Welcome to the nightmare game (novela) - Capítulo 8

Capítulo 8 – Hospital Popular Nº1 de la Ciudad X (Parte 8)

Qi Lerén ya sabía que este era un mundo que valoraba las apariencias, pero no sabía que lo valoraba tanto.

Xue Yingying se había rendido en un segundo. Hasta hace poco lo llamaba afectuosamente “chico guapo”, pero ahora había redirigido todo ese entusiasmo hacia un nuevo objetivo: el apuesto joven frente a ellos, llamado Su He, al que no paraba de llamarle “¡guapo!” con emoción.

El Dr. Lu no mostró ni rastro de celos masculinos y comenzó a conversar con Su He… sobre el cadáver en el suelo.

Este tema provocó algo de náuseas en Xue Yingying, pero la belleza del hombre la hizo resistir.

Qi Lerén, por su parte, estaba pensando cómo demonios Su He había evitado al asesino en serie en la azotea. Por los tiempos, o bien había estado allí desde antes, escondido en algún lugar donde no lo vieron, o subió al poco tiempo de que el asesino se fue.

—Solo vine al hospital a visitar a alguien. No esperaba encontrarme con algo así.— Su He frunció ligeramente el ceño.

—¡Yo también! He trabajado aquí tres años y nunca me había pasado nada tan terrorífico.—El Dr. Lu se golpeaba el pecho lamentándose. —¡Si hubiera sabido que esto pasaría, jamás habría sido médico! ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

“…” Xue Yingying, que solo había querido abortar y terminó perdiendo al bebé tras un accidente de autobús, no dijo nada. Ella también sentía que tenía muy mala suerte.

“…” Qi Lerén, que solo iba a reparar su computadora y acabó en el hospital tras el mismo accidente (y encima perdió la laptop), tampoco dijo nada. Sentía que él era el más desgraciado de todos, pero no iba a competir por el premio al mayor infortunio.

—¿Viste al asesino?— preguntó Qi Lerén.

Su He negó con la cabeza. —Cuando llegué, el cadáver ya estaba aquí, y al lado estaba escrito el número cinco con sangre. Si es el mismo asesino, entonces no ha matado solo a una persona. Debe haber al menos otras cuatro víctimas, ¿no?

Xue Yingying asintió emocionada: —¡Sí, sí, guapo, tú no sabes! Hay un psicópata rondando por aquí. El Dr. Lu dice que era un prisionero, alguien que fue enviado al hospital tras autolesionarse, y ya era un asesino serial antes de entrar a prisión.

—Eso es terrible…— murmuró Su He.

Tal vez por lo atractivo que lucía Su He mientras reflexionaba, Xue Yingying no paraba de mirarlo de reojo. Luego, con expresión seria, le ofreció palabras de aliento —¡Pero no te preocupes! ¡Estamos juntos en esto y somos más fuertes!

Qi Lerén, que ya había sido perseguido dos veces por el asesino, casi pierde la vida y encima cargaba con el odio del tipo por patearle las pelotas, no dijo nada. Si volvían a cruzarse, él seguramente sería el objetivo otra vez…

Solo de pensarlo, ya se sentía agotado.

El cielo nublado oscureció todo más rápido de lo esperado. Tal vez por la densidad de la niebla, los presentes comenzaron a sentirse sofocados. Todo lo que podían ver era niebla. Mientras más lejos miraban, más densa se volvía, impidiéndoles ver incluso los edificios cercanos.

El Dr. Lu se estremeció de pronto, su expresión cambió —Vámonos ya. Tengo un muy mal presentimiento…

Qi Lerén y Xue Yingying se pusieron tensos. Sabían cuán precisos eran los presentimientos de Lu cuando usaba su habilidad. Xue Yingying se apresuró hacia las escaleras. Al ver que Su He no los seguía, giró para llamarlo, pero al hacerlo se le congeló la sangre: —¡Mano… fantasma…!

Qi Lerén, que estaba junto a Su He, miró instintivamente hacia abajo al oír el grito. Una mano blanca, huesuda, apareció desde el borde de la azotea y sujetó con fuerza la muñeca de Su He, arrastrándolo hacia abajo.

Qi Lerén reaccionó al instante y agarró la otra mano de Su He, pero la fuerza era tan brutal que él también fue arrastrado al borde. Solo logró detenerse al agarrarse del barandal. Su He ya estaba medio cuerpo colgando, una mano sostenida por Qi Lerén, la otra por el fantasma que colgaba del muro exterior.

Su He forcejeaba en el aire. Qi Lerén, haciendo un gran esfuerzo, logró mantenerse firme. El Dr. Lu corrió a ayudarlos, tirando también de Su He. Xue Yingying gritó—¡Apártense, yo lo saco!

Empujó al Dr. Lu con facilidad. Estando aún bajo el efecto de su habilidad, que le daba fuerza al perder sangre, tomó a Su He con ambas manos y comenzó a levantarlo.

—¡Sangre, Su He, déjate sangrar! ¡Eso lo asusta!— gritó el Dr. Lu.

Como Su He no reaccionaba, Qi Lerén se mordió la lengua y le escupió sangre a Su He. Las gotas de sangre se dispersaron entre la niebla y el fantasma soltó la muñeca de inmediato. Xue Yingying lo jaló de un tirón y ambos cayeron al suelo.

Qi Lerén se agarró del barandal, se estabilizó y miró hacia abajo.

Ya no había rastro del fantasma. Solo quedaba la niebla densa.

No… ¿había algo más?

De pronto, una sombra emergió de la niebla como una flecha. Su figura retorcida recordaba a una araña, se movía rapidísimo y en cuestión de segundos ya estaba frente a él.

El Dr. Lu, al ver que Su He y Xue Yingying estaban bien, volteó para llamar a Qi Lerén. Lo que vio lo dejó helado.

¡Un espectro blanco abrazaba a Qi Lerén, arrastrándolo a la niebla y haciéndolo caer desde lo alto!

…

…

…

SL activado. Enfriamiento completado.

Mientras Qi Lerén aún sujetaba a Su He, una notificación apareció en su mente. Sin darse cuenta, la hora de enfriamiento de su habilidad había terminado.

Justo cuando vio la sombra oscura que subía a toda velocidad, una premonición lo invadió. Instintivamente, guardó partida en ese preciso instante.

En el momento siguiente, una presencia helada lo envolvió. La sombra monstruosa se le lanzó al rostro y lo arrastró fuera del edificio.

Todo se volvió silencioso. Su cuerpo caía entre la espesa niebla. Fue tan rápido que no debería haber visto nada… pero lo hizo.

A través del cuerpo translúcido del fantasma, pudo ver lo que había más allá de la niebla.

Miles de personas estaban allí abajo. Hombres, mujeres, ancianos, niños. Todos miraban hacia arriba con la misma expresión, una sonrisa retorcida en sus rostros, como si dijeran: Bienvenido a nuestro mundo.

Todos lo observaban mientras caía directamente hacia ellos.

Su cabeza golpeó el suelo. Todo se volvió negro antes de que pudiera sentir miedo.

Partida cargada con éxito.

Volvió a la azotea, cayendo sentado ante la mirada atónita de los otros tres.

Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.

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