  • Regresión (15)
  • Romance (360)
  • Seinen (5)
  • Shoujo (95)
  • Shounen (13)
  • Sistemas (2)
  • Smut (106)
  • Sobrenatural (43)
  • Soft BL (27)
  • Supervivencia (11)
  • Terror Psicológico (11)
  • Thriller (9)
  • Tragedia (36)
  • Trasmigración (17)
  • Vampiros (3)
  • Venganza (21)
  • Vida cotidiana (47)
  • Vida escolar (55)
  • Videojuegos (7)
  • Wuxia (0)

Madara WordPress Theme by Mangabooth.com

Sign in

Lost your password?

← Back to New Cat

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to New Cat

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to New Cat