Welcome to the nightmare game (novela) - Capítulo 14

Capítulo 14 – Hospital Popular Nº1 de la Ciudad X (Parte 14)

En el momento en que Qi Leren habló, todo el pasillo cayó en un silencio absoluto. Solo su voz ronca resonaba una y otra vez bajo la deslumbrante luz blanca, azotando la voluntad y el espíritu de todos los presentes.

La pregunta de Qi Leren fue demasiado directa y cruel, golpeando de lleno el temor más profundo de sus corazones. Al darse cuenta de que podrían estar siendo observados descaradamente por un asesino empapado en sangre, el pánico que sintieron les erizó la piel más que si estuvieran frente a un fantasma.

—La vigilancia… está activa las 24 horas… —la voz del doctor Lu temblaba tanto que estaba al borde del llanto.

—¿Dónde está la sala de monitores? ¿Cuántas cámaras hay? —preguntó Su He con gravedad.

—…En… en el Edificio A de la zona ambulatoria, hay muchas cámaras, todos los pasillos principales… tienen. —El doctor Lu miraba a Su He con desesperación, tan nervioso que su voz se quebraba.

Su He alzó la vista hacia una cámara que emitía un tenue resplandor rojo y, rodeando con el brazo al doctor Lu para tranquilizarlo, dijo:

—Vamos. Busquemos un camino sin cámaras para salir de aquí.

Aún en estado de shock, el grupo se marchó. El doctor Lu los condujo por un extenso rodeo, esquivando tantas cámaras como pudo recordar, hasta que finalmente llegaron por otra ruta a la oficina del director Li. En cuanto cerraron la puerta, Xue Yingying se desplomó sobre una silla, con el rostro pálido como un fantasma, mirando con paranoia constante hacia la puerta.

—No se preocupen. Aunque esté usando las cámaras para buscar sobrevivientes, no puede estar todo el tiempo en la sala de vigilancia… —dijo Su He, sentándose y manteniéndose calmado frente a los demás.

El rostro del doctor Lu empeoró. Claramente entendía lo que Su He no había dicho: que el asesino aún estaba cazando activamente.

—Si tenemos suficiente suerte, es posible que cada vez que aparecimos frente a las cámaras él estuviera cazando en otro sitio. Según la cantidad de víctimas hasta ahora, se mueve con mucha frecuencia, así que es probable que aún no nos haya notado. Pero a medida que haya menos sobrevivientes, dedicará más tiempo a buscar. Si no rompemos esta situación pasiva, tarde o temprano nos encontrará, por más suerte que tengamos. —explicó Su He con voz pausada.

Sentado bajo un altar budista, el doctor Lu se puso más nervioso aún, ya había empezado a morderse las uñas, murmurando de forma paranoica.

—También es posible… que ya nos haya visto… solo que como somos muchos, está dudando si atacar ahora…

Xue Yingying se acercó tambaleante al escritorio, tomó una botella de agua de una esquina y tardó tres intentos en abrir la tapa. Estaba visiblemente fuera de sí, como si pudiera desmayarse en cualquier momento.

Este descubrimiento repentino dejó al grupo en un estado de alarma extrema, y Qi Leren no fue la excepción.

En ese momento, ni siquiera podía concentrarse en si alguno de los tres presentes era sospechoso. Solo pensar en el asesino ya lo tenía al borde del colapso.

Para obligarse a mantenerse sereno y no dejarse consumir por pensamientos paranoicos, Qi Leren sacó de su mochila un cuaderno y un bolígrafo que había encontrado hacía tiempo en una oficina, dispuesto a dibujar un mapa del hospital para que el doctor Lu le señalara las cámaras que conocía.

Mientras daba vueltas por la sala buscando objetos protectores, el doctor Lu, que incluso se había colgado una imagen barata de Guanyin del cajón, notó lo que hacía y se acercó intrigado.

—Este cuaderno es muy viejo, el papel está amarillento.

—Lo encontré aquí en el hospital —respondió Qi Leren, mostrándole la portada, donde claramente estaba impreso el nombre del hospital.

—No puede ser. Los cuadernos del hospital están estandarizados, no se ven así. —replicó el doctor Lu, abriendo el cajón del director Li y sacando uno blanco—. Mira, este es el nuestro.

La discusión atrajo la atención de Su He, y los tres se reunieron para comparar los dos cuadernos.

El que encontró Qi Leren era claramente antiguo, con una cubierta de papel amarillento al estilo antiguo, el nombre de la institución impreso con tinta negra. En cambio, el del doctor Lu era nuevo, con una imagen del hospital y un eslogan en la portada. Comparados uno al lado del otro, la diferencia generacional era evidente.

El doctor Lu lo examinó varias veces hasta que dijo:

—Este cuaderno tiene al menos veinte años.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Qi Leren.

El doctor Lu señaló la portada envejecida.

—El nombre dice ‘Hospital Popular de la Ciudad X’, faltan dos palabras.

—¿‘Número Uno’? —Qi Leren recordó el nombre completo del hospital y preguntó—. ¿Estás seguro de que no es una abreviatura? A veces lo llamamos simplemente ‘Hospital de la Ciudad X’.

El doctor Lu negó con la cabeza.

—En documentos oficiales, el nombre nunca se abrevia. Cuando llegué aquí, escuché de mis mayores que el hospital cambió de nombre hace unos veinte años… después de una reconstrucción. Fue entonces que añadieron ‘Número Uno’ al nombre. Así que este cuaderno debe ser de antes de esa época.

Pero entonces, ¿por qué había un cuaderno tan antiguo y en blanco? ¿Quién lo guardaría en un cajón? Qi Leren estaba a punto de preguntar cuando el suelo tembló levemente. El vaso y el cuaderno sobre la mesa cayeron al suelo con un estruendo. Qi Leren tambaleó, sujetándose de la mesa para no caer. Antes de que pudiera recuperar el equilibrio, un fuerte estruendo retumbó en el pasillo: algo pesado había caído, y el sonido metálico que produjo al impactar era especialmente agudo.

Ese sonido fue como una señal de terror indescriptible, apretando el corazón de los cuatro que estaban en la sala.

En el breve silencio que siguió, Qi Leren escuchó a Su He murmurar con una voz como de sonámbulo.

—¿Estás seguro… de que no pasamos por ninguna cámara cuando llegamos?

El doctor Lu había perdido la voz por completo. Sentado en la silla, respiraba agitadamente como un pez fuera del agua, a punto de desmayarse.

En ese ambiente, con ese sonido, en ese momento… todos pensaban lo mismo.

¡Era el sonido de una motosierra cayendo al suelo!

Xue Yingying fue la primera en perder la calma. Se levantó como si le hubieran prendido fuego, abrió la puerta de un tirón y, como si hubiera visto la cosa más aterradora del mundo, lanzó un grito desgarrador y huyó sin mirar atrás.

¡Corran!

Qi Leren también salió disparado de la habitación. No volteó, pero en su visión periférica ya había visto a la figura que se alzaba no muy lejos: sostenía la sangrienta motosierra y le dedicaba una sonrisa monstruosa.

Todo rastro de calma y razón se hizo añicos ante el terror. Antes de que pudiera procesarlo, Qi Leren ya corría a toda velocidad… y los pasos pesados que lo seguían, cada vez más y más cerca…

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